20 de noviembre del 2002
Elementos de análisis sobre la coyuntura política
Ecuador después de las elecciones presidenciales
Gustavo Ayala(1)
Rebelión
"Las reformas sociales jamás se llevan a cabo
gracias a las debilidades del fuerte;
siempre es merced a la fortaleza del débil"
Karl Marx(2)
Un proceso se ha iniciado en América Latina. La transición
para salir del modelo neoliberal. Pues, aunque los poderosos lo soñaban
eterno e inevitable, no puede resistir el peso de sus propios fracasos, su impulso
arrollador se encuentra agotado. Sin embargo, como cualquier construcción
histórica, el revertir sus políticas constituye un proceso complejo
que depende del realineamiento de fuerzas políticas y sociales en un
mediano plazo.
Se ha convertido en una especie de lugar común el creer que en Ecuador
se vive un escenario de lucha social muy similar al de otros países de
la región, más aún con la victoria electoral en la primera
vuelta del Coronel Lucio Gutiérrez, a quien se lo compara permanentemente
con el Presidente Hugo Chávez de Venezuela y, en menor medida e impulsado
recientemente, a Lula. Sin embargo, sin entrar a prejuzgar los procesos sociales
que se viven en Venezuela y Brasil, con los que nos sentimos totalmente identificados,
queremos revisar algunos puntos que nos permitan caracterizar de mejor forma
la situación ecuatoriana.
1. Una tenue victoria
Es necesario recalcar, como punto básico para una discusión autocrítica,
que la denominada victoria "popular" en estas elecciones no es tan clara.
La izquierda ecuatoriana(3) y las organizaciones populares han sido incapaces,
una vez más, de presentarse bajo una misma coalición política
levantando un programa transformador. Es más, sus puntos estratégicos(4)
han sido o dejados a un lado o matizados hasta el extremo por parte de sus candidatos
representantes en estas elecciones presidenciales.
Además, desde el retorno al régimen constitucional a inicios de
los ochenta, ha participado en cuatro elecciones presidenciales dependiendo
de líderes coyunturales (Gral. Frank Vargas Pazos, dos veces al periodista
Freddy Ehlers y, la última, al Coronel Lucio Gutiérrez) que aunque
han representado un voto protesta, incluso a pesar de sus ánimos, no
han desarrollado una presencia claramente antineoliberal.
Lo que demuestra, como una regularidad política, el que los sectores
subalternos no hayan logrado construir un liderazgo nacional de alguna de sus
personalidades, que mantenga fuertes vínculos con las organizaciones
sociales así como una clara formación política. Esto significa
que carecen del suficiente peso simbólico en la sociedad como para mantener
un discurso autónomo que le permita disputar espacios a la hegemonía
conservadora y diferenciarse, aún cuando deba actuar en conjunto, de
la denominada centro-izquierda y los liderazgos de la rebeldía momentánea.
Esto podemos evidenciarlo cuando vemos que en el Ecuador esa corriente difusa
de energía social(5) que se ha opuesto al poder y al neoliberalismo no
ha podido ser encauzada políticamente por la izquierda.
Sin embargo, aún a pesar de la de la debilidad de la izquierda, la resistencia
social ha logrado tomar cuerpo en un extenso sector de la sociedad y ha sabido
sacar provecho de la crisis del bloque hegemónico.
