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El Movimiento de las Américas o la radiografía de una anexión
José Angel Pérez García
Para nadie es un secreto que Estados Unidos está interesado
en estructurar un nuevo tipo de relaciones internacionales con los países
de América Latina y el Caribe, que derive en un nuevo orden funcional
a sus intereses hegemónicos a escala regional y global.
La necesidad de un nuevo tipo de relaciones interamericanas se explica por
las modificaciones que han tenido lugar en la economía y la política
mundial - globalización, unipolaridad político militar, multipolaridad
económica - así como por la vieja política oportunista
y anexionista de Estados Unidos respecto a Latinoamérica y el Caribe.
Aún cuando este nuevo orden tendrá en su base los viejos principios
de subordinación y explotación, que ahora deben tributar a Estados
Unidos altas cuotas de poder frente a sus mega-rivales de la globalización
- la Unión Europea y el Foro de Cooperación Asia Pacífico
-, se percibe también que será caracterizado por algunos elementos
nuevos, que le otorguen funcionalidad al patrón de acumulación
transnacional y al poderío unipolar norteamericano.
De esta manera, el nuevo orden que está por construirse deberá
caracterizarse por una combinación de viejos y nuevos rasgos imperialistas,
cuya finalidad es la anexión de América Latina y el Caribe por
Estados Unidos de América.
Algunos de estos rasgos serían los siguientes:
La OEA como institucionalidad imperialista.
El neoliberalismo como único modelo económico válido
para todos los países.
La democracia burguesa representativa como único modelo político
válido para toda América.|
El acceso expedito de las transnacionales -básicamente estadounidenses-
a los principales recursos naturales de nuestra región (agua, petróleo,
diversidad biológica, genes, entre otros).
El concepto de soberanía limitada.
El cerco a las fórmulas contestatarias al pensamiento económico,
político e ideológico único, o sea, el neoliberalismo
y la democracia burguesa representativa.
La ausencia de conflictos político-militares que cuestionen el consenso
de Washington, como por ejemplo, la insurgencia en Colombia y en Chiapas.
Hacia la construcción de ese nuevo orden, Estados Unidos ha logrado
arrastrar a los gobiernos latinoamericanos y caribeños - con la excepción
de Cuba-, muchos de los cuales parecen dispuestos a acatar la anexión
sin ningún complejo de culpa.
Durante todo el decenio de los años 90 del pasado siglo, Estados Unidos
encabezó una ofensiva destinada a estructurar las bases mismas de unas
nuevas relaciones interamericanas que condujeran irremediablemente a la absorción
de América Latina y el Caribe por el gigante del norte; este sería
el resultado esperado del nuevo orden, cuya edificación pasa por una
serie de pasos, fases y acciones de tal alcance (Iniciativa para las Américas
del Presidente Bush padre, Tratado de Libre Comercio de América del
Norte(TLCAN) en 1994, Cumbres de las Américas para negociar el Acuerdo
de Libre Comercio de las Américas (ALCA), planes complementarios al
ALCA y cláusula democrática, que algunos estudiosos lo denominan
como Movimiento de las Américas.
Una pieza importante -pero no la única- de este movimiento es el ALCA,
en tanto contribuirá al establecimiento en lo económico del
nuevo orden, mediante la vía de la apertura recíproca de los
mercados nacionales al comercio exterior (se excluye cualquier fórmula
de trato preferencial para los países más pequeños o
menos desarrollados que rebase las cláusulas de la OMC ) y el otorgamiento
de trato nacional al inversionista extranjero, así como las llamadas
nuevas reglas de procedimiento, que en esencia, subordinan a los estados latinoamericanos
a los intereses transnacionales.
Sin embargo, no podría considerarse concluido el nuevo orden imperialista
con la presencia activa de focos insurgentes que cuestionan el poder del imperio
en sus países y en la región, tales como la guerrilla colombiana
(Fuerzas Armadas de Liberación - FARC y Ejército de Liberación
Nacional - ELN) y la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional - EZLN en Chiapas, México, ni tampoco con la persistencia
de obstáculos para acceder a las riquezas energéticas, la diversidad
biológica, las reservas hídricas y el "banco" de genes que abunda
en la geografía latinoamericana.
Otro punto que preocupa y ocupa al imperio son los flujos migratorios que
con origen en el Caribe, el sur y el centro de América apuntan hacia
el norte en oleadas que introducen tensión en la frontera sur de Estados
Unidos y a los cuales culpan de poner en jaque el mercado de trabajo de este
país y por último -pero no menos importante-, la presencia de
algunos gobiernos rebeldes a los dictados de Washington (casos de Cuba y Venezuela),
a los cuales será necesario cercar y hostigar como medida para invalidar
su funcionalidad y desestimular su reproducción en otros escenarios
de América Latina y el Caribe.
