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Latinoamérica

Hugo Chávez, dispuesto a "envainar la espada"
en aras de la reconciliación

 Anunció un plan económico que incluye la libre flotación del bolívar, la
moneda venezolana
 El presupuesto del país se basará en un precio promedio de 16 dólares el barril de petróleo

Caracas, 12 de febrero. El presidente Hugo Chávez, quien esta noche anunció un plan económico que incluye la libre flotación de la mo-neda, reiteró su promesa de "envainar la espada" y se manifestó dispuesto a "revisar lo que tenga que revisar" en aras de la reconciliación en Venezuela.
En su mensaje a la nación, el mandatario evitó referirse directamente a los dos oficiales que se rebelaron contra su gobierno y le pidieron la renuncia, aunque dijo que "hemos pasado una prueba en estos últimos días".
Uno de estos militares, el coronel de aviación Pedro Soto, volvió este martes a la carga y dio a Chávez un "ultimátum" para que antes del próximo 19 de abril deje de instigar "la guerra, la violencia y la lucha de clases".
Chávez hizo importantes anuncios económicos, para hacer frente a la caída de los precios del petróleo, puso fin al sistema de bandas vigente desde el anterior gobierno de Rafael Caldera (1994-1999) y decidió dejar flotar libremente el bolívar a partir de este miércoles.
El presidente dijo que mañana se sabrá el impacto de la libre flotación, ante la aseveración de economistas independientes de que la moneda venezolana estaba sobrevaluada en 40 por ciento.
El viernes pasado, antes del feriado de cuatro días de carnaval, el dólar se cotizó a 783 bolívares.
Justificó la medida no sólo por la caída de los precios del petróleo, principal fuente de ingresos del país, sino también por el impacto en la economía internacional de los ataques del 11 de septiembre en Es-tados Unidos y la situación en los países latinoamericanos por el de-rrumbe de la economía argentina.
Anunció, asimismo, que el presupuesto de la nación de este año se basará en un precio promedio del petróleo de 16 dólares el barril, en vez de los 18.50 dólares inicialmente estimados.
"Yo soy el primero en estar dispuesto a revisar lo que tenga que revisar", sentenció al hacer un llamado a todos los sectores del país a la paz y la unidad.
Ayuda, pide a compatriotas
"Yo soy zurdo, y entonces me paso la espada a la mano derecha y me pongo en la mano izquierda el arado (...) es un mensaje que envío a todos los venezolanos, sea cual sea su ubicación política, social, su grado de adhesión, neutralidad o contraposición al proyecto bolivariano, no me importa", insistió el mandatario.
"Ahora tengo la espada en la mano derecha, pido ayuda a todos para envainar la espada, que es lo que finalmente debemos hacer, envainar la espada definitivamente y ponerle las dos manos y todo a la paz, a la búsqueda de soluciones y de caminos positivos para todos", destacó el mandatario.
En un gesto de conciliación, afirmó que "no voy a pasarme esa es-pada de nuevo a la mano izquierda, pero pido ayuda a todos los sectores de Venezuela para envainarla".
Y demandó a sus opositores que finalicen "las componendas y los shows (...) para ponernos a trabajar por el país", y que conformen un bando antagónico constructivo, para formular críticas "con la buena fe por delante".
También los instó a hacer sus observaciones a las medidas económicas anunciadas, entre las que también se incluyeron nuevos planes fiscales, especialmente un im-puesto al débito bancario y la re-ducción del gasto público.
Antes de este discurso el coronel Soto había amenazado implícitamente con un golpe de Estado ci-vil, al informar en rueda de prensa que dirigió al mandatario una carta con "unos puntos que debe cumplir o hacer cumplir" para "rescatar la institucionalidad democrática".
"Aspiramos a que el presidente lo haya cumplido antes del 19 de abril; si no es así, será el pueblo quien diga hacia dónde tenemos que ir. El ultimátum es porque no podemos esperar", advirtió.
Aunque Soto aseguró a una radio de Colombia que no está interesado en derrocar a Chávez, su ultimátum fue interpretado por analistas como una incitación a la sublevación popular.
Soto precisó que el documento, con siete peticiones, se lo entregó el lunes a sus superiores, que lo habían citado para que explicara su pedido de renuncia a Chávez.
Entre los puntos destaca la petición de que Chávez "deje de uniformarse en actos oficiales, humillando así a oficiales de alta jerarquía, y el cese de proselitismo político dentro de los cuarteles e instalaciones militares", así como el fin del plan cívico-militar de ayuda a las comunidades Bolívar 2000.
Otro punto exige que el mandatario "elimine de sus discursos políticos el llamado a la guerra entre venezolanos, la instigación a la violencia y a la lucha de clases".
Asimismo, la carta pide a Chávez que defina "la relación del gobierno con la guerrilla (colombiana), con el sistema comunista y con el terrorismo internacional".

