14 de agosto del 2002
Cambio de marea
Alan Woods
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
"La gente del mismo oficio se junta, incluso para alegrarse o divertirse,
pero la conversación termina en una conspiración contra el público,
o en algún artilugio para aumentar los precios". (La Riqueza de
las Naciones, Adam Smith).
Después de toda la palabrería sobre la reanimación económica
en EEUU, los titulares están ahora dominados por una epidemia de escándalos
financieros, fuertes caídas en los mercados bursátiles, disminución
de la confianza y aumento de la inseguridad. El nerviosismo en los mercados
bursátiles es sólo una manifestación superficial de una
crisis mucho más profunda que significa, en el ámbito global,
una extrema inestabilidad a todos los niveles, económico, social, político
y militar.
El miércoles pasado se produjo una masiva caída en Wall Street
de 282 puntos, que provocó caídas en picado en los mercados asiáticos
y europeos, antes de continuar con nuevas descensos en Nueva York. El índice
FTSE 100 de las principales acciones en Gran Bretaña cayó más
de un 4% al día siguiente ¾la peor caída desde el 6 por ciento
que perdió después de los ataques terroristas en Nueva York y
Washington¾. En un día, se evaporaron más de 45 mil millones de
libras del valor de las acciones.
La causa inmediata del pánico fue que la ola de escándalos contables
y deprimentes noticias corporativas, afectó gravemente a la confianza
de los inversionistas en todo el mundo y, a finales de semana, el índice
FTSE 100 permanecía en su nivel más bajo en cinco años.
Los inversionistas estadounidenses se deshacían de las acciones en medio
de informes de una investigación federal sobre las prácticas contables
del gigante farmacéutico Bristol-Myers Squibb y de una segunda baja de
categoría en dos días de las acciones de General Motors. A la
hora de almuerzo, el índice industrial Dow Jones había caído
200 puntos, lo que el Guardian describió como un "vertiginoso descenso
en picado". El pánico en el parquet de bolsa de valores fue evidente.
"¿Cuándo va a terminar esto?" preguntó Brian Belski ¾estratega
de mercado del banco de negocios US Bancorp Piper Jaffray¾. "Vete a saber lo
que va a pasar.
Nadie tiene idea".
Las autoridades financieras actuaron para calmar el mercado cuando los inversionistas
mostraron signos de pánico. El Ministro de Finanzas francés, Francis
Mer, describió las caída como "extremas e incluso excesivas,"
comprometiéndose a reforzar la regulación de los mercados. En
Londres, un portavoz del Tesoro dijo que Gran Bretaña estaba "mejor ubicada
para resistir los altibajos de los mercados financieros" que en el pasado. Continuó
repitiendo la trillada canción: "Los fundamentos de la economía
permanecen sanos y seguimos siendo cautelosamente optimistas respecto a las
perspectivas de la economía del Reino Unido, tanto en este año
como en el próximo".
El jueves las acciones de Bristol-Myers bajaron un 13,6 por ciento, 3,15 de
20 dólares, después que la Comisión de Control de Valores
y Cambios (SEC) revelara que había iniciado una investigación
sobre la compañía por haber inflado el año pasado sus ingresos
por un valor de mil millones de dólares. Los esfuerzos del presidente
George Bush por prometer nuevas y duras reformas que afectarían a los
dirigentes empresariales no consiguieron mitigar los temores.
El influyente mercado tecnológico Nasdaq terminó el miércoles
en un nivel más bajo que desde mayo de 1997.
Fluctuaciones violentas
¿Cuál es el motivo de este repentino ataque de nervios? Wall Street se
ha visto golpeado por continuas preocupaciones respecto al futuro de los beneficios.
Pero la crisis subyacente es mucho más profunda. Las violentas fluctuaciones
de los mercados bursátiles mundiales son una expresión gráfica
de los violentos cambios de humor de la burguesía. Diez años después
del derrumbe de la URSS, el pesimismo y el temor ante el futuro se han apoderado
del humor del capitalismo. Se acabó el viejo alarde de confianza. Se
acabaron los tiempos en los que la gran mayoría de los economistas expresaban
una fe ciega en el llamado Nuevo Paradigma Económico. Hasta los más
obtusos defensores de la "economía de mercado" han despertado a la realidad
y comprenden que el barco está haciendo aguas, y que ha entrado sin timón
en mares inexplorados y tormentosos .
