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Internacionales

30 de enero del 2002
Palestina a corazón abierto

Punto Final

En la ciudad vieja de Jerusalén no lejos de la Puerta de Jaffa, cerca de la ciudadela, hay un antiguo convento transformado en hotel. En él se alojaron, entre otros, el general Allenby, vencedor de los turcos en la primera guerra mundial y el escritor Mark Twain. Nos detenemos después de caminar desde la Puerta de Damas bordeando la muralla contruida por Solimán el Magnífico, mudo testigo de nuestra larga conversación con Rafael, un militante de la organización pacifista israelí Gush Shalom: "Desde hace varios meses que la propaganda de Sharon ha presentado al presidente palestino como un obstáculo para la paz y una amenaza para la seguridad de Israel", ha dicho.


E
l martilleo de la propaganda sionista se ha intensificado al conocerse los resultados de una encuesta en que aún cuando una mayoría de israelíes apoyan al gobierno de Sharon, el 54% se declara favorable a la evacuación de las colonias como condición previa a un acuerdo de paz. Todo indica que la brutal embestida del ejército israelí en los territorios autónomos, so pretexto de los atentados ocurridos durante diciembre, obedece a un plan concebido por Sharon antes de su elección en febrero de 2001 y no una respuesta a éstos como lo presenta la propaganda israelí. Sharon, como numerosos altos oficiales del ejército -así como parte significativa de la sociedad israelí, los colonos particularmente- se ha opuesto al proceso de paz de Oslo iniciado en 1993. El asesinato de Rabin en 1995 -operación donde aparecen implicados los servicios secretos sionistas-, demuestra que militares y dirigentes del partido Likud no están dispuestos a transigir. El plan Sharon se basa en dos postulados: Yasser Arafat es un terrorista, por lo tanto no se negocia con terroristas. Segundo, los acuerdos de Oslo y el reconocimiento mutuo es un error fatal para Israel y debe ser abrogado.
Pero para llegar a su objetivo, esto es, impedir el establecimiento de un Estado palestino sin deshauciar los compromisos contraídos por Tel Aviv, evitando así una reprobación internacional más fuerte, el gobierno de Sharon inició hace meses una campaña presentando a Yasser Arafat como un dirigente acabado, sobrepasado por los acontecimientos: "Sharon, en estrecha relación con el ejército, está tratando de cambiar de interlocutores, con la absurda y equivocada idea de negociar con dirigentes que cuenten con el visto bueno de Israel, quienes estarían más dispuestos que los actuales a aceptar sus condiciones. Es una estupidez puesto que jamás los palestinos aceptarán dirigentes que no hayan sido elegidos por ellos. Sharon quiere 'compartimentar' a los palestinos y negociar separadamente en cada pedazo de territorio, en cada 'Bantustán', con dirigentes obsecuentes, impidiendo al mismo tiempo la existencia de un Estado palestino con cierta continuidad territorial. Será muy difícil encontrar tales colaboradores, suponiendo que éstos sobrevivan a la cólera de sus compatriotas...", explica Rafael, quien recuerda que hace años el mismo Sharon, entonces ministro, había creado la "Liga de Ciudades", entidad ridícula y carente de toda representatividad que los palestinos ni siquiera trataron de eliminar, desapareciendo de muerte natural.
Un influyente núcleo de militares israelíes considera que el nuevo sistema internacional en formación después de los atentados del 11 de septiembre, tendría "un impacto positivo sobre la región", estimando que Israel debe buscar su inserción en la "guerra mundial contra el terrorismo". Esta percepción estaría corroborada porque Estados Unidos emitió tenues críticas por la represión desencadenada por Israel luego de la ejecución del ministro israelí Rehavam Zeevi, el 15 de octubre pasado -quien, dicho sea de paso, preconizaba la deportación masiva de palestinos. En cambio Washington en el mes de diciembre no hizo críticas ni formuló reservas por la represión israelí, achacando la responsabilidad de la situación al gobierno palestino. "Incluso si Yasser Arafat detuviera a todos los militantes palestinos, Sharon diría que es poco", explica Rafael. "Lo que quiere es multiplicar los 'check points' y mantener los 200 pedazos de territorios palestinos como Bantustanes, para luego negociar con autoridades locales moderadas designadas por Israel e impedir de hecho un Estado palestino".
