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En la India
Temen aumente disputa
religiosa.
Por Thomas Kutty Abraham
Ahmedabad/Reuters
Las autoridades indias extraían ayer martes cuerpos calcinados y mutilados
de casas y comercios, mientras una incómoda paz se extendía por
todo el estado occidental de Gujarat, donde cientos de personas murieron en
una semana de violencia religiosa entre hindúes y musulmanes.
Las autoridades dijeron que hubo algunos brotes dispersos de violencia en algunas
áreas, pero nada de grandes proporciones en las últimas 24 horas.
Más de 570 personas han muerto, en su mayoría quemadas vivas o
a hachazos o machetazos por turbas descontroladas en los peores incidentes de
violencia religiosa en una década.
Decenas de miles han huído de sus casas y buscado refugio con familiares
o campamentos de refugiados improvisados en complejos
de hospitales, cementerios y otras áreas.
"El ejército estará aquí por algún tiempo y
aún persiste una atmósfera de una paz trastornada y una incómoda
calma", dijo a Reuters el funcionario estatal Ashok Narayan. "La situación
está mejorando gradualmente, pero aún no la llamaría normal".
Con miles de soldados y fuerzas paramilitares imponiendo el orden, las autoridades
se han concentrado ahora en identificar y lidiar con los cadáveres, y
velar por miles de familias sin hogares, trabajos ni alimentos.
Nuevas cifras de muertos
Se espera que la cifra de muertos aumentará con el hallazgo de más
cadáveres en áreas apartadas, donde han continuado los incidentes
aislados de disturbios e incendios intencionales.
Las parcialmente adormecidas tensiones comunales estallaron la semana pasada
cuando una turba de musulmanes atacó un tren en que viajaban peregrinos
hindúes y quemaron vivos a 58 personas, en su mayoría mujeres
y niños.
Cuatro musulmanes han sido arrestados por este incidente.
Mientras el partido nacionalista hindú gobernante, Bharatiya Janata,
trataba de contener las divisiones comunales, una de sus agrupaciones aliadas
hindúes de línea dura seguía adelante con sus planes de
construir un templo en un terreno sagrado tanto para hindúes como para
musulmanes, a pesar de las presiones.
Más de 3.000 personas murieron en toda la India en disturbios ocurridos
en 1992 tras la destrucción de una mezquita en el sitio del poblado norteño
de Ayodhya, los peores choques religiosos desde la muerte de un millón
de personas cuando el subcontinente fue dividido en la India y Pakistán
en 1947.
Miles de devotos hindúes se han reunido en Ayodhya para una "ceremonia
de fuego" como bendición para la construcción de un nuevo
templo en el lugar.
El partido Vishwa Hindu Parishad, ideológicamente cercano a Bharatiya
Janata, planea iniciar la construcción el 15 de marzo, desafiando una
prohibición legal de construir hasta que las cortes resuelvan la disputa.
Más problemas religiosos
El asunto platea temores de más violencia, ya sean entre los hindúes
y las fuerzas de seguridad o entre hindúes y musulmanes.
El pasado lunes, un grupo musulmán que representa a decenas de organizaciones
islámicas en Bombay, el centro comercial de la India, advirtió
que el proyecto del templo podría provocar nuevos conflictos.
La disputa es un gran desafío a la autoridad y credibilidad del primer
ministro Atal Behari Vajpayee y su partido, obligado a retirar su apoyo al templo
por los aliados moderados en la
coalición de gobierno nacional.
Aunque la India es hindú en su inmensa mayoría, la minoría
musulmana, alrededor de un 12 por ciento de sus 1.000 millones de habitantes,
es una de las comunidades musulmanas más grandes del mundo..