12 de diciembre del 2002
Los Angeles de Venezuela
Mayela Barragán Zambrano
Rebelión
Así me dijo mi madre cuando nací: Que yo había nacido
en un país muy rico, que tenía muchas tierras fértiles,
muchos climas, que en una misma tarde se podían conocer diferentes temperaturas:
O el frío intenso del páramo de La Negra, o el calor abrasador
de Los Llanos. O los mares. Bueno también me señalaba con el dedo
que cuando el cielo se despeja en mi pueblo, ahí en la montaña
donde nací yo, dizque ese atardecer ardiente que se veía allá
abajo lejos era el Catatumbo. E l sol del Catatumbo es famoso; es el sol más
ardiente
que se refleja sobre la Laguna de Maracaibo por la tarde. Bueno yo nací
allá en ese pueblo de páramo. Un pueblo andino que no aparece
en los mapas, no les voy a decir como se llama:
Podría ser Queniquea, o San José de Bolívar, o Borotá,
u otros que no se conocen, porque simplemente aún no han sido visitados
por arrieros perdidos, que al retornar, después contando la aventura
han pronunciado sus nombres. Bueno, allá en aquel pueblo andino que no
aparece en los mapas yo fui a la escuela . Empecé mi primer grado cuando
estaba casi terminando el primer gobierno del Presidente Rafael Caldera, y recuerdo
muy bien que a mí aquel gobierno - para iniciar la escuela- me regaló
un lápiz y un cuaderno; las dos cosas me duraron pocas semanas. Mi primera
maestra se llamaba Eddy Rosales y era muy buena, nos enseñó a
todos a leer y escribir con mucho cariño y paciencia, aunque si a mi
me dio un lapizaso sobre los dedos, porque era muy lenta para escribir. Bueno,
poco más tarde empecé segundo grado, y esta vez la maestra se
llamaba Gladis y era muy severa. Mi segundo grado coincidió con tiempo
de campaña electoral y en aquella campaña pasó un candidato
de Acción Democrática. Se llamaba Carlos Andrés Pérez,
recuerdo que a una de las montañas que rodean al pueblo la marcaron,
como marcan a las vacas, pues le pusieron unas iniciales " AD " escritas con
cal. Aquel día que el candidato llegó al pueblo, en mi casa le
ofrecieron un jugo de piña. Y por las curvas de la transandina, sobre
las piedras escribían:
" E l gocho para el 73 ", o " Ese hombre si camina" . Gocho
en Venezuela significa andino, aunque si algunos dicen que significa también
" marrano " . Había muchos slogans por la carretera, bueno el asunto
fue que Carlos Andrés Pérez ganó las elecciones. Yo continué
en la escuela: Terminé la primaria, empecé la secundaria. Nosotros
seguimos pasando por la misma carretera: La Transandina que construyó
en el 1925 el dictador Juan Vicente Gómez. Es una carretera un poco horrible,
porque tiene muchas curvas, el turista que por primera vez la hace, obligatoriamente
vomita, pero por ejemplo: Carlos Andrés no vomitó, porque lo llevaron
al pueblo en un helicóptero que aterrizó en el mismo centro del
campo deportivo que se llama " Alma Grande."
En el 1980 dejamos el pueblo, mis padres vendieron la casa de tejas, zaguanes,
patio y solar y nos fuimos a vivir a San Cristóbal, pues en esta ciudad
que es la capital del estado Táchira existen las universidades, y además
-para mi la cosa más importante- San Cristóbal sí aparecía
en el mapa. Nosotros habíamos dejado el páramo y nos habíamos
establecido a vivir en una calle de ciudad que se llama Pasaje Pirineos, mis
padres compraron una casa de platabanda, muy pequeña en comparación
a la que habíamos dejado en el pueblo con tejas, corredores y tantos
aposentos grandes y vacíos. En la esquina del pasaje Pirineos hay un
árbol de pimienta y una capilla que tiene siempre las velas encendidas.