Rafael nos habla de las actividades que realiza su organización, solidarizando con los conscriptos prisioneros que se niegan a participar en la represión contra el pueblo palestino. Han realizado varias manifestaciones frente a la prisión militar de Tzrifin: "Disparar contra civiles desarmados, bombardearlos y destruir sus casas, son crímenes de guerra", señala, agregando que Sharon debiera ser juzgado como responsable de tales crímenes.
Salimos de la ciudad vieja por Jaffa Road y entramos en Jerusalén oeste, la ciudad nueva, bajo control israelí desde 1948. Todo ha cambiado. El ambiente oriental de la ciudad vieja cede el paso a un barrio moderno, kitsch, como miles que existen en Occidente: negocios con marcas internacionales, bancos, snack bar, calles concurridas, neón y letreros luminosos, gente vestida a la moda. Es Occidente con su rostro más vulgar, es decir, norteamericano. En la calle Ben Yehuda, varios policías y unas velas encendidas, testimonian el atentado ocurrido hace pocos días. Nos sentamos en un restaurante de la calle Jaffa y Rafael descubre la cruz pequeñita que llevo desde hace poco tiempo en el pecho. Sonrío y le digo: "Es un recuerdo de mi madre". Con un semblante triste y solemne Rafael repite fijando la vista en los muros de la ciudad vieja: "Luchamos por el fin de la ocupación, por una paz justa y por la existencia de Palestina e Israel, dos Estados, dos pueblos".
Hoy, cuando recuerdo a este israelí que ha escogido la paz como bandera, no puedo evitar pensar en las palabras de Uzi Landau, el ministro del Interior israelí, del Likud, principal partido gubernamental: "Jamás aceptaremos la existencia de un Estado palestino... Los acuerdos de Oslo fueron un error... Se trata de una lucha a muerte y gracias a Dios somos más ricos que todos los países árabes juntos... Como en Afganistán hay que destruir la infraestructura palestina y no solamente a Hamas y al Yihad, sino que también al Tanzim y la Fuerza 17(1), sus ministerios y sus organizaciones... Mientras los palestinos conserven un ápice de esperanza, la guerra y el terror no cesarán. El día que ya no tengan ninguna esperanza, entonces aceptarán firmar la paz, no tendrán alternativa".
Pero Landau y sus socios norteamericanos desconocen la fuerza inmensa de que disponen los palestinos, su voluntad de resistir y la inextinguible voluntad que los anima.
La tarde está declinando y el Monte de los Olivos se ensombrece. Es un atardecer hermoso y con mi acompañante tratamos de situar en la penumbra el lugar donde según la Biblia habría tenido lugar la Ascensión de Jesús. "Mira, ahí más abajo está Getsemaní, donde gracias a un agente infiltrado fue entregado Jesús. El respeto de las normas de seguridad no era su fuerte", murmura sonriendo Rafael, después agrega: "A la izquierda está la tumba de la virgen María - aun cuando otras versiones afirman que murió en Turquía- y allí a la derecha hay un cementerio judío, donde está enterrado el terrorista Begin ".
Nos despedimos en la puerta de los Leones, custodiada por soldados. Anochece y debo internarme en el barrio árabe por la Vía Dolorosa para llegar a mi hotel. El pacifista israelí me recomienda: "Pon la cruz de tu madre bien en evidencia sobre tu polera, te protegerá". Camino subiendo por la Vía Dolorosa y a pesar del término del ayuno del Ramadán, observo que las calles están desiertas, un toque de queda tácito produce una calma tensa y angustiosa. Los atentados no han cesado -anteayer uno en Haifa- y en los barrios árabes -musulmán y cristiano- , así como en los territorios y campos de refugiados, los habitantes retienen la respiración esperando las represalias israelíes.
