|
20 de mayo del 2002
La desmemoria de un pueblo
España:migración y apartheid
Juan Agulló
Masiosare
La madre patria, país de larga tradición emigrante, ha olvidado
la suerte que, en el pasado, corrieron sus antepasados por Europa Occidental,
América Latina y el norte de África. Espoleada por el crecimiento
económico que ha protagonizado a lo largo de los últimos 20 años,
así como por un brutal descenso de su tasa de natalidad, España
se ha convertido en tierra de inmigración. Nos encontramos, no hay que
olvidarlo, en la frontera suoccidental de la Unión Europea. Aquí,
el empleo de mano de obra barata y el hacinamiento de inmigrantes ilegales se
encuentran a la orden del día. Los ataques xenófobos y las tensiones
raciales son cada vez más frecuentes. Muchos se preguntan por qué
la extrema derecha no avanza también en la península ibérica
SABADO 4 DE MAYO DE 2002, aeropuerto internacional de Madrid-Barajas:
a las 7:00 AM aterriza un avión procedente de Johannesburgo, Sudáfrica.
La policía española se encuentra en estado de máxima alerta.Teme
que en ese vuelo lleguen inmigrantes ilegales provenientes de Angola y de la
República Democrática del Congo. A lo largo de la semana que está
a punto de terminar, unos 120 ciudadanos procedentes de ambos países
han llegado a Madrid por vía aérea. La mayoría estaban
conscientes de que, debido a la situación bélica que se vive en
sus países de origen, tienen muchas posibilidades de que el gobierno
español se vea "obligado" a concederles asilo político. En el
citado vuelo, como sea, todos los pasajeros eran "legales": las cosas vuelven
a la "normalidad".
Si todo termina como prevén los juristas del Aula de inmigración
del Colegio de Abogados de Madrid y de la ONG Comisión Española
de Ayuda al Refugiado (CEAR), los 120 angoleños y congoleños que
por el momento se encuentran en la Sala de inadmitidos y peticionarios de asilo
del Aeropuerto de Madrid habrán corrido mejor suerte que los 12 inmigrantes
africanos que, ese mismo día, fueron enterrados en la isla canaria de
Lanzarote bajo el epígrafe de "desconocidos". Diez días antes
se habían ahogado frente a las costas de la isla cuando trataban de arribar
a territorio español a bordo de una frágil patera1. No hubo manera
de saber quiénes eran ni de dónde venían: los cadáveres
estaban indocumentados cuando fueron recuperados frente a un coqueto balneario
turístico. Los lugareños están acostumbrados a los extranjeros,
pero de otro tipo: centroeuropeos en busca de sol.
Los Guantánamos españoles
Melilla (68 mil 789 habitantes) es una ciudad fronteriza con Marruecos. Desde
hace años recibe avalanchas diarias de inmigrantes que se cuelan a España,
incluso por las cloacas. Si bien ese método resulta cada vez más
complicado debido a los modernos sistemas de vigilancia existentes, los inmigrantes
siguen entrando, sobre todo los menores. El gobierno local -que tiene amplias
competencias al respecto- está obligado por ley a hacerse cargo de los
mismos. A tal efecto habilitó hace años un antiguo edificio militar
como Centro de Menores. Dicho Centro, actualmente, se encuentra "desbordado".
Según denunció el pasado 3 de mayo Juan José Imbroda, gobernador
de la ciudad autónoma, los 1.5 millones de euros (1.2 millones de dólares)
que cada año recibe Melilla de Madrid resultan insuficientes para resolver
lo que algunas ONG califican de "emergencia humanitaria".
Para contribuir a complicar las cosas, el mismo día en el que Imbroda
pedía ayuda al gobierno central, Manuel Villén -procurador de
la Audiencia de Málaga2- denunciaba al periódico español
El País que a lo largo de los últimos meses, en Melilla, se han
producido multitud de "expulsiones ilegales". Es decir, realizadas sin el consentimiento
de la justicia española, o bien, sin mediar la preceptiva entrega de
los expulsados a las autoridades de sus países de origen. Como sea, la
reseñada ilegalidad -según la ONG SOS Racismo- puede ser considerada
como un mal menor si se tiene en cuenta que los Centros de Internamiento de
Extranjeros (CIE) y los de Estancia Temporal (CET) son "los Guantánamos
españoles3". La situación de los inmigrantes en dichos centros,
de hecho, se asemeja enormemente a las pésimas condiciones jurídicas
y de salubridad en las que se encuentran los presos de Al Qaeda internados en
la base militar estadounidense de ese nombre.