Para mí había sido muy fácil decir la dirección
de mi nueva habitación: Me bastaba decir " vivo cerca de la capilla de
los ahorcados ", y todos identificaban el sitio. Pues construyeron la capilla
debajo del árbol de pimienta, porque allí ahorcaron a dos señores
que osaron rebelarse a la dictadura de Juan Vicente Gómez, y que son
aún hoy famosos porque le hacen milagros a los estudiantes. Yo en la
ciudad empecé mi cuarto año de bachillerato, ya no mandaba Carlos
Andrés Pérez, había otro presidente, uno copeyano que se
llamaba Luis Herrera Campíns. Este una vez vino de visita a San Cristóbal,
y los liceos de la ciudad organizaron un desfile, a todos los alumnos nos dieron
unas camisetas y unas boinas rojas, y así desfilamos por toda la Quinta
Avenida, y el presidente Herrera Campíns a mi me saludó, y me
dijo que mis ojos eran muy bonitos. Yo no sé que hizo él por Venezuela,
yo sólo recuerdo el Viernes Negro del 1981, porque aquel día todos
nos asustamos…y yo recuerdo que no podía comprarme zapatos, o los vestidos
lindos que se compran las chicas. Yo, por ese gobierno en la ciudad de San Cristóbal
comencé a decir mentiras, pues decía que en la casa teníamos
dizque Betamax con televisor a color y control remoto, pero la
verdad es que ni siquiera había visitado una casa con Betamax.
Algunos compañeros me decían que les prestara mis videos y mis
discos, pero yo les decía que mi madre no quería. Ellos no sabían
que teníamos un pequeño televisor blanco y negro que funcionaba
mal, porque lo habíamos comprado de segunda mano, y además nosotros
pensábamos que los televisores eran como los carros y cuando se recalentaba,
nosotros le echábamos agua, por eso no funcionaba el bendito televisor,
porque no tenía un radiador adentro, y bueno el gobierno de Herrera Campíns
se acabó. Hubo elecciones y ganó el señor Lusinchi de AD.
Yo voté por él, porque mis padres en aquellos tiempos eran adecos,
y no sé que me sucedió, pero aquel día me vino un mareo.
E l Presidente Lusinchi se estableció en Miraflores, pero para nosotros
cada día todo era muy difícil. Mi padre que era empleado del Estado
renunció, y se puso a vender galletas por todo el estado Táchira,
hasta para Colombia iba, aunque si lo tenía prohibido el gobierno. Y
el dinero nos bastaba, sólo para lo esencial, porque éramos una
familia numerosa. Luego con la plata de la venta de las galletas me inscribí
a la Universidad de Los Andes, a estudiar Comunicación Social. Había
escogido esta carrera, porque me gustaba escribir, aunque si algunos compañeros
se reían, porque decían que yo era muy tímida. Yo siempre
escribía cosas, mi nono Eleuterio era famoso en el pueblo, porque escribía,
leía y borracho recitaba poesías de Rubén Dario.
En la universidad me fue muy bien, hacíamos protestas y nos mandaban
bombas lacrimógenas. En aquella universidad donde estudie yo, los techos
de las aulas eran de zinc, los baños parecían baños de
"taguaras" públicas, pero a mi me gustaba ir a la universidad, y leía
mucho, y escribía. A veces les pedía colas a los choferes de los
carros por puesto, porque no tenía plata para pagar los pasajes: " Señor
deme la colita " - les decía. Durante el gobierno de Lusinchi a mi padre
le dio un infarto, y dejó de vender galletas por el estado; muchas veces
yo regresaba cansada de la universidad y en la cocina de la casa del pasaje
Pirineos no había ni una chayota para cocinar; las goteras también
tomaron posesión del techo de platabanda, y cuando dormíamos nos
caían goteras por todos lados, por las mañanas cuando nos despertábamos
parecía como cuando uno se mea en la cama, pero no teníamos plata
para arreglar el techo. El gobierno de Lusinchi siguió. Nosotros también
estudiábamos fotografía en la universidad, pero yo era muy ambiciosa:
Quería una cámara para practicar la fotografía, pero no
tenía plata para comprarme una. Bueno en esos tiempos del gobierno de
Lusinchi yo bonchaba mucho. A los venezolanos nos gusta mucho bailar, y para
ir a las discotecas hacíamos unas " vacas": Es decir, entre todos los
doce o quince estudiantes que nos íbamos a la discoteca reuníamos
la plata para comprar una botella de ron, pues si usted no consume alcohol no
tiene derecho a entrar a la discoteca. Nosotros comprábamos la botella
de ron, la poníamos en el centro de la tabla y nos íbamos a bailar
a la pista hasta las cinco de la mañana, después agarrábamos
la botella y a pie, a las seis de la mañana regresábamos a nuestras
casas.
Una noche de aquellas, una víspera del día del Padre, yo andaba
bonchando con los hermanos Saavedra y me enteré, que ellos al papá
le iban a regalar una cámara fotográfica.
