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7 de mayo del 2002
La democracia – ¿Cómo es cuando está en casa?
Arundhati Roy
ZNet en español
Los hechos en Gujarat evidencian el avance del fascismo en India. No sólo
por la atmósfera internacional creada por la Coalición contra
el Terror de Bush.
Anoche me llamó una amiga desde Baroda. Llorando. Le tomó
quince minutos para contarme lo que pasaba. No era muy complicado. Sólo
que Sayeeda, una de sus amigas, hacía sido atrapada por una turba. Sólo
que le habían abierto el vientre y se lo habían rellenado con
trapos ardientes. Sólo que después de muerta, alguien le grabó
'OM' en la frente.
¿Cuál es exactamente el escrito hindú que predica una cosa semejante?
Nuestro Primer Ministro lo justificó como parte de las represalias de
hindúes indignados contra "terroristas" musulmanes que quemaron vivos
a 58 pasajeros hindúes en el Expreso Sabarmati en Godhra. Cada persona
que murió esa horrorosa muerte era el hermano de alguien, la madre de
alguien, el niño de alguien. Por supuesto que lo eran.
¿Qué verso del Corán en particular requería que fueran
quemados vivos?
Mientras más tratan los dos lados de llamar la atención a sus
diferencias religiosas masacrándose mutuamente, menos se puede distinguir
a uno del otro. Veneran ante el mismo altar. Ambos son apóstoles del
mismo dios asesino, sea cual fuere. En una atmósfera tan viciada, el
que alguna persona, y en particular el Primer Ministro, venga a decretar arbitrariamente
cuándo exactamente comenzó el ciclo es malevolente e irresponsable.
Ahora mismo estamos sorbiendo de un cáliz envenenado –una democracia
imperfecta combinada con fascismo religioso. Arsénico puro.
¿Qué haremos? ¿Qué podemos hacer?
Tenemos un partido gobernante que está en plena hemorragia. Su retórica
contra el terrorismo, la aprobación de la POTA (acrónimo en inglés
para 'Ley de Prevención del Terrorismo'), el ruido de sables contra
Pakistán (con la amenaza nuclear que implica), la concentración
de casi un millón de soldados con el dedo en el gatillo en la frontera,
y lo más peligroso de todo, el intento de parcelar por comunidades y
falsificar los textos escolares de historia, nada de todo esto ha impedido que
ese partido sea humillado de elección en elección. Incluso su
viejo truco partidario –resucitar los planes para construir Ram Mandir en Ayodhya
[construcción de un templo hindú sobre los restos de una histórica
mezquita que databa del siglo XVI, N.d.T.] – no dio resultado. Desesperado,
se tornó al estado de Gujarat para que lo socorra.
Gujarat, el único de los grandes estados en India que tiene un gobierno
del BJP, ha sido, durante varios años, el plato petri en el que el fascismo
hindú fomentó un muy elaborado experimento político. El
pasado mes, presentaron al público sus primeros resultados.
Horas después de la atrocidad de Godhra, el partido Vishwa Hindu Parishad
(VHP) y el Bajrang Dal [partidos militantes hindúes, N.d.T.] pusieron
en movimiento un pogromo meticulosamente preparado contra la comunidad musulmana.
Oficialmente, el número de muertos es de 800. Informes independientes
estiman que la cifra es de más de 2.000. Más de ciento cincuenta
mil personas, expulsadas de sus casas, viven ahora en campos de refugiados.
Las mujeres fueron desnudadas, violadas en grupo, padres fueron golpeados hasta
la muerte frente a sus niños. Doscientos cuarenta dargahs [centros religiosos
islámicos] y 180 masjids [mezquitas] fueron destruidas –en Ahmadabad
la tumba de Wali Gujarati, creador del moderno poema urdu, fue demolida y cubierta
con pavimento durante una sola noche. La tumba del músico Ustad Faiyaz
Ali Khan fue desacralizada y cubierta con neumáticos ardientes. Incendiarios
quemaron y saquearon negocios, hogares, hoteles, fábricas textiles, autobuses
y coches privados. Cientos de miles han perdido sus puestos de trabajo.
