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Latinoamérica

Avance desde el Fondo

Por Hugo Alberto de Pedro

Hay veces que la capacidad de sorprendernos se convierte en una costumbre que tomamos como normal, o lo que es peor lo asimilamos como "lo que debe ser". De ésta forma asistimos a las manifestaciones efectuadas desde el exterior sobre lo que debe hacer la República Argentina sin que ello genere la más mínima condena por la injerencia en los asuntos internos del país.

Un ejemplo, Colin Powell -Secretario de Estado de los EEUU- quién se arrogó el derecho de opinar sobre lo que debemos hacer y emitir advertencias, como: "En toda América latina la gente está cada vez menos satisfecha con la calidad de la democracia y frustrada con los resultados de las reformas económicas. Hay quienes temen que si la situación argentina sigue deteriorándose podría haber contagio de tipo político, es decir: el malestar con respecto a las reformas económicas y el desencanto con respecto a la democracia podría aumentar".

Otro, Anne Krueger -segunda del FMI- al manifestar que en el organismo multilateral de crédito están desarrollando un plan económico sustentable para Argentina, tal como si hablara de su "Colonia Argentina" y advirtió que es esencial que el congreso argentino apruebe "las legislaciones sobre quiebras y la derogación de la ley de subversión económica", intimidando e intimando al engendro gobernante nacional –peronista y radical- al mencionar que los mismos "se tendrán que adoptar esta semana, y se adoptarán", como también que "las provincias dejen de emitir papel que circule como moneda".

Ellos pensarán que cuando Joseph Stiglitz –premio nobel de economía- dice que "las recetas del organismo internacional financiero son las responsables de la crisis económica y financiera de Argentina", éste economista se ha convertido en cacerolero, piquetero o terrorista siguiendo la línea impuesta por George W. Bush en su lucha del bien contra el mal.

Estos hechos tienen una entidad tal que hacen crear internacionalmente un estado de "desnacionalización" tan terrible como tétrica, donde los argentinos parecemos simples súbditos de un poder imperial que hasta ya ha perdido la capacidad de sonrojarse y no escatima nada en pos de generar un estado colonial en estas tierras. Mientras esto sucede los mismos de siempre, o sea, los únicos responsables de la crítica situación nacional, ponen sus escasas capacidades intelectuales, profesionales e ideológicas para ver como consiguen el visto bueno de los dueños del mundo. No sería demasiado alocado pensar que miran de reojo a la bandera estadounidense en lugar de mirar de frente y honrar a la celeste y blanca nacional.

Por eso cabe preguntarnos para que tenemos un Poder Ejecutivo –con todos sus ministerios y miles de funcionarios- un Poder Legislativo –con todas sus comisiones y más de 300 miembros- y un Poder Judicial –con todos sus juzgados y corte suprema- si en los momentos que se necesitan su accionar urgente para establecer una salida del negro túnel que está convertido el país, únicamente tratan aquellos temas que les imponen los verdaderos dueños de la cosa pública nacional, de la vida y suerte de 36 millones de argentinos y de los derechos de los nativos.

El estado de malestar general de la población junto al latente posible estallido social no parece ser considerado por los gobernantes, que haciéndose los distraídos con lo que sucede siguen pensando que la solución a la crisis vendrá exclusivamente de la mano de un acuerdo con el FMI, como si éste organismo no fuese uno de los responsables de haber llegado a estas instancias de total desasosiego. Responsabilidad que comparte con una clase política que desde hace veintisiete años únicamente han realizado tropelías con la cosa pública y también con la privada.

Únicamente podremos salir de este atolladero si levantamos las más elementales banderas de la nacionalidad y del control estatal de la economía. Ya nadie puede atreverse a seguir manteniendo que las políticas de libre mercado y la economía globalizada serán las que brindarán soluciones, ya que han sido las causantes de la actual situación en medio de un mundo que cada vez es más protector y dirigista puertas adentro de las grandes potencias y que hacia el resto del planeta solamente pueden llevar a miles de millones de seres humanos a la pobreza extrema que se está devorando a muchas generaciones y haciendo que las economías de los países pobres sean funcionales al modelo impuesto como único.

8 de mayo del 2002

Hugo Alberto de Pedro

Buenos Aires – Argentina