En mi hotel me entero que tengo cita al día siguiente con una persona que "sabe mucho de Hamas", la organización islamista. Jesús no fue tal vez muy apegado a las reglas de seguridad, pero en la esquela dejada en la casilla de mi hotel dice perentoriamente en inglés: "no camera, no pictures, no tape recorder, passport only". Tendré que plegarme a estas instrucciones y hacer un esfuerzo de memorización. Al día siguiente me encuentro en un lugar de la región de Jerusalén frente a la persona "que sabe mucho de Hamas". La pieza está poco iluminada y la conversación es en inglés. Mi interlocutor explica que su organización tuvo en su origen (1987) gran influencia del movimiento islámico "Los Hermanos Musulmanes", agregando que habían comenzado haciendo actividades de orden caritativo, obras sociales y de ayuda mutua. Su jefe espiritual, Ahmed Yassin -al que las autoridades palestinas han querido arrestar luego de los atentados de diciembre- pasó ocho años preso en Israel. El Hamas se ha opuesto desde su inicio a los acuerdos de paz de Oslo y durante esta segunda Intifada su influencia no ha cesado de crecer en detrimento del Fatah de Yasser Arafat . "Queremos un Estado islámico en toda Palestina, del Jordán al Mediterráneo. Palestina es una tierra islámica, no podemos renunciar a parte alguna de ella. Las conferencias y acuerdos de paz sólo han servido para acrecentar el poderío de los sionistas. Nuestra única solución es la lucha", afirma. Contesta con evasivas cuando le pregunto la cantidad de militantes y adherentes de Hamas.
Unas semanas más tarde nos enteraríamos que en el momento de nuestra conversación, Hamas estaba en pleno proceso de discusión interna, que desembocó en la decisión de aceptar el cese de las acciones armadas pedida por Arafat.
Reitera que se han disociado de los atentados de Nueva York, instando al mismo tiempo a Estados Unidos a repensar su política exterior, en particular en el Cercano Oriente: "Nuestra estrategia consiste en luchar en Palestina contra el ocupante sionista, como lo hemos expresado muchas veces". Las acciones militares son realizadas por el aparato armado de Hamas, las brigadas Ezzedín Al Qasam. Nuestro entrevistado no emplea la expresión "atentados suicidas", habla de " acciones militares realizadas por mártires ". Mientras escucho a mi anfitrión envuelto en la penumbra, pienso que mucha gente en el mundo se equivocó creyendo que la guerra en Afganistán obligaría a Washington a buscar una solución al conflicto palestino-israelí, como una manera de dar garantías y obtener la adhesión de los países musulmanes. La luz verde dada por Bush a Sharon a comienzos de diciembre se produjo una vez que Estados Unidos consideró que había alcanzado parte de sus objetivos al derrotar a los talibanes e instalar a la Alianza del Norte en Kabul, alentando la estrategia prevista por el primer ministro israelí. Bush tolera con beneplácito la represión contra la población civil palestina y el terrorismo israelí con su secuela de asesinatos "preventivos" de dirigentes. El veto norteamericano del 14 de diciembre -opuesto a un proyecto de resolución de la ONU, que condenaba a Israel y pedía protección internacional para los palestinos- es el segundo utilizado en el curso del año por "el amigo de Sharon" y demuestra como paradoja, el aislamiento internacional de ambos países. Esta política de apoyo incondicional a Israel que garantiza su impunidad, no puede provocar otra respuesta que la multiplicación de atentados, -"la inmolación de mártires"- que como explica nuestro interlocutor surgen espontáneamente debido a la situación intolerable en que se encuentra su pueblo: "La escalada sionista tiene un marcado carácter militar, que muestra que quieren lograr la sumisión total de nuestro pueblo para imponer sus condiciones. Si Dios lo quiere, no lo conseguirán".
Le señalo que en función de esa lucha es imprescindible presentar un frente unido, preservando la unidad del pueblo palestino que se ha dado como autoridad máxima a Yasser Arafat. Me mira y creo ver un dejo de contrariedad en su cara: "Respetamos al presidente Arafat y a nuestras autoridades. Estaremos junto a ellas mientras no se inclinen ante Occidente ni ante el marxismo. Pero no renunciaremos jamás a nuestro objetivo: una Palestina islámica. Los dirigentes de nuestro país no deben asumir el papel represivo al que lo empujan los sionistas y Estados Unidos".