La burguesía y sus estrategas, realmente, no tienen ninguna idea de adónde
van. En lugar de una estrategia, han recurrido a una serie de recursos improvisados.
Alan Greenspan aumentó once veces los tipos de interés en once
meses. Esta conducta sin precedentes por parte de un banquero supuestamente
conservador y responsable, es bastante representativa de la conducta general
de la empresa estadounidense. Estaban borrachos con su éxito. Parecía
que la fiesta no iba a tener fin. ¡Todo era posible! Ahora se han despertado,
a la mañana siguiente, con una resaca. Los beneficios de las grandes
empresas se han derrumbado. Y como todos saben, los beneficios son el alma del
sistema capitalista. Sin beneficios, no hay inversiones. Es una declaración
tan elemental que hasta un niño debiera comprenderla. A menos y hasta
que no haya una recuperación del nivel de beneficios, no se puede concebir
una verdadera recuperación económica.
Sí, todo es muy obvio. Y sin embargo, y sin embargo... como dijera el
poeta: "La esperanza nace eterna en el pecho humano". La gente prefiere a menudo
agarrarse a una ilusión obsoleta a tener que afrontar los hechos. Esto
vale especialmente para los inversionistas, que son una especie muy supersticiosa.
¡Miren! ¡Terminó la recesión! ¡La economía de EEUU vuelve
a recuperarse! ¿Para qué tanto lío? El viejo Heráclito,
un filósofo profundamente maravillosamente profundo, escribió
en su época:
"Los ojos y los oídos son malos testigos para aquellos que no comprenden
su lenguaje". Sobre la base de las estadísticas de uno o dos meses, las
personas que deberían conocerlo mejor, llegaron a la conclusión
de que la recesión en EEUU había terminado. Esta clase de empirismo
superficial es bastante incapaz de ver el bosque a causa de los árboles.
La presunta recuperación de EEUU se basaba enteramente en dos factores:
la continuación del crecimiento del consumo y la continúa afluencia
de capital extranjero. Pero esto no es una base estable para una recuperación.
¿Es realmente necesario que recordemos que la economía se basa en última
instancia no en el consumo sino en la producción? El boom del consumo
en EEUU se basaba en el crédito, que extiende el mercado más allá
de sus límites naturales. El resultado es una insostenible y extraordinaria
expansión de la deuda.
Toda la estructura es fundamentalmente enfermiza. EEUU actualmente está
desafiando las leyes de la gravedad económica. Por encima de su déficit
en la balanza de pagos y de sus colosales niveles de endeudamiento privado y
corporativo, hay ahora un inmenso y creciente déficit presupuestario.
Es un recuerdo concreto de lo seria que es la crisis. Es básicamente
el resultado de la caída de los ingresos tributarios en una recesión,
pero está siendo exacerbado por la decisión de George W. Bush
de reducir los impuestos al mismo tiempo que aumenta los gastos públicos
en áreas como el gasto militar y los subsidios a los agricultores estadounidenses.
Si alguna otra economía en el mundo se comportara de la misma manera,
estaría bajo el severo escrutinio del FMI, el dinero escaparía
por miles de millones y su moneda sería inmediatamente el objetivo de
la especulación depredadora. Sólo la situación especial
de EEUU como la mayor economía del mundo, y la única superpotencia,
les permite salirse con la suya de esta manera.
Pero esta situación es completamente artificial y no puede durar. La
economía de EEUU se está balanceando precariamente sobre una montaña
de deudas. Tarde o temprano, las montañas sufren avalanchas. Las recientes
caídas de los mercados bursátiles son reminiscentes de las pequeñas
avalanchas que son el preludio de las grandes.
Una crisis de sobreproducción
Las caídas en los mercados bursátiles son acontecimientos espectaculares
que aparecen en los titulares. Algunos observadores superficiales incluso se
imaginan que la causa de la crisis se halla en los mercados de valores. Esto,
sin embargo, no pasa de ser una ilusión óptica. El pánico
en los mercados bursátiles es sólo un síntoma de la crisis
subyacente, no la causa. El hecho de que los actuales valores de las acciones
no tienen absolutamente ninguna relación ni con los beneficios de las
compañías ni con sus perspectivas futuras, ha quedado claro desde
hace tiempo. Lo aclaramos cuando el boom estaba en su cenit y no hay necesidad
de repetirlo.
