VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

LUIS INACIO LULA DA SILVA: UN OBRERO METALÚRGICO PRESIDENTE DE BRASIL

"Prensa Latina",

Luis Inacio Lula da Silva ganó hoy la presidencia para probar que un metalúrgico puede gobernar mejor a Brasil que las elites dueñas del poder en este país durante más de un siglo de República.
La votación del segundo turno este domingo en las elecciones de las nación arrojo, según las primeras cifras oficiales, mas del 60 por ciento de los votos válidos a su favor, mientras su contrincante, el oficialista José Serra, obtuvo un poco más del 39 para una diferencia de unos 21 puntos.
El pasado 6 de octubre, en el que recibió mas de 39 millones de votos, equivalentes al 46 por ciento de los sufragios validos, lo puso al borde de la victoria.
En las últimas tres semanas, el líder de la coalición de centro-izquierda liderada por el Partido de los Trabajadores (PT), arrastró detrás de su candidatura a todas las fuerzas opositoras que juntas sumaron en la primera vuelta el 76 por ciento a favor del cambio.
Mas aún, sumó evangélicos que ocho años atrás lo veían como un demonio, empresarios que amenazaron con abandonar el país y banqueros que alertaban un fuga masiva de capitales.
El mundo cambió, mucha gente en Brasil cambió, el PT también cambió y ahora queremos cambiar este modelo económico perverso que generó 12 millones de desempleados y la menor tasa de crecimiento del país en una década, afirmó Lula de manera reiterada durante su campaña, al explicar su nueva política de alianzas.
Su triunfo este domingo se ha convertido en el mejor regalo de aniversario este día, cuando cumple 57 años de su llegada al mundo, en un hogar de humildes labriegos analfabetos del nordeste brasileño, aquejado por la sequía y la miseria.
Yo soy un privilegiado, acostumbra decir, porque nací en una región donde una gran cantidad de niños muere antes de cumplir un año.
La llegada de Lula a la presidencia de Brasil habrá coronado una trayectoria política y personal única en este país de 169 millones de habitantes y ocho millones de kilómetros cuadrados, iniciada en un remoto poblado llamado Garanhuns, en Pernambuco.
El mismo recordó la última semana, en una manifestación de apoyo que reunió en Fortaleza, capital de Pernambuco, a mas de 70 mil personas que lo aclamaban con un mar de banderas rojas, que su vida hasta ese momento fue una lucha contra los prejuicios sociales.
"Decían Lula no puede ser candidato, él no habla inglés, ni francés, no tiene diploma universitario, y todavía tiene la marca en la mano de cuando fue obrero. Quien ya fue operario nunca va a dejar de ser operario", apuntó.
"Yo quiero decir, con orgullo -enfatizó-, que no quiero olvidar mis orígenes".
La fundación del Partido de los Trabajadores (PT), en febrero de 1980, puso de manifiesto su capacidad de organizador y aglutinador, al reunir bajo una misma bandera a sindicalistas, intelectuales, estudiantes, trotskistas y católicos de las Comunidades Eclesiales de Base.
Esa misma heterogénea composición social, a la que se sumaron en los últimos 20 años empresarios nacionalistas y trabajadores rurales sin tierra, artistas, profesionales y técnicos de todas las esferas, revela su fuerza y sus propias tensiones.
Luego de perder tres elecciones, en 1989 frente a Fernando Collor de Mello, y en 1994 y 1998 contra Fernando Henrique Cardoso, Lula maduró y acumuló una experiencia de dirección, que lo hace el mas conocido de los candidatos en todo Brasil.
Lula fue creciendo con el tiempo. En 1994 tuvo el 24 por ciento de los votos y en 1998 subió al 31 por ciento. El PT, que hoy gobierna a 50 millones de brasileños en municipios y estados bajo su administración, también aumentó su representación parlamentaria de 58 a 90 diputados y de 10 a 14 senadores.
Su trayectoria en estas elecciones es la de un corredor de autos que salió en punta hace 30 meses y nunca perdió la delantera.
Atrás queda medio siglo exacto desde el día en que su madre cargó con él y otros seis hermanos a bordo de un camión de carga en un viaje de 13 días hacia la rica Sao Paulo, el mismo recorrido de miles de nordestinos que huyen del hambre.
Abandonado por el padre, trabajó desde niño para sobrevivir y ayudar a la madre, Eurmidice Ferreira de Mello, Doña Lindu, quien lo llamaba cariñosamente Lula y se transformó para él en un símbolo de resistencia heroica ante la vida, por la que sentía admiración y amor.
Fue limpiabotas, vendedor ambulante, mensajero de tintorería.
Aprendió a leer y escribir a los 10 años, solo llegó hasta el quinto grado y a los 19 años consiguió un empleo de tornero mecánico, después de capacitarse en una escuela técnica.
En 1972 ya era un destacado dirigente del Sindicato Metalúrgico de Sao Paulo, en el que asumió la presidencia en 1975, año decisivo en su vida, cuando uno de sus hermanos es apresado y torturado, lo que abre sus ojos y su conciencia sobre la necesidad de empezar el movimiento sindical en la lucha contra la dictadura militar.
Líder del "nuevo sindicalismo" alcanza dimensión nacional, cae preso, es liberado bajo presión popular, encabeza grandes marchas por el retorno de la democracia. Es electo el diputado más votado a la Asamblea Constituyente de 1986, con 650 mil 134 sufragios.
Su aprendizaje lo completa en viajes al exterior, intercambios de experiencias con líderes políticos y gobernantes, y el recorrido de todo el país conociendo sus problemas y oyendo las propuestas de todos los sectores.
Quienes lo conocen lo califican de organizador metódico, un político nato, que sabe escuchar y es capaz de nuclear especialistas a su alrededor, crear grupos de estudio y entidades como el Instituto de Ciudadanía, un tanque pensante que elaboró muchas de las propuestas de su programa de gobierno.
El PT de 2002 se presentó ahora con un Lula diferente, de cabello y barba grisácea, que viste trajes elegantes, como se requiere para un encuentro con empresarios, o capaz de enfundarse en una camiseta de campaña de algún correligionario para realizar una caminata.
Ahora es más pragmático, lo que demostró al procurar como vice presidente en su candidatura al senador del Partido Liberal José Alencar, un hombre como él de origen humilde, que posee un millonario emporio textilero y le abrió las puertas del empresariado.
Mostrándose como es y era en realidad en su vida privada y laboral, simple, alegre y a la vez firme y decidido, capaz de reír de sus errores y de exigir responsabilidad, preconiza un gobierno decente para promover el crecimiento económico, combatir la miseria, crear empleo, mejorar la educación y la salud.
Junto con la realización de un sueño que comenzó a forjar 22 años atrás, cuando decidió formar un partido propio de los trabajadores para no tener que ir a rastras de los demás, su elección marca un salto histórico en la vida del país, como resultado del aprendizaje de un pueblo convencido del agotamiento de un modelo neoliberal.
Lula se declara convencido de que para muchos hombres y mujeres de Brasil su gobierno representa la última esperanza. "Se que no puedo fallar, se que no puedo traicionar el sueño de millones y millones de brasileños que están junto a mi", admite.
Cualquier otro presidente puede ser electo y no hacer nada, porque el pueblo ya esta acostumbrado, -dijo en uno de sus últimos discursos públicos-, pero nosotros no tenemos ese derecho, porque hay gente que carga nuestra bandera hace 10, 20, 30 años.
fuente: Agencia Prensa Latina