Escucho luego un largo discurso plagado de alusiones coránicas. Habla con vehemencia y seguridad. Hay algo en su tono profético y tajante que me desagrada y me recuerda la actitud de los responsables de la mezquita de Gaza, construida con fondos provenientes de Arabia Saudita, quienes no han aceptado que frente a ésta, en el jardín del orfelinato de la ciudad, el director pueda construir una piscina para esparcimiento de los niños: "Es contrario a la moral islámica bañarse en público en paños menores" sentenciaron, y las autoridades han debido inclinarse. Pienso en la discoteca de esa misma ciudad, muy apreciada por los jóvenes y que ha sido incendiada por desconocidos... Tal vez tenga razón un viejo amigo filósofo, cuando afirma que el Islam necesita con urgencia una teología de la liberación... Se yergue en su sillón y me entrega unas hojas con recientes declaraciones del Hamas. Comprendo que la entrevista está terminando. Me levanto y observo que me mira con detención: ¿Es usted cristiano?, inquiere. ¿Cuántas veces me habrán hecho esta pregunta en Tierra Santa?, pienso. Entonces viene a mi mente aquello de Cujus regio, ejus religio y le contesto: "Sí, culturalmente cristiano". Al despedirse me dice: "Saludos a nuestros numerosos primos que viven en su país".
Una hora más tarde deambulo por los alrededores de Jerusalén hasta que finalmente encuentro un taxi. Desciendo en la puerta de Damas y tranquilizo a Saleh, mi ángel guardián que se impacientaba por la tardanza. Saleh que no soporta a la gente de Hamas y que se había opuesto a la entrevista, está un poco enojado y ha aceptado hacer un paréntesis en su estoico ayuno cotidiano, acompañándome a un bar armenio cerca de la puerta de Jaffa, donde bebo un café con cardamomo mientras leo la prensa israelí y discutimos. Es un musulmán moderado de tendencia laica y estudioso de Carlos Marx. Reconoce que Hamas es un movimiento bien implantado en la sociedad palestina. A pesar de un discurso intransigente -afirma- existen tonalidades diferentes al interior de Hamas: "Al comienzo fue tolerado por los israelíes que pensaban que así podían contrarrestar la influencia de la OLP. Los israelíes siempre han tratado de sacar provecho de nuestras rencillas. En Nazaret, donde hay una importante comunidad cristiana, alientan la construcción de una mezquita cerca de una iglesia para crear problemas entre musulmanes y cristianos".
Aprovechando un instante de debilidad debido a mi desaliento por las noticias que recibo sobre la ocupación militar en curso, me pregunta por enésima vez lo que ha bautizado como "la cuestión pendiente":
¿Dónde diablos escribió Carlos Marx que la religión no era el opio de los pueblos? Tenía entendido que había escrito lo contrario. Le respondo que ya hablaremos de eso y que en estos momentos lo que haya dicho el viejo Marx me importa un bledo, y que como su pueblo es mayoritariamente musulmán, para tener una remota posibilidad de éxito en cualquier empresa de transformación política y social debe tener muy presente esto último. Insiste puesto que para él, es un excesivo apego al Islam lo que ha perjudicado la causa palestina. Pero yo ya me he sumergido en mi café y en la lectura de la prensa local.
Ami Ayalon, ex jefe del contraespionaje israelí de 1996 a 2000, es uno de los que impugnan el triunfalismo del gobierno de Sharon: "Después del 11 de septiembre están eufóricos. Piensan que las presiones internacionales sobre Israel han terminado. Ocultan además las consecuencias de la presencia israelí en Palestina. No es sólo una cuestión moral. Del punto de vista demográfico el tiempo favorece a los palestinos. Del punto de vista político a Hamas. Pero también los intelectuales palestinos se están radicalizando. Antes, eran favorables a la creación de dos Estados, ahora, frente a la interminable presencia de nuestras tropas en sus territorios, muchos han optado por un Estado, uno solo, binacional, bajo tutela árabe". El militar israelí en retiro afirma que nunca Israel ha sido más fuerte militarmente que ahora: "Los que quieren una nueva victoria, quieren en realidad prolongar eternamente la guerra. Reocupar los territorios, liquidar a Yasser Arafat, no cambiaría nada, el pueblo palestino continuará luchando por su independencia".
