25 de diciembre del 2002
Colombia: Entre lungos y señoritos
Héctor Mondragón
Rebelión
En la refinería de petróleo de Barrancabermeja llaman "lungos"
a los obreros rasos, cuyo destino el trabajo manual duro. Son muchos y ganan
muy poco; casi todos son temporales y viven en los barrios bajos. Cuando los
lungos hacen huelga, los sistemas automáticos garantizan una producción
mínima, así la mayoría de los obreros calificados se unan
a la protesta, porque mientras no se apague la planta, gerentes, ingenieros
y supervisores mantiene la operación por algunas semanas, mediante "planes
de contingencia".
En estos momentos el sindicato de trabajadores petroleros de Colombia, USO,
prepara una huelga para responder a la ofensiva del gobierno de Uribe y de Isaac
Yanovich, el banquero de inversiones privadas nombrado presidente de la empresa
estatal. Los obreros, que mediante su lucha obligaron a crear la empresa nacional
Ecopetrol, durante los últimos 25 años han resistido su privatización,
con un costo muy alto: 100 dirigentes y activistas sindicales asesinados (4
durante el 2002, año en el cual han sido asesinados 160 sindicalistas
en Colombia), 2 desaparecidos, 10 secuestrados, 31 detenidos (6 de ellos aun
en prisión) y 250 despedidos (11 de ellos hace pocos días).
En tan difíciles condiciones los petroleros colombianos preparan su huelga
para comienzos del 2003. La victoria del movimiento depende de si la producción
para. Por lo mismo la actividad del sindicato y el gobierno para ganar a su
lado a los ingenieros y supervisores es inmensa. Si ellos no paran los obreros
no tendrían más alternativa que parar las plantas, cosa que implica
enfrentar la represión militar que en 1971 –todos lo recuerdan- eliminó
de un balazo al obrero Fermín Amaya cuando iba a apagar la refinería
de Barranca.
El mundo al revés se vive en el país vecino, en Venezuela. Allá
los lungos trabajan intensamente mientras el llamado a la huelga es seguido
con fervor y sin vacilar por los gerentes. El 2 de diciembre El cuerpo gerencial
de la Refinería de PDVSA, desde muy tempranas horas obstaculizó
el portón de entrada de la refinería impidiendo con vehículos
el paso de trabajadores, de los lungos, quienes masivamente se presentaron a
sus puestos de trabajo. El mismo gerente general de la refinería y personal
ejecutivo de relaciones laborarles, pretendieron impedir el paso.
Pero la fortaleza de la huelga en Venezuela ha estado en las computadoras que
controlan la gigante y automatizada industria petrolera. Aunque PDVSA es nominalmente
del estado, estas computadoras están en manos de la empresa mixta, Intesa,
donde la parte dura del conocimiento está en manos de la socia privada,
la Science Aplications International Corporation S.A.I.C. transnacional informática
que cuenta entre sus administradores a los exsecretarios de Defensa de Estados
Unidos William Perry y Melvin Laird, a los exdirectores de la CIA John Deutch,
Robert Gates y el Almirante Boby Ray Inman (exdirector de la National Security
Agency) y a militares retirados como los generales Wayne Downing (antiguo comandante
en jefe de las fuerzas especiales de USA) y Jasper Welch (excoordinador del
Consejo Nacional de Seguridad).
Desde los centros de cómputo se dirigió el atraco de buque-tanques
petroleros, que varios Capitanes de buque acogieron, pero que de todos modos
obligaba a los barcos a atracar, puesto que ninguno se mueve si no es dirigido
desde los centros de cómputo. Computadoras detenían operaciones
claves de las refinerías y de las entregas de gas vitales para la industria
metalúrgica del oriente. Lungos de la Guayana tuvieron que recuperar
el gas Los altos sueldos, privilegios y comisiones de los gerentes, jefes de
relaciones laborales, ingenieros de sistemas y Capitanes de buque se convirtieron
en arma eficaz de control político de las transnacionales que quieren
privatizar la industria petrolera de Venezuela (y Colombia y Ecuador y Brasil...).
Una clase "media" así, con capacidad de consumo es hoy la base de la
derecha en Colombia y Venezuela (y vota por Bush, por Aznar o Berlusconi). Es
la fuerza electoral de Uribe Vélez y del golpe de Fedecámaras.
Si Washington exige mano dura en Colombia y guante de seda en Venezuela tiene
su eco en esa clase "media", que como Bush es sorda para oír de los asesinatos
de sindicalistas en Colombia, pero grita si le tocan un pelo a un gerente o
a un capitán de Altura venezolano, que calla si le quitan la tierra dos
millones de desplazados en Colombia, pero grita si la ley de tierras amenaza
los las fincas improductivas de los terratenientes venezolanos.
El 16 de septiembre los campesinos colombianos fueron cruelmente tratados cuando
desarrollaban una protesta al lado de las carreteras, su comida quemada, el
agua potable negada, la gente cercada por militares, líderes detenidos,
tres desaparecidos, delegados internacionales solidarios deportados. Siete de
los dirigentes de la protesta han sido asesinados posteriormente, otro desaparecido
y varios apresados o más amenazados de muerte. La acusación "bloquear
las vías". En Venezuela han respetado los "trancazos" hechos con sus
Mercedes Benz y BMW por "piqueteros" señoritos de los barrios de clase
"alta" y "media".
En Cali (Colombia) han sido atacadas incesante y brutalmente las marchas y manifestaciones
de los trabajadores de las empresas de servicios públicos contra la privatización
y de los jóvenes trabajadores aprendices del SENA que exigen que se mantenga
este instituto estatal de calificación obrera sostenido con cotizaciones
de los patronos. Nada dicen de esto los grandes medios de comunicación
internacional que tampoco muestran los diarios enfrentamientos que en todas
las poblaciones de la costa Caribe colombiana se producen, cuando la empresa
eléctrica privatizada trata de cortar la electricidad de miles de deudores
morosos. Ni la protesta popular ni la represión estatal son noticia internacional
si ocurren en Colombia, donde la imagen que los medios proyectan solo permite
hablar de terrorismo y droga.
A la clase "media", que cree y hace creíble a Bush y a los medios, frecuentemente
le llega el turno de ser víctima de sus héroes. Fue el caso del
corralito en Argentina. Entonces todo el pueblo se moviliza unido contra los
banqueros. Pero mientras esto no ocurra, veremos a los señoritos del
este de Caracas, del Chicó de Bogotá y de Miami, copar el corazón
de los medios.