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UNA HUELGA MASIVA CONTRA BERLUSCONI
Como un domingo El dirigente sindical Sergio Cofferati volvió a ganar la pulseada contra "Il Cavaliere". Organizó un paro y marchas que detuvieron toda Italia en contra del proyecto de flexibilización laboral del gobierno.
Un panorama de la protesta en la capital Roma.
Con una huelga general a la que adhirieron unos 20 millones de personas y otros dos millones de manifestantes en las principales ciudades de Italia, los italianos rechazaron ayer las medidas de flexilibización laboral que el gobierno de Silvio Berlusconi pretende implementar. "Este es un día extraordinario", se alegró el líder del primer sindicato, Sergio Cofferati, tras una jornada en que el país funcionó "como si fuera domingo". Quedó evidenciado entonces el primer gran obstáculo para el gobierno del magnate tras su aplastante triunfo electoral de mayo pasado. A pesar de la amplitud de la protesta, Berlusconi no dio marcha atrás: "La voluntad del gobierno es el diálogo, pero las reformas son necesarias".
El paro comenzó oficialmente el lunes, con periodistas y tipógrafos
de prensa que iniciaron una huelga de 24 horas para asegurar que los periódicos
no salieran ayer. Con el correr de las horas, la huelga fue especialmente notoria
en las escuelas, universidades, oficinas públicas, fábricas, inclusive
en el servicio hospitalario y los medios de comunicación. Además,
numerosos vuelos y trayectos fueron cancelados y se detuvieron las cadenas de
producción de muchas de las principales compañías italianas.
Así se vivió la primera huelga de semejante magnitud en los últimos
veinte años, convocada por los tres principales sindicatos del país:
el CGIL, el CISL y la UIL. En un comunicado conjunto, las organizaciones sindicales
aseguraban: "Hay una respuesta masiva a la huelga de todos los trabajadores
en general, cerrando un gran número de empresas en todo el país".
Además, los italianos se concentraron en manifestaciones. Las más
importantes fueron en Roma, Milán, Turín, Bolonia y Nápoles,
mientras que la más numerosa tuvo lugar en Florencia, con entre 300.000
y 400.000 personas. Así, los ciudadanos expresaron su rechazo al intento
del gobierno de Berlusconi de reformar el artículo 18 del Estatuto de
los Trabajadores que obliga a la readmisión de un trabajador despedido
de forma improcedente. "Los derechos no se despojan, se amplían",
decía una pancarta en la marcha de Roma al tiempo que los trabajadores
gritaban: "Berlusconi: estás despedido!".
La imagen del país parado y de las calles repletas de manifestantes trajo
a la memoria del premier el recuerdo de su fracasado primer gobierno, en 1994,
cuando los sindicatos le impidieron una reforma del sistema de pensiones. Entonces,
la coalición de gobierno no estaba tan consolidada como ayer, ni disponía
de una mayoría parlamentaria tan amplia, con lo que el experimento de
Berlusconi duró apenas unos meses. Sin embargo, el actual gobierno es
mucho más sólido y cuenta con el apoyo de la pequeña y
la gran empresa. Aún así, Berlusconi reaccionó con preocupación,
casi con nerviosismo, al desafío de los sindicatos, a los que acusó
de haberse lanzado a una "guerra de religión" en defensa del
artículo 18, ya que la ley que pretende limitar sus garantías,
"no afectará a la mayoría de los trabajadores italianos".
Berlusconi negó que la disputa por el artículo 18 sea la razón
de la huelga general. Su gobierno sospecha que se trata de una maniobra política
por "el poder de veto de los sindicatos", como explica Renato Brunetta,
profesor de Economía del Trabajo y uno de los autores del programa económico
de Forza Italia, el partido fundado por Berlusconi. Si esto es cierto, lo es
también el razonamiento inverso. Es decir, también para el gobierno
la defensa a ultranza de la reforma propuesta constituye un desafío político
a los sindicatos, "el desafío de gobernar el país",
dice Brunetta.
En la pulseada establecida entre ambos poderes han quedado atrapados dos confederaciones
sindicales moderadas y de menor envergadura, CSIL y UIL, pero también
la centroizquierda y buena parte del empresariado italiano. Los grandes grupos
industriales, Fiat, Telecom o Pirelli, ven con horror "la ruptura de la
paz social", y esperan que el gobierno sea capaz de llevar a la mesa negociadora
al menos a alguno de los sindicatos moderados. Pero el desafío lanzado
por Cofferati, que ha declarado suintención "de forzar al gobierno
a modificar parte de su política económica y social" ha sido
acogido de forma entusiasta por millones de italianos, y ha obligado a CSIL
y a UIL a secundar la línea dura de "el Chino".
En la batalla interna por la hegemonía sindical ha vencido claramente
Cofferati, como ha vencido a los líderes de la izquierda italiana, obligados
a seguirlo en todas y cada una de sus iniciativas de lucha contra la política
de Berlusconi. Los votantes de izquierda, que se sentían huérfanos
de líder, lo han encontrado, pero, lamentablemente para ellos, la estrella
política del líder de la CGIL será fugaz ya que, como él
mismo ha confesado, no piensa lanzarse a la arena política cuando concluya
su mandato al frente de la confederación sindical, en junio próximo.
Lo verdaderamente difícil tanto para los sindicatos como para el Gobierno
viene ahora, después de contar los millones de trabajadores que han secundado
la huelga. Porque los sindicatos tendrán que responder coherentemente
a la fuerte apuesta que han hecho, lo que implica mantener la negativa al diálogo
si no se retira la modificación parcial del artículo 18. Los sindicatos
abandonaron la mesa negociadora poco después del asesinato del asesor
del Ministerio de Trabajo, Marco Biagi, el 19 de marzo pasado. La intención
del Ejecutivo, tras la huelga general es convocar a todas las partes a la mesa
negociadora pero la pulseada se mantiene en torno al artículo 18. El
riesgo de enfrentamiento social existe, y si se produjera, el equilibrio interno
del gobierno se resentiría inmediatamente. Mientras tanto, ayer Cofferati
celebraba el masivo apoyo de los trabajadores: "El gobierno y los empresarios
se darán cuenta de que no nos detendremos hasta que alcancemos nuestros
objetivos", concluyó.