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26 de julio del 2002
Los resultados de la guerra contra el terrorismo son nulos
Terry Jones
Equipo Nizkor
En una cinta de audio publicada en un sitio de Internet, un hombre que
dijo ser Abu-Leith Al-Libi, ex portavoz de la red terrorista Al Qaeda, señaló
que la organización que lidera Osama bin Laden se ha reagrupado y advirtió
que se prepara para nuevos ataques. Independientemente de la veracidad de la
versión (gran parte de la prensa occidental le dio crédito, la
Internet árabe la ignoró por completo), las hipotéticas
amenazas le devuelven actualidad al filoso texto del actor inglés sobre
las contradicciones de George Bush y Tony Blair en su "guerra contra el terrorismo".
A Osama bin Laden se lo ve "demacrado". Los videos mostraron al hombre más
buscado del mundo con ese aspecto: demacrado. Y en caso de que no percibiéramos
lo demacrado que estaba, los medios occidentales nos machacaron con esa palabra:
"demacrado". Así que me gustaría felicitar a George Bush y a Tony
Blair por la primera evidencia concreta de que su "guerra contra el terrorismo"
está logrando algunos de sus objetivos. Por supuesto que les fue de maravillas
cuando llevaron el caos a Afganistán, pero no recuerdo que ése
haya sido uno de los objetivos.
No creo que, cuando esos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas del
World Trade Center, ocasionando la pérdida de miles de vidas inocentes,
la primera reacción de nadie haya sido: "Bueno, cuanto antes logremos
que los mujaidines y los jefes militares tomen (la capital de Afganistán)
Kabul, mejor". No, según lo que recuerdo, el presidente Bush planteó
los objetivos de su "guerra contra el terrorismo" en términos medidos:
"Debemos capturar a los malvados que perpetraron este acto cobarde y llevarlos
ante la Justicia".
Llevar ante la justicia a quienes verdaderamente perpetraron el crimen siempre
fue imposible porque estaban muertos. Se habían suicidado de una manera
típicamente cobarde. Así que, según lo que recuerdo, el
presidente Bush se apresuró a decir que atraparía a quien los
hubiera instado a hacerlo y les haría pagar por ello. Bueno, muchos meses
después, ¿quién pagó? Los contribuyentes norteamericanos,
que invirtieron miles de millones de dólares. Ellos pagaron. Lo mismo
que los contribuyentes británicos, aunque por alguna razón que
todavía nadie nos explicó.
Incontables miles de ciudadanos afganos inocentes también pagaron, pero
con sus vidas. Digo "incontables" porque nadie en Occidente parece haberse preocupado
por contarlos. Es muy probable que murieran y sigan muriendo más inocentes
en los bombardeos a Afganistán que durante los ataques del 11 de septiembre,
pero como (el diario norteamericano) "The New York Times" no publica diariamente
sus biografías, parece que no cuentan. ¡Ah!, casi me olvido: todos nosotros
pagamos una suma considerable, traducida en esas preciosas libertades civiles
que hacían que nuestra vida en el mundo libre fuera mucho mejor que la
de cualquier otro.
Este sí que es un tema difícil. Todos nosotros también
estamos pagando un precio inmenso, todo el tiempo, todos los días, con
nuestra cuota diaria de ansiedad. No nos atrevemos a volar en avión o,
si lo hacemos, tenemos miedo. Constantemente tememos que nos bendigan con alguna
retribución anónima. Y no es bueno que Blair diga que eso es culpa
de los terroristas. Por supuesto que lo es, pero si no nos hubiéramos
unido a los norteamericanos para bombardear Afganistán, no tendríamos
tanto miedo.
Si los objetivos de la "guerra contra el terrorismo" fueran atrapar a los perpetradores
de los ataques del 11 de septiembre, llevarlos ante la Justicia y hacer que
el mundo sea un lugar más seguro, hasta el momento, los resultados son
nulos. Todos andamos por la vida con miedo de que algo similar pueda pasarnos
en cualquier momento. Ningún perpetrador fue atrapado ni llevado ante
la Justicia. Pero, atención, esto no debe sorprendernos. Pensemos: si
la Policía quiere atrapar a un asesino particularmente inteligente y
malvado, ¿anda por ahí anunciando adónde van a buscarlo, qué
áreas pretenden rastrear y contando hasta cien para darle tiempo de escapar?
Eso es lo que uno hace si está jugando a las escondidas. Yo, más
bien, imagino que habría que trabajar en silencio, averiguando dónde
está el asesino sin que él se entere de que lo están buscando.
Pero, claro, ésa no es una manera muy norteamericana de hacer las cosas.
Sin embargo, finalmente la "guerra contra el terrorismo" está logrando
sus objetivos. A Osama bin Laden se lo ve demacrado. Podemos no haberlo atrapado
ni haberlo llevado ante la Justicia, pero, a costa de miles de vidas afganas
inocentes, miles de millones de dólares de ciudadanos norteamericanos
y libertades civiles del mundo libre, logramos que se vea demacrado.
Es un momento sensacional y revolucionario que justifica toda la cobertura mediática
que recibe. Si Osama bin Laden se ve demacrado, significa que tiene miedo (o
que está cansado, o que comió algo que no le cayó bien),
pero, al menos, significa que no lo está pasando tan bien como en su
video anterior. Este es un triunfo importante. Sigan haciendo bien su trabajo,
presidente Bush y primer ministro Blair, veamos si podemos mantener esta actitud.
Así, tal vez, a costa de otros pocos miles de millones de dólares,
muchas más vidas inocentes, muchos más derechos civiles y la estabilidad
de Oriente Medio, India y Pakistán, y quizás una tercera guerra
mundial, tal vez logremos que Osama bin Laden frunza el ceño.
* Actor y director británico, integrante de los Monthy Phyton
[Fuente: Diario Clarin, traducción de Claudia Martínez de The
Observer, Buenos Aires, 11jul02]