Tranquilidad "absoluta"

Mientras Soto daba a conocer sus exigencias, tanto el ministro de De-fensa, José Vicente Rangel, como el inspector general de la Fuerza Armada Nacional, Lucas Rincón, reiteraron que hay tranquilidad "absoluta" en las filas castrenses.
Los oficiales rebeldes, que se mantienen en libertad, serán sometidos el viernes a consejos de in-vestigación para determinar sus sanciones por haber hecho declaraciones políticas en público.
Las proclamas de Soto el fin de semana pasado movilizaron sólo a algunos centenares de personas, ya que las clases pudientes, entre las cuales se cuentan la mayoría de sus simpatizantes, aprovecharon el fe-riado para salir de vacaciones.
En una entrevista con Afp antes de que Soto brindara su reunión de prensa, Chávez calificó de "show carnavalesco" las protestas de este oficial y del capitán Pedro Flores.
Venezuela "no puede engendrar un (Augusto) Pinochet; un golpe de Estado y una dictadura son imposibles', advirtió el mandatario, al evocar la figura del militar chileno que derrocó el 11 de septiembre de 1973 al gobierno del presidente Salvador Allende.
El jefe de Estado minimizó el alcance de la rebelión: "Casi todas las semanas anuncian un golpe de Estado, una rebelión, una guerra civil", dijo a Afp.

La rebelión de los Pedros

En un acto público el 7 de febrero, Soto pidió la renuncia de Chávez por "antidemocrático" y lo acusó de ayudar a la guerrilla colombiana. Ese mismo día, encabezó manifestaciones opositoras en el este de Caracas y frente a la residencia presidencial La Casona, a las que se le sumó el capitán Flores.
La rebelión de "los dos Pedros", como la bautizó la prensa local, coincide con recientes críticas a Chávez por parte de funcionarios del gobierno de George W. Bush. Pero el mandatario venezolano dijo que no cree que exista relación entre Estados Unidos y la rebelión de los dos militares.
Atribuyó las críticas a funcionarios "víctimas" de una campaña de desinformación dirigida desde Ca-racas y Bogotá, y abogó porque "las relaciones de Estados Unidos con nosotros, y también, por qué no, con América Latina y el Caribe, sean cada días más cristalinas, más frescas, más de respeto a la autodeterminación, a la soberanía de los pueblos, a la paz internacional".
"No voy a tomar un machete o quemar una bandera de Estados Unidos, ni soy un diablo que va a anunciar la invasión de Washington", exclamó entre risas, antes de calificar de "muy apropiada" la declaración del canciller francés Hubert Vedrine sobre el "simplismo" estadunidense en el tratamiento de los asuntos mundiales.
La "revolución bolivariana" im-pulsada por Chávez es calificada por los opositores de "castrista", ya que las reformas decididas en noviembre de 2001, con decretos-leyes presidenciales, incluyen un impuesto a las tierras ociosas mayores a las 5 mil hectáreas, lo que ha despertado el enojo de los latifundistas.
fuente : La Jornada

