Fidel a Chávez:
"No te inmoles como Allende"
Alrededor de la medianoche del 11 de abril, cuando aún no se convertía en prisionero, el presidente Chávez recibió en Miraflores un llamado de Fidel Castro.
"Estábamos en este despacho con José Vicente Rangel y su hijo Pepe (alcalde de Petare, localidad vecina a Caracas. N. de PF). Ambos se portaron en forma admirable esa noche. José Vicente (en ese momento ministro de Defensa, actual vicepresidente de la República. N. de PF.), me decía: ‘Hugo, no podemos rendirnos. Aquí hay que morir. Le dije a Anita (su esposa, Anita Avalos, chilena. N. de PF.), que si este día llegaba, iba a perder a su esposo y a su hijo’.
JOSE Vicente Rangel, vicepresidente de la República. Su valiente conducta durante el golpe del 11 de abril es elogiada por el presidente Chávez.
José Vicente estaba dispuesto a inmolarse en Miraflores y yo pensaba hacer lo mismo.
Fui a vestirme de combate y agarré mi pistola y fusil.
Tuvimos fallas graves esa noche. No teníamos un plan alternativo. Sólo contaba con los planes militares, que fueron bloqueados. Pedí un helicóptero y no había: pensando hacernos fuertes en otro lugar. Pero no teníamos ningún plan elaborado. Estábamos aislados y las comunicaciones cortadas. En eso, como por obra de Dios, cae la llamada de Fidel. Me pregunta cómo está la situación, y hace otras cuatro o cinco preguntas y me dice: ‘Mira, Hugo, no vayas a seguir el ejemplo de Allende, no te inmoles, primero salva a tus cuadros y sálvate tú; negocia como puedas, pero no te vayas a inmolar. El camino no termina ahí’. Al final me dijo con voz profunda: ‘Aquí estamos muy tristes pero en Cuba te espera tu pueblo’.
Después de la llamada de Fidel se reforzó en mí aquella opción de ganar tiempo. Tomé por un brazo a José Vicente y lo convencí que lo mejor era aceptar ir preso al Fuerte Tiuna. Le pedí que me ayudara a convencer a los demás. Creo que fue lo correcto. Cuando me despedí de José Vicente, le noté una sonrisa extraña, trágica, y le dije: ‘ten cuidado con lo que vas a hacer’, porque me había dicho: ‘para mí ya no hay más camino’. Le dije: ‘hay más camino’ y 48 horas después el propio José Vicente me estaba llamando a La Orchila para comunicarme que el golpe había sido aplastado y que me esperaban en Miraflores"