Marx explicó que la causa final de todas las crisis capitalistas reales
es la sobreproducción. El sistema capitalista es un sistema anárquico
en el que los individuos capitalistas, motivados por su codicia de plusvalía,
producen para el mercado sin tener en consideración si el mercado puede
o no absorber sus productos. En un período de boom todos acumulan en
el mercado, las ventas y los beneficios suben vertiginosamente, la demanda aumenta
constantemente, impulsando la inversión y la producción, hasta
que llega el punto en el que el mercado queda saturado. En ese momento toda
la espiral se invierte, con caídas de las ventas, los precios y los beneficios.
Los capitalistas ya no pueden obtener plusvalía y dejan de invertir,
provocando una crisis. Es precisamente lo que ha ocurrido durante los últimos
dos años.
Marx describe el fenómeno de la siguiente forma: "El mercado puede absorber
una cantidad de productos a precios a la baja, precios que han caído
por debajo de sus precios de producción, que no pudieron absorberse a
sus antiguos precios de mercado. El exceso de productos es siempre relativo,
es decir, es un exceso a ciertos precios. Los precios a los que los productos
son entonces absorbidos son ruinosos para el productor o el comerciante." (Teorías
de Plusvalía, C, ii, 4d. En la edición inglesa) Esto es precisamente
lo que ha ocurrido. Demos sólo un ejemplo, que es enteramente típico.
En enero, Global Crossing ¾hasta entonces era considerada una de las compañías
de telecomunicaciones más interesantes¾ presentó una solicitud
de declaración en quiebra después de haberse desplomado debido
a un gran juego estratégico que fracasó. La compañía
pensó que podía ganar una fortuna pidiendo prestados miles de
millones de dólares para instalar cables de fibra óptica y vendiendo
su capacidad de transmisión de señales a las empresas. Por desgracia,
muchos otros fabricantes tuvieron exactamente la misma idea. El resultado: el
mercado de cables de fibra óptica está saturado. Hay una inmensa
sobreproducción y los precios se han hundido.
Durante los boom, el crédito es abundante y barato y los inversores están
dispuestos a correr los riesgos más absurdos. El último boom no
fue una excepción. El dinero no era un problema.
Con una bolsa de valores en expansión, el sistema estaba repleto de capital
sobrante. Cualquier proyecto descabellado que incluyera la palabra puntocom
podía reunir de la noche a la mañana millones sin que nadie hiciera
pregunta alguna. Bancos y empresas de inversión aparentemente reputados
salieron a gastar dinero desenfrenadamente, y no hicieron pregunta alguna.
Ahora todo ha cambiado. El sector de la nueva tecnología fue el primero
en caer. De repente los inversores se dieron cuenta que era improbable que recuperaran
su dinero, por no hablar de los beneficios. La estampida para librarse de las
acciones es una expresión de esta comprensión tardía. En
tales circunstancias, se necesitaba un poco de contabilidad creativa para demostrar
a los accionistas que no había motivo para pánico, que su dinero
continuaba en el banco, y que todo marchaba a las mil maravillas...
No hace mucho, cuando ocurrió el colapso asiático, los comentaristas
estadounidenses escribieron presumidos artículos sobre los males del
"capitalismo compinche" en Asia. Ahora, todos tienen claro que la misma enfermedad
afecta a EEUU ¾y a todos los demás estados capitalistas¾. Mientras continuaba
el boom, con su "exuberancia irracional" y su alegre carnaval lucrativo, nadie
se sentía inclinado a investigar a fondo cómo funcionaban los
consejos administrativos. Pero ahora, cuando comienzan a soplar los gélidos
vientos de la recesión, las cosas se ven muy distintas. Ahora ya es oficial:
la corrupción, la codicia y la criminalidad están profundamente
incrustadas en el corazón de la empresa estadounidense.
Durante los años del boom, los potentados ejecutivos de las gigantes
empresas amañaron tranquilamente los libros de contabilidad y se recompensaron
generosamente con las ganancias.