En el Ecuador, al igual que en algunos países latinoamericanos, se registra
la inexistencia de un grupo burgués claramente diferenciado de la oligarquía
tradicional y con alcance nacional. Nunca se desarrolló una especie de
fracción industrial en las clases dominantes ecuatorianas, "los industriales
estuvieron claramente originados en fracciones de la clase dominante. Los hombres
de negocios se convirtieron en industriales para protegerse a sí mismos
de las caprichosas fluctuaciones del mercado internacional de mercancías
y para aprovechar los generosos beneficios impositivos dados por el Estado."(6)
Es decir, constituirían más bien una diversificación de
intereses de los grupos oligárquicos -unidos además por fuertes
y antiguos vínculos familiares-, que de una clara diferenciación
social profundizada por las fases específicas del capital; las únicas
'fracciones' identificables en las clases dominantes son las resultantes de
su origen regional, por ello "una descripción más correcta de
las clases dominantes del Ecuador puede ser la de un bloque relativamente homogéneo
de grupos económicos interconectados, en lugar de un conjunto de 'fracciones'
comerciales (importadoras-exportadoras), agrícolas e industriales que
compiten entre sí."(7)
En ese sentido, la diferenciación regional a lo interno del bloque hegemónico
y su permanente pugna genera una profunda crisis de hegemonía y etapas
de estancamiento prolongados, donde las diferentes fuerzas sociales, incluidas
las clases subalternas, se encuentran enfrentadas pero sin capacidad de someter
a los otros a su proyecto político. Esto ha sucedido en el Ecuador los
últimos años. Al punto nodal del eje de la "estabilización
neoliberal", de romper la resistencia popular, con vistas a cumplir con todas
las exigencias del capital, se sumaba, en el caso ecuatoriano, la disputa en
el bloque hegemónico de quién alcanzaría la supremacía
política para dirigir el proceso.
Ninguna de sus tendencias regionales ha tenido la fuerza de imponerse, su enfrentamiento,
aparte de generar espacios para la irrupción de sectores subalternos,
como el movimiento indígena, ha permitido que otros grupos económicos
emergentes intenten tomarse el gobierno como una vía para consolidarse
(como ejemplo, véase el caso del gobierno de Abdalá Bucaram).
La última ocasión que los grupos tradicionales dentro del bloque
hegemónico lograron articular una gran alianza (1998-2000: durante el
gobierno de Jamil Mahuad se logró, en base al pacto socialcristiano por
la costa - democratacristiano por la sierra, cubrir todo espacio estatal así
como el apoyo de medios de comunicación, la élite de la Iglesia
Católica, varios intelectuales, entre otros) terminó en un fracaso
rotundo que llevó al país a una profunda crisis económica,
gracias al salvataje bancario. Lo que quebró la "Santa Alianza" que la
derecha mantenía, profundizando diferencias dentro del bloque hegemónico
en cuanto a cómo manejar la crisis y el fracaso de la receta neoliberal.
En este último período, el bloque hegemónico no pudo levantar
un acuerdo interno que evada la fragmentación regional. Al mismo tiempo,
la crisis económica que el país ha vivido los últimos años
ha jalado al sistema político a una difícil posición. La
incapacidad de la dirigencia política (por carecer de instrumentos, gracias
al debilitamiento del estado, como a su falta de voluntad de cambios) de encontrar
salidas a la difícil situación económica ha puesto en cuestión
su representatividad. Ante esto los partidos tradicionales, ejes del sistema
político, han respondido con una salida conservadora: retirándose
del espacio nacional, refugiándose en las regiones donde todavía
mantienen aceptación y apostando a los viejos liderazgos de sus caudillos(8).
Así llegamos al escenario que afrontó la izquierda y centro-izquierda
ecuatoriana. De esta forma la victoria de los candidatos "progresistas" (Lucio
Gutiérrez, apoyado por Pachakutik y MPD, que ganó la primera vuelta
con el 20,64%; el tercer lugar de León Roldós, apoyado por el
Partido Socialista, con el 15,40%; y el cuarto puesto del "socialdemócrata"
y expresidente Rodrigo Borja con el 13.97%) fue muy relativa. Pues evidencia
antes que la expresión política de la fortaleza de los sectores
subalternos, la debilidad de los grupos poderosos que no supieron encontrar
una fórmula de expresión propia y se han visto abocados a negociar
con los otros candidatos su influencia en el próximo gobierno gracias
a un escenario de fracaso del modelo neoliberal, crisis económica e irrupción
exitosa del clientelismo de Alvaro Noboa, el mayor heredero del mayor oligarca
del país, que les negaría la posibilidad de establecer las tradicionales
negociaciones intergrupales para el reparto del botín.
