"Renovados
intereses" de la petrolera estadounidense
Unocal en Afganistán
Jim Cason y David Brooks,
La Jornada
Tal vez el nombre del "nuevo" Afganistán debería ser Unocalstán.
El nuevo líder interino afgano, Hamid Karzai, probablemente rechazaría
la sugerencia, pero sabría por qué se hace. Dos de las figuras
claves en la transición de ese país tienen extensos vínculos
con el origen de ese nombre.
Unocal es una gigantesca empresa petrolera estadunidense que en los años
90, después de que el talibán tomó el poder en Kabul, firmó
un contrato para construir un gasoducto para transportar gas natural desde un
enorme yacimiento en Turkmenistán a través del territorio afgano
hasta llegar al océano Indico.
Pero algunos en la cúpula política estadunidense se oponían
al talibán y los ejecutivos de Unocal montaron una campaña de
cabildeo para promover las buenas relaciones entre Washington y el régimen
talibán en Kabul.
Todo esto se desmoronó en agosto de 1998 después de los ataques
a dos embajadas estadunidenses en Africa, de los que se responsabilizó
a Osama Bin Laden y su red con sede en Afganistán, y en diciembre de
1998 Unocal canceló su contrato para construir el gasoducto en aquel
país al evaluar que la coyuntura no permitía hacer otra cosa.
Los asesores
Pero antes de los ataques ocurridos en agosto de 1998, Unocal había contratado
a dos influyentes consultores para negociar el acuerdo con el talibán
y promover una relación más cercana entre Washington y Kabul.
Según reportó recientemente el diario francés Le Monde,
uno de estos consultores fue el propio Karzai, el ahora líder interino
del "nuevo" régimen de Afganistán.
En la nota de Fracoise Chipaux publicada por el periódico más
prestigiado de Francia el 13 de diciembre, se informa que Karzai fue uno de
los principales asesores de Unocal en el proyecto del gasoducto en Afganistán.
Y Karzai no era el único ex empleado de Unocal en Afganistán.
A finales del año pasado, sólo nueve días después
de que Karzai asumió su puesto al frente del nuevo gobierno en Kabul,
el presidente George W. Bush nombró a Zalmay Khalilzad como su "enviado
especial a Afganistán". Al arribar a Kabul este mes, Khalilzad condenó
severamente al talibán, pero hace sólo cinco años atrás
el mismo Khalilzad trabajaba como asesor de Unocal y promovía una relación
más abierta y positiva con los talibanes.
"El talibán no practica el estilo de fundamentalismo antiestadunidense
practicado por Irán", escribió Khalilzad en un artículo
publicado en The Washington Post después de que el talibán se
estableció en Kabul. "Deberíamos... tener la voluntad de ofrecer
el reconocimiento y la asistencia humanitaria y promover la reconstrucción
económica internacional. Es hora de que Estados Unidos se comprometa
de nuevo (con el régimen del talibán)".
Este argumento público fue presentado después de que ya se conocían
ampliamente los abusos del talibán, y después de que Osama Bin
Laden había establecido su sede en Afganistán, y al mismo tiempo
que la entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, caracterizaba al régimen
islámico fundamentalista como "despreciable".
¿Por qué argumentaría en favor del talibán un hombre de
origen afgano que había trabajado en el Departamento de Estado durante
la presidencia de Ronald Reagan y en el Pentágono durante la presidencia
de George Bush, padre? La respuesta, según varios reportajes publicados
recientemente en la prensa británica, y con menos perfil, la estadunidense,
es el dinero.
En los años 90, Khalilzad fue asesor de Unocal, de acuerdo con información
publicada por The Independent de Londres y The Washington Post, aunque este
dato no aparece en la biografía profesional oficial difundida por la
Casa Blanca. En este puesto, Khalilzad realizó una evaluación
de riesgos para Unocal sobre la viabilidad del gasoducto en Afganistán
en 1996 y participó como representante de la empresa en los encuentros
con funcionarios del régimen talibán que la firma sostuvo en Houston
en diciembre de 1997.
Durante este periodo, el ahora representante del gobierno de Bush en Afganistán
argumentó en favor de establecer una relación más cercana
entre Washington y el talibán, gobierno que el entonces presidente Bill
Clinton se rehusaba a reconocer oficialmente como legítimo.
Fin del sueño
La empresa y su consultor Khalilzad sabían que "sin este 'rencuentro'
(entre Washington y el talibán), no sería posible para Unocal
promover su objetivo de construir un gasoducto", explican los corresponsales
del The Independent en su nota publicada el 10 de enero.
Pero el fin de ese sueño llegó cuando el gobierno de Clinton lanzó
misiles contra los campamentos de Bin Laden en Afganistán en respuesta
a los ataques contra las embajadas estadunidenses en Africa, y Unocal se retiró
del contrato para construir el gasoducto. Así, con el ex aliado ahora
declarado como enemigo, el guión cambió, y Khalilzad no tuvo dificultades
en adaptarse a la nueva realidad.
En 2000, el asesor propuso que Estados Unidos conformara una alianza contra
el talibán y en mayo del 2001 el presidente George Bush nombró
a Khalilzad asesor para Asia en su Consejo de Seguridad Nacional de la Casa
Blanca. Meses después, Khalilzad sería nombrado enviado especial
del presidente a Afganistán.
Hoy día ni Khalilzad ni Karzai son empleados o asesores de la empresa.
Sin embargo, la sombra de Unocal sigue sobre la relación entre Washington
y Kabul. El pasado 8 de enero, CNN transmitió un programa donde el ex
embajador de la Organización de las Naciones Unidas para el asunto de
las armas en Irak, Richard Butler, comentó un libro recién publicado
en Francia en donde se afirma que durante los primeros meses del nuevo gobierno
de Bush, Estados Unidos obstaculizó las investigaciones sobre Osama Bin
Laden mientras sus funcionarios evaluaban la posibilidad de un nuevo contrato
de Unocal en Afganistán. Un subdirector de la FBI renunció en
protesta por estas maniobras, afirma el libro.
"Hay un gran premio aquí"
"Si ha de haber un oleoducto a través de Afganistán, obviando
así la necesidad de negociar con Rusia, eso también costaría
menos de la mitad de lo que costaría un oleoducto a través de
Rusia", explicó Butler en CNN. "Así, tanto financiera como políticamente,
hay un gran premio aquí. Un oleoducto a través de Afganistán
hasta la costa de Pakistán sacaría el petróleo de Asia
Central más fácil y barato".
Al señalar que las versiones de este libro no han sido comprobadas, Butler
dijo a CNN: "el libro dice que los negociadores le dijeron al talibán
que tienen una opción. O tienen un tapete de oro, o sea un acuerdo petrolero,
o un tapete de bombas. Eso es lo que alega el libro". Hasta la fecha, CNN no
ha recibido un desmentido oficial sobre estas versiones.
Con estos antecedentes, y con estas dos figuras encargadas de construir el futuro
de Afganistán, aún es posible que todo este cuento pudiera acabar
con un nuevo nombre para ese devastado país. Unocalstán todavía
podría aparecer en los mapas.