LA ADMINISTRACIÓN BUSH LO HOSTIGA
Y el presidente venezolano se defiende
EMILIO MARÍN
Al cumplir los tres años de su llegada al palacio de Miraflores, el presidente de Venezuela se ha encontrado con una oposición más activa que antes, que le organiza cacerolazos, paros empresarios, denuncias periodísticas y de un par de militares. Ese encrespamiento de la oposición tiene que ver con la indignada respuesta empresaria a algunas leyes del gobierno que rozan sus privilegios corporativos. Pero también con los estímulos que aplica a esa oposición el Departamento de Estado norteamericano, para el que Hugo Chávez no respondería a los patrones "democráticos" estipulados por el general retirado que antes bombardeó a Irak y el jefe de la CIA. El mandatario venezolano no se amilanó y respondió políticamente a unos y otros.
TIRAN CONTRA CHÁVEZ
En la primera semana de febrero varios funcionarios de la administración Bush tiraron con munición gruesa contra el jefe del Ejecutivo venezolano. Lo hicieron al declarar por separado y en días sucesivos ante comisiones del Senado norteamericano, ante las cuales trataron de justificar los abultados presupuestos para el ejercicio fiscal 2003 que comenzará a regir el próximo 1 de octubre y que habían sido presentados por la Casa Blanca.
Primero fue el turno de Colin Powell, quien en 1991 se desempeñaba como jefe de la Junta de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas que condujo los bombardeos contra Irak y que desde el año pasado pasó a reemplazar a la inefable Madeleine Albright. El secretario de Estado deploró "la poca ortodoxia democrática de Chávez" y reconoció que Washington consideraba que su relación con Caracas estaba afectada por un "factor irritante".
El militar precisó que esa tensión en el vínculo bilateral tenía que ver con algunas acciones chavistas como sus críticas a la campaña estadounidense "contra el terrorismo" y sus visitas a los llamados "estados parias", tales como Irán, Irak y Libia.
Al día siguiente llegó al Capitolio el jefe de la CIA con un discurso muy similar. George Tenet, tras despacharse a gusto contra la guerrilla colombiana de las FARC-EP, manifestó que le preocupaba muchísimo la situación de Venezuela por ser el tercer abastecedor de petróleo de EE.UU. El jefe de los espías metió en la misma bolsa los sucesos tercermundistas de Caracas, la guerra civil colombiana y el estallido social en Argentina. "América Latina se está volviendo cada vez más volátil", dijo para tratar de justificar el mayor presupuesto de su agencia.

LA RESPUESTA

El líder venezolano no se quedó atrás a la hora de responder a tamañas acusaciones, rematadas por la apreciación de Tenet de que "la atmósfera de la crisis tiende a agravarse". Chávez replicó con que su gobierno es "soberano, independiente y autónomo" por lo que no tenía que solicitar autorización a ningún otro país para desarrollar una "política exterior coherente".
Profundizando ese curso de oposición a la hegemonía norteamericana en la región, el mandatario aprovechó el juramento de su nueva ministra de Producción y Comercio, Adina Bastidas. Allí volvió a rechazar el ALCA para 2005, tal como fue planteado por George W. Bush y los presidentes americanos en la cumbre de Quebec de abril del año pasado.
El ex teniente de paracaidistas dijo que el Area de Libre Comercio para esa fecha "sería suicida para nosotros, porque el desempleo llegaría aquí al 90 por ciento y van a quebrar todas nuestras pequeñas y medianas empresas y agricultores". Como dejando una puerta abierta, que parece ser también una táctica para empalmar con los reclamos de Brasil y otros países que no están plenamente identificados con la política del ALCA, dijo que "un acuerdo para 2015, me gusta más".
Y no es que el venezolano sea un revolucionario como lo pintan ciertas declaraciones de los funcionarios del Departamento de Estado, furiosos por una política tercermundista de forcejeos diferente a las subordinaciones automáticas de otros mandatarios de la región. En esa misma ceremonia en Miraflores se dedicó a molestar a los norteamericanos con referencias elogiosas a Alemania y los 40 años que los europeos tardaron en ultimar los detalles de la Unión Europea, así como un par de meses atrás se fue en elogios al francés Jacques Chirac y sus promesas de invertir en Venezuela. Esos devaneos europeístas lo ponen a Powell tan o más furioso que los viajes chavistas a La Habana, Bagdad o Teherán.

