20 de diciembre del 2002
Chávez en el orden global neoliberal
jl Monzant Gavidia
Rebelión
Una de las grandes verdades de las que parte la moderna sociedad industrial es que USA, Europa y Japón lograron su desarrollo económico sólo a base de mucho trabajo y que, en consecuencia, la falta de trabajo e incluso la «pereza» de los latinoamericanos y el resto del mundo es la causa de su atraso, del subdesarrollo y la pobreza.
El otro supuesto fundamental —mil veces repetido por los sacerdotes de la economía y por los docentes— es que ese desarrollo se logró sobre la base de la economía de mercado, gracias a la aplicación disciplinada del modelo liberal (y neoliberal); básicamente la no intervención del Estado en el proceso económico y la privatización de las empresas y organismos públicos (empresas petroleras, colegios y universidades, hospitales).
Sin embargo, cualquier estudioso que se acerque con seriedad a la historia económica de estos países, observará de inmediato que, en los siglos XIX y XX, en Europa occidental y USA la norma fue el proteccionismo (el subsidio) que el Estado mantuvo a los inversionistas nacionales, al tiempo que estos países fomentaban e imponían la aplicación de un neoliberalismo puro fuera de sus fronteras. Por ejemplo, en la medida en que USA todavía hoy subsidia la agricultura, les exige a países como Venezuela y Argentina no hacerlo.
El neoliberalismo es, entonces, una moneda con 2 caras perfectamente bien diferenciadas. Su utilidad sólo es alcanzable si es aplicada por la periferia (los países pobres) bajo control riguroso de los centros hegemónicos (las potencias) que, sin embargo, no lo aplican. Las potencias desarrollan sus economías creando y aplicando tecnologías y estrategias comerciales bajo esquemas proteccionistas (intervencionismo estatal, préstamos de emergencia, subsidio). Mientras los países pobres les venden materias primas [generalmente agotadas o resguardadas en los países ricos o desarrollados] a bajos precios y bajo estricta implementación de las libertades económicas, es decir, el no intervencionismo estatal.
La creación de riqueza en las naciones cuyos gobiernos intervienen directamente en la economía es proporcional a la pobreza de las naciones con gobiernos no intervencionistas, neoliberales. Lo que Adam Smith (economista inglés del siglo XVIII) inventó y llamó la mano invisible del mercado (el "autocontrol, la "autorregulación" del mercado) nunca caerá en desuso en los países pobres mientras existan unos pocos países que los controlen. ¿Cómo puede dejar de usarse un modelo binario, (de 2 caras o elementos: intervencionismo y no intervencionismo) tan útil para las potencias? El desarrollo económico de USA es uno de los hechos más confusos de la historia para la mayoría de las personas que apenas comienza a dudar del catecismo económico-político generalizado, institucionalizado, globalizado por las ciencias sociales como tecnología de la dominación del pensamiento, tal como las denomina Chomsky.
¿Por qué Estados Unidos, habiendo sido una colonia igual que nosotros, sí se desarrolló? La respuesta casi unívoca es que se debe a que fue colonizado por Inglaterra, un país que, a diferencia de España, tenía un gran desarrollo industrial. En realidad se debe a que fue una de las colonias menos "colonizadas", más abandonadas del Reino Unido. Pero, por otra parte, una vez que USA se independizó comenzó a aplicar un progresivo y sistemático plan intervencionista de la economía por parte del gobierno. Es semejante a la causa del "misterioso" milagro económico japonés tras la derrota en la segunda guerra mundial. En primer lugar, Japón, a diferencia de la India, no sufrió el peso del imperialismo colonial británico y, a partir de 1945, otorgó al Estado el papel de fiscal y garante del proceso económico. No otra cosa han hecho —amigo lector— la misma Inglaterra y el resto de la Europa occidental rica y desarrollada (Francia y Alemania). Al mismo tiempo que Inglaterra le impuso a la India abrir su economía a los inversionistas extranjeros (sobre todo ingleses), protegió su economía de los inversionistas estadounidenses y del resto de Europa, y se reservó a la India como uno de sus principales mercados. Del mismo modo USA desarrolla su industria del acero imponiendo grandes aranceles (impuestos) a la importación del acero inglés, entre otros ejemplos.
