9 de diciembre del 2002
Venezuela, 6 de diciembre de 2002: las circunstancias
Frank A. Salcedo
Un viernes 6 de diciembre por la noche en Venezuela, se cumplían
ya cinco días de un Paro "indefinido" (nunca se dijo cuando debía
terminar), desde el primer día del "Paro", el lunes 2 de diciembre, se
evidenció en las calles de Caracas, y de las más importantes ciudades
del país que el llamado a paralización de actividades no contaba
con el apoyo esperado por sus convocantes (CTV, FEDECAMARAS), había más
tráfico de vehículos, más peatones, más negocios
y establecimientos comerciales abiertos, el transporte público y el Metro
de Caracas funcionando, en fin más actividades laborales y comerciales
que en anteriores llamados a paro.
Cada tarde de los días siguientes, martes 3, miércoles 4, y jueves
5, los voceros de la CTV y FEDECAMARAS procuraban motivos para continuar con
el fracasado paro. La prueba fehaciente es que cada día más establecimientos
comerciales desacataban el llamado a paro, de nada les valió las acciones
violentas e intimidadoras de bandas de patoteros motorizados que rondaban por
las avenidas del este de Caracas volcadas estrepitosamente contra pequeños
comerciantes; de nada les valía las acciones de provocación contra
los agentes del orden público; de nada les valía la victimización
de periodistas; de nada les estaba valiendo la cadena de 24 horas de propaganda
política de las cinco televisoras privadas (RCTV, VENEVISION, TELEVEN,
GLOBOVISION y CMT) que incitaban al paro, promovían las marchas de la
oposición, publicitaban los cacerolazos todas las noches a las 8:00 de
la noche.
En cinco días se jugaron todo para parar nuevamentre al país,
es el cuarto paro que promueven en menos de un año, con todas las fuerzas
que imponen el poder económico y principalmente de orden mediático
(TV, Prensa, Radio) que poseen a todas sus anchas estos sectores.
Parar el país a través de la suspensión total de las actividades
laborales y empresariales era su objetivo. No lo lograron, y derivaron hacia
otras acciones para continuar en su acción de alcanzar su real y verdadero
objetivo político: derrocar al presidente Chávez. Recurrieron
a convocar marchas, a llamar a cacerolazos diarios, a desinformar e inundar
de desasosiego a la población, difundiendo a través de sus "medios"
la especie del desabastecimiento de alimentos y de gasolina.
Enfilaron sus acciones hacia el centro neurálgico de la economía
nacional: la industria petrolera y su principal empresa PDVSA, fracasado el
paro en el resto de las actividades económicas del país, volcaron
todos sus recursos para parar las actividades de producción y distribución
de petróleo y sus derivados, principalmente la gasolina.
Los dos últimos días de la semana los concentraron en parar los
buques cargueros de petróleo y combustible, sin embargo aún no
lograban el efecto ni el objetivo deseado, los planes de contingencia de la
industria, y la voluntad de la mayoría de sus trabajadores no permitió
parar a PDVSA.
Llegado el viernes 6 de diciembre, las fisuras dentro de los huelguistas golpistas
estallaron, comenzaron hacerse públicas conversaciones telefónicas
grabadas de miembros prominentes de la llamada Coordinadora Democrática,
en las cuales ya expresaban su desesperación y total fracaso, reconocían
que no tenían salidas políticamente honrosas.
Ya el jueves 5 en la noche se sabían perdidos y se evidenciaba que el
llamado a paro era parte de la agenda que los sectores más retrógrados
y desesperados (militares golpistas del 11 de abril enquistados en la plaza
Altamira, la cúpula de la CTV encabezada por Carlos Ortega, la cúpula
de FEDECAMARAS encabezada por Carlos Fernández uno de los firmantes del
decreto dictatorial del 11-A de su jefe Pedro Carmona, los dueños de
los grandes medios, etc.) le han impuesto a otros sectores políticos
que conforman la oposición al gobierno.
El fracaso del paro los obligó a convertir a como diera lugar una derrota
en una victoria, comenzaron hacer llamados públicos a la reanudación
de la Mesa de Diálogo y Acuerdo que desde hace varias semanas preside
César Gaviria, secretario general de la OEA, y que ellos –la oposición-
dos días antes del paro habían interrumpido. Se había logrado
por diligencias del facilitador del diálogo, el reinicio de las conversaciones
para este fin de semana.
