La movilización campesina:
Un acertado llamamiento al país Consejo Nacional Campesino Bogotá
Alai-Amlatina
Una vez culminada la movilización agraria y popular iniciada en el 16 de septiembre, el Consejo Nacional Campesino y las organizaciones que la convocaron, podemos afirmar que su mayor éxito ha sido que ella misma demostró que era correcto llamar a esta protesta, que por iniciativa del campesinado adquirió dimensiones populares nacionales. Es el resultado de haber previsto que el programa y las medidas del nuevo gobierno profundizan la política neoliberal, que sumergió a toda América Latina en la crisis y al pueblo trabajador en la pobreza, y que ello exige una respuesta inmediata para congregar y acrecentar la resistencia popular.
El 30 de mayo cuando nos reunimos a convocar esta movilización no todos eran concientes del alto nivel de represión que mediante las más diversas y sucias formas ejercería el Gobierno contra los campesinos. La reunión nacional del 18 de agosto para preparar la movilización, permitió una apreciación más certera del momento: por una parte se desechó caracterizar como paro el conjunto de la protesta agraria, dada la represión militar y paramilitar que violó el derecho a la protesta pacífica. Decidimos además no utilizar el nombre de jornada, porque a pesar de la represión era necesario que los sectores más organizados trataran de mantener la protesta varios días, como en efecto sucedió, pues de lo contrario la movilización campesina hubiera pasado desapercibida por el habitual silencio de los medios de comunicación.
El 18 de agosto constatamos además que la movilización propuesta por nosotros se estaba convirtiendo y se convertiría en una protesta popular con amplia participación de las masas urbanas, dejando de ser simplemente campesina o agraria. Esto significó desde luego la comprobación de la justeza de su convocatoria, ya que el actual gobierno no necesitó muchos días para comenzar a demostrar su esencia antipopular. El movimiento estudiantil y sectores sindicales como los petroleros y los trabajadores de la salud agrupados en Anthoc ya llegaban también a la misma conclusión nuestra.
El conjunto de medidas y proyectos del gobierno durante su primer mes afectaron ya gravemente a amplios sectores, especialmente a los asalariados, creando además los instrumentos de represión, como son las medidas de la conmoción interior, los proyectos contra la acción de tutela, contra los organismos de control y las minorías políticas, así como la continuidad de la larga campaña de extermino de los líderes sindicales y populares. Es así como el movimiento sindical en bloque participó en la protesta del 16 y varios sectores: salud, petroleros, aeropuertos, poder judicial, SENA, Distrito Capital, y otros trabajadores del estado pararon por 24 horas. Más de cien mil personas marcharon en Bogotá y hubo también importantes manifestaciones en Cali, Barranquilla, Pereira, Pasto, Barrancabermeja y otras ciudades.
Fracasó entonces la política oficial de tratar de aislar con la calumnia y la desinformación a las organizaciones campesinas más dispuestas a protestar. Mientras el Gobierno en la trastienda se dedicaba a tratar de desbaratar la movilización con mentiras y lisonjas, su propia política neoliberal y represiva terminó por volver masiva la protesta, como lo habíamos previsto y como sucederá con mayor fuerza en los meses por venir.
Los campesinos que se movilizaron, más de cien mil en 15 departamentos, debieron superar lo obstáculos más sucios e ilegales interpuestos por el Gobierno, las fuerzas armadas y los paramilitares, comenzando por la propaganda y la coacción casa a casa ejercida por el ejército y encabezada por las declaraciones de la ministra de Defensa, siguiendo el 14 y 15 de septiembre con el asesinato de cuatro dirigentes veredales en San Pedro (Sucre) y con los retenes y amenazas de muerte de los paramilitares y culminando con el decomiso y quema de víveres por paramilitares, militares y policías, que además detuvieron campesinos, allanaron casas buscando comida, suprimieron el abastecimiento de agua potable violando los más elementales derechos humanos y el derecho internacional humanitario y desaparecieron a tres de los detenidos y llegaron hasta colocar toda la noche a altos volúmenes rock pesado para no dejar dormir a los campesinos que < Toda la represión ejercida no pudo impedir que el país y el mundo vieran la voluntad y el esfuerzo de miles de campesinos para protestar contra el gobierno, la política neoliberal, el ALCA y la represión y para expresar su lucha por la soberanía alimentaria, la reforma agraria, la defensa del patrimonio genético y la biodiversidad y por los derechos a la vida, la organización, la protesta y la participación decisoria.
Desde luego la participación de las organizaciones campesinas fue diferente según sus características. Hay que destacar la organización y valor de Fensuagro en Cauca y Tolima, varias organizaciones locales del Cauca, de la Asociación Agropecuaria del Huila y la Asociación de Cabildos Indígenas del Tolima, que mantuvieron por varios días su presencia y su movilización.