Se trata de los mismos dictadores empresariales que estrujan despiadadamente
a la fuerza laboral, exigiendo ¾y obteniendo¾ cada vez más productividad,
despidos, reducción de tamaño, intimidación, ejerciendo
una permanente presión sobre los nervios y los músculos de sus
empleados para extraer hasta el último gramo de plusvalía. Se
hicieron fabulosamente ricos a costa de sus trabajadores. Pero ahora han quedado
expuestos como corruptos criminales que llevaron a sus compañías
al borde de la quiebra. Ése es el carácter de los "capitanes de
la industria" en el EEUU moderno. ¡Lo irónico es que sean los mismos
que solían hacer pontificado sobre la corrupción y la ineficiencia
de los burócratas en la Unión Soviética! Las actuales revelaciones
son dañinas en más de un sentido. Desde un punto de vista económico,
el que la gente sepa ahora que algunas de las compañías más
grandes y celebradas han falsificado sus balances para exagerar los beneficios
disminuirá aún más la confianza. Si los inversores sienten
que les están engañando, y que puede suceder que pierdan su dinero,
les será más difícil a las empresas conseguir el dinero
necesario para las inversiones. El nerviosismo de los inversores creará
aún más inestabilidad, preparando el camino para nuevos desplomes.
Una epidemia de corrupción
La funesta letanía de corrupción corporativa continúa sin
descanso. Qwest Communications, la mayor compañía telefónica
local en 14 estados de EEUU, se ha agregado a la creciente lista de firmas cuyos
asuntos están siendo investigados, junto con los de esas empresas auditoras
tan altamente respetables que fueron sus cómplices. Prestigiosas firmas
de contabilidad no advirtieron de los problemas financieros de cerca de la mitad
de las compañías que presentaron solicitudes de protección
de quiebra durante los últimos 18 meses, según un estudio de Weiss
Ratings, una empresa de procesamiento de datos de Florida.
Enron, el gigantesco grupo energético, presentó una solicitud
de quiebra en diciembre pasado después de admitir que sus beneficios
durante los últimos años habían sido aproximadamente 600
millones de dólares más bajos de lo que se había pretendido.
Fue el desplome corporativo de mayor envergadura en EEUU Se reveló que
la compañía había utilizado "vehículos especiales"
o entidades fuera de balance, para mejorar sus beneficios y reducir su deuda.
Peor todavía, se reveló que Andrew Fastow había jugado
un papel en el manejo de una de las sociedades fuera de balance, en conflicto
con su papel de tesorero de Enron. Ganó la insignificante suma de 30
millones de dólares con esa sociedad. En escenas que recuerdan a las
antiguas películas sobre la mafia, tanto Mr. Fastow como Kenneth Lay,
el Presidente de Enron, recurrieron a la Quinta Enmienda para evitar la auto-incriminación
cuando se les exigió que testimoniaran ante un comité del Senado.
Un comité del senado en julio decidió que los directores habían
"pasado por alto varios signos premonitorios" de que algo iba mal en las cuentas.
Después de Enron, fue el turno de Andersen ¾los auditores de Enron¾.
Fue su destrucción como empresas, incluso antes de ser declarados culpables
de obstrucción de la justicia en junio.
El Presidente de Andersen, Joe Berardino, admitió inicialmente sólo
algunos desaciertos, pero la compañía se desplomó cuando
admitió que habían realizado una destrucción "acelerada"
de documentos relacionados con Enron en su oficina de Houston, después
de que la SEC iniciara la investigación de la contabilidad de esa compañía.
El socio que dirigía la cuenta de Enron, David Duncan, ha admitido que
es culpable de obstrucción de la justicia, pero se espera que sea "tratado
con indulgencia" (¡claro!) después de aceptar convertirse en un testigo
del estado.
Tyco, un conglomerado que va desde la asistencia médica a las telecomunicaciones,
creado por Dennis Kozlowski a partir de un pequeño fabricante de electrónica
de Nueva Inglaterra, fue un ejemplo brillante durante los años del boom
de los años noventa. En junio, Kozlowski fue acusado de haber evadido
un millón de dólares del impuesto sobre tráfico de empresas
de Nueva York por compras de arte.
El próximo en la lista fue Global Crossing, la mencionada compañía
estrella de la fibra óptica.
Sólo con cinco años de existencia, se la está investigando
por intercambiar capacidades con otros operadores en un intento de exagerar
los ingresos.
En julio, otra compañía de telecomunicaciones, Qwest Communications,
anunció que se enfrentaba a una investigación penal. En junio,
el Presidente de Qwest, Joe Nacchio, tuvo que dimitir del consejo por haber
vendido más de 300 millones de dólares en acciones durante su
período. La compañía está tratando desesperadamente
de vender activos antes de fin de año para evitar la suspensión
de pagos de sus 26.600 millones de dólares de deuda.
