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Ancianos en Cuba
La vida por delante
Para el 2025 seremos uno de los países más envejecidos del mundo. Hoy alrededor de un millón y medio de personas están acogidas a la jubilación, más de la mitad por razones de edad. Indicadores de salud similares a los de países desarrollados. Un 70% de los abuelos enfrentan la edad de una manera conformista; un 77% es cuidado por la familia. No viven al margen de la sociedad
Por ALINA M. LOTTI
Trabajadores Digital, Cuba
Con 90 años, a Manuel Aniceto no le molesta que le digan viejo. Su filosofía de la vida y la sabiduría que ha bebido de ella, le permiten estar consciente de una verdad que repite hasta el cansancio: el cuerpo podrá envejecer, pero el alma nunca.
En el Centro Diurno de Atención al Adulto Mayor Santiago Ramón y Cajal, en La Habana Vieja, puede encontrársele tres veces a la semana. Una úlcera en la pierna le hace asistir allí donde, además de asistencia médica, Manolo -como le dicen- también ha encontrado la miel de la vida y la ternura necesaria a sus años.
El centro, especializado en la atención al adulto mayor, tiene el propósito de mejorar la calidad de vida de los ancianos y de reintegrarlos socialmente a la comunidad, a través de consultas que brinda de manera gratuita.
Pero lo que distingue al lugar no es la belleza de su edificación, a pocos pasos del Convento de San Francisco de Asís; su patio interior adornado con hermosas plantas y su equipamiento moderno; sino la amabilidad y el cariño con que son tratados cada uno de los pacientes, para quienes asistir al lugar no es una obligación, sino un verdadero placer.
No olvidemos que La Habana Vieja es uno de los cinco municipios de la capital donde hay un mayor número de adultos mayores, con un 18% de envejecimiento poblacional.
La vida y sus paradojas
Cuba está volcada a un fenómeno social inevitable e imparable como es el envejecimiento.
Hoy alrededor del 14% de la población del país tiene más de 60 años y estudios plantean que para el año 2025, uno de cada cuatro cubanos estará en la tercera edad, lo cual nos colocará entre los países más envejecidos del mundo.
Este es un acontecimiento característico de los países desarrollados, relativamente nuevo para Cuba, donde se ha distinguido por su rapidez. Europa, por ejemplo, viene envejeciendo desde el siglo XIX, pero en el caso nuestro la situación se ha acelerado con el propio desarrollo de la Revolución, que ha traído consigo, por una parte, el aumento de la esperanza de vida y, por otra, la reducción de la natalidad, consecuencia directa de un aumento del nivel escolar y de la incorporación de la mujer al trabajo.
El licenciado Yury Orúe Rodríguez, coordinador del Programa del Adulto Mayor en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, considera que esta tendencia progresiva hacia el envejecimiento poblacional coloca al país en una gran disyuntiva.
Orúe Rodríguez es de la opinión de que, aunque la vejez no es sinónimo de enfermedad, resulta innegable que demanda gastos sociales importantes, dentro de los cuales no sólo se contemplan los servicios médicos, sino asilos, casas de abuelos, liceos y otras prestaciones sociales.
El funcionario está consciente de que Cuba no tiene una postura holgada en este sentido, pero asegura que existe preocupación y ocupación gubernamental al respecto, por lo que a finales de la década de los 90 se creó un grupo de trabajo -integrado por varias instituciones- con el objetivo de atender y coordinar la estrategia del país en relación con el envejecimiento.
Este Ministerio mantiene una atención priorizada al Programa del Adulto Mayor, y dentro de este a las personas que están en estado más vulnerable, lo cual significa que no pueden enfrentar la vida sin ayuda. La asistencia social incluye en Cuba tres aspectos: la protección económica (puede ser eventual o continua, según el caso); la protección en especie (mediante la cual se entrega desde calzado y ropa hasta equipos electrodomésticos), y la protección en servicio (la cual contempla garantía en la alimentación, lavado de ropa, limpieza del hogar y actividades recreativas).
Alrededor de un millón y medio de ciudadanos están acogidos a la jubilación, la mitad de ellos por razones de edad.