Estos objetivos no podrían ser alcanzados únicamente por medio
del ALCA y eso es lo que justifica la existencia de otras piezas, que como
parte del así llamado Movimiento de las Américas, contribuyan
a allanar el camino de la anexión, lo cual no haría otra cosa
que coronar con éxito la vieja tesis panamericanista de "América
para los americanos", es decir, América para los norteamericanos.
Estas piezas que actúan de manera paralela a las negociaciones del
ALCA y hasta preceden la entrada en vigor de la integración hemisférica
son el Plan Colombia y el Plan Puebla-Panamá.
Plan Colombia
Al margen de que la divulgación oficial del Plan Colombia enfatiza
en el enfrentamiento del problema de la droga y sus delitos conexos como la
violencia, la impunidad, la ingobernabilidad y la inseguridad ciudadana, no
hay que ser necesariamente un experto para percatarse que la esencia de este
plan consiste en erradicar la insurgencia y golpear en sus puntos más
sensibles al movimiento obrero y la izquierda en la nación sudamericana.
Si bien no se niega que en el Plan Colombia se están dando algunas
acciones contra los zares de la droga, la historia de la política de
cero (0) tolerancia hacia la droga en otros países (Bolivia, Perú,
Ecuador) demuestra que nunca, en ningún caso, pudo evitar el llamado
efecto desplazamiento . ΏPor qué tendría que ser distinto en
el caso colombiano?.
Si realmente se quisiera resolver el problema de la droga, habría que
llevar la política de cero tolerancia tanto a la (s) fuente (s) proveedora
(s) de la droga como a las fuentes receptoras que son muchas y están
en Europa y los Estados Unidos, básicamente, sin embargo, no se conoce
que haya un Plan Francfort o un Plan Miami para cerrar aunque fueran sólo
dos de los grandes mercados consumidores de la droga.
ΏCómo es posible que si el Plan Colombia pretende enfrentar el problema
del abandono social, el alto desempleo y la profunda inequidad - que clasifican
entre las causas que alimentan el circuito de la droga como medio de sobrevivencia
- sólo dedique 35 % del financiamiento de que se dispone para el desarrollo
social y 63, 3 % al rearme de las fuerzas armadas de la nación?
Tal como se aprecia, es cuestionable la meta oficial del Plan Colombia y sí
muy visible el objetivo político y militar anti-insurgente.
Al final, en la medida que el Plan Colombia despliegue todas sus aristas,
irá quedando cada vez más claro que, al margen del tema de la
droga, sirvió como pantalla para potabilizar el discurso y desarrollar
una espiral de guerra anti-insurgente - que debe concretarse en los próximos
años -, con el fin de reeditar en Colombia la fórmula antiguerrillera
de Centroamérica, o sea, golpear duro a la insurgencia para obligarla
a negociar desde posiciones débiles.
No obstante esto, el Plan Colombia - devenido en una suerte de Iniciativa
o Plan Andino -, busca otro objetivo sumamente sensible para Estados Unidos,
que consiste en el acceso a los recursos energéticos (Venezuela es
el segundo proveedor de petróleo más importante de Estados Unidos
en América), la biodiversidad, la riqueza genética y el agua
que abundan en la región andino-amazónica.
No debe olvidarse que en esta región están situados algunos
de los ríos más caudalosos de América Latina (Amazonas,
Orinoco, Magdalena, El Dorado), ni tampoco que cinco de los 17 países
del mundo de más rica biodiversidad a nivel mundial, se localizan en
estas latitudes.
Riqueza de la biodiversidad en la región Andino-Amazónica
País |
Flora |
Mamíferos |
Aves |
Reptiles |
Anfibios |
Brasil |
1 |
1 |
3 |
5 |
2 |
Colombia |
2 |
4 |
1 |
5 |
1 |
Venezuela |
7 |
10 |
6 |
13 |
9 |
Ecuador |
8 |
13 |
4 |
8 |
3 |
Perú |
9 |
9 |
2 |
12 |
7 |
Fuente: Renán Vega Cantor. Neoliberalismo: Realidad y
Mito. Ediciones Pensamiento Crítico. Santa Fé de Bogotá.
Diciembre, 1999. Pág. 201.
Nota. Los números del cuadro indican el lugar que ocupa cada nación
en materia de biodiversidad.
El Plan Puebla-Panamá
Algo menos conocido que el Plan Colombia, el Plan Puebla-Panamá (PPP)
es un megaproyecto del gobierno del Presidente mexicano Vicente Fox, que según
su letra pretende impulsar el desarrollo económico y social en una
región ubicada al sur sudoeste de la nación azteca, que supera
el millón de kilómetros cuadrados y en la que habitan alrededor
de 64 millones de personas, de las que el 43 % son mexicanos y el resto centroamericanos
. Abarca los estados mexicanos de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco,
Veracruz, y Yucatán y todos los países ubicados en el istmo
Centroamericano hasta Panamá, incluyendo Belice.
