Latinoamérica
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Nada es lo que parece
Nelson Cesin
Brecha. Uruguay, noviembre del 2002.
El Frente Amplio debía discutir y aprobar, el sábado 9, un documento consensuado sobre su orientación estratégica, pero en eso habló su presidente y los desencuentros "desaparecieron", para "triunfo" de la unidad.
El desplome del sistema financiero, formalizado en la primera semana de agosto, simbolizó el derrumbe de un modelo de país, precipitó la ruina y agudizó las angustias de cientos de miles de personas, y propagó el virus del desconcierto político a lo ancho y a lo largo del sistema partidario.
En el caso del Frente Amplio (FA), afloraron visiones encontradas acerca de cómo encarar el drama y pararse frente al gobierno (recuérdese el apoyo solitario del senador Danilo Astori a la ley de estabilidad del sistema bancario, que no llegó a votar sólo por razones de "disciplina partidaria"), que pronto derivaron en severos encontronazos políticos (recuérdese la sugerencia de Tabaré Vázquez, presidente del FA, al sector de Astori, en términos de "acatan las resoluciones de la mayoría y se callan la boca o abandonan la fuerza política").
Se impuso entonces la necesidad de procesar una discusión "estratégica" que minimizara el riesgo de futuras "indisciplinas" y, sobre todo, permitiera algún grado de acercamiento entre posturas que pendulaban entre el reclamo de la renuncia del gobierno y su apuntalamiento. El Plenario Nacional (pn) frenteamplista del 18 de agosto produjo un documento sobre estrategia que resultó un híbrido entre las distintas posiciones en juego y que, en sustancia, reafirmó la línea de acción asentada en la profundización de la oposición y el afianzamiento de las alianzas sociales, con acento en la elaboración de propuestas alternativas. El texto, sin embargo, fue derivado a una comisión especial con el propósito de "afinarlo" (debido a que entonces no se tenían datos determinantes de la realidad para diseñar el escenario político futuro, como el desenlace de la crisis bancaria) y luego someterlo a la aprobación de un nuevo plenario. El documento finalmente "afinado" se transformó en algo así como un refrito del anterior, y en su lugar la comisión especial se dedicó a la elaboración de otro que contenía elementos de acción política más concretos, titulado "Bases para la discusión". Este era el texto que debía someterse a consideración del plenario del sábado 9. Pero el discurso introductorio de Vázquez modificó la dinámica del debate y acabó convirtiéndose, casi por aclamación y con la solitaria oposición de la Corriente de Izquierda (CI), en "el" documento estratégico del FA, en lo que pareció una movida nada ingenua del conductor de la izquierda.
La comparación puede resultar tediosa, acaso sólo apta para iniciados, pero lo cierto es que entre las "Bases para la discusión" consensuadas por los sectores políticos y los representantes de base del FA, y su texto reemplazante por la vía de los hechos -el discurso de Vázquez-, hay diferencias que parecen trascender las cuestiones de matices.
A modo de ejemplo, el documento no aprobado y ni siquiera sometido a discusión conviene en que el "agravamiento de la situación social y económica hace imprescindible profundizar el enfrentamiento a la política económica del gobierno de coalición de colorados y blancos. Y criticar severamente la actuación del gobierno en el sistema financiero, la aprobación de las leyes de enajenación y concesión del patrimonio en sectores estratégicos (empresas públicas en general, pluna, agua y saneamiento, megaconcesión y Aeropuerto de Carrasco), así como otras disposiciones contenidas en la última rendición de cuentas, que reducen la inversión pública y el gasto social". En apoyo a esa profundización opositora, se añade en el documento, se impone la "utilización de los instrumentos parlamentarios que se entiendan convenientes", tales como la "presentación de proyectos, instalación de comisiones investigadoras, comisiones con fines legislativos, interpelación y censura, etcétera". En el marco de las acciones estratégicas, el texto agrega a título expreso "la priorización de la tarea de recolección de firmas para derogar la ley de asociación de ancap con privados sin garantías suficientes para el Estado".
Esos lineamientos contrastan con varios pasajes del discurso de Vázquez. "Nosotros no queremos, ni siquiera por conveniencia electoral, que al gobierno le vaya mal, porque cuando a un gobierno le va mal al país le va peor. Deseamos que el gobierno gobierne mejor, para que al país también le vaya mejor. En tal sentido, si hay que ayudar, ayudemos, pero sobre bases firmes y claras", dijo el presidente del FA. Se puede sostener que el pensamiento dominante de la izquierda abandonó hace tiempo la teoría del "cuanto peor mejor", pero no se puede desconocer que ese cabo insinuado por Vázquez hacia el gobierno representa algo bastante distinto a la tesis de profundizar la línea opositora, o que está en los antípodas de la idea de precipitar la renuncia del gobierno mediante la promoción de ciertos mecanismos parlamentarios.