Aquella madrugada le supliqué a Juan Carlos, el más pequeño
de los tres hermanos, que no se la regalara a su padre, que me la vendiera a
mi. Juan Carlos aquella noche no me respondió nada, se quedó mirándome
y no habló. Al día siguiente, temprano por la mañana a
mi casa llegó Omar, y me contó que la cámara era producto
de un robo , pero que si quería: Ellos los tres hermanos habían
decidido vendérmela a mi por quinientos bolos. Yo logré recoger
los quinientos bolívares, y así compré mi primera Minolta
profesional, y se la prestaba a mis compañeros, porque casi nadie tenía
cámara fotográfica. Yo, durante el gobierno de Lusinchi recorría
las calles de San Cristóbal buscando un sitio donde vendieran diez hojas
blancas por un bolívar, y cuando nos encontrábamos un sitio donde
las fotocopias salían más baratas, todos los estudiantes nos pasábamos
el dato. Bueno así, durante el gobierno de Lusinchi yo terminé
mi carrera universitaria, aunque si a mis hermanos mis ideas les producían
miedos, porque yo les decía que al graduarme me iría a trabajar
al Espectador de Bógota, y uno de mis hermanos más pequeños
me escuchaba y me contestaba: " Sí, puede ir a trabajar allá,
pero no vaya a escribir nada sobre los narcotraficantes, o sobre los paramilitares,
o sobre la guerrilla, o sobre el gobierno colombiano." Yo luego elaboré
mi tesis de grado: Se llamaba " La Etica Periodística Vs. la Voracidad
Empresarial". Era un asunto sobre un ecocidio, pues unas empresas habían
querido construir en un lugar llamado El Chimborazo. Un cerro que formaba parte
de la zona protectora de la ciudad. Recopilé la historia de aquellos
periodistas tachirenses, que con su trabajo honesto y limpio habían impedido
que las constructoras urbanizaran uno de los pulmones de la ciudad. Estos habían
movido las conciencias, y la gente había protegido el cerro. La tesis
yo se la dediqué a un gran intelectual tachirense que se llamaba Francisco
Laguado Jayme, un periodista que Juan Vicente Gómez no ahorcó,
si no lo capturó y lo mandó para la Cuba de Batista y allá,
unos esbirros lo agarraron y se lo tiraron a los tiburones del Mar Caribe.
En el 1988 me fui de Venezuela, creo que todavía mandaba Lusinchi, pero
en aquel diciembre hubo campaña electoral y ganó Carlos Andrés
Pérez, yo ya no vivía en Venezuela.
En el 1992 estaba viviendo en Qatar cuando por al televisión vi " el
Caracazo ". Regresé de vacaciones en el 1993 y empecé a preguntar
por mis amigos. Algunos habían muerto en accidentes viales. Y de los
chamos Saavedra, me encontré con Omar, el mayor de los hermanos, que
ya andaba graduado de arquitecto: él por cierto tiene las orejas deformes,
porque su madrastra cuando él era pequeño se las tiraba mucho.
El me contó que Juan Carlos había muerto en el retén de
Catia de Caracas. Sí, porque Juan Carlos había sido pillado junto
con un brujo, un santón, en un negocio de carros robados, y se lo habían
llevado para el retén de Catia. Histórico es y será el
retén de Catia, quedaba en el oeste de Caracas, era una de las prisiones
más horrendas de América Latina . Bueno, Omar me contó
que a los pocos días de su ingreso en aquel lugar Juan Carlos, su hermano
menor había muerto, pues en el retén había habido un motín
y el presidente Carlos Andrés Pérez había dado la orden
para que dispararan contra los presos. En aquel motín murieron doscientos:
Esos fueron los que contaron. A Juan Carlos se lo consiguieron días después
boca abajo. Juan Carlos para mi es un ángel venezolano, yo cuando llegó
por avión a Venezuela allá arriba lo veo en el cielo, callado.
Y Omar su hermano, con las orejas torcidas me contaba que cuando Juan Carlos
se enamoraba de una muchacha, se quedaba callado y conmigo Juan Carlos no hablaba,
se quedaba mirándome. También ese mismo año, hablo de mi
visita del 1993, mi amiga Chelo me llevó a dar vueltas por el cerro El
Chimborazo, para que conociera la gran urbanización: La belle vue
de San Cristóbal. Habían construido - finalmente - una flamante
urbanización en la zona protectora de la ciudad, el segundo gobierno
de Carlos Andrés Pérez les había dado la autorización
a los constructores. Yo por supuesto fui a visitar a mi pueblo, pasé
por las mismas curvas de la transandina a prueba de estómagos fuertes.
Al llegar al pueblo vi que el setenta por ciento de los techos de las casas
de paredes de barro cocido, ya no eran de tejas, sino eran de zinc. Mi primo
Eduardo dice que es una dulzura escuchar la lluvia cuando cae sobre las tejas,
pero la gente ahora en el pueblo le pone zinc a los techos, porque es barato.
