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Latinoamérica

14 de octubre del 2002

Colombia: La ONU no comió cuento
La propuesta de los cascos azules fue otra salida errática de Uribe Vélez


Red Resistencia

Encolerizado reaccionó el presidente Álvaro Uribe Vélez ante el rechazo de la Organización de las Naciones Unidas de respaldar a soldados colombianos en la condición de "cascos azules", so pretexto de que su función sería la de proteger a la población civil de los efectos del conflicto interno, especialmente a la población desplazada. Desde Barranquilla, durante el Congreso de la Federación Colombiana de Municipios, el pasado viernes 4 de octubre, Uribe dijo que "dejen de criticar y criticar", al tiempo que retó a la ONU a "tomar acciones efectivas".
Es una gran impostura del mandatario colombiano. Cuando se posesionó le endosó toda la responsabilidad a la ONU para mediar ante las FARC dizque en búsqueda de diálogos de paz, aunque desde el primer momento el nuevo gobierno se preparó para la guerra bajo la orientación de los círculos más militaristas y agresivos de Washington. Varios especialistas, entre ellos la profesora de la Universidad Externado de Colombia, Laura Gil, le aclararon a Uribe Vélez que darle la calidad de mediador a la ONU implicaba, entre otras cosas, que esta tendría que tratar por igual a ambas partes. Entonces el Gobierno Nacional, de la noche a la mañana, cambió el concepto y comenzó a hablar de "buenos oficios".
Después de conocida la declaración de las FARC en que reconoció su respeto y buenas relaciones con las Naciones Unidas, pero en que planteó que el interlocutor debía ser el Gobierno, éste no ha encontrado qué hacer, aunque con frecuencia dice que los representantes del Secretario General están haciendo gestiones sin informar cuáles son sus resultados.
En verdad, lo que se deja entrever en esta equívoca actitud de Uribe Vélez es que no sabe cómo explicar su decisión de clausurar la posibilidad de un proceso de paz, llevándose de paso hasta la opción de un acuerdo humanitario. En el fondo está manoseando a las Naciones Unidas. De ahí que ésta, un poco molesta, haya decidido no sólo explicar lo improcedente de la propuesta sobre los "cascos azules", sino también hacer críticas de frente a la conmoción interior y a varias de las medidas antidemocráticas adoptadas a su amparo. El representante del Alto Comisionado para los Derechos Humanos ha dicho sin ambages, que las "zonas de rehabilitación" y otras decisiones de guerra vulneran el DIH y los derechos humanos. Eso es lo que llama Uribe Vélez "criticar y criticar". En este gobierno predomina la tendencia al unanimismo, el famoso precepto de Bush de "estás conmigo o estás contra mi. Es la tendencia fatal de esta administración.
En la propuesta del presidente Uribe Vélez de darle el amparo de la ONU a soldados colombianos con los "cascos azules", está encerrada la maniobra de la legalización a como dé lugar de los grupos irregulares de paramilitares, llamados autodefensas ilegales, la que se da también a través de los "soldados campesinos" y la red de cooperantes (sapos). No hay que olvidar que esta misma propuesta, tan errática como absurda, ya la había esbozado para Urabá durante su tiempo de gobernador de Antioquia en que surgieron las Convivir y se eliminó a la izquierda de la región para que campearan las "AUC" de la mano del general Rito Alejo del Río.
La ONU no cayó en la celada. Lo que queda claro, por el contrario, es la posición del organismo y del Secretario General que no permitirán la utilización de su nombre para la legalización de los grupos paramilitares. Ni siquiera para su reconocimiento político y para cualquier intento de negociación con ellos. Ello no está en los cálculos de las Naciones Unidas a pesar de las presiones de Washington y las pataletas de Uribe Vélez. El mundo no contemporiza con la peligrosa política del gobierno colombiano proclive a la vulneración de las libertades democráticas y los derechos humanos.
Son poderosas razones de fondo para insistir en los diálogos de paz en oposición a la guerra y a la política de tierra arrasada y para respaldar la inconstitucionalidad de los decretos liberticidas adoptados al amparo de la conmoción interior. Es parte de la lucha en dirección a preparar el Paro Nacional del 30 de octubre convocado por los trabajadores.