Adicionalmente, vale ver que el resultado de estas elecciones evidencia una
vez más el deterioro del peso de las capas medias en la sociedad. Los
candidatos más votados por este sector -Roldós y Borja- perdieron
las elecciones, mientras que sus mayores temores políticos –Gutiérrez
y Noboa- están disputando la segunda vuelta.
La evidencia de la debilidad de la izquierda ecuatoriana no solo se puede constatar
con la debilidad en su disputa por la hegemonía cultural al neoliberalismo.
Basta recordar el grado de despolitización alcanzado en la sociedad,
por ejemplo, el ausentismo en estas elecciones fue del 35%, el porcentaje más
alto desde el retorno al régimen constitucional en 1981, a lo que se
debería sumar 729.399 votos no válidos (nulos o en blanco). Lo
que convertiría a esta última expresión de la apatía
política en la verdadera tercera minoría-mayoritaria.
Por otra parte, la actuación de los candidatos y sus propuestas llevó
a una mayor despolitización del debate electoral. Ninguno confrontó
o debatió propuestas en contra de los sectores hegemónicos, al
tiempo que trataron de abordar las cuestiones políticas bajo una visión
de supuesta tecnicidad neutral. Así teníamos, por una parte, a
un extremadamente tibio León Roldós, que incluso llegó
a acuerdos con sectores de derecha emergente (Fuerza Ecuador) y decadente (DP
y UNO), y, por otra, al Coronel Gutiérrez de confusas expresiones (como
en sus declaraciones que asemejaba a Fidel Castro con Pinochet, su cercanía
al gobierno de Taiwán, o cuando proclama no tener ideología) que
apostaba a mostrarse como un apaciguado político ante su imagen de "golpista
rebelde". En el caso del expresidente Rodrigo Borja(9) su discurso de una moderada
centro-izquierda solo se mantiene en ciertos períodos electorales de
oposición.
2. El legado neoliberal
Dentro de este período de transición, de salida del modelo
neoliberal, vale constatar algunas trampas que buscan si no impedir el proceso,
por lo menos limitarlo.
La primera constituye un buen reflejo del mayor triunfo ideológico del
neoliberalismo. Trata de cuando los actores políticos actúan como
si no hubiera ninguna elección, como si todo lo que hicieran les fuera
impuesto por las circunstancias, lo que hace que la democracia se vuelva prisionera
de una política angosta, donde los debates políticos y sus desenlaces
son previsibles desde el comienzo. Reforzando aquella visión del tantas
veces usado There Is Not Alternative (el TINA, por sus siglas en inglés,
que propugnaba con tanta fiereza la "dama de hierro")
Sin embargo, esto solo adquiere fuerza completa una vez que un supuesto gobierno
alternativo demuestra que verdaderamente no existen otras políticas.
Así para consumar la muerte de la socialdemocracia keynesiana han sido
indispensables los gobiernos de la "Tercera Vía" del laborismo británico
y el "Nuevo Centro" alemán. De esta forma, se genera un dispositivo muy
refinado de neutralización del pluralismo político: la derecha
se desdobla en dos, apropiándose de los aspectos simbólicos de
sus oponentes (principalmente, la socialdemocracia y el ecologismo en Europa),
ocupando gran parte, y en ocasiones todo, el espacio político-electoral
con un solo discurso. Con esta operación el neoliberalismo se consolida
creando él mismo su propia oposición para que todas las opciones
"posibles" queden encerradas en el estrecho campo del "pensamiento único".
Y esto también vale para el caso ecuatoriano, pues hay formas más
sutiles de neutralización política que la confrontación
directa, el bloqueo o la asimilación son siempre posibilidades válidas
para un bloque hegemónico dividido pero no derrotado. Se puede permitir
la alternancia en el gobierno cuando se asegure la imposibilidad de un contenido
político alternativo.
Finalmente tenemos otra serie de dispositivos que buscan acortar el escenario
político-institucional, dejando un mínimo margen de maniobra a
los próximos gobernantes.
