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17
de enero del 2002
Entrevista a Bernard Cassen
«Para
EEUU sólo importa el terrorismo.
¿Y los 30.000 niños que cada día mueren de hambre?»
Ana
Romero/El Mundo
ATTAC es el mayor grupo antiglobalización de Europa y está
ya presente en 35 países, la mitad de ellos europeos. Todo, en tres
años.
¿El secreto del éxito?
«Aportamos novedad. Empezó a venir gente que nunca había militado
en algo. Creamos nuevas fuerzas». La idea surgió a finales de 1997,
leyendo un oscuro editorial en Le Monde Diplomatique, donde él ejercía,
antes de dedicarse casi a tiempo completo a ATTAC, como director general.
El artículo se
refería a James Tobin, el Nobel de Economía que un par de décadas
antes había inventado un impuesto para todas las transacción
financieras que acabaría con la especulación.También
debería erradicar la pobreza en el mundo, según ATTAC, que nació
en junio de 1998 y cuyas siglas significan Acción por una Tasa Tobin
de Ayuda al Ciudadano.
Pero el impuesto en cuestión
se convirtió pronto en un mero símbolo, y los objetivos se ampliaron:
acabar con la deuda del Tercer Mundo, los paraísos fiscales, el crimen
financiero y la libre circulación de capitales. En Francia, 30.000
personas pagan religiosamente su cuota anual por pertenecer a ATTAC. De esas
contribuciones ciudadanas ha salido el 85% del presupuesto de 2001: más
de 150 millones de pesetas (900.000 euros). El caso de España, explica
Cassen, no funciona bien, porque está dividido por autonomías.Se
calcula que en total no llegan a los 2.000 socios. «Los más participativos
son los europeos del Norte», continúa. En Suecia, desde enero de 2001,
van 6.000 miembros. No están presentes ni en Estados Unidos ni en el
Reino Unido.
ATTAC se opone a lo que
Cassen llama «la globalización liderada por las multinacionales», pero
al mismo tiempo se declara internacionalista.Su grito de guerra: «¡No al libre
mercado!». Sus enemigos declarados: el FMI (Fondo Monetario Internacional),
la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo en
Europa), la OMC (Organización Mundial del Comercio), el Banco Mundial
y la Comisión Europea.Esta última es «la que nos coge más
cerca», dice este hombre alto y bien vestido que podría ser, por su
aspecto, un respetable abogado o un médico seguidor, incluso, de Jacques
Chirac.
Sus costumbres el móvil,
el correo electrónico, los aviones tienen más que ver con las
de un ejecutivo agresivo que con las del bucólico José Bové.
Un único detalle puede levantar sospechas acerca de una posible falta
de modernidad: su amor por los puritos, que invaden su luminoso despacho de
la Rive Gauche con un maloliente humo. Hasta aquí su aire de pertenecer
al establishment. Su forma de hablar inspiraría al propio Che: «Osama
bin Laden es un producto americano. Son los americanos los que lo han creado».
Decano de una Facultad
de inglés, es ahí, y en sus lecturas de Mark Twain, donde acaba
su gusto por lo anglosajón. Hasta el año pasado daba clases
en la Universidad de Vincennes à Saint Denis, también conocida
como París 8, que fue creada tras la algarabía del 68, cuando
la reforma educativa del ministro de Educación, Edgar Faure, dio a
las estudiantes la libertad por la que habían luchado: «En aquella
época trabajé todavía más que ahora. Fui uno de
los dos fundadores de Vincennes».
Prefiere hablar en francés,
en español o en lo que sea, antes que en inglés. Sus bestias
negras son publicaciones como The New York Times, The Washington Post, y el
International Herald Tribune. Pero al mismo tiempo, él presenta como
prueba de su imparable importancia, además de las horas que le dedica
el jefe de Gabinete del primer ministro Lionel Jospin, la atención
que le han prestado Financial Times, The Economist, Time y Fortune.Así,
el pasado 10 de septiembre, Cassen se las prometía felices.Acababa
de clausurar con éxito la segunda edición de la Universidad
de verano de ATTAC, y esos medios imperialistas habían creado unidades
antiglobalización para adentrarse en un movimiento que estaba cambiando
la agenda política mundial y del que, sin embargo, se sabía
poco.
El conservador The Wall
Street Journal asignó a uno de sus mejores reporteros, Yaroslav Trofimov,
jefe de la corresponsalía en Roma, para seguirlo. Poco se imaginaba
Trofimov que acabaría comiendo y cenando con un antiguo izquierdoso
de los años 70 para escribir un extenso perfil en su periódico,
la Biblia del capitalismo mundial. A punto estaba de ponerse manos a la obra,
cuando Mohammed Atta se estampó contra las Torres Gemelas. Entonces,
Cassen y ATTAC desaparecieron del mapa, engullidos por la cobertura de la
guerra.
¿Se acabó el efecto
de los antiglobalización? «Lo que me sorprende es que el mundo entero
haya adoptado la postura de Estados Unidos, que haya decidido que lo único
importante ahora es el terrorismo.¿Y los 30.000 niños menores de cinco
años que cada día mueren de hambre en el mundo? ¿Por qué
no se discute eso? Hemos condenado los ataques terroristas como todos, pero
no hemos olvidado que los niños todavía están muriendo
de hambre».
