Secuelas del conflicto municipal
Riñas y disputas
Brecha
En términos formales, el conflicto entre el municipio de Montevideo
y sus funcionarios se sustancia por la vía judicial. En términos
políticos, sin embargo, las derivaciones del conflicto en la izquierda
son profundas y apenas manifiestas.
Nelson Cesin
Las secuelas del violento conflicto entre la Intendencia de Montevideo (imm)
y el gremio de sus funcionarios (adeom), que ahora transita por la vía
de las demandas judiciales, empiezan a percibirse de un modo descarnado en los
balances y acciones de sus protagonistas: la izquierda partidaria y la sindical.
El quiebre de lealtades políticas y principios ideológicos que
supuso el enfrentamiento ha dejado heridas profundas en el conjunto de la izquierda,
heridas que habrán de acentuar sus contradicciones y que desde ya se
manifiestan en el distanciamiento del histórico matrimonio entre el Frente
Amplio (FA) y las "fuerzas del campo popular". El gabinete municipal impuso
durante el conflicto un "modelo de gobierno" en tiempos de crisis resistido
por varios sectores de peso dentro del FA, quienes observaron el conflicto desde
la vereda de enfrente de la administración comunal que integran, pero
que en muchos de sus aspectos puede asimilarse a un ensayo general del "modelo"
que "inevitablemente" la izquierda impondrá desde un gobierno nacional
también sumergido en épocas de profunda crisis. Ese es el gran
dato que subyace en las múltiples controversias en curso, pero que ninguno
de los sectores del FA parece dispuesto a plantear en esos términos.
LA GUERRA POR OTROS MEDIOS. Una vez que la imm resolvió
denunciar el convenio salarial porque sabía que no lo podía pagar,
y adeom levantar la huelga porque sabía que no la podía sostener,
el conflicto abandonó los titulares de la prensa y pasó a dirimirse
en una escala más doméstica, pero igualmente problemática
para sus agonistas. La comuna denunció el convenio tras invocar que los
graves incidentes durante la huelga habían provocado el "incumplimiento
de las cláusulas de relacionamiento" previstas en el acuerdo, aunque
la razón de fondo de esa denuncia fue la imposibilidad de cumplir con
los términos salariales del convenio, que establecían un aumento
por el 100 por ciento del ipc hasta el año 2005. Los representantes legales
de Adeom (entre quienes se encuentra el catedrático en derecho laboral
Helios Sarthou, ex senador frenteamplista y principal
dirigente de la Corriente de Izquierda, integrante del FA), sin embargo,
contradijeron la tesis jurídica de la imm por entender, entre otras razones,
que ninguna dificultad económica puede "extinguir el crédito del
acreedor" y que "un negocio bilateral no puede quedar al arbitrio de lo que
considere legítimo u oportuno uno de los contratantes". Los abogados
de adeom, a su vez, se aprestan a presentar una demanda civil contra la comuna
por su decisión de incumplir con el convenio.
Al margen de sus términos jurídicos, el estado actual del conflicto
no representa precisamente una victoria para ninguna de las partes. A las autoridades
comunales, que ganaron la batalla en el terreno de la opinión pública,
ahora les espera la complejísima tarea de introducir una impostergable
reestructura en diferentes servicios municipales, como el de la limpieza, con
un sindicato resentido, aún en pie de guerra, y con un FA cuyas principales
fuerzas guardan severos reparos con respecto a la conducta de su gobierno municipal.
Por el lado de adeom, el panorama parece aun más desastroso. Después
de sus violentos desencuentros internos, el gremio no sólo carece de
conducción, también de acuerdos mínimos para entablar una
negociación consistente con la imm y aun para acordar medidas de lucha
entre los distintos intereses que representan sus comités de base. El
gremio, por ejemplo, tuvo que dar marcha atrás en su decisión
de cortar las horas extra y suprimir el cobro de viáticos, para impedir
que los trabajadores afectados por esas medidas (los inspectores de tránsito,
los del Servicio de Inspección General y los funcionarios de Alumbrado)
siguieran empeñados en reclamar la renuncia de todos los integrantes
del ejecutivo de adeom.
