5 de octubre del 2002
Comunicado del Consejo Nacional Campesino de Colombia
La movilización campesina: Un acertado llamamiento al país
Servicio Informativo "alai-amlatina"
Una vez culminada la movilización agraria y popular iniciada en
el 16 de septiembre, el Consejo Nacional Campesino y las organizaciones que
la convocaron, podemos afirmar que su mayor éxito ha sido que ella misma
demostró que era correcto llamar a esta protesta, que por iniciativa
del campesinado adquirió dimensiones populares nacionales. Es el resultado
de haber previsto que el programa y las medidas del nuevo gobierno profundizan
la política neoliberal, que sumergió a toda América Latina
en la crisis y al pueblo trabajador en la pobreza, y que ello exige una respuesta
inmediata para congregar y acrecentar la resistencia popular.
El 30 de mayo cuando nos reunimos a convocar esta movilización no todos
eran concientes del alto nivel de represión que mediante las más
diversas y sucias formas ejercería el Gobierno contra los campesinos.
La reunión nacional del 18 de agosto para preparar la movilización,
permitió una apreciación más certera del momento: por una
parte se desechó caracterizar como paro el conjunto de la protesta agraria,
dada la represión militar y paramilitar que violó el derecho a
la protesta pacífica. Decidimos además no utilizar el nombre de
jornada, porque a pesar de la represión era necesario que los sectores
más organizados trataran de mantener la protesta varios días,
como en efecto sucedió, pues de lo contrario la movilización campesina
hubiera pasado desapercibida por el habitual silencio de los medios de comunicación.
El 18 de agosto constatamos además que la movilización propuesta
por nosotros se estaba convirtiendo y se convertiría en una protesta
popular con amplia participación de las masas urbanas, dejando de ser
simplemente campesina o agraria. Esto significó desde luego la comprobación
de la justeza de su convocatoria, ya que el actual gobierno no necesitó
muchos días para comenzar a demostrar su esencia antipopular. El movimiento
estudiantil y sectores sindicales como los petroleros y los trabajadores de
la salud agrupados en Anthoc ya llegaban también a la misma conclusión
nuestra.
El conjunto de medidas y proyectos del gobierno durante su primer mes afectaron
ya gravemente a amplios sectores, especialmente a los asalariados, creando además
los instrumentos de represión, como son las medidas de la conmoción
interior, los proyectos contra la acción de tutela, contra los organismos
de control y las minorías políticas, así como la continuidad
de la larga campaña de extermino de los líderes sindicales y populares.
Es así como el movimiento sindical en bloque participó en la protesta
del 16 y varios sectores: salud, petroleros, aeropuertos, poder judicial, SENA,
Distrito Capital, y otros trabajadores del estado pararon por 24 horas. Más
de cien mil personas marcharon en Bogotá y hubo también importantes
manifestaciones en Cali, Barranquilla, Pereira, Pasto, Barrancabermeja y otras
ciudades.
Fracasó entonces la política oficial de tratar de aislar con la
calumnia y la desinformación a las organizaciones campesinas más
dispuestas a protestar. Mientras el Gobierno en la trastienda se dedicaba a
tratar de desbaratar la movilización con mentiras y lisonjas, su propia
política neoliberal y represiva terminó por volver masiva la protesta,
como lo habíamos previsto y como sucederá con mayor fuerza en
los meses por venir.
Los campesinos que se movilizaron, más de cien mil en 15 departamentos,
debieron superar lo obstáculos más sucios e ilegales interpuestos
por el Gobierno, las fuerzas armadas y los paramilitares, comenzando por la
propaganda y la coacción casa a casa ejercida por el ejército
y encabezada por las declaraciones de la ministra de Defensa, siguiendo el 14
y 15 de septiembre con el asesinato de cuatro dirigentes veredales en San Pedro
(Sucre) y con los retenes y amenazas de muerte de los paramilitares y culminando
con el decomiso y quema de víveres por paramilitares, militares y policías,
que además detuvieron campesinos, allanaron casas buscando comida, suprimieron
el abastecimiento de agua potable violando los más elementales derechos
humanos y el derecho internacional humanitario y desaparecieron a tres de los
detenidos y llegaron hasta colocar toda la noche a altos volúmenes rock
pesado para no dejar dormir a los campesinos.
Toda la represión ejercida no pudo impedir que el país y el mundo
vieran la voluntad y el esfuerzo de miles de campesinos para protestar contra
el gobierno, la política neoliberal, el ALCA y la represión y
para expresar su lucha por la soberanía alimentaria, la reforma agraria,
la defensa del patrimonio genético y la biodiversidad y por los derechos
a la vida, la organización, la protesta y la participación decisoria.
