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República Democrática del Congo
El fantasma del rey Leopoldo (I)
Diamantes, oro, el nuevo y precioso metal llamado coltan... demasiadas riquezas
que condicionan a la vez suerte y desgracia
Por: ROBERTO CORREA WILSON /Bohemia
Si algo confirma la frase: "El mapa de la guerra está trazado en el subsuelo"
es la crisis político-militar en la República Democrática
del Congo (RDC). Tener diamantes, oro, cobre, cobalto, maderas, petróleo
y otros minerales, y si a estos se une ahora el descubrimiento de importantes
yacimientos de un metal raro y precioso llamado coltan -combinación de
colombita y tantalita- y elemento clave para la fabricación de ordenadores
y teléfonos portátiles, imprescindibles en la vida moderna, es
demasiada suerte para un solo país... pero también una desgracia.
Diamantes africanos para confeccionar coronas, tiaras, anillos y collares
en el Occidente rico.
Esto ha sido así desde el siglo XIX en que el insaciable rey Leopoldo
II, de Bélgica, fijó sus ojos en las riquezas de lo que hoy constituye
esa nación.
En el pillaje de estos abundantes recursos naturales participan estados, grupos
políticos y compañías extranjeras, según estableció
un Panel de Expertos de las Naciones Unidas sobre la explotación ilegal
de los recursos naturales y otras formas de riquezas de la RDC. Solamente en
la exportación ilícita de diamantes el país pierde anualmente
600 millones de dólares, el 20 por ciento de la explotación de
esas piedras preciosas. No existe aún una evaluación disponible
sobre la exportación fraudulenta de coltan, oro u otros recursos.
Estas son claves para entender el por qué del azaroso camino hacia la
solución pacífica y definitiva de un conflicto bélico que
ha involucrado a ejércitos de siete estados y grupos rebeldes armados,
y que desde sus inicios en agosto de 1998 ha costado la vida a casi tres millones
de congoleses (más muertes que en cualquier otra guerra actual), ha provocado
cuatro millones de refugiados y desplazados, y un empobrecimiento que, según
expertos económicos, ha retrocedido a esa extensa nación del África
Central a los tiempos en que conquistó la independencia en 1962. Con
la diferencia de que ahora, en el siglo XXI, son 46 millones de habitantes.
En esta depauperación se incluye el paso durante tres décadas
del extinto mandatario Mobutu Sese Seko, quien implantó un régimen
corrupto, y , personalmente en combinación con intereses neocoloniales,
se hizo de una fortuna superior a los 10 mil millones de dólares hasta
su derrocamiento en 1997 por el movimiento encabezado por Lurent Desire Kabila
-asesinado en enero del 2001- y padre del actual presidente Joseph Kabila.
Casi inmediatamente después de llegar al poder, agrupaciones armadas
rebeldes se alzaron contra el gobierno de Kabila -padre- con el respaldo militar
de Uganda, Ruanda y Burundi. Tropas de Angola, Zimbabwe y Namibia, acudieron
en apoyo a las autoridades legítimas, lo que originó el mayor
conflicto bélico que ha conocido el continente, por la participación
de uniformados de tantos países.
El fantasma del rey Leopoldo (II
y final)
Gestiones pacificadoras
En una alocución a principios de año, el joven mandatario pronosticó
que el "2002 será un año de paz y reconciliación nacional",
y en tal sentido pidió a los congoleses enterrar el hacha de la guerra
y "construir juntos un país nuevo".
La última gestión pacificadora del denominado "diálogo
intercongolés", que se lleva a cabo bajo la mediación del ex presidente
de Botswana, Ketumile Masire, duró un mes en la ciudad turística
sudafricana de Sun City. El encuentro ha sido el que más ha avanzado
hacia un compromiso, luego de varios fracasos de citas anteriores realizadas
en diversas capitales africanas.
En la reunión, a la que concurrió el presidente sudafricano Thabo
Mbeki, participaron Joseph Kabila, así como dirigentes de los dos principales
grupos armados: Reagrupamiento Congoleño Democrático (RCD), apoyado
por la vecina Ruanda, y el Movimiento de Liberación del Congo (MLC),
respaldado por Uganda, también país limítrofe. Esos grupos
controlan regiones del este de la nación con abundantes recursos naturales.
La duración de la conferencia, que se extendió una semana más
de lo programado, reflejó las dificultades que encontraron los mediadores
para acercar posiciones. La presencia de Mbeki fue determinante para convencer
a los delegados de llegar a determinaciones que permitieran un proceso de transición
democrático y sin violencia.
Frustraciones y guerras en los estados del continente.
Entre los acuerdos más importantes destacó la aceptación
de que Kabila continúe como jefe de estado en un gobierno de transición,
al considerarse que el mandatario y las Fuerzas Armadas Congolesas (FAC) son
los símbolos de la unidad y de la soberanía de la RDC, ya que
ambos ocupan cerca de la mitad del territorio nacional. Otro de importancia
por su carácter integrador fue la designación de Jean Pierre Bemba,
líder del MLC y miembro de una acaudalada familia, como primer ministro.
Igualmente unitaria fue la creación de un Parlamento de 500 miembros,
designados en partes iguales por las cinco fuerzas políticas presentes
en Sun City, para que de esta forma todas puedan estar asociadas al poder.
La sociedad civil ha insistido en la necesidad de evitar el fracaso de los acuerdos,
para que las Naciones Unidas puedan desplegar en toda su magnitud las fuerzas
de interposición (cascos azules) y que las tropas extranjeras se retiren
del territorio congolés.
Tensiones persistentes
Pero la situación en la RDC aún parece estar lejos de normalizarse.
Una semana después de la reunión de Sun City el grupo armado RCD
rechazó lo acordado en ese cónclave y ha perpetrado actos vandálicos
en la ciudad de Kisangani (bajo su control) considerados por la ONU de "incalificables
e inaceptables" y de graves violaciones de los derechos humanos y de las leyes
humanitarias internacionales. La agrupación se mantiene en esa urbe,
que es la tercera del país y está situada en el este, pese a un
acuerdo de desmilitarización, a cuyo cumplimiento ha llamado en repetidas
ocasiones la ONU, y su propio secretario general Kofi Annan. Las fuerzas de
paz del organismo mundial cuentan con 14 mil cascos azules, cuya misión
ha sido obstaculizada por las acciones de esa organización.
Por su parte, varios países han retirado total o parcialmente sus tropas
respondiendo al llamado de la ONU. En suelo congolés ya no quedan militares
de Burundi ni Namibia; y solo parcialmente de Zimbabwe y Angola. De otro lado,
Ruanda, que respalda al belicoso RDC aún mantiene su cuerpo expedicionario,
al igual que Uganda.
Kabila ha asegurado que su gobierno está dispuesto a sostener negociaciones
con Ruanda y con el grupo que apoya. El mandatario también ha prometido
respetar y garantizar el cumplimiento de todo lo acordado en Sun City, "que
abre las vías para un nuevo orden político en la RDC".
Si se cumplen estas predicciones, la República Democrática del
Congo, que ha vivido en la inestabilidad desde su independencia, quizás
pueda alejar para siempre el fantasma maléfico del extinto rey Leopoldo
II, para que puedan vivir en paz de una vez por todas los ciudadanos congoleses.