A lo largo de los últimos meses, multitud de organismos gubernamentales
y no gubernamentales internacionales han visitado los CIE y los CET españoles.
Por ejemplo, la ONG estadunidense Human Rights Watch, en su informe al respecto,
denunciaba que los inmigrantes internados carecen de información sobre
los derechos que les reconoce la ley española, se encuentran masificados,
tienen prohibido recibir visitas (incluso de abogados), viven en pésimas
condiciones de higiene y, en la práctica, se encuentran detenidos (ilegalmente).
Médicos Sin Fronteras (MSF), por su parte, abundaba en las condiciones
de "hacinamiento" en las que se encuentran los inmigrantes y por último,
la ya citada SOS Racismo, denunciaba algo en lo que el resto de organizaciones
no se habían fijado: la mayor parte de los CIE y de los CET carecen de
distintivos que los hagan "reconocibles como tales". Dicho de otro modo: los
CIE y los CET, son ilegales.
Pero hay más. El informe anual de derechos humanos del Departamento de
Estado de Estados Unidos de 2002 denuncia que en España, " las Fuerzas
de Seguridad4 han cometido abusos en las detenciones de extranjeros e inmigrantes
ilegales. Según los grupos defensores de los derechos humanos, los abusos
eran a menudo muy largos, lo que contribuía a crear una cultura de impunidad".
Por si eso fuera poco añade: "Destaca la violencia contra las mujeres,
la discriminación en los puestos de trabajo, la violencia contra los
inmigrantes y el tráfico de mujeres y adolescentes para la prostitución".
Última denuncia de Washington -un gobierno al que el presidente Aznar
calificó hace poco de amigo-: "La opinión pública manifiesta
síntomas de racismo y xenofobia, resultado de la discriminación
y la violencia contra los inmigrantes".
Entre los invernaderos y la mezquita
Afortunadamente, no todos los españoles son así. Almería
Acoge es una ONG empeñada en defender contra viento y marea a los inmigrantes
que llegan a la provincia del mismo nombre5. Sus más abnegados colaboradores
se encuentran en El Ejido, un pueblito de 55 mil 710 habitantes, en plena expansión
económica gracias a la práctica de la agricultura intensiva en
una zona semidesértica y por supuesto, a la superxplotación de
mano de obra abrumadoramente inmigrante.
En 2000, aquí, se produjeron unos acontecimientos que dieron la vuelta
al mundo: tras la confusa violación de una mujer española (todavía
no aclarada), la mayoría de los habitantes del pueblo (manipulados por
el alcalde de la localidad, perteneciente al Partido Popular, el mismo que el
del presidente Aznar6) se dieron a una verdadera operación de "castigo"
que contó con la complicidad de la policía española. Una
sesentena de inmigrantes resultaron heridos de diversa consideración
y sus centros de reunión u oración fueron quemados o destruidos.
ONG españolas que, como Almería Acoge, venían ayudando
y asesorando desde hacía años a los inmigrantes, tampoco se salvaron
de la cacería: sus locales también fueron destruidos. Hace poco
más de un año han sido reabiertos. Sus integrantes han vuelto
a denunciar el Apartheid de facto en el que continúan viviendo los inmigrantes
de esta pequeña localidad andaluza.
