¿Otro Brasil posible?
Una victoria con dos significados
Sergio Ferrari
El doble triunfo electoral de Lula en las elecciones presidenciales de Brasil (primera vuelta el 6 de octubre, segunda vuelta el 27 de octubre) se convierte ya en uno de los hechos políticos más trascendentes de la historia contemporánea latinoamericana.
No sólo por el apoyo masivo expresado en esos casi 60 millones de votos sino también por el mismo perfil histórico-personal del candidato petista, y aún más por la particular etapa que vive desde hace algunos años el movimiento social brasilero. Sin subestimar, adicionalmente, la implícita condena que significa ese voto al actual modelo neo-liberal que ha convertido al gigante del Cono Sur en una de las naciones socialmente más polarizadas del planeta.
De la victoria de Lula y su pujante Partido de los Trabajadores - con más perfil de frente de sectores populares que de partido de izquierda tradicional- se desgranan dos significados esenciales. De la confluencia, complementación o contradicción de los mismos dependerá, en gran medida, el éxito o fracaso de esta singular etapa-experiencia brasilera que se abre.
En primer lugar, el factor simbólico de la elección. Implica ya una clara victoria popular. La irrupción de nuevos sujetos populares que golpean al poder omnipotente de las élites indicando una nueva forma de ciudadanía en diseño. Significa, también, la posibilidad de un cambio geo-político de relaciones de fuerza no sólo en Brasil sino en todo el continente.
Reactiva nuevos actores sociales; amalgama procesos y proyectos progresistas; restituye la confianza en la disputa de todos y cualquier espacio político; premia una visión nacional, estrechamente ligada a la soberanía frente a Washington.
A partir de hoy se configurará otra América Latina. Despolvoreando el Chiapas aislado. Oxigenando a la Cuba bloqueada; dándole apoyo subliminal al cada vez más amenazado Hugo Chávez en Venezuela; reforzando el ascenso de los movimientos indígena-campesinos de Bolivia y Ecuador -a pocos días de la segunda vuelta electoral-; reforzando el ya ascendente Frente Amplio uruguayo de cara a las elecciones del 2004 y cuando ya se consolida como primera fuerza política nacional...
Sin menospreciar, al ritmo del Prespuesto Participativo de Porto Alegre, el estímulo que la nueva energía de ejercicio del poder brasilero anivel nacional, puede aportar a todas las iniciativas locales, comunales, regionales, que proliferan en el continente, en particular las esperanzadoras gestiones de gobierno municipal en muchas de las principales capitales y ciudades del continente, desde San Salvador hasta Montevideo pasando por Managua y tantas otras.
En segundo lugar, el elemento concreto de un gobierno sensible a las aspiraciones/reivindicaciones del movimento social. Si todo se proyectara según la trayectoria histórica del PT y de su gestión en importantes Estados y ciudades brasileras, el ejercicio del nuevo poder a nivel nacional podría permitir avanzar pasos claves en la búsqueda de alternativas ciertas al actual modelo hegemónico norteamericano/instituciones financieras internacionales con sus enlatados ALCA, plan Puebla-Panamá etc.
Brasil -tanto el PT como importantes sectores del gran empresariado nacional que lo apoyaron- apuestan a una dinámica diferente para el continente.
Y es aquí donde se plasma el reto esencial de la nueva dirigencia brasilera. El de encabezar en su calidad de décima potencia mundial con un liderazgo con sensibilidad popular, un proyecto de cambios donde desarrollo productivo y redistribución democratizante de riquezas pueda entrar en un mismo escenario.
Un país, un continente, donde « puedan caber todos » al decir de la dirigencia brasilera . La que a pesar de las enormes dificultades, tensiones, zancadillas del imperio y contradicciones internas, anticipa aportar en esta etapa la creatividad del cambio con sensibilidad y movilización social.
La dimensión de la Nación - 8 millones de kilómetros cuadrados, cerca de 180 millones de habitantes- el peso mismo de su deuda externa (230 mil millones de dólares) se transforman en factores de peso en la mesa de negociación. Brasil no es una pequeña nación bananera y una postura fuerte con respecto a temas macros claves - como la forma de renegociar la deuda-, puede incluso hacer tambalear una buena parte del sistema financiero internacional.
Nada será fácil ni simple. Las voces de alerta crítica del mismo Moviento de trabajadores rurales sin Tierra (MST) indican también un marco de referencia para todo el movimiento social brasilero y para los movimientos populares del mundo entero. La movilización social se convertirá, más que nunca, en el factor decisivo que indicará el rumbo de Lula presidente. Por el momento hay lugar para la fiesta. La alegría del cambio y los símbolos también cuentan....