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Internacional

24 abril del 2002

La fantástica aventura literaria de Félix Martín Arencibia

Teodoro Santana

Cuando Félix Martín me dijo que el libro que iba a presentar era de cuentos para niños, me quedé preocupado. Nunca antes me había adentrado en la presentación de una obra de la llamada "literatura infantil" o "juvenil". Así que podía estar metiéndome en camisa de once varas.

Pero, claro, enseguida se da uno cuenta de que la cosa no es como nos pretenden hacer ver los críticos y zahoríes literarios al uso. La buena literatura es buena literatura, en poesía, en teatro, en ensayo, en ciencia-ficción. O en narrativa para niños, como es el caso.

Por otra parte, en los últimos nueve años me he convertido en un especialista en literatura infantil, ya que he tenido que leer muchos cuentos a un crítico muy exigente: mi propio hijo.

Y también por ello me he tenido que transformar en un traductor simultáneo, porque la amplia y desigual oferta de libros para niños están escritas en otro habla distinta de la nuestra. Desde los traducidos desde otros idiomas al español imperial a, lo que es peor, hasta los escritos por autores canarios -o, al menos, nacidos en Canarias- están plagados de "vosotros", de "autobuses", de "cubos", de "sois", de "estáis", de "embudos" y de "botijos".

Y, por supuesto, sobre la marcha hay que ir sustituyendo esas palabras para no convertir a mi hijo en una persona alienada con respecto a su propia identidad, en un analfabeto con respecto a su propia cultura. Ya produce bastante daño el sistema educativo imperante en Canarias para convertirlo en un "infragodo", en expresión tan certera de Víctor Ramírez.

Por eso, el primer y maravilloso disfrute que uno obtiene con la lectura de estas "Fantásticas aventuras de una pandilla canaria", es el fluir natural de nuestro habla, la forma de expresión de nuestra infancia, la recuperación de nuestra principal seña identitaria porque, como explicaba el viejo Marx, "el lenguaje es la expresión de la conciencia". Y, además, Félix Martín lo hace con elegancia, sin caer en casticismos ni en tipismos forzados. Escribiendo como habla, como hablamos, sin pedir perdón ni avergonzarse por decir "ustedes", "guagua", "balde", o "fonil".

Por escribir para nuestros niños como niños canarios. Pero también como hispanohablantes, miembros de una comunidad lingüística de más de trescientos millones de habitantes en la que el "vosotros" y el "sois" no son más que formas de un muy minoritario y raro localismo dialectal de determinadas zonas de España. Y, sin embargo, desde la escuela a la Universidad, hay godos e infragodos empeñados en convencer a nuestros niños y a nuestros jóvenes de que esa es la forma "correcta" de hablar y de escribir, en lo que no es más que puro colonialismo -y racismo- lingüísticos.

Ya sólo por esta razón, el libro de Félix Martín es un auténtico tesoro para nuestros hijos. Pero, además, estas "Fantásticas aventuras" tienen la excelencia de una literatura para todas las edades. Porque se trata, por encima de todo, de un libro divertido y entretenido, que es lo mejor que se puede decir de una obra literaria.

Las correrías de Yanira, de Rita, de Tanausú y de Rubén son, efectivamente, aventuras. Aventuras bien tramadas e interesantes y, desde luego, excelentemente resueltas, en las que el lector se embebe desde el principio. Podemos, además, darnos cuenta que se trata de un viaje iniciático que va desde Satautey hasta el Teide, el viejo Echeide, y en el que las distintas secuencias de la acción se engarzan como una continua cinta de Moëbius desde el ahora hasta nuestras raíces en los míticos "hombres cernícalo", en eterna lucha con los "hombres buitre".

Este libro de Félix Martín posee la originalidad de una lectura a distintos niveles, en distintas capas referenciales y simbólicas. Claro que aquí no se trata de las referencias nórdicas y las claves de "Harry Potter" o de "El Señor de los Anillos". Se trata de nuestros propios símbolos, nuestra propia mitología, de nuestro subconsciente colectivo.

Por eso son sagradas para nosotros las montañas. Y por eso, Félix Martín las hace hablar, les da vida propia, sentido, sabiduría. Por eso, en este libro, el Roque Nublo y el Teide están a quince minutos uno del otro, y toda la geografía de todas las islas es la geografía de nuestra particular isla. Por eso también, los volcanes son personajes de nuestra historia y habitantes de nuestro alma. Y por eso están llenos de cuevas, de vericuetos o de personajes mágicos como ese delicioso y gigantesco Muchaspatotas, que es un hallazgo como personaje.

Y hablando de personajes, hay que añadir también lo bien definidos que están los protagonistas de la pandilla. No es de extrañar en alguien que, como poeta, profundiza en la naturaleza humana y, como maestro, está tan cerca de los niños.

Disfruten, pues, con estas "Fantásticas aventuras", regálenlas a las personas que quieran, léanselas a sus hijos, a sus sobrinos Gracias al autor por haber hecho este libro con los polvos mágicos de la Bruja Coruja que, como todos sabemos a partir de ahora, es una bruja buena que se llama Arminda. Gracias, porque su magia sirve para que sucedan hechos fantásticos. Como que llegue a nuestras manos este maravilloso libro de Félix Martín Arencibia. Gracias, muchas gracias.