Al parecer, el 75% de los marroquíes, ecuatorianos y polacos -entre otras
nacionalidades- que trabajan como mano de obra barata en el campo colindante
pernoctan en los propios invernaderos. Los más "afortunados", por el
contrario, se hacinan (por turnos) en minúsculos departamentos de las
colonias más pobres del pueblo. El 55% de los reseñados departamentos
carece de agua potable, el 57% de excusados y el 31% de electricidad. Todo esto
no sólo ocurre en España -octavo país más desarrollado
del mundo- sino que además se está produciendo en una tierra que,
en el pasado, conoció bien las miserias del jornalero agrario y, por
supuesto, las de la emigración desesperada. Paradojas de la vida: esa
emigración, en su mayor parte, se dirigió hacia Europa central,
una región que ahora, en los meses de verano, envía masas de turistas
hacia El Ejido. Porque El Ejido es costero y al igual que Lanzarote cuenta con
lujosos balnearios y campos de golf que, claro, se encuentran muy lejos de los
invernaderos.
Lejos de allí, en Cataluña -una de las regiones más ricas
de España-, la situación no es mucho mejor. La polémica
acaba de estallar en Premià de Mar (27 mil 272 habitantes), una localidad
cercana a Barcelona. Allí, la comunidad inmigrante -mayoritariamente
musulmana-, hace tiempo que pretende construir una mezquita en un local de su
propiedad que se encuentra en el centro de la población. En menos de
dos semanas, los habitantes del lugar han organizado tres marchas contra la
construcción del templo y lo que es peor, han constituido una plataforma
ciudadana (llamada Premià por la Convivencia) a cuyo frente han situado
a Josep Anglada, un histórico militante de la extrema derecha española.
Mientras tanto, diversas ONG, han comenzado a asesorar al colectivo musulmán
que, según la legislación española, tiene pleno derecho
a construir su mezquita. El enfrentamiento está tan servido como la negligencia
de unas autoridades regionales y nacionales que hasta el momento han mantenido
un sospechoso silencio al respecto.
Políticamente hablando, en España, la extrema derecha prácticamente
no existe. La componen un sinfín de grupúsculos fragmentados y,
la mayoría de las veces, enfrentados entre sí. Desde una perspectiva
sociológica, sin embargo, no puede decirse lo mismo. Según una
reciente encuesta, si bien apenas un 4% de los españoles se dicen intolerantes
con las minorías étnicas, un 18% se muestra algo más que
ambivalente en sus respuestas. Un 51% considera que la inmigración (que
en España representa apenas un 1.8% de la población) está
relacionada directamente con el reciente y exponencial incremento de la inseguridad
ciudadana.
Tras el sorprendente avance de Jean-Marie Le Pen en las recientes elecciones
presidenciales francesas, en España, la pregunta que se hacen periodistas
e intelectuales es por qué la extrema derecha no termina de cuajar al
sur de los Pirineos. Quizás no exista una respuesta única pero
ejemplos como los del aeropuerto de Madrid, la isla canaria de Lanzarote, la
ciudad norteafricana de Melilla, la andaluza de El Ejido o la catalana de Premià
de Mar pueden servir para comprender que probablemente no resulte absurdo afirmar
que la intolerancia y el autoritarismo tienen una expresión más
o menos política en las instituciones controladas por el gobierno de
centro-derecha. Probablemente ese es el motivo por el cual los electores no
se decantan por opciones que, sin duda, recuerdan demasiado a un franquismo
todavía demasiado presente en el inconsciente colectivo.
Notas
1. Las pateras son pequeñas embarcaciones de madera en las que los inmigrantes
ilegales procedentes de África suelen tratar de alcanzar las costas españolas,
tanto en las islas Canarias como en Andalucía.
2. División judicial en la que está integrada la ciudad autónoma
de Melilla.
3. En España hay seis CIEs y tres CETs. La mayoría se encuentra
en las ciudades españolas más grandes o en aquellas que, como
Melilla, son fronterizas. Su fundamentación jurídica es muy dudosa
por cuanto que no se trata de prisiones, pero tampoco de lugares que los inmigrantes
puedan abandonar libremente.
4. Se refiere a los cuerpos policiales.
5. Almería es la ciudad más oriental de Andalucía. Está
ubicada, a orillas del mar Mediterráneo, frente a Argelia.
6. Todo esto consta en el informe que, en su día, fue presentado por
un conglomerado de ONGs europeas agrupadas en torno a un Foro Cívico
Europeo.