Tenemos medidas como la dolarización, que constituye un reto inmediato
para la izquierda, es sin duda la mayor camisa de fuerza impuesta a la sociedad
ecuatoriana. Con esta medida se incrementa tanto la dependencia a los capitales
internacionales (para compensar déficit comercial y fiscal, pago de deuda
externa y mantener niveles de circulación de masa monetaria para su mercado
interno) como la vulnerabilidad a la coyuntura internacional (recesión
mundial, aumento del riesgo de inversión en Sudamérica y, sobre
todo, al precio del petróleo), de igual manera, se privilegia la rigidez
fiscal que desestimula un mayor papel del Estado en la economía, y refuerza
un modelo de acumulación que depende de la depredación ambiental
y la explotación laboral para poder competir en el campo internacional.
Junto a esto tenemos la última reforma fiscal aprobada por el saliente
Congreso Nacional, en donde se destina por ley sobre el 50% del presupuesto
del Estado, enriquecido por la explotación del nuevo oleoducto, al pago
de la deuda externa. Con todas estas medidas el margen de acción es muy
estrecho, lo que augura un futuro lleno de disputas y negociaciones permanentes
entre los actores sociales.
3. La incógnita de Lucio Gutiérrez
No voy entrar a la polémica sobre el real papel del Coronel Lucio Gutiérrez
en el levantamiento popular y el golpe militar del 21 de enero de 2000. Lo que
busco entender es el papel que pudiera tener para el futuro si logra ganar la
segunda vuelta en las elecciones presidenciales, que según el estado
político actual, así como lo señalan varias encuestadoras,
sería lo más probable.
Advierto, antes que nada, que una reflexión colectiva y profunda sobre
el papel actual de las Fuerzas Armadas en Ecuador está todavía
por realizarse. Pero en el análisis por hacer no podrá faltar
observar tanto el trabajo social que esta institución ha venido desarrollando
los últimos años, que le han otorgado una gran legitimidad en
la sociedad, sobre todo rural, su papel en la resistencia ante la desintegración
del estado ecuatoriano, como la infaltable política de contrainsurgencia,
de vigilancia y desmovilización de la protesta social. En todo caso,
son temas a considerarse para entender el fenómeno Gutiérrez.
Como primer punto, insisto que la victoria del coronel Gutiérrez es síntoma
tanto del crecimiento y la continuidad de la protesta, como de la debilidad
de la izquierda para alcanzar la hegemonía y conducir la lucha social
en condiciones de crisis.
Vale advertir también que no es un individuo de izquierda, como el mismo
lo ha dicho reiteradamente, y que en sus escasos y confusos planteamientos no
se pueden advertir grandes deseos ni capacidades para cambios radicales con
el modelo actual. Sin embargo, sí ha tenido ciertos ofrecimientos que
significarían, de ejecutarse, rupturas que no caben dentro de la lógica
neoliberal, como el privilegiar la producción para el mercado interno,
una política soberana y nacionalista, así como una fuerte inversión
social. Además, su base electoral ha provenido justamente de los sectores
más excluidos del país, que han visto en él a un representante
del anti- establishment.
Con todo, hay algunos elementos que deberían llamar la atención
de la izquierda ecuatoriana. Las indefiniciones del candidato así como
su alejamiento de grupos sociales que lo apoyaron en la primera vuelta han hecho
que de un normal proceso de negociación y diálogo con diversos
sectores en base de un capital político previo (cámaras empresariales,
embajadas de EE.UU y España, organismos internacionales, partidos políticos
populistas y personajes de derecha) se transite a un proceso que signifique
la disolución de todo el capital político acumulado.
Por lo pronto, ya se han visto señales de que la derecha lo está
cercando, exigiendo "control a los radicales" y subordinación al capital
internacional. Así el candidato ha dejado el traje militar, símbolo
de rebeldía en la primera vuelta, por trajes formales; pone como voceros
económicos a personajes cercanos a poderosos grupos económicos;
habla ya de "fortalecer la dolarización", de "respetar todo convenio
internacional" en referencia al ALCA, la base de Manta y el pago de la deuda
externa; de igual forma, mientras las organizaciones populares de todo el continente
se encuentran en las calles de Quito marchando en contra del ALCA, a propósito
del encuentro de Ministros de Comercio Exterior de las Américas y su
reunión pro ALCA, el candidato decidió ir a Estados Unidos a "mejorar"
su imagen internacional.
