VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica


Carta abierta a Jorge Batlle, Presidente del Uruguay
La deuda más urgente

Por Fito Páez

Presidente Batlle:

Yo no sé qué extraño empecinamiento, patología o casos de posesión diabólica, ya no sé cómo llamarle, mire, han adquirido algunos sujetos ligados a la vida democrática de la América del Sur en las últimas décadas, que se han dedicado no sólo a la mala administración pública sino también al ocultamiento deliberado de datos ligados a la desaparición, palabra extraordinaria si se quiere, de personas en circunstancias poco claras para muchos, muy para poquísimos, durante las dictaduras militares establecidas en los años ‘70. Pareciera existir un cierto interés en alguna parte que maneja los engranajes de acceso a esta preciosa información, que usted presidente debería desarticular, entiendo que es parte de su tarea, por otro lado. Y aquí el motivo de esta carta que es el obligado e inmediato esclarecimiento de los hechos que involucraron el asesinato de María Claudia García Irureta Goyena de Gelman, que usted sabe presidente fue secuestrada en Buenos Aires en agosto del ‘76, junto con su esposo Marcelo Ariel Gelman, y trasladada a Montevideo en octubre con un embarazo de 8 meses y medio y allí asesinada.
También sabe que asesinaron a Marcelo y que su hija nacida en noviembre de ese mismo año fue entregada a una pareja ligada a la policía. Y también sabe presidente, porque yo sé que usted sabe, dónde se encuentra el cadáver de María Claudia. Lo que no sé si sabe Señor Batlle es la desesperación que embarga a quien no entierra a sus muertos, es el dolor que se sigue regando sobre la vida de todos nosotros como tribu cada vez que nosotros sabemos que ustedes saben y hacen lo que hacen al respecto, que por cierto no es nada, sino todo lo contrario. Ese puñal que usted de alguna manera nos clava con su silencio, hiere, mata, aniquila la última reserva al derecho de las personas a saber, a la verdad, a la justicia, palabras que se habrá metido infinidad de veces en la boca en sus campañas políticas. Nadie, ningún mandatario, ningún palurdo de paso por la historia tendrá el derecho de dar por cerrado el más mínimo capítulo de la vida de nadie, bajo ninguna circunstancia.
Mi amigo Juan Gelman y su mujer Mara nos representan a todos en su desinteresada búsqueda de esa verdad profunda y definitiva que es el destino de los cuerpos sin vida de nuestros seres amados entreverados en las cuevas de los terrorismos de Estado y su derecho a una tumba y una lápida.
Presidente, en la vida todo es paradoja, las palabras, tramposas, a veces, a veces también revelan. Necesitamos todas esas palabras que usted posee en su arcón para encontrar a María Claudia y por ella a todos los otros. La magia no existe, existe la compra del truco. Así que nos queda claro que aquí no ha desaparecido nadie y todavía el chiste está saliendo muy caro. Es su deuda más urgente, presidente, y si no habla, la que posiblemente se lleve con usted a su tumba.