13 de agosto del 2002
Tres noticias ejemplares
Alberto Piris
La Estrella Digital
Tres informaciones difundidas durante la pasada semana permiten valorar cómo los medios de comunicación siguen siendo, en muchos casos, instrumentos de la política de los Estados.
Noticia número 1
Varios niños afganos, a los que el bombardeo de su país por EEUU convirtió en huérfanos, conviven en Japón, en unos campamentos infantiles, con otros niños norteamericanos, cuya orfandad fue producida por los atentados terroristas en Nueva York el 11-S. Juegan juntos alegremente. Se entretienen. Bailan en grupo. El comentarista de esas imágenes televisadas puntualizó que, gracias a esta convivencia, los jóvenes norteamericanos habían podido darse cuenta de que los afganos no son tan perversos como creían. Fin de la información.
Naturalmente, no se le ocurrió añadir que, si los niños norteamericanos perdieron a sus padres como consecuencia de un ataque terrorista que no procedía de Afganistán y del que no cabía atribuir responsabilidad al desdichado pueblo afgano, los niños de este pueblo, por el contrario, perdieron sus familias por efecto de los devastadores ataques que EEUU desencadenó como venganza. Era más lógico que fueran los niños afganos los que tuvieran temor de las personas y las cosas procedentes de un país, como EEUU, tan dado a las sangrientas represalias militares.
Noticia número 2
También televisada. Unas imágenes rodadas en Israel se acompañan con un comentario hablado. En él se dice que de nuevo este país se encuentra en el punto de mira de Bagdad, que puede desencadenar devastadores ataques con armas químicas o bacteriológicas. Se ven algunos preparativos de los israelíes para hacer frente a tan terribles amenazas y se observa su grave gesto de preocupación ante tan inquietante perspectiva.
Tampoco en este caso se aclara la cuestión, añadiendo que los que de verdad se hallan ya en el punto de mira de un ataque extranjero son los ciudadanos de Bagdad, ante la explícita obsesión del presidente Bush de poner fin a bombazos al actual régimen iraquí. Y que los planificadores de ese ataque sospechan una posible represalia iraquí contra Israel, a tenor de lo ocurrido durante la Guerra del Golfo. Ni se dice que, durante dicha guerra, Irak no cargó con armas de destrucción masiva ninguno del medio centenar de misiles Scud que disparó contra Israel y Arabia Saudí, y optó, más bien, por sacrificar a su ejército.
Noticia número 3
Leída en la prensa. El Vicepresidente de EEUU, Cheney, afirma que es imposible que Sadam Husein acepte el regreso de los funcionarios de la ONU que deben proseguir las inspecciones para impedir que Irak fabrique armas de destrucción masiva, interrumpidas a fines de 1998. Argumenta que eso se debe a sus ocultos y peligrosos programas de rearme. En vista de lo cual, el ataque norteamericano es inevitable.
No se comenta que no ha podido probarse ninguna vinculación de Irak con los ataques terroristas con ántrax que sufrió EEUU, a pesar de que las autoridades estadounidenses lo intentaron a fondo. Tampoco se dice que Sadam Husein teme —y no parece desprovisto de toda razón— que algún miembro del equipo de inspectores actúe como espía al servicio de EEUU, para facilitar los posteriores ataques aéreos contra su país. Ni se dice que el regreso de la misión de inspección a Irak desbarataría todos los planes norteamericanos de ataque contra este país para acabar con el dictador de Bagdad.
Las tres noticias anteriores son ejemplos claros de esas informaciones parciales y distorsionadas que contribuyen a crear en la opinión pública los estados de ánimo que favorezcan las decisiones agresivas de los Gobiernos.
El lector podría sospechar que las tres proceden de EEUU, donde es preciso preparar a la población para mayores y más prolongados sacrificios, en esa imprecisa guerra contra el terrorismo que ha emprendido la Casa Blanca. Y que las tres iban dirigidas a distraer a esa opinión de otros problemas internos y más graves, como los fiascos financieros de empresas y personas vinculadas a Bush y a su círculo de amigos, que hacen más daño a la imagen de EEUU que todas las bravatas de Sadam Husein.
El lector estaría equivocado. Las dos primeras han sido emitidas por dos cadenas españolas de televisión y la última se ha publicado en un diario de difusión nacional.