29 de noviembre del 2002
¿Qué significa el triunfo de Lula?
Correo Internacional nº 97
Finalmente, después de tres intentos fallidos, Luiz Inácio
Lula da Silva fue electo presidente de Brasil. En la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales, Lula logró un aplastante triunfo sobre el candidato oficialista
José Serra (61 a 38%). Esta victoria ha tenido repercusión mundial,
en especial en Latinoamérica. Como parte de esto, se profundiza en el
seno de la izquierda mundial y continental un debate que ya se había
iniciado durante la campaña electoral. En primer lugar, cuál es
el significado real de este triunfo. Y lo que es mucho más importante
aún: qué tipo de gobierno encabezará Lula y qué
actitud debemos tener frente a él.
Un gran deseo de cambio
Lo primero que debemos analizar es que este resultado expresó el profundo
sentimiento de oposición de una amplia mayoría de los trabajadores
y el pueblo brasileños al gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
Fueron ocho años de entrega al imperialismo y de avance en la colonización
del país. Cardoso gobernó para asegurar el pago de la deuda externa
(una de las más grandes del mundo), las privatizaciones, los ataques
al salario y las conquistas laborales. Una política que, por un lado,
llevó al país al borde de la ruina, en medio de una gravísima
crisis financiera y con una moneda que cayó casi a la cuarta parte de
su valor inicial. Por otro lado, el desempleo, la pobreza, el hambre y la miseria
han crecido enormemente. Las masas brasileñas votaron, entonces, contra
el gobierno y la terrible situación de penuria económica y social
que viven. Por eso, el gran derrotado fue el candidato oficialista: en la primera
vuelta apenas llegó al 27%, a pesar de todo el apoyo del aparato del
gobierno.
La candidatura de Lula fue tomada por las masas para expresar su bronca y su
descontento. Y también, lo que es muy importante para el futuro, el
resultado muestra un gran deseo de cambio para terminar con el
actual estado de cosas. No es casual que poco antes de las elecciones, más
de diez millones de brasileños (a pesar del boicot del PT) manifestaron
en un plebiscito no oficial su rechazo al ALCA, la última herramienta
de colonización de los yanquis.
Lula ya se comprometió con el FMI y el imperialismo
Pero, lamentablemente, este deseo de las masas brasileñas de cambiar
las cosas y mejorar su vida a través del gobierno Lula chocará
con la realidad.
Porque Lula no representará un cambio en relación con el gobierno
y la política de entrega y hambre de Fernando Henrique Cardoso. Por el
contrario, será su continuidad. Y no decimos esto como resultado de nuestro
"sectarismo incurable" : han sido el propio Lula y el PT quienes lo han dicho
con palabras y acciones a lo largo de toda la campaña electoral.
En primer lugar, Lula y el PT hicieron una alianza electoral con el Partido
Liberal, un partido burgués de derecha. De allí proviene el
vicepresidente José Alencar, dueño del grupo textil Coteminas.
En sus empresas,15.000 obreros trabajan 12 horas diarias con salarios bajísimos
y se persigue a los trabajadores que quieren organizarse sindicalmente. Por
si fuera poco, este hombre apoyó el sangriento golpe militar de 1964.
Sin embargo, a pesar de estos antecedentes, para Lula y el PT, Alencar es "el
patrón que Brasil necesita". ¡Qué diferencia con las primeras
campañas del PT cuando se llamaba a votar a Lula porque "todos los
demás candidatos eran burgueses"!
En segundo lugar, Lula firmó en agosto, junto con todos los candidatos
patronales, un acuerdo con el FMI en el que se comprometía, en caso de
ganar las elecciones, a reducir el presupuesto estatal y a bajar los gastos
del Estado, a continuar con las privatizaciones y a eliminar conquistas laborales.
En otras palabras, más hambre y miseria para garantizar el pago de la
deuda externa.
Por último, Lula y el PT han dejado de lado la lucha contra el ALCA.
Por eso, primero boicotearon la campaña y el plebiscito que lo rechazaba
y, luego, los representantes del PT abandonaron la mesa de coordinación
que organizaba estas actividades. Más aún: después de la
primera vuelta electoral, Lula declaró que discutiría con el "compañero
Bush" la integración de Brasil al ALCA (Clarín, 17/10/02).
¿Dónde han quedado las viejas posiciones antiimperialistas del PT?
