La necesidad de tener capacidad de acción independiente o, esperando que Páez lo ponga "en vereda" a Boves
Carlos Revello / RODELU
Una crónica de un ciudadano chileno sobre las actividades de propaganda
de la contra venezolana radicada en Chile es meridianamente clara. Un venezolano
pasea en su automovil último modelo, junto a una rubia cuarentona y al
mismo tiempo que muestra la insignia nacional profiere "Heil Hitler".
Dialogando con los golpistas el ciudadano chileno constata las similitudes que
el esfuerzo tiene con el proceso chileno en el cual los grupos civiles tenían
una capacidad de acción armada que fue una ayuda esencial para el golpe.
Asesinaron generales y edecanes, asesinaron activistas, a veces, haciendo recurso
de una inventiva original. En el caso del edecán provocaron una explosión
y cuando el hombre se acercó al balcón, un francotirador acabó
con su vida.
El tema –si cierta interpretación nacionalista no fuera la traba
que siempre ha sido en los procesos sociales latinoamericanos- debería
hacernos reflexionar mucho. Hay gente que cree que las observaciones del ciudadano
chileno no tienen ningun valor. Y sin embargo, ese chileno, con simpatías
indudables por Venezuela, habla por la propia experiencia. Su juicio –en Chile-
es compartido por múltiples latinoamericanos (y chilenos) residentes
en Suecia y que fueron testigos (y después víctimas) de los sucesos
que culminaron el 11 de Septiembre.
La estrategia de provocar movilizaciones de las clases medias para con ayuda
de elementos nacionales propios y otros importados (soldados de fortuna desocupados)
no es nueva. Hay agencias norteamericanas privadas que están actuando
ya en Colombia y procuran al gobierno los pilotos y los oficiales y suboficiales
con capacidad de entrenamiento del personal civil. Esa gente que cuenta con
respaldo del gobierno, no puede ser examinada por periodista alguno. El que
lo intente, desaparece.
Al mismo tiempo que una oleada de movilización y organización
popular recorre América Latina, las agencias nos informan de los esfuerzos
del Pentágno por forjar las herramientas militares capaces de ahogar
esas protestas, se desarrollan y funcionan. Se invita –en Argentina- a maniobras
conjuntas donde se enseña a los oficiales a resolver escenarios de
conflictos por los problemas "del narco-terrorismo". Los oficiales
aprenden así como resolver problemas que les plantea la actual organización
de los pueblos, sus movilizaciones y sus avances.
La izquierda curiosamente no puede ponerse a la altura de las circunstancias.
Ora está dividida en prejuicios democráticos (burgueses)
que sin embargo le impiden integrarse y afirmarse sólidamente en las
organizaciones populares –por ejemplo los círculos bolivarianos. Ora
está en la negación de un pasado "revolucionario" que
puede tener errores (y que los tuvo sin duda) pero que fue la base del avance
de conciencia que hoy se registra en América Latina.
La prédica de las Madres de Plaza de Mayo, su reivindicación de
los "desaparecidos", apunta a aquel problema. En Uruguay, la quiebra
del bipartidismo tradicional no puede explicarse sin la denodada lucha revolucionaria
del pasado.
Lo que sucedió en Chile y lo que está en proceso de avance
y desarrollo en Venezuela nos muestra similitudes inconfundibles. Cuando
en un momento de crisis del estado burgués las clases que detentaban
el poder político no lo tienen más, mantienen sin embargo nidos
y enclaves en el aparato del estado desde los cuales se lanzan contragolpes
efectivos. Jueces que liberan detenidos, Tribunales Supremos que renuncian por
la "presión". Policias y alcaldes que utilizan su "independencia"
para actuar contra manifestantes civiles desarmados, descargar sus escopetas
por la ventanas de los óminibus, amedrantrar manifestantes y abrirles
sus depósitos y polvorines a la contra organizada. En el otro extremo,
por prejuicios democráticos el Pilin se toma dos veces (o tres?), porque
en la primera el problema no se resolvió por consideraciones juridicas.
Hay barrios donde la contra tiene ya guardias armados que no vacilan en vaciar
desde los balcones contra los manifestantes las armas de fuego que poseen.