Ah! pero esto no bastaba para salir airosos del fracaso del paro y del fracaso
de parar a la industria petrolera, ¿cómo amanecerían ante el país
al comienzo de un fin de semana? ¿cómo afectar del normal desenvolvimiento
comercial del primer sábado de diciembre y de inicio de las ventas navideñas?
¿cómo mantener un conflicto político para el cual no cuentan con
el respaldo de las grandes mayorías del país? ¿cómo abortar
o intentar sabotear la manifestación masiva de carácter nacional
que el gobierno ha preparado para el sábado 7 de diciembre en las principales
avenidas de Caracas?
La agenda oculta
Desde hace meses se ha denunciado ante el país y ante el mundo, la agenda
oculta
de los conspiradores golpistas del 11 de abril, en esa fecha la pusieron en
practica, ese día calcularon siniestramente el número de muertos
necesarios para justificar el golpe militar contra el gobierno del presidente
Chávez, en aquella oportunidad fueron 18 muertos y una treintena de heridos
ocasionados en horas, antes del pretendido asalto al palacio de gobierno, pero
después de la grabación de un video en donde los militares golpistas
se pronunciaban –horas antes de los hechos- y en donde ya hablaban de un número
de muertos que atribuían al gobierno.
La agenda oculta en esta acción conspiradora de los sectores económicos
y políticos que procuran el derrocamiento de un gobierno constitucional,
es el mecanismo más vil y macabro que los venezolanos hayamos podido
presenciar en estos últimos años de la historia contemporánea,
y consiste en una serie de acciones terroristas físicas y comunicacionales
que mantienen en vilo y en confusión a la población. Se trata
principalmente de la técnica de los autoatentados, acciones violentas
que se suceden y son atribuidas a los contrarios, en este caso al gobierno nacional
o a sus partidarios. La prensa y la televisión nos atribulan con cantidad
de hechos que no se comprueban y que no tienen responsable alguno identificado.
A comienzos de la semana cuando se ponía en práctica el plan del
paro petrolero, se difundió la especie del asalto a la residencia de
uno de los altos gerentes de PDVSA (Juan Fernández), activo participante
del golpe del 11 de abril, y cabeza visible de los conspiradores dentro de la
industria petrolera. Esto de insmediato se usó como motivo para incitar
el llamado a paro en PDVSA.
Cuando se realice el inventario de los supuestos "atentados" que se han propiciado
en los últimos meses se evidenciará una estructura recurrente
que caracteriza un modus operandi que se expresa en determinadas modalidades,
oportunidades, "víctimas", días y horas de ocurrencia.
El gobierno nacional a través de sus voceros, organizaciones populares
que respaldan al proyecto bolivariano, y disidentes de los golpistas ya habían
denunciado con anterioridad el factible uso del arma terrorista, ya se había
denunciado que estaban en lista de objetivos para ser asesinados connotados
dirigentes de la oposición. Los militares golpistas (Medina Gómez,
sin duda uno de los autores intelectuales de la agenda oculta), ya había
expresado semanas antes de que estaban siendo apuntados por francotiradores,
y había anunciado posibles ataques a las personas concurrentes a la plaza
Altamira.
Llegada la noche del viernes 6 de diciembre, y ante una situación límite
de justificar el "Paro" fracasado, ante la insuficiencia de argumentos políticos
(no pueden aducir que el referéndum consultivo no está aprobado,
la instancia "competente" lo ha anunciado, o que el gobierno no quiere dialogar).
Ocurre el ataque a mansalva contra personas inocentes en la plaza Altamira,
de inmediato se repite el mismo mecanismo del 11 de abril, llueven las acusaciones
vociferantes, amparadas por el poder de tener los medios a disposición,
y se afirma contundentemente: "el culpable de los muertos y heridos es el gobierno",
"Hugo Chávez Frías es el asesino, fue él quien ordenó
a los sicarios a cometer el brutal crimen".
Es increíble, para mucho de nosotros, lo que hoy hemos presenciado en
Venezuela, es inimaginable suponer hasta donde la ambición y la rapiña
por el poder mueve a los seres humanos a cometer tales actos, hemos observado
como se ha hecho uso de personas para sacrificarlos con la muerte, inocentes
personas que hoy sus familiares y todos lo venezolanos –a excepción de
los asesinos materiales e intelectuales- nos condolemos. Nos cuesta creer que
hayan sectores que expresamente estén apostando a la guerra civil entre
venezolanos, me niego rotundamente a esa posibilidad.