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28 de juniodel 2002
Invasión y masacre en la República Democrática del Congo
Umoya
La población civil de la región oriental de la R. D. de
Congo está sufriendo una verdadera masacre y la violación masiva
de sus derechos más fundamentales ante la indiferencia de la comunidad
internacional y la complicidad interesada de algunos países occidentales
que se benefician de lo que allí está sucediendo.
Desde 1998, el movimiento rebelde Reagrupación Congoleña para
la Democracia/Goma (RCD/Goma, según siglas francesas) y el Ejército
Patriótico Ruandés llevan utilizando el pretexto de la guerra
para seguir con la invasión y saqueo sistemático de los recursos
naturales de los territorios que controlan dentro del Congo. El principal objetivo
de sus actividades es la explotación de las minas de diamantes, oro y,
sobre todo, coltan, mineral escaso y muy apreciado por las industrias armamentistas,
espaciales y de telefonía móvil. Ingentes cantidades de estos
preciados recursos son transportados diariamente a Ruanda, cuyo Gobierno los
vende a compañías norteamericanas, alemanas, holandesas y belgas.
(Según informe de la ONU, publicado el 12 de Abril de 2001).
Desde hace unas semanas, el RCD/Goma y sus aliados ruandeses han intensificado
las tácticas represivas contra la población indefensa, especialmente
en Kivu Sur y Katanga Oriental. Cada vez son más frecuentes los asesinatos,
las violaciones y asaltos sexuales, los secuestros, los arrestos arbitrarios
y el despojo de la propiedad privada de la población indefensa, que se
ve forzada a abandonar sus hogares y adentrarse en la selva.
Además de la represión contra la población, el RCD y el
Ejército Patriótico Ruandés han desencadenado una persecución
en toda regla contra quien se atreve a levantar la voz para denunciar sus actos
de barbarie. El punto de mira de sus fusiles se dirige particularmente hacia
los miembros de la sociedad civil que se han distinguido por la defensa de los
derechos humanos y hacia los sacerdotes y laicos católicos y de otras
confesiones comprometidos que tratan de proteger a las víctimas. Todos
ellos son testigos molestos que, si son escuchados en el exterior del país,
podrían hacer fracasar sus planes de rapiña y exterminio.
Las autoridades militares del RCD en Katanga han amenazado de muerte al obispo
y al clero de la diócesis de Kalemie. El pasado día 6 de mayo,
el comandante de brigada Eric Ruhorimbere dijo a un sacerdote local en presencia
del Gobernador de la zona y de otros testigos: "Con las cartas pastorales de
vuestro obispo y vuestras homilías en las iglesias, ha llegado la hora
de que muráis como murió Kataliko". Mons. Kataliko, arzobispo
de Bukavu, murió en Roma en octubre del 2000 de un infarto después
de haber permanecido siete meses secuestrado por el ejército ruandés.
Ya al tiempo de su muerte repentina se habló de que podría haber
sido provocada por un veneno de acción retardada que se le habría
administrado durante su cautiverio; las palabras del comandante Ruhorimbere
parecen indicar que las sospechas no carecían de fundamento. También
Mons. Munzihirwa, antecesor de Mons. Kataliko al frente de la diócesis
de Bukavu, murió en 1996 asesinado por soldados ruandeses y del RCD.
El 14 de mayo le tocó el turno a la ciudad mártir de Kisangani,
al norte de los territorios ocupados por el RCD y las fuerzas ruandesas. Con
el pretexto del amotinamiento de un grupo de miembros del RCD contra sus mandos
ruandeses, los militares desencadenaron una serie de represalias que se cobraron
más de 200 víctimas. Aunque la mayoría de los muertos fueron
soldados amotinados y policías, también fueron asesinados unos
50 civiles que nada tenían que ver con la rebelión. Se están
descubriendo cadáveres en fosas comunes mas los innumerables que descienden
por el río Congo.
Partidarios y miembros del RCD aprovecharon la ocasión para atacar a
la población y saquear sus casas. Los mandos han hecho lo mismo para
responsabilizar de lo sucedido a las asociaciones civiles y eclesiales defensoras
de los derechos humanos y les han ordenado suspender sus actividades. Algunos
de sus miembros han sido detenidos, torturados o asesinados y otros muchos han
tenido que esconderse.
Numerosos representantes de la sociedad civil y de la Iglesia congoleñas
están dispuestos a continuar jugándose la vida denunciando las
matanzas y abusos que se están perpetrando contra la sufrida población
de su país. Han hecho suyas las palabras del nigeriano Wole Soyinka,
Premio Nobel de Literatura: "Un hombre muere cada vez que uno de nosotros se
calla delante de la tiranía". Pero su sacrificio puede quedar en nada
si desde el exterior no se les unen otras voces que hagan llegar su denuncia
hasta quienes tienen poder para detener, de una vez por todas, la destrucción
de la R. D. del Congo y de su gente.
26 de Junio de 2002
COORDINADORA DE COMITES DE SOLIDARIDAD CON ÁFRICA NEGRA
email: cte.africanegra.madrid@nodo50.org