Una turba rodeó la casa del antiguo parlamentario del Partido del Congreso
Iqbal Ehsan Jaffri. Sus llamados telefónicos al Director General de la
Policía, al Comisionado de la Policía, al Secretario Jefe, al
Secretario Jefe Adjunto (del Interior) fueron ignorados. Los coches de la policía
móvil colocados alrededor de su casa no intervinieron. La turba penetró
en la casa. Desnudaron a sus hijas y las quemaron vivas. Decapitaron a Ehsan
Jaffri y lo desmembraron. Por cierto que es sólo una coincidencia que
Jaffri haya sido un mordaz crítico del Ministro Jefe de Gujarat, Narendra
Modi, durante su campaña para la elección de un sitio de reemplazo
a la Asamblea en Rajkot en febrero.
En todo Gujarat, miles participaron en las turbas. Estaban armados con bombas
de petróleo, fusiles, cuchillos, espadas y arpones. Fuera de los acostumbrados
partidarios lumpen del VHP y de Bajrang Dal, dalits y adivasis también
participaron en la orgía. Gente de clase media participó en los
saqueos. (En una memorable ocasión, una familia llegó en un Mitsubishi
Lancer.) Los dirigentes de la turba llevaban listas catastrales generadas por
ordenador, marcando las casas, negocios, empresas e incluso sociedades de musulmanes.
Portaban teléfonos móviles para coordinar la acción. Tenían
camiones cargados con miles de bombonas de gas, acumuladas anticipadamente durante
semanas, que utilizaron para hacer volar los establecimientos comerciales musulmanes.
No sólo tuvieron protección y complicidad policial, sino también
fuego de cobertura.
Mientras ardía Gujarat, nuestro Primer Ministro estaba en MTV promocionando
sus nuevos poemas. (Dicen que se han vendido cien mil copias de los casetes.)
Se demoró más de un mes –y dos vacaciones en las montañas–
en ir a Gujarat. Cuando lo hizo, seguido de cerca por el escalofriante Modi,
hizo un discurso en el campo de refugiados Shah Alam. Movía la boca,
trataba de expresar preocupación, pero no emitía ningún
sonido real excepto la burla del viento que silbaba a través de un mundo
calcinado, ensangrentado, quebrantado. Lo siguiente que supimos, fue que andaba
por ahí deslizándose en un carro de golf, cerrando tratos de negocios
en Singapur.
Los asesinos siguen acechando en las calles de Gujarat. La turba linchadora
continúa siendo árbitra de la rutina de la vida diaria: quién
puede vivir dónde, quién puede decir qué, quién
se puede encontrar con quién, y dónde y cuándo. Su mandato
se expande rápidamente. De los asuntos religiosos, se extiende ahora
a las disputas por propiedad, los altercados familiares, la planificación
y la distribución de los recursos hidráulicos... (motivo por el
cual atacaron a Medha Patkar de la NBA [movimiento por salvar el río
Narmada, N.d.T.]). Los negocios musulmanes han sido clausurados. A los musulmanes
no los atienden en los restaurantes. La presencia de niños musulmanes
no es deseada en las escuelas. Los estudiantes musulmanes están demasiado
aterrorizados para participar en los exámenes. Los padres musulmanes
viven en la angustia de que sus niños puedan olvidar lo que se les ha
dicho y delatarse al decir en público '¡Ammi!' o ¡Abba!' provocando así
su muerte repentina y violenta.
Ya se ha advertido que esto no es más que el comienzo.
