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SERGIO COFFERATI, SECRETARIO GENERAL DE LA CGIL
La nueva estrella de la izquierda
Por Lola Galán
Desde Roma
Nadie lo discute. Sergio Cofferati, de 54 años, ex empleado de la Pirelli
y secretario general de la Confederación General Italiana del Trabajo
(CGIL), se ha convertido por derecho propio en el hombre de referencia de la
izquierda italiana. El sábado, Cofferati logró lo que ningún
líder de El Olivo desde los tiempos de Romano Prodi había vuelto
a conseguir: reunir a todas las familias de la centroizquierda en una manifestación.
La marcha pasará a la historia por sus dimensiones –dos millones de personas,
según los organizadores– y por el clima civilizado en el que se desarrolló.
Ni siquiera el gobierno de centroderecha ha podido disputar este dato, aunque
el número dos del Ejecutivo, Gianfranco Fini, acusó a los sindicalistas
de ser "los verdaderos conservadores", por su defensa del Estatuto
de los Trabajadores, que data de 1970.
La imparable ascensión de Cofferati a la guía de la izquierda
no toma de sorpresa al gobierno de Silvio Berlusconi, que repetidas veces ha
acusado al líder sindical de llevar adelante una protesta puramente política
contra el Ejecutivo. Pese a la determinación mostrada por los ministros
del Tesoro y de Comercio, Giulio Tremonti y Antonio Marzano, respectivamente,
que reiteraron las intenciones del gobierno de llevar adelante la reforma laboral,
el ministro de Trabajo, Roberto Maroni, ha citado de nuevo a los sindicatos
para intentar un acuerdo.
La autoridad de Cofferati procede de su posición de líder de un
ejército de casi cinco millones y medio de afiliados de la CGIL. Mientras
la izquierda política se encuentra casi paralizada en el Parlamento por
la mayoría absoluta de Berlusconi, Cofferati ha encontrado el flanco
débil del gobierno: las reformas que tiene que llevar a cabo para no
perder el apoyo de la patronal italiana y de sus electores. Cofferati, que en
junio tendrá que abandonar la secretaría general del sindicato,
ha negado siempre que cultive ambiciones políticas. Pero, a la vista
del entusiasmo con que fue acogido por los manifestantes, es difícil
creer que su verdadero propósito sea recuperar su antiguo empleo en Pirelli.
En realidad, el peso específico del "Chino", como se lo conoce
familiarmente por la forma de los ojos y la línea ortodoxa de sus posiciones
políticas, no ha dejado de crecer desde el Congreso de los Demócratas
de Izquierda, celebrado en Pesaro en otoño. Allí, la corriente
que apoyaba, liderada por Giovanni Berlinguer, cayó derrotada por la
línea reformista de Piero Fassino, que obtuvo el 60 por ciento de los
votos. Pero la elección de militantes y delegados no parece en sintonía
con la de una amplia masa de italianos de izquierdas. El siguiente desafío
de Cofferati será la huelga general que las tres grandes centrales sindicales
convocaron ayer para el 16 de abril.