|
11 de marzo del 2002
El ATTAC de Susan George: żantiglobalización o antiterrorismo?
Antonio H.
"Me equivoqué cuando critiqué los bombardeos
americanos sobre Afganistán. (...) Valía la pena llevarlos a cabo
para desembarazarse de los talibán ... Me gustaría darle las gracias
a George Bush. Ha demostrado que era posible alcanzar a los terroristas y sus
recursos."
Declaraciones de Susan George a la Radio Nacional Sueca, citadas por "Svenska
Dagbladet", Estocolmo, y "Courrier international" (n° 585, 17-23 enero 2002).
Cuando leí estas declaraciones a través de una lista de correo
electrónico mi primer impulso fue poner en duda su veracidad a pesar
de que no hubo ningún desmentido por parte de la autora.
Pero tras leer el reciente artículo publicado en Rebelión "El
movimiento global de ciudadanos" de ella misma, no solamente se me han disipado
las dudas, sino que me ha entrado una tremenda preocupación por el discurso
que esconde Susan George.
Dejando de lado la mayor parte de ese artículo, que es una descripción
de la evolución del movimiento según su óptica, es al final,
valorando lo que ha supuesto el 11 de septiembre, cuando expone los elementos
peligrosos de su pensamiento.
Desde luego que los talibanes y otros grupos de semejante calado no pueden ni
deben ser considerados movimientos antiimperialistas ni luchadores por la libertad
y la justicia. Lo que no puede bajo ningún concepto un movimiento que
busca la justicia global, es tolerar la patente de justiciero a un país
que "tiene un récord que dista mucho de ser perfecto, y ha embargado,
bombardeado, lastimado y liquidado innumerable vidas civiles". Sin embargo Susan
George no sólo adjudica el título de democracia a EE.UU. y sus
aliados sino que les da las gracias por haber intervenido en Afganistán
sin ningún tipo de legalidad y sin tener en consideración la multitud
de víctimas, civiles o no, que nada tenían que ver con los atentados
del 11 de septiembre.
Una permisividad muy peligrosa, ya que dicha legitimidad da argumentos para
un armamentismo desmesurado y para intervenir y bombardear donde quieran y cuando
quieran con la simple excusa de tildar de "terrorista" al objetivo de turno.
En esa tesitura y mediante la utilización masiva de dichos mensajes,
nos encontramos con la reanudación de la guerra en Colombia, los próximos
ataquse a Irak y con la criminalización de todas las protestas antiglobalización
y de los movimientos contestarios al sistema.
Cuando los supuestos "terroristas" responden a las innumerables muertes provocadas
en los países pobres por la política militar o económica
de los países ricos (żeso no es terrorismo?), mediante una acción
que "no respeta ninguna de las reglas de combate" y afecta a "los opulentos,
los demócratas y los respetuosos de la ley", se convierten en un enemigo
fascista al que hay que exterminar y con el que no hay nada que hablar. Sin
embargo nuestros "democráticos" gobiernos pueden realizar cualquier tipo
de acción execrable, y eso no debe impedirnos sentarnos con ellos para
ver la mejor manera de sacar de la pobreza a los países a los que han
hundido.
Repetir esta cantinela supone admitir implícitamente un tipo de lenguaje
según el cual los palestinos "asesinan" mientras los israelíes
"realizan operaciones" o que el activismos antiglobalización "pervierte
el normal funcionamiento de la sociedad" mientras la policía de Génova
o Barcelona "garantiza la seguridad ciudadana". Lenguaje que está llevando
a pasos agigantados a una restricción de la libertad de expresión
y de los derechos fundamentales.
