25 de diciembre del 2002
Ecuador: Esclavos del banano
Íñigo Herráiz
Agencia de Información Solidaria
A Mauro Romero, la última protesta sindical le costó una
pierna. Trabajador ecuatoriano de 26 años, formaba parte de un grupo
de empleados bananeros de la hacienda Los Álamos, que en mayo de este
año promovieron una huelga en respuesta al despido de un centenar de
compañeros que organizaron un sindicato. Romero resultó herido
junto a otros doce compañeros cuando, nueve días después
de iniciado el paro, 200 hombres armados irrumpieron en las plantaciones para
disolver la huelga a balazos.
Sucesos como éste le han valido a Ecuador figurar entre los cinco países
del mundo donde se cometen las más graves violaciones de los derechos
sindicales, según el último informe del Comité de Libertad
Sindical de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Una distinción
a la que han contribuido unos ínfimos niveles de sindicalización
y unas leyes laborales que no cumplen con las mínimas exigencias de la
legislación internacional. Sobre esta base, productores y exportadores,
han hecho de Ecuador el primer exportador mundial de bananos.
Frente a otros países competidores como Colombia, Panamá y Guatemala,
el mayor atractivo de Ecuador reside en su falta de sindicatos: un exiguo 1%
de los trabajadores ecuatorianos es miembro de alguna organización sindical.
En Colombia y Panamá el índice de sindicalización es cercano
al 90%, y en Guatemala se sitúa en torno al 40%. Sólo Costa Rica,
otro importante competidor, se acerca a los niveles ecuatorianos con un 6% de
afiliación sindical.
Los trabajadores ecuatorianos no se organizan por miedo a represalias, y su
falta de organización se convierte en garantía de vigencia para
unas leyes laborales impropias de un régimen democrático. Los
trabajadores tienen derecho a organizarse y, aunque no figure expresamente como
tal en el Código de Trabajo, el mismo derecho tiene el empresario a despedirlos.
La legislación ecuatoriana no exige la readmisión de un trabajador
despedido por sus actividades sindicales, sólo el pago de una pequeña
multa no superior a 400 dólares. El despido se convierte así en
la respuesta más cómoda y habitual a la organización sindical.
Las irregularidades y ambigüedades de la legislación laboral han
permitido la aparición en Ecuador de un trabajador de nuevo cuño:
el "permanentemente eventual", que encadena contratos temporales durante años.
Este campeón de la precariedad, ni tan siquiera goza de las escasas garantías
por despido antisindical de las que dispone un trabajador permanente. El "permanentemente
eventual" sindicalizado no sería despedido, sería, técnicamente,
no recontratado.
El panorama laboral es tan desolador en Ecuador que la campaña sindical
que precedió a la huelga en Los Álamos representa un hito en la
historia reciente del sindicalismo ecuatoriano. Después de cinco años
de inactividad sindical, en abril de este año, 1.400 trabajadores organizaron
un sindicato en siete plantaciones. No exigían sino el cumplimiento de
sus derechos legítimos recogidos en la legislación. La respuesta
de la compañía no se hizo esperar: despido inmediato para ciento
veinticuatro trabajadores y no recontratar a eventuales. Después vendría
la huelga en respuesta a los despidos, y la intervención de los "paramilitares"
para disolverla.
En circunstancias normales es probable que este suceso no hubiera trascendido,
pero el escándalo salpicó a uno de los candidatos a las elecciones
presidenciales de Ecuador. Los Álamos pertenece a la compañía
Bonita Banana, propiedad de Álvaro Noboa, que entonces aspiraba a vencer
en los comicios, por delante del ahora presidente electo Lucio Gutiérrez.
Noboa trató de presentar lo sucedido como parte de una campaña
para desprestigiar su candidatura presidencial. Al más puro estilo "bananero",
organizó una fiesta en su hacienda e invitó a la prensa para que
comprobara como en sus propiedades se trabajaba en paz. Incluso contrató
un espacio de televisión para difundir imágenes de la fiesta con
testimonios de campesinos complacientes. El pasado mes de Octubre concluyó
la investigación sobre el asalto a Los Álamos, con dieciséis
de los invasores condenados, pero sin aclarar quién les instigó
y financió. Noboa salió impune.
Ese mismo mes recibió, sin embargo, el castigo de la ciudadanía
en las urnas. El nuevo presidente Lucio Gutiérrez, que ha adquirido grandes
compromisos con su pueblo, se enfrenta ahora al reto de llevar a cabo una reforma
a fondo de la legislación laboral que garantice a los trabajadores el
ejercicio de sus derechos. Tarea que se antoja complicada frente a la presión
de las grandes compañía exportadoras (Bonita, Dole, Chiquita,
Del Monte, La Favorita) que se reparten el mercado mundial y que encuentran
en la endeble legislación ecuatoriana una importante ventaja.