Han llegado cientos de cartas indignadas a las revistas y a los diarios preguntando
por qué los "seudo-secularistas" no condenan el incendio del Expreso
Sabarmati en Godhra con el mismo grado de ultraje con el que condenan los asesinatos
en el resto de Gujarat. Parece que lo que no comprenden es la diferencia fundamental
entre un pogromo como el que se está realizando en Gujarat en la actualidad,
y la quema del Expreso Sabarmati en Godhra. Todavía no sabemos quién
exactamente fue el responsable de la carnicería en Godhra. El gobierno
dice (sin tener ni una sola prueba) que fue un complot del ISI [servicios secretos
paquistaníes, N.d.T.] Informes independientes dicen que el tren fue incendiado
por una turba enfurecida. De una u otra manera, fue un acto criminal. Pero todos
los informes independientes dicen que el pogromo contra la comunidad musulmana
en Gujarat –calificado por el gobierno como una 'represalia' espontánea–
ha sido, en el mejor caso, realizado bajo la mirada benigna del Estado, y en
el peor, con la activa colusión del Estado. De una u otra manera, hay
una culpabilidad criminal del Estado.
Y el Estado actúa en nombre de sus ciudadanos. Así que, como ciudadana,
me veo obligada a reconocer que soy de alguna manera cómplice del pogromo
de Gujarat. Es lo que me indigna. Y es esto lo que muestra un cariz completamente
diferente en las dos masacres.
Después de las masacres de Gujarat, en su convención en Bangalore,
el RSS [Sociedad por el Auto-Servicio de la Nación, partido fundamentalista
hindú, N.d.T.], la agrupación moral y cultural del BJP, de la
que el Primer Ministro, el Ministro del Interior y el propio Ministro Jefe Modi
son todos miembros, llamó a los musulmanes a que se ganaran la "buena
voluntad" de la comunidad mayoritaria. En la reunión del ejecutivo nacional
del BJP en Goa, Narendra Modi fue saludado como un héroe. Su oferta,
acompañada de una sonrisita suficiente, de renunciar a su puesto de Ministro
Jefe, fue unánimemente rechazada. En un reciente discurso público
comparó los eventos de las últimas semanas en Gujarat con la Marcha
a Dandi de Gandhi –ambas, dijo, momentos significativos en la Lucha por la Libertad.
Aunque los paralelos entre la India contemporánea y la Alemania de pre-guerra
son escalofriantes, no son sorprendentes. (Los fundadores del RSS, en sus escritos,
han sido francos sobre su admiración por Hitler y sus métodos.)
Una diferencia es que aquí en India no tenemos a un Hitler. En su lugar
tenemos una fantasía itinerante, una orquesta sinfónica móvil,
la multicéfala Sangh Parivar [organización extremista que pretende
imponer la dominación hindú sobre India, N.d.T.], con sus muchos
brazos –con el BJP, el RSS, el VHP y el Bajrand Dal, tocando cada cual un instrumento
diferente. Su genialidad absoluta parece ser su capacidad evidente de ser todas
las cosas para todos en todo momento.
La Parivar tiene una cabeza apropiada para cada ocasión. Un viejo versificador
con una retórica adecuada para cada estación. Un agitador partidario
de la línea dura para Asuntos Internos, un tipo suave para Relaciones
Exteriores, un desenvuelto abogado angloparlante para que maneje los debates
televisivos, una criatura de sangre fría para Ministro Jefe y el Bajrang
Dal y el VHP, trabajadores de base a cargo del trabajo físico que implica
el asunto del genocidio. Finalmente, esa fantasía multicéfala
tiene una cola de lagarto que se cae cuando tiene problemas, y crece de nuevo:
un engañoso socialista disfrazado de Ministro de Defensa, que envía
sus misiones de limitación de daños –guerras, ciclones, genocidios.
Le tienen confianza para que aprete los botones adecuados, encuentre el tono
apropiado.
La Sangh Parivar habla con muchas lenguas como todo un ramillete de tridentes.
