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Latinoamérica

5 de noviembre del 2002

Los macarras de la mentira (O el miedo a la libertad)

Manuel Rugeles Acevedo

En Venezuela viene sucediéndose un fenómeno del cual no tendríamos porqué extrañarnos si recordamos lo mal que andan las escuelas de comunicación social en cuanto a la escasa formación que en ellas reciben quienes aspiran a ser "periodistas", o "comunicadores sociales", como infortunadamente y para mayores confusiones, nos llaman ahora.
Recuerdo en este momento, como para no dejar pasar el apunte así nomás, a una colega del Táchira, quien increpando a un dirigente político en alguna oportunidad reciente, decía en público, a través de la Radio y la TV, algo parecido a lo siguiente: "¿Cómo va a decir que yo no tengo ética periodística? ¡Yo sí tengo ética porque esa fue una materia que yo ví en tercer año ...!".
Pues bien, al grano con la tesis que hoy quiero desarrollar y de la cual estoy más que convencido: Señoras y Señores, aquí lo que existe y desde hace tiempo, dentro del ámbito periodístico, es un castrante y desolador miedo a la libertad. Miedo a esa abstracción de la cual pocos han disfrutado, porque muy pocos la han ejercido a cabalidad y con propiedad. Sobre todo periodistas y comunicadores. Y es que "La Libertad", al presentarse como un horizonte abierto, abierto-abierto, sin coacciones, ni conducciones, ni pontífices que te indiquen ni exijan lo que tienes qué hacer ... obliga a pensar.
Pensar: Algo de lo que muy poco se enseña o se aprende, en los escalafones del sistema educativo venezolano.
¿Y entonces? ¡Pues que resulta difícil poner a trabajar las neuronas si nunca te enseñaron a ello! Y mucho menos actuar éticamente, para lo cual previamente se necesita discernir, que es una de las formas de demostrar que se piensa. Pero ¿Cómo vas a actuar con cierta "ética", si resulta que a esa señora no la conociste en tu casa (que es el lugar donde primero has debido topártela), ni te la dibujaron luego en el kinder o Pre-escolar, ni tampoco trataron de mostrártela en primaria o explicártela en bachillerato, y de vaina "la viste como materia" en tercer año? ¿Con cuál carajo de ética vas a actuar o te vas a comportar? (¿Y eso con qué se come?, preguntaría ahora Miquilena, haciéndose el toche).
Solamente por esas dos simples, pequeñas e insignificantes razones es que desde hace tiempo, no de ahora, contamos con un periodismo de mentiras y -en consecuencia- de mentira.
La gran contradicción, la enorme incongruencia, podría estar en el basamento principal en el cual debería estar sustentado el periodismo en cualquier parte del mundo: LA LIBERTAD. La Libertad (en general) y la Libertad de Expresión (en particular). ¿Y dónde y por qué la incongruencia? Pues porque todos podemos observar que quienes están gobernando, actuando apegados a la Constitución, permiten que los "periodistas y afines", que salen reiterativamente a través de todos los canales de comunicación imaginables, a insultar de cualquier forma, del Presidente de la República hacia abajo, a todos los funcionarios del gobierno; inventando o repitiendo chismes y rumores, apuntalándose en órdenes de los patronos mediáticos, basándose en fuentes inexistentes o de dudoso crédito, y sin mucho (o nada) investigar; creando desinformación a diestra y siniestra, sin recordar ni por un instante la enorme responsabilidad social que como profesionales de la comunicación deben tener, actúan con toda libertad. Esa libertad que mientras más es negada a través de los micrófonos, más los desmiente.
Libertad que sobrepasó hace rato los límites del mismísimo libertinaje que muy pocos gobiernos permitirían en el mundo (subráyenlo chamos: en el Mundo), y que en nuestro país nunca antes se vivió como hoy. La libertad que ahora se utiliza con mucha fuerza para desinformar impunemente y para crear escándalos innecesarios, se tiene en tanta abundancia, que la mayoría de los visitantes (sobre todo los honestos), convocados para corroborar y luego divulgar internacionalmente que no existe, se van como engañados y hasta apenados, del país.
