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9 de julio del 2002
El traje nuevo del emperador
Uri Avnery
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Sucede que escuché el discurso del Presidente Bush en Copenhague.
Me recordó de inmediato el más famoso cuento creado en esa ciudad:
"El traje nuevo del emperador".
Todos elogiaron tan hermoso discurso. El Primer Ministro A elogió el
estilo, el Presidente B alabó el tejido, el Jeque C admiró el
collar. Y yo, lo único que vi fue a un emperador desnudo.
Todos sabían, desde luego, que fue un discurso estúpido, tal vez
el más bobo que jamás haya salido de la boca de un presidente
de EE.UU. ¿Pero quién va a confrontar al líder de la única
superpotencia del mundo? ¿Quién va a provocar la furia de un hombre que
posee un poder tan aterrador, y que pronuncia semejantes inanidades?
Un niño de doce años se hubiese avergonzado al presentar una composición
semejante a su maestro. Las suposiciones son infundadas, el cuadro general parece
una caricatura, las conclusiones son ridículas, y las partes se contradicen
mutuamente.
Dice que los palestinos deben escoger a un dirigente en una elección
libre y democrática, pero que se les prohíbe elegir a un dirigente
que no sea aprobado por Sharon y Bush.
Deben establecer un sistema multipartido, democrático, liberal, pluralista,
incluyendo la separación de poderes, tribunales independientes y finanzas
transparentes. Para hacerlo se les ordena que acepten la ayuda de los aliados
de EE.UU. en el Oriente Próximo: la democrática Arabia Saudita,
el Egipto pluralista y la liberal Jordania. Transparencia financiera como en
Riad, una separación de los poderes como en el Cairo, tribunales independientes
como en Amman.
El establecimiento de este sistema ideal es una condición previa para
cualquier negociación de paz. En Europa, se llegó a un sistema
semejante después de una lucha de cientos de años. En el mundo
árabe, no existe en ninguna parte. Arafat es el único jefe de
estado árabe elegido en elecciones libres, bajo una estricta supervisión
internacional, controlada personalmente por el ex Presidente Jimmy Carter.
En el deforme espejo de Bush, el terrorismo es previo a la ocupación.
Por cierto que en este contexto no menciona para nada la ocupación. No
existe nada más que el terrorismo. En su estrecha visión del mundo,
el terrorismo es la suma de todo: En el principio creó Dios la Guerra
contra el Terrorismo, y todo el mundo gira a su alrededor. El Terrorismo, como
Satanás, existe desde la creación, no es el resultado de algo,
tiene su propia existencia independiente. Y, tal como a un cristiano devoto
se le ordena que combata a Satanás en todo instante de su vida sobre
la tierra, todo ser humano debe combatir al terrorismo y será juzgado
correspondientemente por el juez divino, Bush.
¿Y, qué es el terrorismo? El terrorismo es lo que hacen los enemigos
de EE.UU. Los amigos de EE.UU., claro, no pueden hacer algo así. En Turquía,
por ejemplo, los terroristas son los kurdos, mientras que el ejército
turco es un equipo humanitario. El querido amigo Putin no comete actos de terrorismo,
su proceder en Grozni es casi tan caritativo como el de Sharon en Yenín.
Pero Arafat es un terrorista. También es corrupto, y un dictador. No
hay que demostrarlo. Lo dice Sharon, y Sharon es irreprochable. Hay que eliminar
a Arafat, sacarlo de su puesto, expulsarlo, asesinarlo. (Bush, desde luego,
no habla de asesinato, pero no hace mucho derogaron el decreto que prohibía
que las agencias de EE.UU. asesinaran a dirigentes extranjeros. En realidad,
en este caso no se requiere su participación, la señal más
insignificante bastará para que Sharon ejecute de inmediato su tarea.)
¿Qué sucederá después de la destitución-expulsión-asesinato
de Arafat? Según Bush es muy simple: aparecerán palestinos favorables
a las reformas, se tomará a algún profesor palestino de Harvard
o de Oxford como presidente y se creará una Suiza palestina.
Bush, desde luego, no se imagina que vaya a suceder algo muy diferente. El hombre
después de Arafat tendrá que mostrar que no es un títere
del Mossad o de la CIA, por lo tanto tendrá que ir más lejos que
Arafat. Para evitar ser ejecutado como traidor en 24 horas, tendrá que
crear una alianza con Hamás. En las próximas elecciones, el candidato
de las "Fuerzas Nacionales e Islámicas" vencerá con toda seguridad.
Eso en el mejor caso. Si las cosas van mal, no habrá ninguna dirigencia
palestina alternativa. La sociedad palestina se romperá en cientos de
fragmentos, cada uno de los cuales cometerá atentados suicidas en los
territorios ocupados, en Israel, en todo el Oriente Próximo y en el mundo.
Reinará supremo el caos. Es lo que Sharon realmente desea, porque le
permitirá realizar la limpieza étnica y anexar los territorios
palestinos, realizando su sueño de por lo menos 50 años.
El bueno de Bush seguro que no lo desea, pero ya que se ha convertido en el
escudero de Sharon, una especie de Sancho Panza estadounidense del Quijote israelí,
lo que importa es lo que dice el jefe.
Después del discurso, me reuní con un importante diplomático
europeo. "Bueno, puede que no haya sido el discurso más brillante que
hayamos oído," dijo con una ligera, irónica, sonrisa. "Pero no
hay otra cosa. No sería sabio confrontar de frente a Bush, eso sólo
lo llevaría a ser más obstinado."
Si es así, ¿qué se puede hacer? La irónica sonrisa no desapareció
de sus labios. "La diplomacia europea tiene siglos de experiencia. Lo inteligente
sería escoger una frase positiva del discurso y concentrarse en ella,
ignorando las partes negativas."
Europa se concentrará en las elecciones. Tienen que ser libres, bajo
una estricta supervisión internacional. Para que las elecciones sean
libres los candidatos deben poder moverse libremente. Para que se formen los
partidos y realicen sus campañas, debe haber libertad de palabra y de
asociación. Todo esto es imposible bajo la ocupación. Por ello,
ante todo, hay que eliminar la ocupación de los territorios palestinos.
Bajo los acuerdos de Oslo, los habitantes palestinos de Jerusalén gozan
del derecho de voto activo y pasivo, y a ellos, también, hay que permitirles
que se muevan y participen libremente en la campaña.
Hasta las elecciones, los cuerpos elegidos existentes, incluyendo al presidente
de la autoridad, deben seguir en sus funciones. Europa seguirá en relaciones
con él. Arafat, por supuesto, como cualquier otro ciudadano tiene el
derecho a presentar su candidatura –y, si es elegido en una elección
libre, el mundo (dirigido por Europa) lo reconocerá. Nadie duda que será
elegido por una masiva mayoría.
Después de todo, se puede encontrar un hilo de oro en el traje nuevo
del emperador. Atención: Hans Christian Andersen.