«El 11-S es una histeria
periodística y gubernamental estadounidense, pero que yo sepa, no cambia
rigurosamente nada sobre la situación de la gente en el mundo. El concepto
de guerra contra el terrorismo es grotesco», continúa Cassen, para
quien no hay duda: el 11-S no sólo no ha cambiado «ni un milímetro
sus análisis», sino que ha insuflado nueva vida a un movimiento que
algunos daban por muerto.
«Tenemos más razón
ahora que antes. Por ejemplo, con los paraísos fiscales. Antes, Bush
decía que se preocupaba de la soberanía nacional de sitios como
las Islas Caimán, y se oponía a nuestras medidas. Ahora el presidente
estadounidense ha descubierto lo que nosotros llevamos años diciendo:
que son lugares donde acuden criminales como [el multimillonario saudí]
Osama bin Laden».
Cassen se mofa de las
suculentas ayudas económicas concedidas por el Gobierno norteamericano
a las empresas de aviación inmediatamente después de los atentados,
y concluye: «George W. Bush cada vez se acerca más a ATTAC. Como siga
así, ¡será nuestro primer miembro en Estados Unidos!».
Las dos próximas
citas de la organización en el modernista Zénith de París
este sábado, y en el Foro Social de Porto Alegre (Brasil) el próximo
31, serán la prueba definitiva, según Cassen, de que las fuerzas
«permanecen intactas». Empieza la segunda parte, a pesar de que «entre el
Foro de enero de 2000 y el de enero de 2001, algunos comentaristas han querido
criminalizar nuestra organización diciendo que antiglobalización
es igual a antiamericanismo y, por tanto, a complicidad con Bin Laden».
Pero ahí está,
dice Cassen, la crisis argentina. La descomposición política
y económica del país a partir del 22 diciembre demuestra «que
el 11-S murieron 4.000 inocentes, sí, pero que la globalización
continúa haciendo de las suyas. Argentina es un acta de acusación
contra la lógica de la globalización aplicada a un país
que antes estaba entre los más ricos del mundo».
«La catástrofe
de Argentina no es, desgraciadamente, una sorpresa», agrega. «Se esperaba
desde hacía dos años, porque la deuda pública era imposible
de devolver: entre 1976 inicio de la dictadura militar y 2001 se había
multiplicado por 16, pasando a ser de 132.000 millones de dólares.
Al mismo tiempo, la fuga de capitales el dinero de la corrupción de
los militares, del ex presidente Carlos Menem y su entorno mafioso, y de la
gran burguesía relacionada con las multinacionales es de 120.000 millones.
Pedimos una investigación internacional y el levantamiento del secreto
bancario».
¿Quién tiene la
culpa? «Los gobiernos argentinos, bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional
han seguido al pie de la letra, durante mucho tiempo las exigencias de Washington
y han aplicado las medidas de ajuste estructural: nacionalización de
empresas públicas, laminación de los servicios públicos,
apertura comercial total. El resultado: un paro que afecta al 30% de la población
[13 millones de personas en un total de 32 millones], que vive por debajo
del índice de pobreza».
La presidencia española
estará centrada en la liberalización económica de la
Unión Europea. ¿Habrá muchas manifestaciones?
No esperamos un tratamiento
tan bueno como durante la presidencia belga. Aznar se puso de rodillas ante
el señor Bush, así que tendrá que seguir recibiendo órdenes
de su nuevo jefe e insistir en la liberalización de Europa. Pero la
presidencia española, que coincide con el primer semestre del euro,
también lo hace con las elecciones francesas. Eso quiere decir que
en Francia, nadie va a apoyar las tesis liberales.
Cassen esgrime una encuesta
aparecida en Le Monde y advierte: «El 55% de los franceses cree que la globalización
ha favorecido exclusivamente a las multinacionales. Chirac y Jospin no la
van defender, al menos este año, porque leen las encuestas». A ello
van a contribuir ellos con el Manifiesto 2002, el que presentan este sábado.
Se trata de un «diario de cuatro páginas» con el que pretenden estar
presentes en la campaña electoral francesa, y establecer sus ideas
para Francia, para Europa y para el mundo.«Le aseguro que no habrá
una sola reunión electoral en Francia en la que no esté presente
ATTAC».
El ministro de Interior
español, Mariano Rajoy, ha advertido esta semana que la policía
no permitirá acciones violentas como en la cumbre de Barcelona de junio
de 2001 [la del Banco Mundial, que no llegó a celebrarse].
[José María]
Aznar no ha aprendido la trágica lección de Génova: la
presencia policial en las cumbres durante la presidencia española tiene
que ser discreta. Los belgas gestionaron muy bien la cumbre de Laeken, que
transcurrió sin problemas. Aznar debería de aprender de ellos.
Cassen no escucha a las
voces que detectan un agujero en la Tasa Tobin: tendría que ser aplicada
en todo el mundo para que pudiera funcionar. El mantiene que con la Unión
Europea bastaría. En cualquier caso, lo importante es la señal
que enviaría: «Los estados le han dado todo el poder a los mercados.
Si se aplicara la tasa, sería el principio del fin de la subversión
de la democracia que supone la libertad total de los mercados».
Porque a su edad, uno
no hace la revolución sólo para aplicar un farragoso impuesto:
«Se trata de liberar a los espíritus del virus liberal que se nos ha
metido después de 20 años de machaque.Se nos intenta convencer
de que es lo único que funciona. Nosotros decimos que no, que hay que
salir del fatalismo. Nuestro objetivo de verdad es la educación popular».