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El siglo XXI - Los próximos cinco años
Immanuel Wallerstein
Red Vasca Roja
Los próximos cinco años serán cruciales para la posición
geopolítica de Estados Unidos. En Washington, estos días, aparentemente
piensan que todas las decisiones significativas acerca de los próximos
cinco años se están tomando allí. El programa de Washington
parece ser la reafirmación de la invulnerabilidad militar estadounidense
en todas partes. El actual gobierno estadounidense cree que, una vez que tal
cosa quede establecida sin vacilación, los intereses económicos
básicos de las empresas estadounidenses prosperarán y los ataques
a sus ciudadanos cesarán, esto es, que Estados Unidos volverá
a ser invulnerable.
De hecho, sin embargo,
tres conjuntos de decisiones básicas se están tomando fuera
de Estados Unidos, y cada uno de ellos puede afectar drásticamente
al guión autointeresado de Washington. El primero corresponde a Europa.
El lanzamiento del euro ha sido increíblemente suave, para sorpresa
de mucha gente. De hecho ha funcionado tan bien que Suecia y Dinamarca probablemente
se unirán a la moneda común en 2003, y Gran Bretaña en
2004. En ese momento habrá muchos otros que pretenderán unirse
al euroclub, aunque quizá no se les admita inmediatamente.
Eso tiene consecuencias
económicas y políticas. Las primeras consisten en que el euro
se convertirá en moneda de reserva mundial junto al dólar. El
hecho de que el dólar haya sido la única moneda de reserva desde
que concluyó la paridad fija entre el dólar y el oro hace 35
años ha supuesto una ventaja económica inmensa para Estados
Unidos, permitiéndole vivir muy por encima de sus medios. Las consecuencias
geopolíticas de contar con una segunda moneda de reserva en el mundo
parecen obvias. El dominio financiero siempre ha sido el último baluarte
de la que venía siendo potencia hegemónica.
¿Se puede hacer descarrilar
a Europa? Quizá, pero en este momento sería difícil.
La Unión Europea (UE) ha decidido celebrar una Convención para
emprender la revisión de su engorrosa estructura. Ha confiado la dirección
de los trabajos preparatorios a Valéry Giscard d'Estaing, quien probablemente
constituye la opción ideal para el puesto. Cree en su tarea; tiene
prestigio en toda Europa; y cuenta con una gran habilidad política
y diplomática. No es probable que se deje intimidar por el gobierno
estadounidense en el ejercicio de su función. Lo que Europa tiene que
hacer, obviamente, es crear una estructura que posea como mínimo dos
características: una autoridad central políticamente responsable,
capaz de tomar decisiones; y el fin de los vetos nacionales sobre las decisiones
básicas.
Eso exigirá sin
duda duras negociaciones, ya que cada gobierno, temiendo ser derrotado por
la fuerza de los votos en el futuro, trata de utilizar su actual poder en
la UE para preservar sus intereses a largo plazo. Pero el reforzamiento de
las estructuras europeas es muy factible, y el ambiente es muy favorable en
este momento. Es probable que dentro de cinco años haya una UE reestructurada
y ampliada. Por primera vez, además, los Estados del centro y este
de Europa se convencerán de que formar parte de la UE es más
importante y más útil que formar parte de la OTAN.
El segundo nicho importante
en cuanto a la toma de decisiones es el mercado mundial. Si bien no creo que
el "mercado" sea una entidad mágicamente autónoma, sí
me parece que la capacidad de los Estados para controlar el desarrollo de
los acontecimientos, aunque sean tan poderosos como Estados Unidos, es limitada.
La gran pregunta es si la actual recesión será una irregularidad
pasajera que se disipe al cabo de un año, o se convertirá en
una deflación mundial significativa que dure más de cinco años.
Los periódicos
de todo el mundo publican a diario las opiniones de los funcionarios gubernamentales,
banqueros, economistas y expertos de todo tipo. Durante el último año
he leído muchas de esas opiniones, y todo lo que puedo decir es que
van en todas las direcciones imaginables; no hay ningún consenso al
respecto. En lo sustancial, creo que es mucho más probable que vayamos
a encontrarnos con una depresión mundial seria que con una rápida
reanudación de la inflación del mercado de valores. Si es así,
todos sentiremos sus efectos. La cuestión clave para la Tríada
(Estados Unidos, Unión Europea y Japón) no es si todos la sentiremos,
porque eso es obvio, sino cómo le irá a cada uno de ellos en
comparación con los otros dos.
Sospecho que Estados Unidos
se va a llevar la peor parte, por dos razones. Una es que la expansión
estadounidense de la última década se basaba, más que
en ninguna otra parte del mundo, en la confianza psicológica en el
futuro. Y una vez desvanecida la confianza, creo que el péndulo oscilará
más en Estados Unidos que en Europa (que en la pasada década
no mostró la misma confianza irracional) y en Japón (que ha
contado con toda una década para irse deshaciendo de sus propios desatinos
psicológicos).
La segunda razón
es la de las "variables económicas subyacentes" como les gusta decir
a los economistas. Siempre se ha dicho que Estados Unidos es particularmente
fuerte al respecto. Yo no lo creo, por una razón decisiva: me parece
que Estados Unidos pierde gran parte de su acumulación de capital por
el tamaño de sus "cuadros" y el nivel de ingresos de sus estratos gestores
más altos. Europa y Japón son mucho más modestos al respecto.
Si se produce una depresión seria habrá que hacer notables recortes
en ese terreno, y la "degradación de los yuppies" y sus consecuencias
causarán estragos en el sistema político estadounidense.
Luego está el tercer
ámbito para la toma de decisiones, las regiones más pobres del
mundo, con lo que me refiero esencialmente a todo lo que hay fuera de la Tríada,
incluyendo Corea del Sur y Taiwán, India e Israel, Brasil y México,
y hasta Canadá. Para todos ellos, Argentina es el espectro que les
amenaza hoy día. ¿Veremos cacerolazos [en español en el original]
en otros países? Déjenme recordarles lo que ha ocurrido en Argentina.
Como "daño colateral" del parón económico mundial, los
trabajadores argentinos están sin empleo y hambrientos, y la clase
media argentina está justificadamente aterrorizada al ver que sus ahorros
se van al garete (un poco como las pensiones de los empleados de Enron). Es
esa combinación de desesperaciones la que ha creado la situación
inestable y casi anárquica que vemos hoy en Argentina.
Si fuera sólo cuestión
de Argentina, Estados Unidos se encogería de hombros, y lo mismo haría
el resto del mundo (de hecho, eso es lo que parece estar sucediendo en este
momento). Pero ese tipo de levantamientos es contagioso en el contexto de
una depresión económica. Indonesia podría ser el próximo
país en el que se produjera un fenómeno de ese tipo, si atendemos
a su situación económica. Y las consecuencias políticas
son altamente impredecibles, no sólo en Indonesia. En todos los lugares
donde sucedan esos colapsos es muy probable que veamos levantamientos populistas
cuyo carácter (de izquierda o de derecha) puede ser incierto, al menos
en un primer momento. Pueden producirse golpes militares de imprevisible evolución,
o los gobiernos pueden aferrarse al poder con métodos dictatoriales
muy desagradables. Pero suceda lo que suceda es muy poco probable que nos
hallemos en un mundo libre de "terrorismo".
Así pues, la perspectiva
parece bastante sombría vista desde Washington, aunque allí
todavía no se hayan dado cuenta de lo que se avecina.
15 de enero de 2002
©
Immanuel Wallerstein 1998, 1999, 2000, 2001.
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