WorldCom, sobre la que Michael Roberts escribió la semana pasada, es
otro inmenso grupo de telecomunicaciones. Admitió en junio que había
contabilizado "erróneamente" 3.800 millones de dólares de costes
como gastos de inversión de capital, y que los beneficios que había
registrado durante cinco trimestres desde principios de 2001 deberían
haber sido declarados como pérdidas. ¡Qué error tan insignificante!
Xerox, la compañía de fama mundial que se hizo un nombre en el
campo de los equipos de oficina, revisó sus cuentas en junio porque la
compañía productora de equipos de oficina dijo que la llamada
"aplicación errónea del GAAP" (niveles contables generalmente
aceptados) había exagerado durante cinco años sus beneficios por
un total de 1.400 millones de dólares. Xerox ya se había enfrentado
a otras acusaciones de la SEC, por las que tuvo que pagar una multa de 10 millones
de dólares, varios altos ejecutivos han tenido que abandonar la compañía.
A pesar de todo, los inversores siguen nerviosos y sus acciones han bajado.
Merck, la gigantesca compañía farmacéutica, admitió
a principios de julio que había exagerado sus ingresos ¾y sus costos¾
en unos 14.000 millones de dólares durante tres años. Y que había
contabilizado como ingresos dinero que fue pagado a las farmacias minoristas,
y que nunca fue utilizado.
Estos problemas tampoco se limitan al otro lado del Atlántico. El conglomerado
francés Vivendi despidió en julio a su presidente, Jean-Marie
Messier, después de que sus dos principales bancos se negaran a suministrarle
más dinero. La compañía francesa debe sobrellevar ahora
una deuda de unos 33.000 millones de dólares resultantes de la compra
de Universal Music, Universal Studios y USA Networks. Ha negado las acusaciones
de que había intentado exagerar sus cuentas.
Elan, una compañía farmacéutica irlandesa, también
tiene problemas. El precio de sus acciones también se vieron afectados
en enero después de la especulación en la prensa sobre su política
contable. La compañía ha admitido que ha utilizado vehículos
fuera de balance, y está siendo investigada.
Un régimen en crisis
El significado de la crisis actual va más allá de la economía.
Tiene profundas implicaciones políticas y psicológicas. Incluso
antes de la actual oleada de escándalos, mucha gente en EEUU estaba empezando
a poner en duda la validez del actual sistema. El nivel sin precedentes de abstención
en las últimas elecciones presidenciales demostró hasta qué
punto los estadounidenses corrientes se sienten alejados del establishment político.
En septiembre pasado tuvimos el espectáculo de un presidente "elegido"
por fraude, declarando la guerra en todas direcciones. Los acontecimientos del
11 de septiembre tuvieron el efecto de reforzar temporalmente a Bush, pero este
proceso, como ya dijimos, se iba a convertir en su contrario.
Y puede ser que esto ya haya comenzado.
En el pasado, los estadounidenses consideraban el mundo de la "empresa privada"
de la misma forma que los judíos del Antiguo Testamento consideraban
las Sagradas Escrituras. Pero ahora todo el ambiente en la sociedad está
cambiando. Ha aumentado la sospecha, incluso hay una hostilidad abierta hacia
las grandes empresas. Ahora esto se está ampliando a la clase política
y a la propia presidencia. Ese es el motivo de los duros ataques, sin precedentes,
lanzados por los políticos, tanto republicanos como demócratas,
contra la empresa estadounidense. Han comprendido que si no hacen algo (o por
lo menos dan la impresión de que no se va a hacer algo) los actuales
escándalos podrían llevar a una crisis del propio sistema.
Como resultado de estos escándalos se están formulando preguntas
serias: "EEUU recompensaba al trabajo duro y a las personas inteligentes. Pero
ahora los estadounidenses están preguntando cuánto del gran boom
del país ha sido real, o ha sido el resultado de ejecutivos corruptos
que se estaban enriqueciendo a costa de los accionistas, con la ayuda de contables
cómplices y banqueros codiciosos." (The Economist, 11 de julio de 2002)
Todo esto representa más que una simple molestia. Es peligroso, porque
las dudas y el cuestionamiento en EEUU no se limitan al sector empresarial.
La gente no cree que sea asunto de unos pocos casos aislados. Podrían
haberlo creído después del escándalo de Enron, pero no
ahora. Hay demasiados escándalos que implican a demasiadas compañías
para que sea así.