Si bien la propuesta del PPP hace referencia a la creación de "un polo
de desarrollo regional sostenido y sustentable que incluye obras de infraestructura
como carreteras, caminos, presas, puentes, ferrocarriles, gasoductos, oleoductos,
puertos, aeropuertos y telecomunicaciones" que podrán dar empleo a
cerca de 20 millones de trabajadores, en su mayoría pobres, varios
analistas se cuestionan que un proyecto de esta magnitud, en un contexto de
globalización neoliberal, en una región rica en recursos naturales
y explosiva desde el punto de vista político-militar, esté movido
por objetivos tan idealistas.
Sin pretender aquí identificar al PPP con el Plan Colombia, ni desconocer
tampoco el impacto que podría generar a una región sumamente
pobre, al final, como reconocen muchos de los críticos del PPP, la
población de esta amplia zona podrá quizás acceder a
un empleo de mala calidad, poco remunerado y sometido a un alto nivel de explotación
que aportarán las maquiladoras y las zonas francas, cuya masiva presencia
en el área será una de las principales expresiones de este plan.
Al mismo tiempo, las mejores riquezas naturales, serán apropiadas por
grandes firmas extranjeras y laboratorios para tributar a la seguridad energética
de Estados Unidos y servir como materias primas para el desarrollo de la industria
de la ingeniería genética y la biotecnología de este
país.
Hay otro aspecto que introduce cuestionamientos a la propuesta "desarrollista"
del PPP y es que en varios puntos coincide - al menos en algunos aspectos
muy sensibles para el nuevo orden que Estados Unidos pretende establecer en
América - con el Plan Colombia, lo que sugiere que ambos son funcionales
a los intereses estratégicos del capital transnacional y de Estados
Unidos de América.
Algunos de estos puntos comunes son los siguientes:
En ambos escenarios hay una insurgencia que se cuestiona el nuevo orden
que EEUU trata de estructurar en todo el continente.
En las dos regiones hay grandes riquezas naturales muy apetecidas por EEUU:
México y Venezuela constituyen los dos principales proveedores latinoamericanos
de petróleo del mercado estadounidense, y su geografía clasifica
entre las más ricas del mundo en biodiversidad. Particularmente México
ocupa el segundo lugar mundial en reptiles, el cuarto en anfibios, y el quinto
en flora y fauna .
Tanto México y Centroamérica como la región andino-amazónica,
constituyen espacios muy importantes desde el punto de vista estratégico
para los conceptos de seguridad nacional de Estados Unidos.
Las dos áreas son importantes en lo que respecta al desplazamiento
del capital transnacional estadounidense por todo el continente.
A manera de conclusiones
Cada fase y acción del nuevo orden que el imperialismo pretende estructurar
en América y cuya punta de lanza es el ALCA, tienen una misión
concreta y coherente entre sí, y en general, todas apuntan a la absorción
de América Latina y el Caribe por Estados Unidos.
El ALCA, y probablemente también el Plan Puebla-Panamá, aportarán
lo suyo desde el punto de vista económico, aunque se reconoce que los
objetivos de ambas piezas son multidimensionales. El Plan Colombia contribuirá
a la meta norteamericana del nuevo orden colocando el énfasis en los
aspectos político-militares, pero sin desconocer que detrás
del mismo subyacen objetivos económicos.
Finalmente, la llamada Carta Democrática, aprobada en Lima a principios
de septiembre del año en curso y cuyo referente esencial es la Carta
de la OEA, apunta a sacralizar la democracia representativa como el único
modelo político que el imperio considera válido para América,
dada la docilidad de los gobiernos de la región frente a las apetencias
anexionistas y la transgresión de dicha Carta, los condenaría
a la suspensión o expulsión del ALCA.
De esto da fé el artículo número 21 de la Carta Democrática,
el cual haciendo un ejercicio de síntesis dice: "Cuando la Asamblea
General considere que se ha producido la ruptura del orden democrático,
conforme a la Carta de la OEA, tomará la decisión de suspender
a dicho Estado Miembro del ejercicio de su derecho a participar en la organización"
.
El diagnóstico de la situación política que caracteriza
a América en el primer lustro del nuevo siglo y milenio apunta a que
el pronóstico es la anexión a Estados Unidos y no la integración,
le corresponde a los pueblos hacer trizas este pronóstico y construirse
un futuro más digno y mejor.
José Angel Pérez García es miembro del Centro de Investigaciones
de la Economía Mundial, Cuba.