Faltaba nomás que el gobierno del hombre que más ha paseado por las plazas del país presentando su historia personal como la del ascenso desde la pobreza hasta la presidencia de la república por la vía de la educación, se convierta en el que finalmente pretendiera dar el puntillazo a la educación pública gratuita legislando para que las universidades estatales sean pagadas, reduciendo así la responsabilidad estatal de atender sus necesidades de recursos, porque no hay plata pues. Ocurrente, el congresista Ayaypoma ha propuesto que, como medida de "solidaridad", los estudiantes procedentes de colegios particulares sean obligados a pagar una mensualidad para el sostenimiento del presupuesto universitario, mientras que solidariamente se burla del planteamiento de la FEP para que los congresistas, ministros y otros funcionarios del régimen contribuyan a la reclamada austeridad rebajándose sus abultadas remuneraciones.
Como si el derecho a la educación fuese una dádiva del supuesto Estado beneficencia y debiera transformarse también en un PRONAA, donde hay que demostrar que se es pobre para recibir, don Marcial ha aplicado una lógica implacable: ¿quieren una mejor universidad, con más libros, servicios y mejores profesores?. Paguen pues. ¿Qué hacen sus padres guardándose la plata debajo del colchón?. Si tenían para pagar el colegio, ¿por qué no pagan la universidad estatal?. Un genio, la verdad. Como otros tantos que ha estrenado Perú Posible y que demuestran que los Marcenaros, Medelius, y congéneres no eran arbitrarios y que está más bien en crecimiento una especie de parlamentarios capaces de derogar la ley de gravedad. Por supuesto que a Ayaypoma no se le ha ocurrido pensar en que la política de los últimos años ha sido directamente de desinversión en la educación. Cada vez los montos anuales para formar a los nuevos peruanos han sido inferiores y para barajar el asunto se ha optado por el maquillaje de las cifras agregadas,deministerios y organismos teóricamente vinculados a la actividad educativa. Y el caso es aún mucho más grave en el nivel superior, al que se le aplicado el supuesto de que la prioridad debe estar en los más niños, que encubre ciertamente el criterio de que la demanda de profesionales en una sociedad en crisis y reelitización está siendo satisfecha por las universidades privadas.
¿Tiene una idea Ayaypoma del sacrificio que representa para las familias, no sólo las pobres sino de las empobrecidas clases medias, lograr que uno o más de sus miembros realicen sus estudios universitarios?. ¿Todo lo que representa postergar el inicio laboral de los jóvenes, financiarlos como estudiantes muchas veces lejos de sus lugares de origen, apoyarlos con los libros y materiales de estudio, cubrir sus gastos personales, etc.?. ¿E imagina don Marcial que la gente no se ha dado cuenta de las debilidades de la educación pública y que si tuviera los recursos suficientes no colocaría a sus hijos en los centros privados, de dónde se egresa con muchísimas más opciones de trabajo?. ¿Cree que los padres con dinero ahorran justamente en educación, aprovechándose de la semigratuidad universitaria (la gratuidad ya no existe)?. ¿Ha sido testigo alguna vez este congresista, al que le parece demagógico bajarse el sueldo, del arte de los chicos de universidades estatales para vivir el día con un solo sol?. Yo pienso que es el efecto de la crisis larga en el Perú y la asimilación irreflexiva de las recetas neoliberales, lo que está llevando a iniciativas lamentables como las del señor Ayaypoma.
Allí dónde debería haber surgido un gobierno capaz de incrementar los fondos de educación, recuperar la escuela y la universidad pública, elevar la calidad de la enseñanza, invertir en forjar líderes para un país diferente, nos tropezamos con personas que se lamentan de que no podamos gastar en educación porque no hay plata, y que seguramente votarán a favor del helicóptero VIP y de las fragatas con misiles. Allí dónde el Estado debería ayudar decisivamente a reconquistar el terreno que le entregó a la universidad privada (al punto que tenemos de vicepresidente de la república a uno de los principales promotores del negocio educativo), dónde nos quiere llevar el congresista Ayaypoma es a generar una presión adicional sobre la economías de los estudiantes de familias con mayor ingreso relativo (que no quiere decir holgura) y tal vez forzarlos a salir del circuito estatal y trasladarse a las universidades privadas de bajo precio y dudosa calidad, que también las hay. Convertir la universidad pública en entidades de pobres, como ya se hizo largamente con la enorme mayoría de colegios estatales, es un mecanismo de discriminación, que luego se refleja crudamente en el mercado de trabajo y en las decenas de miles de profesionales taxistas que pululan en el Perú.
A más que la idea (?) del señor Marcial Ayaypoma resulta una virtual provocación para un gobierno que tiene flancos abiertos por todas partes. Inteligentemente el caballero ha dicho que no está vulnerando la gratuidad. Por lo tanto va a ser la primera gratuidad pagada. Y sin duda su efecto más inmediato será el de cambiar los términos del debate. Ya no será culpa del gobierno las miserias de nuestra educación. Será responsabilidad de los alumnos que no pagan y de las autoridades que no saben buscarse universitarios pagantes. Y si eso desata, como es inevitable, una nueva ola de protestas sobre la presidencia de Toledo que se tambalea: ¿de quién será otra vez las culpas?.