La crisis en EEUU ya se ha extendido más allá de los consejos
de administración de Wall Street. Como una enfermedad vergonzosa y altamente
contagiosa se ha propagado a través del cuerpo político, alcanzando
los máximos niveles del estado. Debido a las elecciones al Congreso en
noviembre, los políticos en Washington DC están extremando sus
esfuerzos por tratar de ver quién puede hablar más fuerte contra
las fechorías empresariales.
En un discurso a Wall Street el 9 de julio, Bush propuso la creación
de un nuevo "equipo SWAT" para los crímenes financieros, para capturar
y procesar a los malhechores corporativos.
Pero esto no es más que un engaño. Varios de los planes propuestos
por Bush necesitarían el autocontrol por parte de las compañías
y de los contables. Sobra decir que ninguno de ellos aborda los problemas subyacentes.
Para no ser menos, exactamente al día siguiente, el Senado de EEUU propuso
penas más duras. ¿El resultado? El pánico en los mercados bursátiles
provocó de inmediato unas caídas más pronunciadas. El miércoles
10 de julio, el índice S&P de las principales acciones de EEUU cayó
a su nivel más bajo en cuatro años. El desplome fue contagioso
y el jueves 11 de julio las acciones bajaron fuertemente en Asia y Europa.
Los demócratas, con un ojo puesto en las elecciones, apuntan a los estrechos
lazos de la administración Bush con el capital. Tanto Bush como su vicepresidente
Dick Cheney, tienen que defenderse contra acusaciones de manejos irregulares
durante su período empresarial. El agua sucia está salpicando
los muros de la propia Casa Blanca. Halliburton es una compañía
petrolera que estuvo presidida por Dick Cheney. La SEC está investigando
la forma en la que esta compañía manejó los costos adicionales
en los trabajos de construcción. Judicial Watch, un grupo conservador,
ha demandado tanto a Halliburton como a Cheney por supuesto engaño a
los inversores.
Aún más perjudicial es el tema de Harken Energy, una compañía
de la que George W. Bush fue director. En 1990 vendió acciones de la
firma texana sólo ocho días antes de que se publicara un considerable
aumento de las pérdidas. Como poseedor de información confidencial,
debería haber informado inmediatamente a la SEC, pero sólo suministró
la información de sus ventas nueve meses más tarde. Bush ha echado
la culpa a una "confusión" de sus abogados. La SEC investigó en
su época pero ¾naturalmente¾ nunca tomó medida alguna.
Bush mismo está, por lo tanto, en una posición altamente vulnerable.
Se ha visto obligado a defenderse por sus lazos con el gran capital y por acusaciones
de prácticas incorrectas. En el actual clima, los estrechos lazos con
el gran capital equivalen a un golpe de gracia, como señala The Economist.
"Como primer presidente estadounidense con un grado de maestría en la
administración de empresas, siempre se esperó de Bush que fuera
más de un poco amistoso hacia la empresa estadounidense y Wall Street.
Por desgracia para él y para otros miembros de su administración,
la amistad con los consejos de administración y los financieros se ha
convertido en algo de desventaja política después de la oleada
de escándalos contables. Bush está apoyando al presidente de la
SEC, Harvey Pitt, que es atacado por políticos de ambos lados del Congreso.
Varios importantes senadores han pedido la renuncia de Mr. Pitt como principal
regulador de los mercados de EEUU. Diez meses después de haber sido nombrado
para el puesto por Bush, es atacado por dar largas al asunto. Pitt, un antiguo
abogado bursátil, es acusado por sus críticos de conflictos de
interés que lo han llevado a poner a sus antiguos clientes privados ¾especialmente
a las grandes empresas de contabilidad¾ por encima del interés público."
(The Economist, 11 de julio de 2002) En la actualidad, puede ser tan difícil
procesar los crímenes financieros que podría ocurrir que nunca
se presentasen acusaciones penales. Los adinerados empresarios tienen abogados
de mucha labia que pueden sacarles normalmente de situaciones difíciles.
Patrick Leahy, un dirigente demócrata y presidente del Comité
Judicial del Senado, señaló que: "Si alguien roba un televisor
de 500 dólares puede ir preso. Pero parece que si alguien roba 500 millones
de dólares de su empresa, sus pensionistas y de todos los demás,
no le pasa nada".
