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23 de febrero del 2002
Juan Cendales-Partido Comunista Colombiano
Desde mucho antes del secuestro del avión de Aires , la decisión de la ruptura del proceso de diálogos con las FARC estaba tomada. Durante la crisis de enero los países amigos y el delegado de la ONU lo impidieron con su mediación. Por eso en esta ocasión Pastrana no cumplió con el acuerdo de dar 48 horas para el desalojo de la zona. Era preciso evitar cualquier posibilidad de intermediación o de arreglo.
La cuestión era ruptura o tregua y reformas.
La situación del proceso, aún en medio de sus dificultades, vacíos y limitaciones, estaba en que la tregua bilateral era inminente y tras ella debía venirse el debate en serio de la Agenda. De las reales reformas económicas, políticas y sociales. Con las bombas se ahogan las reformas que tanto asustan a unas élites privilegiadas y egoístas.
La guerra como gancho para la unidad nacional.
En momentos de crisis económicas ciertos gobiernos se inventan guerras para con este pretexto unir a la nación. Así lo han hecho los gringos con Iraq y otros pueblos. Gobiernos oliogàrquicos de Venezuela frente a la propia Colombia. Fujimori contra Ecuador. Aquí se habla de una guerra contra toda la sociedad o la nación para intentar unir a un descuadernizado país en torno a unas instituciones corruptas, incapaces y ausentes de credibilidad.
La guerra total como cortina de humo.
Guerra para esconder la profunda crisis de una sociedad con 33 millones de colombianos y colombianas en la pobreza y la exclusión. Guerra para silenciar la corrupción de un gobierno en pleno furor del clientelismo y los jugosos contratos para los amigos de palacio, que nuevamente estarán bajo el control del reelegido secretario privado del Presidente, ampliamente cuestionado por el manejo de jugosos contratos oficiales. Con el sol bajo sus espaldas Pastrana trae nuevamente a su fiel escudero Juan Hernández para cargar lo que quede del festín palaciego.
La guerra como una orden Impartida por el amo del norte para imponer sus políticas y mercancías, para encontrarle mercado y clientes a las bombas y proyectiles de su poderosa industria militar y para afianzar sus posiciones estratégicas en la zona.
Un estado más totalitario
La guerra total es el mejor escenario para la final imposición de un Estado más totalitario que el viejo y violento régimen bipartidista. Un Estado nuevo, el de la era neoliberal y los ciudadanos aconductados que no tendrán más alternativa que rodear siempre a su gobierno y a sus instituciones. El plástico y vacío presentador de noticias, hoy Presidente de la nación, fue el hombre de las condiciones histriónicas para imponer el modelo. Es la vía americana. Allí se utilizó a un mediocre vaquero de películas sin cartel.
Contra la población civil
La zona del despeje donde las muertes violentas habían bajado a cero ha entrado nuevamente a la normalidad de la violencia y el terror nacional. Los primeros muertos de las bombas norteamericanas son pobladores civiles. Y con mucha dificultad se inicia el exodo de campesinos, indígenas y colonos: El ejercito está destruyendo los puentes y las carreteras ( construidas durante el despeje) carreteras que sin ningún pudor son presentadas como pistas clandestinas por el mismo gobierno que nunca fue capaz de resolver el duro problema de las vías de San Vicente y pueblos aledaños.
Movilizaciones por la paz
Pero a pesar de la desesperanza , los cantos marciales y del silenciamiento de quienes no acompañan a los sedientos guerreristas, el movimiento por la paz con justicia social saldrá a las calles por que el destino del país no podrá ser la guerra total, la injusticia y la arbitrariedad que quieren imponer a sangre y fuego. La paz tendrá siempre otra oportunidad. A pesar de todo.