Nicaragua: el tragicómico culebrón del desafuero de Alemán
Carlos Powell
Difícilmente puedan borrarse de la memoria colectiva aquellas imágenes captadas por las cámaras televisivas del canal 2: el 9 de junio pasado, al final de la tarde, un hombre al volante de una lujosa ¨camionetona¨ violó en Managua un cordón policial que impedía el paso hacia una zona donde una multitud de fanáticos beisboleros celebraba la victoria de su equipo -el Bóer- campeón de la liga nacional. Como en muchas ciudades latinoamericanas, donde estos festejos son una válvula de escape a la miseria, la muchedumbre alborozada desplegaba banderas y coreaba himnos de victoria. El chofer de la camioneta, visiblemente exasperado, intentó atravesar la marea humana, en una actitud de abierta prepotencia, rugidos del motor y bocinazos. Los jóvenes, enardecidos, sacudieron el vehículo e insultaron al conductor, el cual desenfundó una pistola automática y vació el cargador sobre los festejantes. Jamás olvidaré esa secuencia en cámara lenta donde se ven saltar uno a uno los casquillos vacíos de las balas. La reveo hoy, y todavía me parece una película.
El señor que protagonizó estos hechos se llama Fernando Avellán. En ese momento era un diputado más de la Asamblea Nacional. Después de aquella balacera pública, fue ascendido a primer vicepresidente de la Junta Directiva del hemiciclo legislativo.
Recientemente, por esos perfiles tragicómicos que va adquiriendo la situación política actual, el encumbrado Avellán pudo haberse visto obligado a ocupar, ni más ni menos, la presidencia de la República: el presidente Bolaños, en un airado arranque moral y sin medir las consecuencias políticas e institucionales, anunció públicamente su intención de despojarse de su inmunidad para enfrentar -junto a otros funcionarios de su entorno, incluido el vicepresidente- la denuncia por fraude electoral que lanzó la Fiscalía General (bajo dominio alemanista). Bolaños, con este gesto espectacular, demostraba su incondicionalidad en la lucha contra la corrupción, pero sin observar que entre uno de los acusados se encontraba el presidente del Parlamento, don Jaime Cuadra, quien se vería obligado a seguirle los pasos en el trance jurídico. De ser así, Avellán, segundo en el hemiciclo, sería automáticamente catapultado a la presidencia de la Nación, durante el juicio a las tres máximas autoridades del Estado. Fue entonces que aquel hombre de la camionetona que pocos mesas antes fuera denominado ¨diputado pistolero¨ en los titulares, apareció entonces en los medios con la interrogación: ¨Avellán ¿Presidente de la República?¨
¿Qué mefistofélico hilo está tejiendo semejante trama? El desafuero de Arnoldo Alemán. Toda la actividad política del país se ha volcado a este enfrentamiento cuadrangular: Bolaños-Ortega- Alemán-Obando. En realidad es un partido de tenis por parejas: Alemán y Obando versus Bolaños y Ortega. Lo que dificulta entender el partido es que a pesar de estar jugando en parejas, cada uno de los contendientes quisiera llevarse solo la copa. Se trata de ganar con alianzas, pero derrotando a todos. Además, los jugadores mismos determinan cambios de reglas inesperados o reemplazan al árbitro si éste los ofende. Es como un juego donde al público ya no le interesan las reglas habituales, sino precisamente al revés: lo que atraen son las trampas.
Es en este complejísimo contexto que vuelve al centro del escenario el señor Avellán. Resumamos.La desaforación de Alemán requiere de mayoría simple, es decir, 47 votos. El FSLN aportó sus 38 y la bancada bolañista Azul y Blanco sumó los suyos, total: 46. Entonces, Avellán -aspirante a héroe- que fue tratado con mucha descortesía por el sector alemanista en los días posteriores a su balacera pública, decidió sumarse a la nueva mayoría: ¡¡el voto número 47!!, exclamaron con una sola voz el Frente Sandinista y el bolañismo. Avellán, asaltado por los medios, degustó en cada entrevista el placer de la adulación colectiva. Se mostró estadista y magnánimo. Un verdadero gentleman.
Con este escenario y a partir de ese momento, la clase política estuvo completamente obsesionada por la desaforación de Alemán. El Movimiento Conciencia Nacional instaló el ¨desaforómetro¨ y comenzó el conteo. Fuimos acercándonos a la fecha límite. Y paralelamente, se tergiversaba en torno a la desaforación del Presidente y su entorno. Hasta que por fin, pocos días antes de dicho voto, y cuando resultó evidente que Bolaños había renunciado a despojarse de su inmunidad por razones de interés superior del Estado... ¡Patatrás! ¡Avellán cayó enfermo y fue trasladado a Miami! Créanme, en ese momento cuarenta y seis velas le encendieron a la virgen por él cuarenta y seis diputados. Y se sospecha que hasta sandinistas reputados incrédulos elevaron sus plegarias, ya que mientras Avellán siguiera enfermo, Alemán seguiría sano.
Ahora, a pesar de haber sido dado de alta con todas las garantías médicas, Fernando Avellán parece preferir para su completo restablecimiento el aire sano de Miami, a la contaminación ambiental de Managua: no ha dado fecha clara de retorno. En cambio, sí hay otra fecha claramente inquebrantable y a la vista: el próximo 25 de noviembre vence el plazo para que la Junta Directiva del Parlamento se vea en la obligación de acreditar al suplente de Avellán, quien ha jurado a los cuatro vientos obediencia a Alemán ¨en cualquier parte del mundo¨. Los griegos nos legaron la imagen de la espada de Damocles como símbolo de amenaza latente, inminente. Avellán en cambio, que antes esgrimía su pistola, hoy hace pender sobre la cabeza de Bolaños un diputado.
Uno más uno menos, los próximos diez días serán de intensa reflexión para el señor Presidente. Nunca un pasaje en avión Miami-Managua habrá costado tanto.
Sé que le faltan al lector extranjero elementos para entender los detalles íntimos de esta trama política. Pero no estoy haciendo un análisis de la coyuntura. Quiero destacar en este oscuro escenario lo que, con apariencia de ser hechos puramente dramáticos, en el sentido teatral de la palabra, me parecen reflejar algo profundamente obsceno que está ocurriendo en las cúpulas de un país donde el 30% de su niñez sufre desnutrición crónica. Varias decenas de éstos han fallecido de hambre en días pasados, a pocos kilómetros de Managua, donde sesionan los padres de la Patria.
Carlos Powell,
periodista, investigador, catedrático en comunicación social