Esto es sólo decir lo que todo el mundo sabe. Hace tiempo Anatole France
escribió sobre "el majestuoso igualitarismo de la ley, que prohíbe
a ricos y pobres por igual dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y
robar pan." Todo el mundo sabe que hay una ley para los ricos y otra ley para
los pobres. Sin embargo, la naturaleza espectacular de las recientes revelaciones
han permitido a millones de estadounidenses normales darse cuenta de los estrechos
lazos entre el gran capital y el establishment político y legal.
Un golpe tras otro
A escala mundial, el capitalismo está siendo sacudido por un golpe tras
otro. Nuevas crisis y convulsiones estallan incluso antes que las anteriores
hayan sido resueltas. Lentamente, un número creciente de personas está
comenzando a comprender que algo está fundamentalmente mal. Se están
comenzando a poner en duda las viejas creencias. Credos antiguos y profundamente
arraigados están siendo socavados. Antiguos dirigentes están siendo
puestos en la balanza y se descubren sus deficiencias.
Los que llegan a la conclusión de que la presente crisis es simplemente
de naturaleza transitoria están equivocados. No han comprendido la verdadera
naturaleza de la época actual. Hay quienes afirman (incluso gente que
ha leído un poco a Marx) que la crisis que tenemos ante nosotros sólo
tiene un carácter cíclico, y más aún, que tiene
un carácter superficial.
Lo que es superficial es un análisis incapaz de distinguir entre una
crisis económica cíclica del capitalismo y la enfermedad orgánica
de un sistema que ha entrado en una decadencia a largo plazo. En sí,
es cierto, la actual crisis de la economía mundial tiene un carácter
cíclico. Pero decir sólo esto no nos lleva muy lejos. Es necesario
situar la crisis en su contexto histórico.
La naturaleza de la crisis capitalista, su profundidad, duración y sobre
todo los efectos que produce en la sicología de las diferentes clases,
son todas variables que difieren según el contexto histórico en
el que se desarrollan. Las crisis cíclicas del período de auge
del capitalismo, desde 1948 a 1974, fueron tan poco profundas que apenas se
notaron. Pero la actual situación es muy diferente.
La actual crisis, que está lejos de haber terminado, no se ha expresado
todavía en desempleo de masas. Las medidas adoptadas por Greenspan, que
equivalían a un aumento del crédito, y otras medidas (descuentos
en las ventas, liquidación de existencias, etc.) más la inevitable
recuperación de la economía después de la aguda caída
que siguió al 11 de septiembre, tuvieron el efecto de reflotar la demanda
en EEUU Esto reafirmó temporalmente los mercados bursátiles.
Pero todo eso no es lo mismo que una recuperación seria.
Ésta no sucederá a menos, y hasta que, se restaure la rentabilidad
empresarial, y eso es algo que no se vislumbra por ninguna parte.
Muchos economistas burgueses han señalado que las recesiones receintes
han seguido normalmente el modelo de una "doble caída", en la que una
recuperación temporal es seguida después de un cierto retraso
por una caída aún más aguda de la producción, el
empleo y el precio de las acciones. Es con gran probabilidad un escenario presumible
en la actualidad.
Sin embargo, no es ésta la cuestión. El tema es que incluso en
estos días, la recesión ha sido la señal de una crisis
de confianza sin precedentes, de dudas, cuestionamiento e inestabilidad global,
que, como hemos señalado, no se limita de manera alguna a la economía.
La política militar de Bush es una expresión de que EEUU ha tenido
la desgracia de haber heredado el papel de la hegemonía en una época
de crisis general del capitalismo. A escala mundial, hay claros síntomas
de que el sistema capitalista está sufriendo una enfermedad incurable.
Las vidas de millones de personas se han convertido en un infierno. Comenzando
con las economías más débiles, a las solía llamarse
"países emergentes," hay signos de desintegración, de colapso
social y económico. ¡Esto no tiene nada que ver con el ciclo económico!
La llamada Guerra contra el Terror es un manto que pretende disfrazar las ambiciones
de EEUU de aumentar su control sobre todos los continentes. Pero, a pesar de
todo el poder de EEUU, no ha conseguido ningún resultado positivo. La
victoria en Afganistán sigue siendo tan difícil como siempre.
En lugar de pacificar Afganistán EEUU ha alborotado el avispero por todas
partes. En lugar de erradicar el terrorismo, está creando las condiciones
para nuevas y aún peores monstruosidades que las del 11 de septiembre.