El espejo de Argentina
Sin dudas, la situación argentina es una de las grandes preocupaciones
de los empresarios y políticos patronales brasileños. Todos piensan
cómo evitar que Brasil llegue al grado de derrumbe económico-financiero
del vecino país. Pero lo que sobre todo les preocupa es cómo impedir
que estalle en Brasil un inmenso proceso de movilización revolucionaria
de masas como el que vive Argentina.
Este fue, precisamente, uno de los centros del debate entre Lula y Serra durante
la campaña. En los hechos, discutían quién de los dos era
mejor para lograr estos objetivos.
En este aspecto, Lula le dijo a los patrones y el imperialismo que "nadie
representa tanto la estabilidad como yo. Nadie tiene el apoyo que yo tengo del
movimiento sindical, social y popular". No se puede negar que Lula ha sido
claro: él pondrá todo su peso y su prestigio de dirigente de masas
al servicio de salvar el capitalismo y evitar la revolución. En este
sentido, Lula y el PT no hacen más que profundizar el rol de "dique de
contención" para la lucha de las masas que ya han venido jugando en la
última década.
Por eso, a pesar de que los grandes patrones brasileños y el imperialismo
hubieran preferido un triunfo de José Serra, ninguno ataca al futuro
gobierno de Lula. Por el contrario se disponen a gobernar con él. Los
grandes banqueros ya le dieron su apoyo, apenas terminada la primera vuelta;
las cámaras empresariales hablan del resultado electoral como un "triunfo
de la democracia" y el propio "compañero" Bush (que ve enemigos por
todos lados) dijo que quiere tener "una relación constructiva"
con el gobierno de Lula (Clarín 28/10/02).
Un Frente Popular "atípico"
Lula, entonces, encabezará un tipo de gobierno que históricamente
se ha llamado de Frente Popular. Es decir, un gobierno en el que el principal
partido y el más importante dirigente de la clase obrera gobernarán
junto con representantes de la burguesía para salvar el capitalismo y
evitar la revolución. Pero, a diferencia de los tradicionales gobiernos
de este tipo, el de Lula no estará integrado por la "sombra de la burguesía"
(como decía León Trotsky para expresar que eran sectores secundarios
o marginales de la patronal) sino por verdaderos "pesos pesados" de la burguesía,
como es el caso de Alencar.
Por otro lado, cuando este tipo de gobiernos se dieron en países semicoloniales,
tuvieron, en general, características antiimperialistas y fueron duramente
atacados por el imperialismo. Fue el caso, por ejemplo, de Salvador Allende
en Chile, en 1970-1973. Por el contrario, por todo lo que hemos señalado,
opinamos que el gobierno de Lula será, desde su inicio, claramente pro
imperialista.
Por eso, consideramos claramente equivocada la posición de quienes presentan
el triunfo de Lula como el "cambio posible". Es la lógica e inevitable
posición de aquellos que han reducido sus objetivos al imposible y reaccionario
deseo de "humanizar al capitalismo". Pero mucho más grave aún
es la defensa del gobierno de Lula que hacen corrientes que se definen como
revolucionarias. Es el caso, por ejemplo, de la UIT (Unión Internacional
de Trabajadores), cuyo partido argentino, el MST (Movimiento Socialista de los
Trabajadores) además de festejar el triunfo electoral de Lula, lo considera
un ejemplo a seguir en Argentina para lograr "que se vayan todos" (declaración
del 8/10/02).
Ninguna confianza en el gobierno de Frente Popular: No al pacto social
Por todas estas razones, la LIT-CI y el PSTU de Brasil presentaron la candidatura
del dirigente metalúrgico Zé Maria de Almeida para enfrentar a
Lula. Por esta mismas razones, la LIT-CI y el PSTU estarán, desde el
primer día, con las masas, apoyando sus movilizaciones contra el imperialismo
que tenderán a enfrentarse con el gobierno en la medida que este cumpla
con los compromisos de hambre y entrega con el FMI.
Llamamos a los trabajadores brasileños a no confiar en el gobierno. Como
expresó Zé Maria en su carta para la segunda vuelta electoral:
"decimos a todo el pueblo deseoso de cambios que para obtenerlos será
necesario preparar desde ahora la movilización popular. (…) En especial,
el PSTU afirma que los trabajadores no deben aceptar ningún pacto social,
al contrario de lo que propone Lula. Porque "pacto social" es sinónimo
de más sacrificio para el pueblo, para pagar los intereses de la deuda".
(*) Publicación mensual de la LIT-ci (Liga Internacional de los Trabajadores
– IV Internacional), editada por el PRT-Izquierda Revolucionaria en el Estado
Español.