Quedan, sin embargo, otras respuestas. A diferencia de América Latina y el resto del mundo, USA, Europa occidental y Japón pueden tomar decisiones políticas y económicas —como la del intervencionismo estatal— sin temer a los golpes de Estado; o a otros como mecanismos políticos de control e imposición económica ni a las sanciones de la ONU u otros organismos hoy ampliamente legitimados, mundialmente aceptados. En las relaciones entre las potencias queda explícita la tolerancia como mecanismo para evitar guerras entre "hermanos". Por lo menos así ha funcionado desde la victoria aliada en la segunda guerra mundial.
Visto así —y ya en plano nacional— el mayor acierto de Chávez es, a su vez, el mayor disparate histórico de un presidente latinoamericano o de cualquiera del mundo «no desarrollado» en la actualidad; es decir, la no aplicación de las medidas neoliberales en beneficio real de la mayoría de los habitantes del país, pero en perjuicio de los minoritarios inversionistas nacionales y extranjeros.
Lo que USA y el resto de las potencias bien pueden denominar —en su beneficio— "medidas de seguridad de Estado o garantía de las necesidades estratégicas de sus ciudadanos"; para la periferia lo llaman populismo y lo han satanizado. Para eso han servido los científicos sociales al servicio de los empresarios y, lógicamente, para ello ha servido el apéndice de tales científicos, los docentes universitarios y no universitarios.
Chávez comete, entonces, el error de ser «populista», «demagogo», «retrógrada» y «dictador» porque tiene la claridad histórica para comprender que el intervencionismo estatal que llevó al desarrollo económico a USA, Europa, Japón e incluso a la exURSS, también serviría para Venezuela: el capitalismo de Estado.
¿Pero cómo podía Chávez aplicar tales medidas proteccionistas si la moda económica de hoy es el neoliberalismo? ¿Cómo hacerlo si la clase media no se dio por enterada del beneficio real que el proteccionismo implica? Esto seguramente se debe a que, según afirmara algún periodista argentino, todavía hoy Venezuela posee la clase media con mayor poder adquisitivo de América Latina, pero con menor nivel cultural. ¿De qué embrujo es víctima esta pobre-gente que no notó en su bolsillo las consecuencias favorables del «populismo» chavista? ¿Por qué no se toman unas horas para leer libros y revistas de autores críticos acerca de la historia económica de Estados Unidos y Europa en los que se les remite a fuentes directas del Congreso o Parlamento en las que descansan todas las medidas antiliberales, antineoliberales que han tomado a lo largo de los dos últimos siglos a favor de sus países? ¿Por qué esa clase media venezolana no se enteró de que el negocio privado creció en Venezuela en el 2001, según registra la prensa internacional —pero no la nacional— y comenzó a ser realmente perjudicado a partir de las medidas neoliberales dictadas por Chávez en febrero de 2002, luego de las múltiples presiones de organismos internacionales (como el FMI) y de los «ingenuos» venezolanos que estaban tocando olletas en contra del «populismo» chavista?
La respuesta viene dada por el importante papel de las ciencias sociales como tecnología de la dominación del pensamiento y, en particular, en el caso venezolano, por el papel de los empresarios de la información como principales opositores políticos del gobierno actual. Ellos y otros grandes empresarios venezolanos y extranjeros son los perjudicados por el «populismo» chavista. Los empresarios están pagando la campaña multimilmillonaria en contra de Chávez. Los grandes empresarios serán los grandes beneficiarios de la derrota que Chávez recibirá en los próximos meses. Y la clase de inteligencia media, no entenderá nunca que fue utilizada, irracionalizada, embrutecida, manipulada para resolver el problema, el perjuicio económico que Chávez y su modelo —inicialmente antineoliberal— les ocasionó a los grandes empresarios. No entenderán nunca que ese problema económico fue disfrazado de político y que cuando salían a marchar por la democracia «de todos», en realidad estaban defendiendo los intereses económicos de pocos, muy pocos, el 1,5 ó 2% de la población venezolana: los grandes empresarios congregados en torno a FEDECÁMARAS que hoy, más que nunca, entre otras cosas necesitan adueñarse definitivamente, legalmente, de PDVSA.
jl Monzant Gavidia. Docente e investigador/UNICA