No pretendo aquí entrar a valorar que movimiento debe ser considerado
terrorista ni si las prácticas amadas de lucha son correctas o no, debate
necesario del movimiento antiglobalización. Quiero señalar el
peligro que supone asumir aunque solo sea parcialmente el concepto de antiterrorismo
que los gobiernos occidentales están transmitiendo machaconamente desde
el 11 de septiembre. Un movimiento de justicia global no debe admitir como paladines
del antiterrorismo a países, gobiernos y personas que crean, financian,
colaboran o toleran grupos paramilitares y terroristas, golpes de estado, regímenes
corruptos o fascistas, y que además obligan a que otros países
más débiles implanten políticas económicas y sociales
mortales para su población. Ellos mismos son terroristas o colaboradores
de terroristas y como tal deben ser vistos.
No es de recibo, por poner el caso más evidente para mi, negar la posibilidad
de intervenir en el foro de Porto Alegre a las FARC por ser un grupo armado,
y no tener ningún escrúpulo en sentarse al lado de ministros y
políticos que acaban de aprobar y participar en bombardeos indiscriminados
de población civil. Esta actitud no deja de suponer una doble moral llena
de hipocresía, como creo le ocurre en este caso a Susan George.
Para ella, el mayor peligro para la civilización y la democracia proviene
de las ideologías fundamentalistas árabes, los cuales serían
los enemigos de un occidente en el que estaríamos incluidos tanto Bush,
Blair, Aznar o Jospin como los luchadores por un mundo más justo.
Parece obvio que Susan George ha asumido un concepto de civilización
y democracia absolutamente etnocéntrico y muy alejado de lo que plantea
el movimiento antiglobalización aunque ella sea portavoz de uno de las
principales organizaciones de dicho movimiento.
A mi me sorprendió sobre todo esa necesidad de asumir íntegramente
el discurso antiterrorista en boga, ya que no entendía muy bien el deseo
de recibir un status de respetabilidad que permitiera al movimiento antiglobalización
sentarse a discutir con los poderes políticos alternativas a la actual
situación.
Pero la cosa queda más clara cuando Susan George propone su "Pacto Planetario".
Su afirmación de que lo que hace falta es una estrategia keynesiana,
modelo totalmente obsoleto y que ha conducido al neoliberalismo, creo que aclara
suficientemente su apuesta por una vía socialdemócrata que apenas
afecte la esencia del sistema. Parece lógico entonces su necesidad de
justificar la política intervencionista y seguidista de sus aliados potenciales,
concretamente los socialistas franceses de Jospin.
Un "Pacto Planetario" que no deja de ser la misma receta de etnocentrismo occidental,
ayuda caritativa y colonización política y económica que
se está aplicando desde hace años con diferentes estrategias,
incluida la mas reciente. Utilización de las grandes ONG's para adentrarse
en los mercados locales.
Como muestra de esto último me limito a reseñar algunos párrafos
de la propuesta de Susan George (las negritas son mías):
- "Occidente debe superar su dependencia miope de los combustibles fósiles,
sobre todo cuando se producen principalmente en países que, a
pesar de todas las precauciones, podrían caer en el fundamentalismo,
cuya primera acción sería sembrar el caos en las economías
occidentales".
- "Los ciudadanos occidentales están a favor de ayudar a los países
pobres".
- "Los países árabes y/o musulmanes que quisieran sumarse al Pacto
Planetario tendrían que mostrar su buena fe y erradicar a sus
propios y peligrosos elementos fundamentalistas".
- "Sería útil incluir representantes de ONG del Norte"... "también
habría de aceptar la condicionalidad democrática (y contraria
a fundamentalismos de cualquier índole), sin recriminaciones gubernamentales
de "interferencia" o "neocolonialismo"".
No es objeto de este artículo entrar en profundidad a discutir estos
puntos. Creo que son suficientemente elocuentes y sería bueno que los
lectores los estudien y analicen ellos mismos.
En cualquier caso, y reconociendo la necesidad y pluralidad de un movimiento
antiglobalización amplio y con sectores que plantean diferentes niveles
de cambio en la sociedad actual, si parece importante situar y clarificar los
discursos de los actores más conocidos de dicho movimiento. En este sentido
espero y deseo que el discurso que trasluce últimamente Susan George
no sea una muestra de los planteamientos de ATTAC.