Es posible que la explosión de entusiasmo del general Líber Seregni (líder histórico del FA) y del senador Astori (autor de la iniciativa de que el discurso se elevara a la categoría de documento estratégico) ante la intervención de Vázquez haya obedecido básicamente a la inclusión del párrafo citado, muy en línea con sus tesis de intentar acuerdos con el Ejecutivo para evitar un debilitamiento institucional y demostrar, desde la oposición, la "capacidad de gobierno" de la izquierda. Aunque también pudieron existir otros motivos para el entusiasmo, como la muy tangencial referencia de Vázquez al referendo sobre la ley de ancap, rechazado explícitamente por Astori pero que tampoco entusiasma a otros sectores del FA, o su nula mención a otros asuntos que han dividido a la izquierda, como el de la ley de reactivación productiva que -siguiendo la lógica del texto no aprobado- refiere a la "concesión del patrimonio en sectores estratégicos".
La trascendencia mediática del discurso, sin embargo, omitió algunos otros de sus tramos que también aluden a los astoristas, pero en clave de palazos. "¿Cómo podemos pretender, ya no la confianza, sino el elemental respeto personal y político de la ciudadanía, cuando ésta asiste al espectáculo que brindan algunas de nuestras polémicas públicas?", interrogó Vázquez, antes de advertir que, en su calidad de presidente del FA, "no pretendo unanimidades pero reclamo unidad", o que "no aspiro a que ésta sea una fuerza política perfecta, de santos y héroes, pero sí aspiro a que seamos sensatos y coherentes". La intervención, por lo demás, sí parece haber conseguido un consenso casi unánime al abordar la gravísima problemática de la deuda externa y las lecciones que deparó al FA el conflicto municipal, cuestiones que fueron derivadas al estudio de distintas comisiones a efectos de profundizar en su análisis.
Sea por aquel párrafo, o por lo que omitió, el discurso de Vázquez abrió la posibilidad de varias lecturas. Puede que el candidato presidencial con más chances electorales haya querido virar la proa, otra vez y desde ya, hacia el "centro" del electorado, a sabiendas de que es en ese espacio donde se juega la posibilidad de que su fuerza alcance el gobierno sin necesidad de balotaje. Puede que la seudorruptura de la coalición de gobierno lo haya obligado a enfatizar más en la "construcción" que en la "oposición", quizá para evitar que la soledad y desconcierto del presidente Jorge Batlle profundicen la crisis a niveles de hecatombe social, en cuyo caso Vázquez ingresaría al Edificio Libertad con un país literalmente arrasado. O puede que el "gran consenso" recreado por el discurso haya sido una operación unitaria previamente acordada para dejar atrás, y si se pudiera en el olvido, la notoria ausencia de "sensatez y coherencia" -para citar la frustrada aspiración de Vázquez- con que la izquierda manejó el aún vigente conflicto municipal.
También cabe la posibilidad de una lectura más de entrecasa, como la expresada en reserva por algunos destacados dirigentes socialistas, quienes describieron la intervención de Vázquez como un "cambio de posición para dejar sin espacio político" a los astoristas y demostrar que, contrariamente a lo que opinan integrantes de ese sector, "Tabaré efectivamente tiene capacidad de articulación y conducción".
Esa capacidad es, desde una perspectiva menos doméstica, una de las claves para determinar la continuidad en el tiempo y la profundidad del giro de Vázquez. Sería temerario, por lo pronto, afirmar que la conducción o el gobierno del FA está sólo en manos de su líder. Si se habla del pensamiento programático, por ejemplo, es sabido que el gobierno del FA está hace mucho tiempo escorado, pese a sus frecuentes vaivenes, hacia la denominada "triple alianza" (espacio conformado por el Partido Socialista, la Vertiente Artiguista y Asamblea Uruguay). Pero si se habla de los movimientos tácticos, más atados a la coyuntura, el peso del gobierno recae sobre los sectores con mayor presencia militante, caso del Partido Comunista, el 26 de Marzo y una corriente importante del Movimiento de Participación Popular, que mantienen diferencias nada menores con el pensamiento programático y estratégico de la "triple alianza". La capacidad política de Vázquez no ha estado precisamente en sostener el timón, sino en torcerlo de acuerdo con el rumbo que determinen los vientos internos, motivo por el cual la continuidad y profundidad de su viraje resulta impredecible.
* Ninguna de las varias fuentes consultadas por BRECHA supo explicar cómo y por qué el Plenario Nacional aprobó, además del discurso de Vázquez como "documento de estrategia", otro de similares características cuyo texto es casi idéntico al aprobado el 18 de agosto en ese mismo órgano. Según el senador socialista Manuel Núñez, redactor de las mociones aprobadas, la sanción del apenas modificado documento de estrategia obedeció a una cuestión de orden. El reemplazo del texto "Bases para la discusión" por el discurso de Vázquez se debió, según dijo Núñez a BRECHA, a que el primero "era básicamente un documento táctico, de líneas de acción inmediatas, que elaboramos ante la imposibilidad de acordar algo más profundo, porque resultaba imposible conciliar seis posturas estratégicas distintas".