Desde luego la participación de las organizaciones campesinas fue diferente
según sus características. Hay que destacar la organización
y valor de Fensuagro en Cauca y Tolima, varias organizaciones locales del Cauca,
de la Asociación Agropecuaria del Huila y la Asociación de Cabildos
Indígenas del Tolima, que mantuvieron por varios días su presencia
y su movilización. Igualmente la presencia de Afrodes en Quibdó,
tal y como se había propuesto esta organización de desplazados
afrocolombianos. Valoramos la forma como Fensuagro se dedicó intensamente
a la preparación de la movilización, así como la forma
decidida como Anuc-Ur, Fenacoa, Acbra, Anmucic, la Coordinadora de Desplazados
y Fanal Boyacá mantuvieron su decisión de movilizarse en la reunión
del 18 de agosto. Muy importante fue la presencia de Acción Campesina
Colombiana en la defensa pública de toda la movilización.
Debemos decir además, que un factor clave para el éxito de esta
protesta campesina fue la solidaridad internacional de Vía Campesina,
los sindicatos belgas y suizos, Sodepaz de Asturias, Ospaaal, Fian y de algunos
cooperantes que residen en Colombia. Vía Campesina no es una ONG sino
una organización campesina internacional, cuya misión cumplió
una excelente labor de observación y solidaridad con la movilización.
Tanto Vía Campesina como los sindicatos y ONGs que conformaron la misión
de solidaridad atendieron nuestro llamado. No estuvieron en Colombia "agitando
a los campesinos" como dice el gobierno, sino atendiendo a nuestra solicitud.
La deportación de los dos cooperantes asturianos y la expulsión
del delegado de Ospaal, pusieron en evidencia ante el mundo el carácter
del Gobierno, que desea invisibilizar la protesta, la represión y las
violaciones de derechos humanos cuando estas involucran a agentes del Estado.
La no aceptación de observadores internacionales es una característica
de toda dictadura. El odio a los observadores que vienen del movimiento campesino
y sindical caracteriza a los gobiernos de las transnacionales, que como la Chevron
hacen presencia en la misma región desde la que fueron deportados nuestros
amigos.
La delegación internacional fue de alta calidad y esperamos seguir contando
con la presencia y la voz solidaria de nuestros amigos y compañeros en
Norteamérica, Europa, Australia, América Latina, Asia y Africa,
así como brindar a ellos nuestra solidaridad, hasta globalizar nuestra
lucha.
Debemos agradecer el apoyo claro dado por las tres centrales obreras a nuestra
movilización. Toda una experiencia ejemplar de solidaridad sindical ha
sido la participación de Sintradin en el Consejo Nacional Campesino y
en la preparación y realización de la movilización en toda
Colombia.
Agradecemos también el apoyo del movimiento estudiantil y juvenil, en
especial de los participantes en la marcha que se quiso iniciar en Tunja y se
realizó en Bogotá hostigada por la carga policial el 16 de septiembre,
así como la activa solidaridad de los estudiantes universitarios de Cali
y Neiva y de los de secundaria de Popayán.
Aunque como siempre en los grandes medios de comunicación se hizo eco
a la desinformación que salía del ministerio de Defensa y algunas
otras dependencias contra la movilización, debemos también agradecer
a muchos periodistas que informaron honestamente y en la semana del 16 al 23
lograron darle al país una imagen de la protesta campesina y de sus más
sentidas reivindicaciones e inclusive denunciar la represión contra la
misión internacional y contra las concentraciones en Cauca, Tolima y
Huila.
Por otra parte debemos declarar que el nivel de movilización logrado
es aun insuficiente para lograr derrotar la política neoliberal, los
acuerdos de "libre" comercio y conseguir proteger la producción nacional,
nuestro patrimonio genético y la biodiversidad, así como para
conquistar los derechos inalienables a la tierra, la vida, la organización,
la protesta y la participación decisoria del campesinado en la política
y la economía nacional.
El balance de la movilización nos exige seguir trabajando duramente en
las bases para fortalecer las organizaciones y su disponibilidad a la movilización
e incorporar a otros departamentos y zonas a ella.
Necesitamos hacer un gran esfuerzo para unir a los dirigentes nacionales con
sus bases, superando el inmovilismo, el acomodamiento a las relaciones con el
Estado, el burocratismo y las visiones meramente locales o regionales, para
alcanzar un poderoso movimiento nacional campesino, con fuertes bases locales
que participen directamente en la orientación nacional y tengan una visión
nacional e internacional de su propia lucha. Solamente así lograremos
derrotar una política internacional cuidadosamente planificada por los
centros transnacionales y una represión nacionalmente centralizada, las
cuales se aprovechan de la dispersión de las organizaciones populares.
Esta movilización nos deja grandes experiencias. Nos permite valorar
el importante aporte y la originalidad de varias organizaciones locales y departamentales,
así como estimar la riqueza de las peculiaridades de cada organización
nacional, pero nos exige aun más la organización nacional y la
unidad, superando el sectarismo local, regional y nacionalmente, y fortaleciendo
los niveles de unidad alcanzados, así como la solidaridad internacional.