Yo me fui otra vez de Venezuela. Por teléfono me enteré que había
terminado el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez ,y por teléfono
me enteré que había ganado por segunda vez Rafael Caldera. Durante
el segundo gobierno de Caldera yo fui de visita una vez . Yo a Caldera lo vi
por la tele, él se quedaba dormido sobre la silleta presidencial, y en
mi casa me decían que no mandaba, él, si no dizque su hijo. Pero
Caldera, no obstante su somnolencia metió en la cárcel a un mago
que profetizó que él moriría antes de cumplir el mandato.
Salí otra vez de Venezuela y volví en el 98, el Presidente Chávez
andaba haciendo campaña electoral , también habían unos
candidatos muy " cheveres" de AD y Copei y teníamos una candidata a la
Presidencia de Miraflores: Irene Saenz muy bonita, muy guapa, muy " sifrina
" como dicen en el "este " de Caracas. Había sido Miss Universo y alcalde
de Chacao y me decían que andar por Chacao era como andar por Beverly
Hills, pero ganó Hugo Chávez la elecciones de Venezuela. Yo en
el año dos mil fui de nuevo a San Cristóbal. Dos de mis hermanos
habían montado una panadería con un préstamo que les había
dado el gobierno, y que ya habían casi restituido. En mi casa no habían
más goteras. Mi hermano, aquel que cuando estaba pequeño me decía:
" Nunca vaya a escribir sobre narcotraficantes, guerrilla, para militares o
gobierno colombiano, o etc." durante todo el gobierno de Caldera había
estado en un Seminario Franciscano, porque quería ser monje, pero cuando
el Presidente Chávez llegó a la presidencia de la república
se retiró del seminario, y hasta rifó su guitarra para inscribirse
a la facultad de psicología de la Universidad de Pamplona en Norte de
Santander. Yo, la última vez que salí de Venezuela, cuando ya
estaba entrando al avión en el aeropuerto de La Guaira, me hicieron bajar
para regresar a inspeccionar en uno de mis equipajes, porque cargaba una valija
sospechosa, cuando el Comandante de la Aduana contó uno por uno los libros
que tenía en la maleta: Sesenta y ocho y me dijo que podía cerrarla
y regresar al avión, yo, le pregunté: ¿ Por qué me había
hecho abrir la maleta, si con los rayos x se podía ver claramente su
contenido?. El Comandante me respondió: " En este país nadie viaja
con sesenta y ocho libros en una maleta." Pero este año, por teléfono
me he enterado de muchas cosas tristes; se murió mi primo David, se podía
llamar Pedro, o Luis, o Gonzalo; pudo haber sido cualquiera. Se murió
de leucemia, tenía quince años, era muy inteligente y era nieto
de Eleuterio Zambrano, uno que no creía en las democracias de bonanza
venezolanas, pero que borracho nos recitaba poesías de Rubén Dario.
A mi primo David el gobierno del Presidente Chávez le había hecho
una donación para pagar los costos del trasplante de médula, Eli
su hermanito más pequeño había sido su donante, pero David
no resistió y se fue para el cielo, seguro que allá arriba en
el cielo esta entre las nubes. La situación de los hospitales en Venezuela
es catastrófica, la situación de las cárceles en Venezuela
es terrible, en los barrios marginales hay muchos niños abandonados,
a los tres años ya están vendiendo cebollas, o cigarrillos, y
hay muchos que no veremos como vendedores precoces, porque se los robarán
para extraerles los órganos, que tienen buen mercado, se venden a buen
precio y hasta los pagan en dólares. En Venezuela hay malaria. Las carreteras
del interior del país desde el 1925 son las mismas, pero nosotros nacimos
en un país muy rico, así me contó mi madre allá
en el pueblo. Un país de mucha bonanza: Plata y oro veíamos que
corría por debajo de las mesas, y que se iba derechita para los bancos
extranjeros. Un amigo Alirio Bastidas , otro ángel que está allá
arriba en el cielo de Venezuela se asustaba cuando recordaba que todo el petróleo
de la Segunda Guerra Mundial había salido de la Laguna de Maracaibo.
Pero nosotros en el cielo tenemos muchos ángeles, y nuestros pueblos
andinos, los que no aparecen en los mapas, están llenos de gente triste,
porque la tristeza allá, por tanta soledad, se nos metió en los
tuétanos. Ah se me olvidaba decirles la cosa más importante, yo
cada vez que voy a Venezuela y llego al Pasaje Pirineos, enciendo unas velas
en la capilla de los ahorcados, yo les tengo fe a los hombres que mandó
ahorcar Juan Vicente Gómez.