Se sabe que ningún gobernante del mundo realiza todo el plan que desea,
pues en su gobierno intervienen, entre otras cosas, la correlación de
fuerzas y las movilizaciones sociales, lo que exige que las organizaciones populares
y los partidos de izquierda traten por todos los medios de presionar a un futuro
gobierno de Lucio Gutiérrez para iniciar la transición que nos
saque de la tormenta neoliberal.
Un escenario con la llegada al poder de un personaje identificado con la tendencia,
sin mayor preparación política y vínculos con las organizaciones
populares, a lo que se suma la institucionalización que significaría
la participación de estos en un gobierno - inserción en la burocracia
y la consecuente cooptación de líderes sociales- al que tendrían
que sostener(10), pone a la izquierda ecuatoriana ante un nuevo reto: dar forma
a un verdadero cambio social, participando en un gobierno sin ser el socio minoritario,
o dejar que los vacíos, ante las exigencias de administrar la crisis,
sean llenados por el statu quo. Es decir, o se crea un programa alternativo,
o se adopta el neoliberal. Eso, claro, bajo los supuestos de que el coronel
Lucio Gutiérrez gane la segunda vuelta electoral y que gobierne de mano
de quienes lo apoyaron en la primera.
Notas
1- Licenciado en Comunicación Social, candidato a Magister en Comunicación
por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. Miembro
de la dirección nacional de la Juventud Socialista y del Partido Socialista
– Frente Amplio. Vale aclarar que este artículo no es la expresión
de la opinión del PS-FA, ni de ninguno de sus organismos, es de exclusiva
responsabilidad del autor.
2- "Speech of Dr Marx on Protection, Free Trade, and the Working Classes", Northern
Start, 9 de octubre de 1847. Citado en Francis Wheen, Karl Marx,
Madrid, Editorial Debate, 2000, p. 21.
3- Hacemos referencia a: a) la izquierda histórica: el Partido
Socialista - Frente Amplio, que es, desde 1995, el resultado de un proceso de
unificación del Partido Socialista Ecuatoriano y el Frente Amplio de
Izquierda, nominación electoral del Partido Comunista, mantiene una mayor
influencia en el Frente Unitario de Trabajadores. b) la izquierda estalinista,
el Partido Comunista Marxista Leninista (PCMLE) y su frente electoral, el Movimiento
Popular Democrático (MPD), de tendencia maoísta y con predominio
en los gremios de maestros y de estudiantes; c) a los nuevos movimientos
sociales, como les gusta decirse, cuya columna vertebral es la organización
indígena CONAIE, que ha establecido ciertas alianzas con gremios de trabajadores
públicos, sobre todo los petroleros, y pequeños grupos de cristianos
de izquierda, organizaciones de derechos humanos y exmilitantes de partidos
de izquierda. Participan con el Movimiento Plurinacional Pachakutik.
4- Nos referimos, básicamente, a la oposición al ALCA, negativa
de apoyo al Plan Colombia y necesidad de la salida de las tropas estadounidenses
de la base de Manta, recuperación de la soberanía monetaria, no
privatización de empresas públicas, redistribución de la
riqueza que combata la pobreza y desigualdad, estricto control financiero, un
mayor papel del Estado, entre otros.
5- Como ejemplos tenemos los casos de las dos derrotas electorales de la derecha
orgánica socialcristiana con Jaime Nebot, la victoria del NO en el plebiscito
del gobierno conservador a favor de medidas neoliberales en 1994, el 5 de febrero
de 1997 contra el populismo neoliberal del entonces presidente Abdalá
Bucaram, las movilizaciones de marzo y julio del 99 contra la entonces poderosa
alianza de la derecha y, finalmente en el mismo período, la movilización
que derrocó al expresidente Jamil Mahuad en Enero del 2000.