Algunos rasgos de la ancianidad
Los ancianos mueren aquí por causas similares a las de los países desarrollados: cáncer, enfermedades cardiovasculares, accidentes encefálicos, entre otros. Los tercermundistas afrontan una situación bien distinta: parasitismo y enfermedades infecciosas.
Desde el punto de vista psicológico, el 70% de la población de la tercera edad aquí enfrenta el envejecimiento de manera conformista; el 10% lo hace de forma fatalista y el 20% lo asume positivamente, pues se considera apto para realizar cualquier actividad.
En el aspecto social, los abuelos son atendidos por la familia en el 77% de los casos, el 13% no es cuidado por esta y el 9% vive solo, lo cual no quiere decir abandonado.
Tal es el panorama que caracteriza, a grandes rasgos, la ancianidad en Cuba, un segmento poblacional que no escapa a las necesidades materiales, y a otro tipo de carencias, pero que tampoco vive al margen de la sociedad.
Al triunfo de la Revolución la atención sólo se concebía desde el punto de vista de los que ingresaban a un hogar de ancianos; luego con el desarrollo de la Medicina -y del programa del médico de la familia- el tema comenzó a tomarse con una mayor fuerza, sobre todo ante el crecimiento acelerado de la población mayor de 60 años.
Por ello, en 1995 fue concebido el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor como uno de los priorizados del Ministerio de Salud Pública, lo cual no implica que todo esté resuelto, sino que hay una mayor sensibilidad y se trabaja para enfrentar la situación que el país tendrá en los próximos años.
La vejez: ¿el tiempo de nuestra dicha?
El doctor Roberto Diéguez Dacal, especialista principal de geriatría y gerontología de la Dirección Nacional del Adulto Mayor del MINSAP, y uno de los primeros médicos cubanos que se acercó al asunto, no es geriatra por casualidad. Tuvo la suerte de vivir con sus cuatro abuelos y por ello quizás entendió que a esa edad se necesita ser comprendido, tolerado y, sobre todo, amado. De ahí que haya dedicado gran parte de su vida a una especialidad que se comenzó a estudiar en Cuba en 1984.
Nuestro programa -apuntó- se realiza en tres direcciones: comunitario, institucional y hospitalario.
Hoy funcionan 432 equipos multidisciplinarios de atención gerontológica, uno en cada policlínico del país con la misión de velar, fundamentalmente, por los ancianos que tienen una salud frágil u otros que por factores biomédicos, psicológicos, sociales, económicos o de abandono familiar, necesiten cuidados a largo plazo.
Estos equipos no sustituyen la labor de los médicos de familia, sino que la apoyan y brindan una atención más directa y especializada, la cual suma además a la familia del adulto mayor, pues le enseña aspectos que deben tener en cuenta al cuidarlo.
El programa comunitario incluye también los círculos de abuelos, las casas de abuelos (donde asisten aquellos que no son capaces de bañarse, salir, hablar por teléfono), y una asistencia domiciliaria, la cual reciben 59 mil ancianos que viven solos (de 90 mil que hay), pues no todos los que afrontan esta situación la solicitan y desean.
En el aspecto institucional, los 127 hogares de ancianos que a nivel nacional existen atienden a alrededor de 9 mil abuelos y abuelas, y en estos lugares pagan precios muy módicos (nunca rebasa los 60 pesos), y se les brinda desayuno, almuerzo, comida, ropa y cigarros.
En cuanto al servicio hospitalario, en todos los centros clínicoquirúrgicos del país existen salas de geriatría. Son 34 en total, y de ellas 11 son docentes.
Aun cuando hay una infraestructura creada, no puede pensarse que la situación de los ancianos en Cuba sea cosa fácil.
Se hacen innumerables esfuerzos y podría hacerse mucho más si la economía lo permitiera.
Pero lo más importante es que hay una voluntad para llevar adelante un programa cada vez más científico, encaminado a mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad.
La hermosa frase del escritor argentino Jorge Luis Borges, "la vejez (tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha", es posible cumplirla en Cuba. Que lo digan esos viejitos que cada mañana se reúnen en los parques para hacer una gimnasia matutina, los que van de excursión, los que bailan danzón en un liceo, o los que son atendidos y cuidados con cariño en cualquier instalación. En la vejez no hay por qué vivir evocando el pasado. La realidad de un país como este es tan rica que también vale la pena vivir el presente.