El gremio municipal, sin embargo, parece haber compensado sus extremas debilidades
con el espaldarazo que obtuvo del PIT-CNT en sus demandas básicas. Las
relaciones entre adeom y la central de trabajadores durante el conflicto, turbulentas
y cargadas de reproches mutuos, no impidieron que el secretariado ejecutivo
del PIT-CNT amenazara con denunciar a la imm ante la Organización Internacional
del Trabajo (oit) por el incumplimiento del convenio, como tampoco impidieron
que connotados dirigentes sindicales dispararan munición gruesa contra
el gabinete municipal. Según el comunista Juan Castillo, secretario de
organización del PIT-CNT, hay una "unánime preocupación
por las actitudes de la Intendencia, que hasta ahora no ha hecho otra cosa que
pegarle al sindicato. No se concibe, ya sea desde una concepción de militante
sindical o de izquierda, que para ganar un conflicto una fuerza política
tenga que matar a los trabajadores" (Búsqueda, jueves 21). "No es bueno
que la comuna salga comparando los costos de la recolección de residuos
de la Intendencia con los de la empresa Sur, cuando es seguro que la privatización
tiene un costo social más alto", matizó Luis Puig, también
integrante de la dirección del PIT-CNT (El Observador, jueves 21). En
todo caso, la central sindical hizo suyo el reclamo de adeom de que se cumpla
el convenio firmado y de que la imm negocie con los trabajadores la reestructura
planteada en servicios como el de limpieza. Este espaldarazo al gremio municipal
puede responder a distintas motivaciones, entre las que acaso se encuentre la
solidaridad e independencia de clase, pero también obedece a la posición
que las fuerzas del FA, sobre todo aquellas de fuerte peso sindical como el
Partido Comunista (pcu), adoptaron ante el conflicto.
TORRE DE BABEL. En efecto, el balance que traza el pcu a propósito del
conflicto lo ubica nítidamente como una fuerza escorada sobre los intereses
sindicales y en evidente oposición a la conducta del gobierno municipal,
que algunos de sus dirigentes integran. En la demoledora visión de los
comunistas, la denuncia del convenio por parte de la imm supone "violar los
derechos de los trabajadores y el relacionamiento con ellos marcado en el documento
6 del FA" y "atacar el compromiso político, el programa, los congresos
del FA, el estatuto, la unidad y la fraternidad frenteamplistas", por todo lo
cual el pcu "rechaza la denuncia unilateral del convenio y los métodos
empleados" por la administración comunal (véase BRECHA, 22-XI-02,
página 13). Después de conocer la virulencia de esta declaración,
varios dirigentes del FA se han preguntado por lo bajo qué harán
los representantes comunistas en el gobierno municipal (como Ana Olivera, directora
de una de las divisiones del Departamento de Descentralización, Calisto
González, presidente de la Comisión Administradora del Mercado
Modelo, y al menos tres de los 18 secretarios de las juntas locales), aunque,
por lo alto, ninguno de ellos se aventure a sugerir una respuesta.
El problema es que, de una u otra forma, el grueso de la dirigencia del FA coincide,
siempre por lo bajo, en que la coalición de izquierda encaró el
conflicto con una suerte de esquizofrenia política, demostrando una peculiar
disociación para cuestionar y mantenerse al margen de la conducta de
la imm, pero a la vez integrar e incidir en el gobierno municipal.
Esa disociación, en realidad, no es patrimonio exclusivo de los comunistas.
También el Movimiento de Participación Popular (MPP), la fuerza
más votada del FA, mostró problemas similares al momento de resolver
su ubicación en el conflicto. El MPP, que tuvo representantes a un lado
y otro del mostrador, atribuye al gabinete municipal la "mayor responsabilidad
en la elección del escenario y la forma de discusión", aunque
también critica ciertos aspectos de la conducta sindical. La conclusión
de su balance, curiosamente, tiene la visión de un actor ajeno al conflicto:
"La mala conducción sindical estuvo a la altura de los errores del gabinete
comunal y, entre ambos, introdujeron al conjunto de los trabajadores en una
lógica perversa que llevó a un conflicto lamentablemente iniciado,
lamentablemente desarrollado y lamentablemente terminado", indica el documento
emepepista, exonerando al FA de responsabilidades en el conflicto.
El Partido Socialista (PS) quizá sea el sector con mayores dificultades
para establecer una ubicación equidistante en el conflicto, debido a
que dos de sus directores (Ernesto de los Campos, que además es primer
suplente del intendente Mariano Arana, y Hyara Rodríguez, directora del
Departamento de Recursos Humanos) ocuparon un lugar de relevancia en las acciones
y decisiones del gabinete municipal. Tal vez por eso el balance de la Departamental
de Montevideo del PS dedicó gran parte de su análisis a la conducta
de los otros sectores del FA, en clave de cuestionamiento, pero sin esbozar
una autocrítica de la propia. A juicio del PS, la izquierda "no sólo
no supo evitar un conflicto entre actores políticos y sociales del campo
popular", sino que se mostró "incapaz, incluso al día de hoy,
de conjuntar esfuerzos en el marco de una estrategia definida por el EP-FA,
el PIT-CNT y el Diálogo Social contra los responsables de la brutal crisis
económica y social que padece nuestro pueblo".
Así las cosas, algunos dirigentes de los sectores más apegados
a la conducta de la imm (como Asamblea Uruguay y la Vertiente Artiguista, el
sector del intendente Arana) sostienen que la comuna demostró en este
conflicto una "notable capacidad de gobierno" en momentos críticos, y
que esto contribuyó a reforzar, por la vía de los hechos, la "cultura
de gobierno" en la izquierda. Lo que otros se preguntan, en función de
las enseñanzas que dejó el conflicto, es cuán diferente
será esa cultura de gobierno de la promovida por blancos y colorados.