La reaparición del ERPI
por Jorge Lofredo / La HORA
Se lo creía desmembrado, acabado. Tras el apresamiento de sus dos máximos
dirigentes, Jacobo Silva Nogales -el comandante Antonio- y Gloria Arena Agís
-la coronel Aurora-, se afirmó que el Ejército Revolucionario
del Pueblo Insurgente (ERPI) no sobreviviría al descabezamiento de una
organización que se caracteriza, al igual que sus pares, por la verticalidad
del mando, disciplina y cohesión interna.
En la conferencia de prensa del primero de diciembre en La Pascua, sierra de
Atoyac, en el estado de Guerrero, el coronel Emiliano, a cargo de una columna
de cincuenta hombres, lo reconocía puntualmente: "perder una parte de
la conducción (fue) un duro golpe".
Por esa situación, el grupo se declara en una etapa de "autodefensa integral
a nivel armado, político, económico y cultural.
Hace aproximadamente tres años caía la cúpula del ERPI,
luego de un frustrado intento de ampliación de las bases erpistas con
el desconocido Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN).
Este grupo se decía integrado con zapatistas disidentes de la conducción
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); sin embargo,
era una celada tendida al ERPI.
Es evidente que han fallado las medidas internas de seguridad, pero la situación
desnuda la actuación clandestina del estado mexicano, que no parece reconocer
ningún límite a su actuación cuando se trata de preservar
la "seguridad interior".
Tampoco las corporaciones de seguridad no reconoce marcos legales: las denuncias
de apremios ilegales y torturas físicas y psicológicas se repiten
cada vez que los implicados son luchadores sociales, inconformes, guerrilleros
o, simplemente, cuando la conveniencia política del gobierno requiera
de información de los opositores.
Las irregularidades de los procesos judiciales posteriores también se
encuadran en la misma dinámica, como ocurrió en el caso de los
Loxichas y con los presuntos responsables de los petardos en las sucursales
de Banamex, reivindicados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo.
Hoy, los dirigentes erpistas fueron condenados hasta cincuenta años de
prisión, pero al mismo tiempo, reinició una campaña de
propaganda, más allá de la conferencia de prensa, donde anunció
los pasos hacia una posible coordinación con otras dos organizaciones
armadas del país.
En el centro de Cuernavaca, estado de Morelos, y en Acapulco (Guerrero) se distribuyeron
calcomanías con la imagen de Lucio Cabañas y la leyenda "Lucio.
Tu ejemplo, lo desarrollamos y con vida lo defendemos. ERPI.
También se las vio pegadas en casetas de teléfono y postes de
alumbrado.
Paralelamente a la colocación de la misma propaganda en las zonas urbanas
más empobrecidas (según informaron fuentes de la policía
de la ciudad), diez días después los responsables ejidales de
las comunidades indígenas de Huautla, La Tigra y Xoxocotla expresaron
que integrantes del grupo repartieron propaganda e instructivos para la autodefensa,
con dos hojas donde se explica como combatir a las fuerzas de seguridad y la
invitación al pueblo a unirse a su lucha.
"Hay varios pueblos de Morelos de acuerdo en la lucha por nosotros, ustedes
también pueden formar parte de éstos", destacaba la propaganda
del grupo.
En Huautla, limítrofe con el estado de Guerrero, un año atrás
la Secretaría de Seguridad Pública dio a conocer que tuvo rastros
de prácticas de tiro del grupo y que algunos campesinos del lugar les
ofrecieron agua y comida.