|
Guatemala
Del hogar a la fábrica
Human Rights Watch, 12 de febrero.
Las trabajadoras guatemaltecas de los sectores laborales mayoritariamente
ocupados por mujeres se enfrentan continuamente a abusos y discriminación
sexual. Así se señala en el informe que
Human Rights Watch publicó hoy.
A lo largo de las 147 páginas del informe se hace un análisis
de dos sectores: el de las empresas de ensamblaje de prendas para su exportación
y el del trabajo de casa particular. Ambos dan trabajo a decenas de miles
de mujeres que cosen prendas para el mercado estadounidense o son empleadas
de la casa particular en la que viven. El informe, Del hogar a la fábrica:
Discriminación sexual en la fuerza laboral de Guatemala,
señala también que algunos minoristas de confección estadounidenses
mantienen en Guatemala contratos con maquilas -empresas de ensamblaje de prendas
para su exportación- que discriminan a las mujeres embarazadas.
A menudo, el Código de Trabajo de Guatemala que
protege a las mujeres frente a este tipo de discriminación, no se aplica
en el sector de las maquiladoras. Además, las mujeres y niñas
que trabajan en casa particular no disponen de una protección legal
adecuada y con frecuencia son víctimas de abusos, incluido el abuso
sexual, a manos de sus patronos.
"Las mujeres trabajadoras de Guatemala no reciben un trato justo -aseguró
LaShawn R. Jefferson, Directora de la División de Derechos de la Mujer
de Human Rights Watch-. Las leyes laborales del país tienen importantes
vacíos, y aunque en algunos casos existe la ley, ésta no se
aplica. El gobierno de Guatemala debe mejorar su trabajo respecto a la protección
de las trabajadoras."
Las trabajadoras de casa particular, que en su mayoría proceden de
comunidades indígenas históricamente oprimidas en Guatemala,
no tienen reconocimiento legal al derecho a recibir el salario mínimo.
Tampoco se les reconoce el derecho a la jornada de ocho horas o a la semana
laboral de cuarenta y ocho horas, y solamente gozan de ciertos derechos en
cuanto al disfrute de los días festivos nacionales y el descanso semanal.
A la mayoría de estas trabajadoras se les niega el derecho a recibir
atención sanitaria dentro del sistema nacional de seguridad social.
Muchas trabajadoras de casa particular empiezan a trabajar de joven adolescente.
La legislación laboral guatemalteca no da una protección adecuada
a las trabajadoras de casa particular menores de dieciocho años. El
derecho internacional require que Guatemala proteja a los niños de
las formas más serias de trabajo infantil, incluyendo trabajo de largas
horas y empleo que les expone a riesgo de abuso sexual.
Con la expansión del sector de ensamblaje para la exportación,
miles de mujeres de Guatemala, que de otro modo se habrían convertido
en trabajadoras de casa particular, buscan trabajo en las maquilas: las fábricas
de ensamblaje de ropa. Aproximadamente el 80% de los 80,000 trabajadores de
las maquiladoras guatemaltecas son mujeres. Muchas veces, para obtener empleo
en una fábrica, las mujeres deben comunicar si están o no embarazadas
en entrevistas, solicitudes o exámenes médicos. A las trabajadoras
que una vez contratadas quedan embarazadas a menudo se les deniega el disfrute
de todos los beneficios que les garantiza la legislación guatemalteca
y las maquiladoras impiden sistemáticamente el acceso de sus empleadas
a la atención sanitaria a la que tienen derecho, influyendo así
de manera directa en la salud reproductiva de las mujeres trabajadoras.
"Las maquilas ofrecen a miles de mujeres un empleo que necesitan muchísimo
-aseguró Jefferson-, pero el precio a pagar por el puesto de trabajo
nunca debería ser el sacrificar el derecho a la igualdad de la mujer
trabajadora."
Entre las empresas y minoristas de confección estadounidenses que mantienen
contratos con maquiladoras discriminadoras figuran Target, The Limited, Wal-Mart,
GEAR for Sports, Liz Claiborne y Lee Jeans. Todos ellos cuentan con códigos
de conducta o normas de contratación que prohíben la discriminación.
GEAR for Sports y Lee Jeans prohíben específicamente las pruebas
para determinar o descartar la existencia de embarazo.
En esta era de creciente globalización, las empresas tienen un importante
papel que desempeñar en la promoción y protección de
los derechos humanos universalmente reconocidos -y en particular los derechos
laborales-, afirma Human Rights Watch. Según Jefferson, "hay que globalizar
los derechos, no la discriminación".
Testimonios
Miriam de Rosario, de 27 años de edad, fue despedida de su empleo en
la maquiladora Modas One Korea a finales de mayo de 2000. El director de personal
le dijo que no podía seguir trabajando porque estaba embarazada y esto
significaba que no podría trabajar horas extra, no podrían tenerla
de pie durante largos períodos y no trabajaría tan duro como
los demás. En aquel momento, la maquiladora producía prendas
para Liz Claiborne, Inc.
Desde que emigró a Ciudad de Guatemala procedente del departamento
de Totonicapán en 1995, cuando tenía 15 años, Elizabeth
González, de origen k'iche', ha trabajado como trabajadora de casa
particular en varias casas diferentes, enfrentándose a largas jornadas
de trabajo, salarios bajos, restricciones de movimientos, abusos verbales,
precariedad laboral y desprotección sanitaria. En una casa particular
en la que estuvo empleada en 1996, González se levantaba a las tres
o las cuatro de la madrugada para empezar a limpiar y preparar el desayuno.
Su jornada terminaba a las diez u once de la noche. Cobraba al mes 400 quetzales
(53 dólares) por estas jornadas de diecinueve horas. En comparación,
el horario de seis de la mañana a ocho de la noche en su empleo actual
-- una jornada de catorce horas -- es prácticamente un lujo. Sin embargo,
explicó: "Casi no descanso siquiera un minuto. No hay horario para
las comidas. Me interrumpen mientras estoy comiendo". González gana
al mes 700 quetzales (93 dólares), un salario relativamente alto en
comparación con el de muchas otras trabajadoras de casa particular.