Por: Emilio J. Corbière

Resurge de las cenizas el populismo peruano de la mano del ex presidente Alan García. Un movimiento surgido en 1924, heredero de la Revolución mexicana de 1910-11 y de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918.

El aprismo peruano, liderado por el ex presidente Alan García, arrasó en todo el Perú, salvo en Lima, donde triunfó una alianza conservadora denominada Unidad Nacional.

El APRA es como el ave fénix, siempre resurge de sus propias cenizas. No es novedoso en el Perú el triunfo del aprismo y que en Lima se impongan los conservadores. Cuando el APRA triunfaba en todo el país andino, especialmente en su bastión, el Norte peruano, el ex dictador militar, Manuel Odría, solía ganar en la blanca y culta Lima.

Es que el Perú, como decía el gran Amauta, José Carlos Mariátegui, es una 'nación irresuelta', donde una casta blanca y cristiana, domina a las masas campesinas e indígenas.

Otro dictador, Augusto Leguía, que gobernó entre 1919 y 1930, solía decir, con su particular histrionismo, que la región andina era boliviana, la selvática y los llanos, brasileña y el verdadero Perú, según él creía, era la costa, el Perú oligárquico de los gamonales (latifundistas).

Para entender al Perú y a la América latina, hay que leer 'Siete ensayos sobre la realidad peruana', de Mariátegui. Pero no sólo fue el Amauta el único político peruano ilustre, también se destacó Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la ideología del populismo latinoamericano, donde abrevaron, décadas después, todos los populismos sociales: el movimientismo boliviano, el peronismo y el radicalismo intransigente argentinos, el batllismo uruguayo, el gaitanismo colombiano, y tantos otros.

Aprismo y frente de clases

La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) fue fundada por Haya de la Torre en México, en 1924, como 'partido continental' de la revolución nacionalista, antiimperialista e indigenista.


En los años veinte y comienzos de los treinta, era un grupo revolucionario que combatió las dictaduras malditas de Leguía, Luis Sánchez Cerro y Odría. Junto a Haya de la Torre se destacaron Magda Portal, Manuel 'Cachorro' Seoane, Luis Alberto Sánchez, 'Búfalo' Barreto, entre muchos otros. Atacaron muchas veces los cuarteles militares y los entorchados los reprimieron con ferocidad, como en la masacre de Chan-Chan. Haya escribió un libro que fue leído por varias generaciones: 'El antiimperialismo y el APRA'.

En los años cuarenta, Víctor Raúl viró hacia posiciones más moderadas aceptando la política de 'buena vecindad' de Franklin Delano Roosevelt, los dos eran masones. Giró hacia los Estados Unidos. Su partido, decía, no era clasista sino un frente de clases, que englobaba a los sectores medios. Pero, por más que trató de potabilizarse con el sistema, los militares y la oligarquía nunca le perdonaron sus pecados revolucionarios y le impidieron gobernar el Perú. Cuando triunfó electoralmente en 1962, los militares no le permitieron formar gobierno.

El odio entre el aprismo y los militares era tan grande que tampoco se pudieron poner de acuerdo cuando, en uno de esos movimientos latinoamericanos, un militar nacionalista y antinorteamericano, se hizo con el poder en 1968, el general Juan Velasco Alvarado.

A diferencia de Juan Perón, dejó un partido-movimientista organizado y señaló al dirigente más joven, como su heredero: Alan García. Este joven logró el gobierno en 1985 y rompió con el FMI. Se sabe la historia siguiente, el APRA cayó y se impuso Alberto Fujimori, un arribista transformado en dictador y caracterizado por la corrupción. Ahora el aprismo vuelve y se prepara para reemplazar al Presidente Alejandro Toledo.