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24 de marzo del 2002
Editorial de Liberación
Un terrorista al frente de las relaciones con América
Latina
Liberación
Hace un tiempo atrás desde esta página escribíamos
sobre los siniestros personajes de los que se había rodeado el presidente
George Bush jr. al asumir el gobierno, todos ellos conectados a los círculos
más ultraderechistas, a la industria armamentista y a los intereses petroleros.
Esta semana la lista se completó con la asunción de un conocido
terrorista de origen cubano como encargado, nada más ni nada menos, que
de las relaciones del Imperio con América Latina. Se trata de Otto Reich,
al que Bush, aprovechando el receso del Congreso norteamericano que impugnaba
su designación, lo nombró Secretario Asistente de Estado para
América, un cargo de rango ministerial.
A Bush las opiniones o críticas del Congreso lo tienen sin cuidado, al
punto que, cuando se le reclamó que mostrara las razones que tenía
para "ampliar la guerra al terrorismo", respondió usando una frase que
seguro recordaba de una película de Humphrey Bogart, en la que un bandido,
que se hacía pasar por policía, le respondía al actor algo
casi idéntico: "No tengo que enseñarles ninguna maldita razón."
Lo mismo hizo ahora.
Y el Congreso naturalmente estaba preocupado, (no porque le importe demasiado
que Reich odie a la Revolución Cubana y tense más las relaciones
con la isla), sino porque en sus manos estará la política exterior
norteamericana hacia América Latina, con problemas tan serios como la
situación colombiana y Reich, quien es hijo de un emigrante austríaco
y de una cubana, se fue de Cuba en los sesenta siendo conectado por la CIA cuando
estudiaba en una universidad en Carolina del Norte. Después entró
al ejército norteamericano que lo destacó en las bases de Panamá,
para luego ser con sólo 37 años, "ojos y oídos de Reagan"
al frente de una oficina de propaganda (creada especialmente y dotada de cuantiosos
recursos) que tuvo el cometido de intoxicar con falsas informaciones, desacreditar
a los sandinistas y guerrilleros salvadoreños, justificando la "guerra
de baja intensidad" frente a la opinión pública norteamericana,
que le costó a Centroamérica miles de muertos, la pobreza y el
atraso multiplicados que hoy soportan.
Cuando estalla el escándalo Irán-Contras y caen en la volteada
tipos como Oliver North, al descubrirse la faramalla creada por la CIA por orden
de Reagan, Otto Reich también apareció implicado directamente
y a su oficina se le acusó de actuar fuera de la ley. Posteriormente
se supo entre otras cosas, que North, norteamericanos de la CIA, oficiales salvadoreños
y contrarevolucionarios cubanos (entre ellos el propio Reich) ganaron más
dinero llevando armas que desembarcaban en El Salvador a cambio de cocaína
que vendían en los barrios negros de Los Angeles, lo que les reportó
más ganancias que las de la descubierta operación con Irán.
Después lo sacaron de circulación por un tiempo nombrándole
embajador en Venezuela. Allí ayudó a escapar al terrorista Orlando
Bosch que estaba preso, acusado por el atentado al avión de Cubana en
Barbados (que costó la vida de todos los pasajeros), impidiendo no sólo
que fuera extraditado a Cuba sino además obteniéndole refugio
en EE.UU. donde hoy se pasea libremente por las calles de Miami. Cabe agregar
aquí, para refrescar la memoria de los lectores, que este sujeto también
está implicado en el asesinato en Washington del ex-ministro chileno
Orlando Letelier.
Entre el 91 y el 92, cuando EE.UU. decide intensificar su persecución
a Cuba en la CDH de la ONU en Ginebra, Otto Reich se le designa, (luego del
paso por allí de otro ex-cubano, el pseudo poeta y paralítico
Valladares), representante alterno de los yanquis en esa comisión.
Amigo íntimo de terroristas autores de otros atentados y de frustrados
intentos de asesinatos a Fidel; de Mas Canosa; empleado y lobbista en el Congreso
por encargo de fundación Cubano- Americana; de la Bacardí-Martini
y del pulpo tabacalero American Tobacco. Asesor Reich también por si
fuera poco, de la venta de aviones militares de la Lockheed Martin en América
Latina, trabajó para romper en el Congreso la política de equilibrio
estratégico militar en el continente, que había congelado la venta
de altas tecnologías desde el gobierno de Carter y que incluía
ahora la venta a Chile de aviones F 16 por un valor de 600 millones de dólares,
y que abre otra vez la canilla armamentista. También trabajó en
la redacción de la criminal ley Helms-Burton que acogota al pueblo cubano.
Estos son sólo algunos "datos biográficos" de este perfecto bandido.
Un personaje siniestro que siempre se ha movido en lo más sucio y oscuro,
y que hoy deviene en personaje de alto rango para las relaciones con América
Latina.
El ex-presidente costarricense y premio Nobel de la Paz Oscar Arias, que algo
debe conocer de Otto Reich, escribía preocupado en Los Angeles Times
que " el nombramiento será un retroceso real para la cooperación
hemisférica ", aludiendo al hecho de que hubiera estado vinculado al
tema de nuevos aviones de guerra para Chile y que ello le hacía sentirse
"muy intranquilo acerca de cuáles serían los propósitos
que se cumplirían con su potencial liderazgo en nuestro hemisferio."
Nada bueno puede esperar América Latina con este sujeto en tan altas
esferas de Washington.