AGITANDO CUARTELES

El 4 de febrero de este año, cuando se acercaba el décimo aniversario del levantamiento de Chávez contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez -tomado como punto de arranque de la "revolución boliviariana"- el gobierno impulsó demostraciones callejeras. Según el presidente, fue "la más grande marcha que vez alguna se ha hecho en Venezuela", reuniendo a 2 millones de personas.
El oficialismo se quejó de que sólo el canal de la televisión estatal mostró imágenes de esa movilización, ignoradas por los canales privados de empresarios y la jerarquía eclesiástica. El discurso presidencial volvió a pegar duro sobre esta cúpula, calificada de "pequeño grupo de obispos que se la pasan difamando y mintiendo".
Por esos días la oposición necesitaba mostrar que si bien el gobierno mantenía cierta fuerza entre los sectores más humildes de la población -despreciada como "la chusma"-, en cambio habría perdido poder en ámbitos castrenses. De allí que con diferencia de 24 horas, dos oficiales -uno de la Fuerza Aérea y otro de la Guardia Nacional- se presentaron en eventos periodísticos opositores.
El primero fue el coronel del aire Pedro Soto, quien se llegó hasta el foro "Somos Voces de la Democracia" realizado por periodistas en el Hotel Caracas Hilton. Estos lo lo esperaban como al mesías y lo presentaron como tal a un público de clase media y clase alta en la zona del este de la Capital. Hasta las agencias de noticias dijeron que el primer acto donde habló el coronel fue concurrido pero que el segundo tuvo "un público modesto", tildado por el oficialismo de "escuálido".
El otro desertor, Pedro Flores, se hizo presente en el mismo hotel cinco estrellas cuando el relator especial de la OEA para los derechos humanos, Santiago Cantón, se aprestaba a dar una conferencia de prensa. Era la forma de tener a todos los micrófonos y cámaras delante. ¿Casualidad?. No, en este tipo de hechos políticos la casualidad no existe.

MISMA SINTONÍA

Por más que los opositores quieran tratar de demostrar su independencia de criterios entre sí y en particular su supuesta autonomía respecto a la embajadora norteamericana Hrinak, sus propias declaraciones muestran que están todos en una vasta conspiración contra el proceso de cambios.
En un reportaje concedido al periodista español José Antonio Marcos, el coronel Soto salió a defender el paro empresario-sindical del 10 de diciembre pasado cuando, según estimó, "no se movió un alma en el país durante dos horas". Como se recordará, ese día fue elegido por la empresarial Fedecámaras presidida por Pedro Carmona para hacer el lock-out porque el Ejecutivo firmaba la ley de Tierras, considerada poco menos que "comunista" por los grandes propietarios.
El sentido proestadounidense del disidente también se notó cuando, en ese reportaje al programa radial Hora 14 de la Cadena Ser, explicó que su pedido de dimisión de Chávez se fundó "en el clima tiránico que él trata de imponer a nuestro país". Tras cartón agregó que el presidente "intenta establecer una ideología en Venezuela con la que no estamos de acuerdo ni las Fuerzas Armadas ni la población civil organizada".
Cualquiera que analice ese maccartismo verá que Soto coincidió con la embajadora Hrinak, Colin Powell y George Tenet en que el ocupante del Palacio de Miraflores no respondería a "patrones democráticos". Para éstos es un nacionalista, dirigista, amigo de Fidel Castro, Muammar Kadhafy y Saddam Hussein que, para colmo, fogoneó las reuniones de la OPEP para que el precio del petróleo subiera el año pasado de 9 a 29 dólares el barril (ahora volvió a caer a 15-17).
Un dato que merece mayor análisis sobre la catadura política y moral del coronel Soto lo dio el comandante de la Fuerza Aérea, general Régulo Anselmi al afirmar que aquél hizo "una maestría de dos años en Argentina en seguridad y defensa". Sería interesante saber dónde y con qué profesores, civiles y/o militares, hizo tal maestría. Es que los mismos que afilaron al golpista Soto seguramente habrán doctorado a otros "masters" desestabilizadores para Argentina y otros países.


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