El siniestro plan puesto en marcha por Sharon se traduce en una ausencia total de perspectiva de paz para israelíes y palestinos. Al igual que en los países occidentales que siguen servilmente a Estados Unidos en su guerra mundial "contra el terrorismo", aparece claro que la extrema militarización y las medidas represivas en función de esta guerra contra el pueblo palestino y sus autoridades, conducirán inevitablemente en Israel a una restricción aún más grande del derecho al disenso de sus propios ciudadanos.
Apoyando la ofensiva israelí contra el gobierno palestino, Bush se ha hecho cómplice una vez más -cuando no ejecutor directo- de violaciones al derecho internacional. La ONU, cuya misión consiste principalmente en la preservación de la paz, la resolución de conflictos por la vía de la negociación y que dispone en teoría de los medios para hacer prevalecer los principos enunciados en su Carta con su inacción y desidia demuestra su instrumentalización y sometimiento a Estados Unidos.
A las diversas concesiones que ya ha debido aceptar el gobierno palestino, se agrega ahora la exigencia de participar activamente en la represión contra su propio pueblo. La historia retendrá de los recientes acontecimientos en Tierra Santa, que la tentativa de aplastamiento del legítimo derecho del pueblo palestino a disponer de un Estado nacional, se hizo contando con la indolencia y cobardía de las potencias occidentales, que en otras ocasiones corren presurosas formando heterogéneas coaliciones, invocando la sacrosanta trilogía: democracia, derecho internacional y derechos humanos. Hoy callan cobardemente. Porque la lista de violaciones y de crímenes cometidos desde hace cincuenta años por Israel es gigantesca.
La impunidad de que gozan Israel y sus dirigentes es indisociable de la actual situación internacional. La lucha "contra el terrorismo" emprendida por Bush y Sharon se complementan. Su socio privilegiado, Estados Unidos, se permite las mismas violaciones al derecho, como lo demuestra la guerra en Afganistán y la amenaza que ha proferido contra todo Estado que no se pliegue a su voluntad. Es la estrategia de enfrentamiento asimétrica del fuerte contra el débil. De Goliat contra David. Hace una semana que estoy en Tierra Santa y esta mañana antes de partir he visitado la explanada de las mezquitas y he dicho adiós a la cúpula dorada de As Sakhra Al Musharafa, a Al Aksa y a la iglesia del Santo Sepulcro, distante sólo unos metros de mi hotel. Trato de grabar cada detalle de este mundo que pronto quedará atrás. Almuerzo con Saleh, su mujer y sus dos pequeños. Me despido prometiéndoles volver. En silencio caminamos hasta la puerta de Damas donde Saleh tiene su auto. Pasamos por varios controles. Por la ventanilla del coche veo a innumerables "lubavich" rusos, lituanos, ucranianos y letones, vestidos de negro y con extraños sombreros de ancha ala, que recién llegados disponen de más derechos que Saleh, quien tiene en esta tierra una ascendencia que se remonta a más de cuatro siglos.
Bajamos y lo estrecho con afecto al tiempo que le agradezco sus desvelos: "En lo que respecta a la 'cuestión pendiente' -le digo-, es efectivo que en la Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel, Marx escribió que la religión es el opio del pueblo. Es la última frase de un párrafo. Pero generalmente se olvida agregar, que en las frases anteriores dice que la religión es también la expresión de la miseria real, la protesta contra ésta y contra la injusticia, el suspiro del hombre, esa criatura desamparada y desesperada... " (esto último es de mi cosecha, pero no se lo digo). Mi estudioso ángel guardián me escucha sonriente. Mientras me alejo le grito: "Y yo, querido Saleh, no condeno a los desesperados"
PACO PEÑA
En París

Notas.
1. Fuerzas de seguridad palestinas dependientes del presidente Arafat.

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