Este modo de ejercer la profesión es hecho por los "periodistas y afines" sin mucho pensar. Aunque tal vez me equivoque, porque parece que lo hacen pensando solamente en el sueldito que les tienen asignado para no-pensar (ni siquiera en un sueldo justo), para no investigar, para no hacer un periodismo serio y por ahí vaya dándole mijo, que por ahí va bien. Ya sabe, no se mate la cabeza. Y mucho menos vaya a perder el carguito por escribir algo que ofenda al doctor o a los otros jefes.
Y del otro lado, es decir, del sector donde ubicamos a aquellos que no están gobernando ahora, pero lo hicieron por 40 años durante los cuales se apropiaron -indebidamente e ilegalmente en la mayoría de los casos- de medios de comunicación que utilizaron siempre frente a los políticos que defenestraron al país, como mecanismos de amenaza o de adulancia, en consonancia con el interés del momento, y ahora los utilizan como ariete político de penetración a la fuerza, en los hogares de cada uno de nosotros, alardeando además de lo buenos- envenenadores de oficio que han sido siempre, no permiten ni un centímetro y ni un segundo de disidencia en sus empresas dizque- informativas, ni una gráfica que pudiera interpretarse como beneficiosa al gobierno actual, ni un cuarto de página de opinión que no sea en contra del ejecutivo o de los parlamentarios que apoyan a la administración chavista, ni una "interpretación" que le pudiera crear dudas al lector o dejarle abierta una ventana para que pudiese formarse por sí mismo un criterio o llegar a una conclusión en referencia al más mínimo hecho.
¿Y será entonces que los "periodistas y afines" preferirán que estos últimos, los dueños de medios y sus patronos más altos, de comportamiento tan sectario y anti-democrático, vuelvan a gobernar al país? ¿Es que acaso creen que con esa gente gobernando tendrán un porcentaje siquiera de "libertad de expresión" cercana a la que hoy ostenta estruendosamente Venezuela? ¿De cuánto podrá ser ese porcentaje? ¿Y cuán aceptable podrá ser la migaja? ¿O es que resulta más fácil de manejar una migaja impuesta que todo un pan para imaginar y comprometerse? ¡Pues claro, eso es! Y usted, amigo lector. ¿Que piensa? ¡Haga un esfuerzo! Solamente para no actuar como los periodistas de su país. ¡Diga algo! ¡Piense! Pues yo lo que creo (sin que me quede poco o nada por dentro), es que en Venezuela, nuestro gremio periodístico, está plagado de esclavos. De especimenes que -en su mayoría- nunca han podido saber lo que es la libertad. No han tenido el chance de tenerla para vivir, para escribir, para pensar y para expresarse. Con los gobiernos anteriores no la tuvieron, porque el miedo andaba realengo. Como la muerte. Amenazando guadaña en mano. No solamente acechando sino actuando también, asesinando incluso sin aviso y sin protesto. ¡Ah, pero eso era antes! ¿Y ahora? Ahora, cuando arribamos a una nueva era, y tal vez por ser animales de costumbres (como suele decirse), a pesar de la infinita libertad existente, han permitido ser esclavizados por sus patronos, los dueños de medios, quienes a su vez se creen -me imagino que también por costumbre- dueños del país. ATENCIÓN:
¡Sobre el escenario ... Los dueños de los medios sobre los dueños de los miedos! ¡Aplausos! He allí la diferencia entre los grandes periodistas del mundo (que al igual que los grandes violinistas o pianistas del mundo, pueden contarse con los dedos de las manos), y los de aquí, los del patio. Periodistas que en la "NBC" o en "The Guardian" o en "Le Monde" o en la misma "CNN", no tienen el doble papel de informadores y -a la vez- de payasos de la publicidad, esa que los lleva a mentir por igual cuando promueven un producto como cuando pretenden informar. O desinformar. Que a fin de cuentas ... ¿Qué importa? Mientras exista quien pague ... en dinero (preferiblemente en dólares) mientras la mayoría pague las consecuencias ...