Es común en estos tiempos -y aparece en demasía- las invocaciones
al Che. Se olvidan sin embargo sus partidarios de un hecho esencial: el Che
en Alegría del Pio tuvo ante sí dos opciones o alzarce con la
caja de medicamentes o levantar la munición. Optó, con lógica
elemental, por la munición y las armas. A partir de allí -no nos
alcanzan nuestros conocimientos de primera mano- pero creemos que nunca más
ejerció la medicina. Se abrió camino –en cambio- la figura que
después toma en Las Villas el reducto ciudadano, el tren blindado y,
que finalmente, lo catapulta a la historia más gloriosa de América
Latina. Era intelectual y médico, pero no dudó en ser soldado
humilde y primero. De este ejemplo bien concreto deberían aprender muchos
que tienen indudablemente voluntad de cambio y transformciones pero que se envuelven
en frases cuando los momentos son para envolverse en hechos.
Estampaba, en estos días, Bonasso (argentino), en una entrevista que
"con el fascismo hay que ser implacables". No es una frase
de circunstancias, ni mucho menos inspirada por los acontecimientos propios.
Es una reflexión basada en la experiencia general de toda una generación
en América Latina. Se podría agregar que aquel -partido(s), organización(nes),
dirigente(s) o militante(s)- que no comprenda a cabalidad esto, en realidad
no comprende absolutamente nada, de lo que está pasando delante de nuestras
narices en América Latina.
Informan, por otra parte, las organizaciones de prensa alternativa venezolanas
que Salas Feo (gobernador), Agustín Berriós (CD), Enrique Naime
(Copei), el ex-consejal Frank Graterol (alias Tolete), la policía de
Miranda y la policía de Chacao, hacen demostración de armas y
las utilizan sin que haya poder en el mundo que sea capaz de frenarlos.
Los medios televisivos en Aragua, (TV Aragua) y la radio Sendero se clausuran
por la actividad decidida de un comando de faciosos. En la Universidad de los
Andes, el rector Genry Vargas clausura una audición radial, sin que los
profesores y los alumnos que hacen una caceroleada sean capaz de impedirlo ni
de poner en funcionamiento la emisora. La misma emisora (FM 107.7) aprovecha
la oportunidad para hacer un reportaje al antiguo rector Mendoza Angulo coordinador
de la "contra" de Mérida.
Una frase de Alan Woods, introducida en la página aporrea.org. señala
que "es extremadamente peligroso pensar que es posible desarmar al enemigo
adoptando una política conciliadora".
En el cúmulo de frases y consignas que circulan en estos días,
todas estas reflexiones se pierden. Son los problemas de "estar haciendo
historia".
Pero una reflexión sobre acontecimientos históricos venezolanos
es quizás, pertinente. Contaba el colonialismo español con un
ejército popular acaudillado por Boves. Mientras ese ejército
existió y Boves fue su caudillo, Bolivar y los bolivarianos recibieron
innumerables derrotas. La situación sólo se revertió cuando
el frente popular pudo producir, en la figura de los ejércitos llaneros
acaudillados por Páez, un dirigente y una fuerza social superior a la
de la contrarrevolución.
En Venezuela -si la contrarrevolución triunfa, si consiguen abrir una
cuña o introducir fisuras entre las fuerzas armadas y el pueblo movilizado
en apoyo del gobierno legal- el tema es de mucha actualidad.
La intención de cambio, la intención revolucionaria, debe tener
una fuerza popular independiente capaz de golpear a los Toletes y otros desgraciados
de pistola o de navaja.
Esa fuerza -o fuerzas- no pueden salir de la nada. Tienen que salir de la voluntad
de lo que ya hay. Esa fuerza tiene que tener como objetivo dificultar todas
las iniciativas del enemigo movilizado: desde neutralizar, total o parcialmente,
a sus dirigentes, a una constante acción de hostigamiento, además
de la movilización popular actual. Hay también que defender todos
y cada uno de los espacios propios, fortalecerlos y asegurarlos, garantizando
que el enemigo no pueda asaltarlos. Son temas específicos, que
no se arreglan con cacerolas.
No caigamos en el prejuicio de creer que el enemigo es un sotreta despreciable.
No creamos que no tiene fuerza, asesores extranjeros y fuerzas que ya están
desplegadas y movilizadas.
Cualquier error de esa naturaleza, cualquier flaqueza ahora, después,
se pagará muy caro.
17 de diciembre de 2002
Carlos Revello
carlos.revello@chello.se