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Latinoamérica

Cómo creamos alternativas al ALCA

 Por Marco Aurélio Garcia*

El nuevo presidente de la República tendrá que enfrentar como uno de sus primeros desafíos en enero de 2003, a 15 días de la toma de mando, una fase crucial de negociación sobre la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El proyecto del ALCA tiene su origen en la reunión de los presidentes convocada por George Bush (padre) en diciembre de 1994, en Miami, para discutir su proyecto de iniciativa para las Américas. A esa reunión asistieron Itamar Franco en su final de mandato y el entonces presidente electo Fernando Henrique Cardoso.
Pasaron muchas cosas desde entonces. Lo que podemos decir actualmente es que, si se mantuvieran los condicionamientos que Estados Unidos plantea ahora para negociar el ALCA, habría una anexión de América latina y no un verdadero proceso de integración. La integración que queremos debe promover la articulación de políticas industriales, agrícolas, sociales, de comercio exterior, ciencia y tecnología. A partir de ahí, debe buscar construir compatibilidades macroeconómicas que permitan en un futuro poseer una única política monetaria y más adelante una moneda única. Esa integración exigirá igualmente instituciones jurídicas para resolver las controversias, un fuerte control y, obviamente, un parlamento elegido por el sufragio popular. Además supone políticas en las áreas de educación, salud, comunicación y cultura.
En el momento actual es difícil realizar una política en el ámbito de todo el continente, sobre todo con la inmensa sombra de Estados Unidos por detrás. Por eso es fundamental que una integración comience por bloques menores y más homogéneos. Semejante posición coloca en el orden del día la reconstrucción del Mercosur, a partir de un fuerte nexo Argentina-Brasil. Solamente con una integración basada en políticas activas será posible dar consistencia al bloque sudamericano y, a partir de una política externa común, lograr una integración más soberana y competitiva en el mundo.
Una verdadera política de integración exigirá gestos de grandeza. Necesitará de políticas compensatorias que protejan a los países menos estructurados y garanticen una integración más armónica, sin hegemonías. Nada de eso está presente en el proyecto del ALCA, y es por ese motivo que Brasil tiene que buscar alternativas. No se trata de una posición ideológica, fruto de un antinorteamericanismo que crece hoy en el continente y en Brasil. Lo que está en juego es nuestra soberanía, nuestro parque industrial construido con un enorme sacrificio del pueblo, nuestra agricultura y las chances de una verdadera reforma agraria, nuestros empleos hoy amenazados, nuestra presencia en el mundo.
El enfrentamiento en el tema del ALCA solo podría ser superado de modo consecuente si todos los sectores que se sienten afectados por este proyecto fueran capaces de resistir y presentar propuestas alternativas de integración. El ALCA exige la respuesta popular, la movilización de la sociedad, y sobre todo un nuevo plan de integración compatible y complementario con nuestro proyecto de desarrollo nacional. Las grandes cuestiones relacionadas con nuestra política externa no pueden quedar confinadas exclusivamente a las negociaciones diplomáticas. Deben ser objeto de debate en el Congreso, pero ante todo de control de la sociedad.
* Encargado de relaciones exteriores del PT, profesor de la Universidad de Campinas y secretario municipal de Cultura de San Pablo.