6- Catherine Mary Conaghan, Industrialist and the reformist interregnum:
dominant class behavior and ideology in Ecuador, 1972-1979. Tesis doctoral,
Yale University, 1983, pp. 82-83 (inédita) citado por Liisa North, "La
estructura del poder socioeconómico y político en el Ecuador entre
1960-1980" en Nueva Historia del Ecuador, vol 13, editado por Enrique
Ayala Mora, Quito, Corporación Editora Nacional-Grijalbo, 1993, p. 199.
7- Liisa North, "La estructura del poder socioeconómico y político
en el Ecuador entre 1960-1980"..., p. 201. Adicionalmente para una visión
completa de la constitución del Ecuador como Estado-Nación y dentro
de ella una caracterización más precisa de las clases dominantes
véase Rafael Quintero y Erika Silva, Ecuador una Nación en
ciernes, 2da edición, Quito, Editorial Universitaria, 1995.
8- Esta estrategia se puede divisar con el encierro de los socialcristianos
en Guayaquil y la costa, la autodenominada socialdemocracia en Quito y la sierra.
Así como a la activa presencia de León Febres Cordero, en el primer
caso, y de Rodrigo Borja, en el segundo. Mientras el populismo del PRE la tuvo
más difícil gracias al exilio de Abdalá Bucaram, que tuvo
que contentarse con intentar captar su voto duro de la costa en base a la participación
de su hermano Jacobo como candidato presidencial. Por último, la Democracia
Cristiana ha pagado la factura de su gobierno con Jamil Mahuad. No solo que
se fragmentó en por lo menos dos organizaciones políticas (DP
– Patria Solidaria), sino que sus votos disminuyeron significativamente, arrastrando
incluso a su líder histórico, Osvaldo Hurtado, y afectando su
influencia en su región: la sierra.
9- Rodrigo Borja es el máximo líder del partido Izquierda Democrática,
afiliado a la Internacional Socialista, ha ejercido un caudillismo rígido
y celoso a lo interno de su organización, así como poco asequible
hacia otros sectores. Hemos descartado ubicar a esta sector dentro de la izquierda
ecuatoriana por su sistemática diferenciación y autoubicación
discursiva en la centroizquierda, porque, en el caso ecuatoriano, no surge de
la lucha social ni representa, lo que podría decirse la derecha, de los
sectores populares y sus organizaciones, sino que nace de disputas electorales
y constituye la parte considerada "progresista" del bloque hegemónico
(la burguesía de la sierra, sobre todo de Quito), aún cuando también
tiene una fuerte representación de capas medias, adicionalmente hay que
recalcar que la autodenominada socialdemocracia latinoamericana cuando ha estado
en el gobierno ha aplicado políticas neoliberales, véase las acciones
de su gobierno durante 1988-1992.
10- Recordemos que el Ecuador desde fines de los noventa transita un período
de extrema inestabilidad. Dos presidentes –Bucaram 97 y Mahuad 2000-, en mejores
condiciones que un supuesto gobierno de Lucio Gutiérrez, fueron sacados
del poder por la combinación de movilización popular, arbitraje
de las Fuerzas Armadas y el consentimiento de fracciones de grupos hegemónicos.
De ganar Lucio, vale interrogarse sobre con qué sectores gobernará.
Para hablar solo de la composición de fuerzas en el Congreso Nacional,
la izquierda en su conjunto –sumado el Partido Socialista, que no lo apoyó
en la primera vuelta y ahora ha llamado a votar por él, pero con cierto
distanciamiento político- tendría una quinta parte de la representación
en el Congreso. Otra quinta parte lo tiene el socialcristianismo, el partido
representante orgánico de la oligarquía guayaquileña; poco
menos de ese porcentaje lo tiene también la autodenominada socialdemocracia,
representante de poderosos grupos económicos serranos, que ya le ha negado
el apoyo; y, otro tanto igual lo tiene el PRE de Bucaram, que representa a un
poderoso grupo emergente de Guayaquil, que ahora también lo auspicia
cercanamente.