Igualmente la presencia de Afrodes en Quibdó, tal y como se había propuesto esta organización de desplazados afrocolombianos.
Valoramos la forma como Fensuagro se dedicó intensamente a la preparación de la movilización, así como la forma decidida como Anuc-Ur, Fenacoa, Acbra, Anmucic, la Coordinadora de Desplazados y Fanal Boyacá mantuvieron su decisión de movilizarse en la reunión del 18 de agosto. Muy importante fue la presencia de Acción Campesina Colombiana en la defensa pública de toda la movilización. Consideramos muy positivo que la Asociación Nacional para< Debemos decir además, que un factor clave para el éxito de esta protesta campesina fue la solidaridad internacional de Vía Campesina, los sindicatos belgas y suizos, Sodepaz de Asturias, Ospaaal, Fian y de algunos cooperantes que residen en Colombia.
Vía Campesina no es una ONG sino una organización campesina internacional, cuya misión cumplió una excelente labor de observación y solidaridad con la movilización. Tanto Vía Campesina como los sindicatos y ONGs que conformaron la misión de solidaridad atendieron nuestro llamado. No estuvieron en Colombia "agitando a los campesinos" como dice el gobierno, sino atendiendo a nuestra solicitud.
La deportación de los dos cooperantes asturianos y la expulsión del delegado de Ospaal, pusieron en evidencia ante el mundo el carácter del Gobierno, que desea invisibilizar la protesta, la represión y las violaciones de derechos humanos cuando estas involucran a agentes del Estado. La no aceptación de observadores internacionales es una característica de toda dictadura. El odio a los observadores que vienen del movimiento campesino y sindical caracteriza a los gobiernos de las transnacionales, que como la Chevron hacen presencia en la misma región desde la que fueron deportados nuestros amigos.
La delegación internacional fue de alta calidad y esperamos seguir contando con la presencia y la voz solidaria de nuestros amigos y compañeros en Norteamérica, Europa, Australia, América Latina, Asia y Africa, así como brindar a ellos nuestra solidaridad, hasta globalizar nuestra lucha.
Debemos agradecer el apoyo claro dado por las tres centrales obreras a nuestra movilización. Toda una experiencia ejemplar de solidaridad sindical ha sido la participación de Sintradin en el Consejo Nacional Campesino y en la preparación y realización de la movilización en toda Colombia.
Agradecemos también el apoyo del movimiento estudiantil y juvenil, en especial de los participantes en la marcha que se quiso iniciar en Tunja y se realizó en Bogotá hostigada por la carga policial el 16 de septiembre, así como la activa solidaridad de los estudiantes universitarios de Cali y Neiva y de los de secundaria de Popayán.
Aunque como siempre en los grandes medios de comunicación se hizo eco a la desinformación que salía del ministerio de Defensa y algunas otras dependencias contra la movilización, debemos también agradecer a muchos periodistas que informaron honestamente y en la semana del 16 al 23 lograron darle al país una imagen de la protesta campesina y de sus más sentidas reivindicaciones e inclusive denunciar la represión contra la misión internacional y contra las concentraciones en Cauca, Tolima y Huila.
Por otra parte debemos declarar que el nivel de movilización logrado es aun insuficiente para lograr derrotar la política neoliberal, los acuerdos de "libre" comercio y conseguir proteger la producción nacional, nuestro patrimonio genético y la biodiversidad, así como para conquistar los derechos inalienables a la tierra, la vida, la organización, la protesta y la participación decisoria del campesinado en la política y la economía nacional.
El balance de la movilización nos exige seguir trabajando duramente en las bases para fortalecer las organizaciones y su disponibilidad a la movilización e incorporar a otros departamentos y zonas a ella.
Necesitamos hacer un gran esfuerzo para unir a los dirigentes nacionales con sus bases, superando el inmovilismo, el acomodamiento a las relaciones con el Estado, el burocratismo y las visiones meramente locales o regionales, para alcanzar un poderoso movimiento nacional campesino, con fuertes bases locales que participen directamente en la orientación nacional y tengan una visión nacional e internacional de su propia lucha.
Solamente así lograremos derrotar una política internacional cuidadosamente planificada por los centros transnacionales y una represión nacionalmente centralizada, las cuales se aprovechan de la dispersión de las organizaciones populares.
Esta movilización nos deja grandes experiencias. Nos permite valorar el importante aporte y la originalidad de varias organizaciones locales y departamentales, así como estimar la riqueza de las peculiaridades de cada organización nacional, pero nos exige aun más la organización nacional y la unidad, superando el sectarismo local, regional y nacionalmente, y fortaleciendo los niveles de unidad alcanzados, así como la solidaridad internacional.