Son inevitables nuevas conmociones.
La crisis mundial tendrá importantes repercusiones en EEUU. Lo mismo
que ayudó a Bush a ganar un aura de credibilidad tendrá el efecto
contrario.
Por dondequiera que miramos vemos sólo inestabilidad, crisis y convulsiones.
Sólo la ausencia del factor subjetivo está frenando el movimiento
en dirección a una confrontación decisiva entre las clases. La
dirección actual en todas partes está actuando como un gigantesco
freno. Pero esto no podrá continuar indefinidamente. La clase obrera
volverá a luchar una y otra vez, en busca de una salida a un callejón
sin salida que se ha hecho intolerable.
En América Latina hay una profunda crisis desde la Tierra del Fuego al
Río Grande. La poderosa economía brasileña se encamina
a seguir a Argentina hacia el abismo. A los acontecimientos revolucionarios
en Argentina le ha seguido la turbulencia social y política en Venezuela,
Perú y en otros países latinoamericanos, en los que la clase trabajadora
se está haciendo notar.
En Europa, después de un período de inactividad, los trabajadores
se movilizan en España, Francia, Alemania, Portugal, Grecia e Italia.
Una vez que éstos entren a la lucha, la nueva generación aprenderá
rápidamente. Lenin dijo que para las masas un gramo de práctica
tiene el mismo valor que una tonelada de teoría. Las nuevas capas de
trabajadores y jóvenes se liberarán del escepticismo y de la rutina
de la vieja generación. Estarán abiertos a las ideas del marxismo
revolucionario. Los agrandes acontecimientos para ellos serán una escuela
dura pero efectiva. Nuestra tarea es ayudarles a sacar las conclusiones necesarias.
Hace una década, la clase gobernante y sus ideólogos estaban henchidos
de confianza. Ahora miran con temor el futuro. La actual crisis es sólo
una pequeña advertencia de lo que traerá el futuro. Para aquellos
en el movimiento sindical, que, bajo la presión de la ideología
burguesa, sacaron conclusiones pesimistas ha quedado en evidencia su equivocación.
Lejos del cuadro halagüeño de paz y abundancia prometido hace diez
años, hemos entrado ahora al período más turbulento de
la historia humana. Lo único que ha salvado al capitalismo, y que sigue
salvándolo, es la extrema debilidad del factor subjetivo. Como señaló
León Trotsky en vísperas de la Segunda Guerra Mundial: "La situación
política mundial en su conjunto se caracteriza sobre todo por una crisis
histórica de la dirección proletaria". Por toda una serie de razones,
las fuerzas del genuino marxismo han retrocedido considerablemente. Éste
es el elemento decisivo en la ecuación a escala mundial. La contradicción
entre la madurez de la situación objetiva y el retraso de la conciencia,
ha tomado un carácter extremo. Es la razón principal por la cual
la crisis del capitalismo está tomando un carácter prolongado.
Pero esta prolongación de la crisis no significa que tendrá un
carácter menos violento, sino todo lo contrario. Cuando un sistema gastado
y senil se agarra a la vida, representa una amenaza mortal para la cultura y
la civilización humanas. A pesar de todo, la nueva generación
aprenderá. La juventud ya está comenzando a sacar conclusiones
revolucionarias y anticapitalistas. Si existiera un auténtico partido
y una dirección leninista el proceso sería mucho más rápido.
La prioridad absoluta, por lo tanto, es construir una tendencia marxista fuerte
que sea capaz de dar una expresión consciente a los esfuerzos inconscientes
o semi-conscientes de los trabajadores y la juventud. Durante todo un período
histórico las fuerzas del marxismo fueron pequeñas y estuvieron
aisladas, luchando contra la corriente. Pero ahora la marea de la historia ha
comenzado a cambiar. En el período venidero nadaremos a favor de la corriente
de la historia, no en su contra. Es necesario redoblar nuestros esfuerzos por
construir una tendencia marxista, educar a los cuadros y construir puentes en
todas partes hacia la clase obrera y sus organizaciones. En el próximo
período, las organizaciones de masas de la clase trabajadora se verán
sacudidas de arriba abajo. Ideas que son actualmente sólo son escuchadas
por un ínfimo puñado serán buscadas ansiosamente por miles
y millones. El escenario se está preparando para las batallas de clase
más grandes de la historia. El destino de la humanidad depende del resultado
de este conflicto.
Londres, 13 de julio de 2002