¡Plomo al pobre! ; alienación y represión policial
Antonio Guillermo García Danglades
Rebelión
A la memoria de Edwin y Jorge;
y por la inmediata intervención de la Policía Metropolitana.
Finalmente, el Alcalde Mayor de Caracas, Alfredo Peña, pudo poner en practica su política represiva conocida como "plomo al hampa."
El pasado martes 12 de octubre, la Policía Metropolitana desbordó su aparato represivo contra una población desarmada, excluida y sin acceso a los medios de comunicación.
Las imágenes presentadas en las primeras planas de los diarios El Nacional y Tal Cual el pasado miércoles 13 de noviembre, en donde se muestra a la Policía Metropolitana "socorriendo" a victimas del enfrentamiento violento ocurrido en las inmediaciones de la Plaza Bolívar, revela la total ausencia de información veraz y equilibrada que le permita al ciudadano común discernir libremente sobre su entorno sociopolítico.
Tras la "benévola" acción del cuerpo policial se esconde un perverso aparato represivo que descargo su furia contra manifestantes pacíficos y transeúntes, ocasionando dos muertos de bala y mas de veinte heridos. Sin embargo, la clase media opositora, aquella que vive y se desvive en el "territorio liberado" de Altamira, digirió por completo una verdad prefabricada en los laboratorios de la sucia campaña mediática contra el gobierno del presidente democráticamente electo, Hugo Chávez Frías.
Los medios antichavistas solo reseñaron el "heroísmo" de la PM, mientras que la muerte del joven de 23 años Edwin Olivera Flores y el trabajador Jorge Luis Ariza de 41 años a manos de la policía fascista del alcalde Peña, paso desapercibida; aunque la contundencia de los testimonios de familiares, amigos y testigos así como la existencia de videos incriminatorios, evitó que estas muertes fuesen adjudicadas de manera automática a los "círculos asesinos castrocomunistas." Asimismo, los medios antichavistas le dieron mayor relevancia a las "agresiones verbales" contra Peña que a la desfachatez que tuvo el alcalde al presentarse en el Hospital Lídice para inspeccionar las cabezas que eventualmente guindaría en la pared de su oficina.
En medio de la conflictividad política, resulta sorprendente que mientras los manifestantes que simpatizan con el gobierno son reprimidos de manera violenta y desbordada, la misma policía sea complaciente con la ilegal y anticonstitucional toma de Altamira, en donde el neofascista Medina-Gómez ha llegado al descaro de amenazar al gobierno con la captura de "prisioneros de guerra" si la FAN osa nuevamente a recorrer las calles de su "territorio liberado." Esta perversión de los principios democráticos constituye una afrenta al pueblo Venezolano y a la comunidad internacional que en una hora difícil le ha tenido la mano al país para solucionar los problemas que le aquejan de manera política y civilizada.
Razón tienen los manifestantes al acusar al alcalde Peña "de haber ordenado la pena de muerte contra los manifestantes", y exigir que la Policía Metropolitana actúe "con la misma energía e igual arrojo para desalojar a los militares que desde hace tres semanas se encuentran en la Plaza Altamira", en sintonía con el articulo 21 de la Constitución Nacional que garantiza que "todas las personas son iguales ante la ley... [sin] discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona." Esta ambigüedad demuestra que la oposición no desea abandonar la violencia, porque la misma le ha servido como instrumento de chantaje en las mesas de diálogo y como medio para la legitimación del golpe de Estado. Es por ello que se han negado a suscribir un documento por la paz propuesto por los representantes del gobierno, al mismo tiempo que rechaza el patrullaje conjunto entre las autoridades locales y la FAN, lo que les impediría eventualmente re-editar la gesta golpista del 11 de abril.
Lamentablemente el gobierno nacional sigue sin poder contar con una estrategia comunicacional efectiva que confronte la avalancha de "verdades" prefabricadas que reproducen sistemáticamente los medios corporativos, y exponga ante la opinión publica el aparato represivo y criminal de la Policía Metropolitana. Igualmente, la desorganización y dispersión de los grupos que apoyan al gobierno han permitido que en las recientes manifestaciones desde sus propias filas se ignore, e incluso se insulte, a miembros del oficialismo. Esto es aprovechado oportunamente por infiltrados reaccionarios y grupos ultrarradicales para fomentar la violencia, generando caos y anarquía. En este sentido, el MVR, como partido de gobierno, debe buscar urgentemente la forma de aglutinar voluntades de base, organizarlas, concientizarlas y prepararlas adecuadamente para la acción política de calle que no contraríe los postulados pacíficos de la "revolución bonita."