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Latinoamérica

5 de febrero 2002
Mientras más antipopular es el gobierno argentino,
más entreguista

James Petras

por ROSA MIRIAM ELIZALDE (enviada especial del Diario "Juventud Rebelde" de La Habana)

Sonriente y afectuoso, James Petras dice que sí, que tendrá un aparte para Juventud Rebelde en algún momento del Seminario Internacional "Guerra, terrorismo y la amenaza a la democracia", en el cual participa, pero prácticamente tenemos que "cazarlo" en un receso que se concede a sí mismo, y entre un enjambre de periodistas que también se disputan sus desclaraciones en los tumultuosos escenarios del II Foro Social Mundial. El diálogo es breve, y en varios momentos interrumpido por otros colegas y por gente que lo saluda o quiere fotografiarse con él. Habla perfectamente el español y llama las cosas por su nombre, sin medias tintas: "El mundo está viviendo un fascismo con cara sonriente", dice. Se da el lujo, incluso, de ironizar sobre el gobierno de su país, Estados Unidos, y apura las respuestas porque debe regresar al panel que comparte, en el escenario del teatro de la Universidad Federal de Porto Alegre, con el economista egipcio Samir Amín, la profesora de la Universidad de La Habana Isabel Rauber y el periodista brasileño José Reinaldo de Carvalho.

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-Ha sido usted muy crítico con la izquierda tradicional. Los ha dividido en varias categorías: "practicantes de la meditación", "cínicos", "oportunistas-pesimistas", "rebeldes con las rodillas sobre las rodillas"... Solo a algunos les ha concedido la deferencia de padecer el "síndrome de Espartaco"... ¿Y la gente que está aquí qué cosa es?

-Hablaba de una parte de la izquierda que se ha ido acomodando al neoliberalismo (el FREPASO, en Argentina, entre otros), y, por supuesto, dentro de esta hay otros sectores que tienen una línea más socializante. Pero los verdaderos progresos para el socialismo están ocurriendo fuera de los parlamentos, como es el caso del Movimiento de los Sin Tierra (MST), en Brasil... Mire, en Argentina, los sindicatos hicieron muchas huelgas formales, y después negociaron con el gobierno. La izquierda ganó las elecciones y se quedó estancada en el Parlamento, y cuando el pueblo llenó la Plaza de Mayo y enfrentó al gobierno, movilizando la totalidad del centro del país, junto con la provincia de Buenos Aires, cayó también aquella izquierda con todo el gobierno. Entonces debemos sacar conclusiones realistas: la lucha de masas extraparlamentaria es más eficiente hoy que hacer la política electoral.

-El tema de su disertación aquí fue "Socialismo o Barbarie", la famosa frase de Rosa de Luxemburg, pero usted se concentró en la barbarie. ¿Cómo puede abrirse paso el socialismo en medio de la barbarie que se adueña del planeta?

-Debe ser en la lucha por la revolución cultural, por la igualdad de géneros, de razas, no se trata simplemente cambiar las estructuras económicas y las relaciones sociales. Eso solo se puede hacer con una lucha de masas. El socialismo solo es una lucha de acción directa, y no simplemente ir a foros a discutir.

-Entonces el Foro...

-El Foro ha sido una excelente oportunidad de intercambiar ideas, y para las organizaciones de base es una buena forma de coordinar acciones en común. Es una demostración al mundo de que la campaña antiterrorista no tiene el efecto que esperaban, sino todo lo contrario: ha habido más participación que el año anterior. Eso muestra que Estados Unidos no es omnipotente. Puede arrasar pueblos muy pobres, como Afganistán, pero esta gran ola que se ha levantado en América Latina no la va poder aplastar fácilmente. Estamos entrando en un nuevo período, de más terror, más represión y más movilización. Esta polarización define nuestra época.

-Las fuerzas que integran el Foro son extremadamente heterogéneas. ¿Cree que puede haber un consenso mínimo aquí para la lucha?

-Un sector del Foro está jugando con el Imperio europeo para atacar a Estados Unidos y favorecer sus propios capitales. En este sentido debe recordarse que Europa apoyó el bombardeo contra Afganistán, e invadió Yugoslavia, y están en la misma política de preparar fuerzas de intervención. Creo que es excelente que ataquen el imperio de Bush, y debemos apoyar esta postura mientras marcamos las limitaciones de su discurso.

"No se puede ignorar que hay una lucha dentro del Foro entre reformistas que encabezan algunos `notables', ONGs europeas y otros grupos, y una línea más clasista que quiere poner sobre la mesa el socialismo en contra de las reformas. Es una contradicción no violenta, y esta lucha interna debe resolverse en los debates para lograr la unidad frente al grupo interno, de modo que el Foro pueda avanzar y hacer algunas propuestas más radicales".

-En relación con el año pasado, este encuentro ha dejado fuera la participación de las FARC y de otros movimientos revolucionarios...

-Y de Fidel. Debieron haber invitado a Fidel como una importante voz contra el imperialismo. Esto refleja la debilidad de algunos sectores europeos y de la derecha del Partido de los Trabajadores (PT), de Brasil , que creen que si van acomodando a Estados Unidos, este va a perdonarles la vida. Pero vemos cómo los paramilitares ya asesinaron a dos de los alcaldes del PT y asaltaron la sede de la CUT (Central Única de los Trabajadores). Ya la guerra está andando, y no van a distinguir entre revolucionarios y reformistas. Todos los que de una forma u otra se manifiestan contra el Imperio van a ser afectados. Sería mejor que los reformistas se unieran a los revolucionarios, porque es la única posibilidad de ganar sus elecciones. Pero si creen que van a acomodar la derecha, van a recibir patadas en el culo, y no la protección que piden.

-Más o menos lo que ha recibido y sigue recibiendo Argentina...

-La clase media creyó mucho en el discurso de Menem: que iban a entrar en el Primer Mundo, que pusieran su dinero en dólares, que compraran pisos en Miami. Se quedaron descolgados, y se sienten traicionados, porque entraron en un ciclo de descenso. Encuentran en la calle a los obreros pobres, desocupados, y empiezan a entender que viven en una Argentina del Tercer Mundo. La de Argentina es una situación especial, pero refleja cada vez más la comprensión de diferentes sectores de que no hay un futuro bajo el Imperio.

-¿Por qué cree que el gobierno argentino, sentado en un polvorín, vuelve a cometer los mismos errores de sus predecesores? Por ejemplo, irse a Estados Unidos a intentar cambiar por dinero el voto contra Cuba en Ginebra.

-Es un patrón que al final atenta contra su mismo pueblo y, por supuesto, contra sí mismo. La derecha, tradicionalmente, ha sostenido una política interior muy reaccionaria. No les interesa el pueblo, creen que no dependen de él. Ponen su mirada en el financiamiento y los créditos que puedan llegarles de afuera para sostener una política antipopular. Mientras más antipopulares son, más dependen de Estados Unidos y más venden el voto. Esa es una lógica, una cadena de relaciones. La política exterior es una expresión de la política interna. Y así les irá también: pésimamente.


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