La antiglobalización es la actual conciencia crítica Vázquez Motalbán: "Si no aceptas los valores dominantes
te echan del juego"
Lucia S. Naveros
Fuentes: AC/La Nueva España
Es el creador del melancólico detective que, en medio de un caso, degusta suculentas y castizas especialidades que le cocina su pequeño ayudante Biscuter. Algo hay del desengañado «gourmet» Pepe Carvalho en su autor, Manuel Vázquez Montalbán, que ayer recibió en Oviedo el II Premio «Asturias» de Periodismo Gastronómico, organizado por los restaurantes Casa Conrado y La Goleta.
Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939) hizo una visita relámpago a la ciudad: cenó en Casa Conrado y a media tarde de hoy esperaba coger un vuelo en París para ir a Brasil, donde participará en el foro alternativo de Portoalegre. Allí se escucharán las voces discrepantes con la política económica que domina el mundo.
Va a un foro antiglobalización. ¿Qué entiende por globalización? Es la manera de llamar ahora al capitalismo. Evidentemente, no se ve del mismo modo desde los globalizadores que desde los globalizados, no es lo mismo contemplar este fenómeno desde Nueva York o París, o incluso desde Madrid, que desde el cono sur de América Latina, por ejemplo, donde los beneficios económicos no se vislumbran por ningún lado.
Hay un amplio movimiento que se opone a este capitalismo, con manifestaciones en la calle y foros.
Sí, estos movimientos son un síntoma muy interesante, entre otras cosas porque son muy plurales: coinciden posanarquistas, poscomunistas, gente partidaria de que el Estado ponga freno a las multinacionales... Son la voz de la protesta y de la conciencia crítica. La lástima sería que entrasen en el camino de la violencia, porque serían fácilmente reprimibles y porque asustarían a una gran parte de la población que, en principio, podría entender bien el mensaje.En cambio, si recurren a la violencia, esto no será posible.
Desde estos movimientos se insiste en que los medios de comunicación exageran interesadamente los actos violentos de pequeños grupos.
Ha habido actos violentos provocados por la Policía para desautorizar a los manifestantes, y los medios de información los han amplificado. Los medios de información responden a la política dominante, cuyo objetivo es reprimir eso, porque es «incorrecto». Lo «correcto» es lo que se ha llamado el pensamiento único: que la historia se ha acabado y que sólo este mundo es posible, con ligeros cambios que aceptan las reglas del juego dominante. Frente a esta versión de la realidad, que dispone de potentísimos mecanismos de difusión, las visiones alternativas del mundo apenas tienen espacio ni voz. Hoy hay una jerarquía de valores, y los que los aceptan están dentro; los que no, están en el terreno de lo incorrecto, te echan del juego. Se impone lo que es ser un triunfador, y el que no lo es, es un perdedor y además se lo merece. La comunicación global es desidentificadora, contribuye a que muchas poblaciones pierdan su identidad.
Está Internet. Es la única red de comunicación que sigue siendo básicamente democrática, aunque no todo el mundo tiene a su alcance los medios y acceso a la técnica.
¿Qué papel están jugando los partidos políticos?
Están atrapados por su propia lógica interna. La crítica al sistema se ha generado extramuros de los partidos políticos. Además, el sujeto de la protesta ha cambiado: antes surgía de una clase obrera bastante homogénea, hoy es muy plural. No es lo mismo ser un indígena en América que un ecologista en Europa, pero todos ellos están descontentos.
Una de las últimas novelas de Pepe Carvalho se desarrolla en Buenos Aires.
¿Qué pasa en Argentina?
Es una situación terrible, creo que aún es la resaca de la crisis del sudeste asiático, que no ha sido digerida por los países en vías de desarrollo o subdesarrollo, según se mire. Son países que están lastrados por problemas económicos y sociales graves. Y esta crisis se vive con más angustia porque allí hay una amplia y culta clase media que no ha vivido, hasta ahora, la pobreza.
-Viene a recoger un premio gastronómico. ¿Qué le premian?
Según parece, algunos escritos de gastronomía. Han pensado que soy mejor gastrónomo que caníbal.
¿De dónde le viene su gusto por la cocina?
Pertenezco a la generación del plato único, y eso me despertó mucha curiosidad por lo que se comía por ahí. Me gusta mucho cocinar, cómo los productos se convierten en otra cosa a través del fuego. En la cocina está gran parte de la memoria de los pueblos. Imagine un bacalao seco. Convertir esa especie de tabla en un bacalao al pil-pil es una genialidad. Es uno de los pocos saberes inocentes que hay.
¿En qué está embarcado?
He terminado una novela que no es del ciclo de Carvalho; tengo otra en marcha del detective; estoy con un ensayo, «Geometría y compasión», sobre el arte, y tengo en marcha también dos libros de poemas. No paro.