¿Es ésta la rashtra [nación] hindú que
se nos ha pedido a todos que anhelemos? Una vez que se les "haya mostrado su
sitio" a los musulmanes, ¿fluirá la leche y la Coca-Cola por todo el
país? Una vez que se haya construido el Ram Mandir, ¿habrá una
camisa sobre cada espalda y un roti [pan] en cada estómago? ¿Será
enjuagada cada lágrima en cada ojo? ¿Podremos esperar una celebración
de aniversario el próximo año? ¿O habrá para entonces alguien
distinto que odiar? ¿Alfabéticamente –adivasis, budistas, cristianos,
dalits, persas, sijs? ¿Los que llevan jeans, o los que hablan inglés,
o los que tienen labios gruesos, o los cabellos ensortijados? No habrá
que esperar mucho tiempo. Ya ha comenzado. ¿Continuarán los rituales
establecidos? Serán decapitados, desmembrados y se les orinará
encima? ¿Se arrancarán los fetos de los vientres de sus madres y serán
asesinados? (¿Qué clase de visión depravada puede incluso imaginarse
India sin la gama y belleza y la espectacular anarquía de todas estas
culturas? India se convertiría en una tumba y olería como un crematorio.)
No importa quiénes eran, o cómo los asesinaron, cada persona matada
en Gujarat en las semanas pasadas merece que se la llore.
Es capaz de decir simultáneamente varias cosas contradictorias. Mientras
una de sus cabezas (el VHP) llama a millones de sus cuadros a prepararse para
la Solución Final, su jefe nominal (el Primer Ministro) asegura a la
nación que todos los ciudadanos, sin consideración de su religión,
serán tratados por igual. Puede prohibir libros y películas y
quemar pinturas por 'insultar la cultura india'. Simultáneamente, puede
hipotecar el equivalente de un 60 por ciento de todo el presupuesto de desarrollo
rural del país como beneficios para Enron. Contiene en su interior todo
el espectro de la opinión política, de manera que lo que sería
normalmente una lucha política entre dos partidos políticos adversarios,
es ahora un Asunto de Familia. Por enconada que sea la disputa, es siempre conducida
en público, siempre resuelta amigablemente, y los espectadores siempre
se van satisfechos de haber recibido lo que deseaban –ira, acción, venganza,
intriga, remordimientos, poesía y mucha sangre. Es nuestra propia versión
vernácula de la Dominación Total del Espectro.
Pero a la hora de la verdad, de la auténtica verdad, las irreconciliables
cabezas se callan, y se hace glacialmente evidente que bajo todo el clamor y
el ruido, hay un solo corazón. Y que una implacable mente, con una estrechez
de miras saturada de color azafrán, trabaja sobre tiempo.
Ha habido antes pogromos en India, toda clase de pogromos –dirigidos contra
castas, tribus, creencias religiosas. En 1984, después del asesinato
de Indira Gandhi, el Partido del Congreso fue responsable de la masacre de tres
mil sijs en Delhi, igual de macabra que la que tuvo lugar en Gujarat. En esa
época, Rajiv Gandhi, que nunca fue conocido por la elegancia de su manera
de expresarse, dijo, "cuando cae un gran árbol, el suelo se estremece".
En 1985 el Partido del Congreso arrasó en las elecciones. ¡Por una ola
de simpatía! Han pasado dieciocho años. Nadie ha sido castigado.
Si se toma cualquier tema políticamente volátil –los ensayos nucleares,
la Babi Masjid, el chanchullo de Tehelka, la agitación de la caldera
entre las comunidades para lograr ventajas electorales –se verá que el
Partido del Congreso ha hecho anteriormente de las suyas. En todos estos casos,
el Congreso plantó las semillas y el BJP se ha apresurado a recoger la
espantosa cosecha. Así que si se nos pide que votemos, ¿hay alguna diferencia
entre los dos? La respuesta es un 'sí' titubeante pero claro. El motivo
es el siguiente: Es verdad que el Partido del Congreso ha pecado, y gravemente,
y durante décadas. Pero ha hecho de noche lo que el BJP hace de día.
Ha hecho a escondidas, furtivamente, de manera hipócrita, con vergüenza,
lo que el BJP hace con orgullo. Y es una diferencia importante.
La provocación del odio entre las comunidades forma parte del mandato
de la Sangh Parivar. Ha sido planificado durante años. Han estado inyectando
un veneno lento directamente en el torrente sanguíneo de la sociedad
civil. Cientos de shakhas del RSS y shishu mandirs de Saraswati en todo el país
han estado indoctrinando a miles de niños y jóvenes, atrofiando
sus mentes con el odio religioso y la historia falsificada. No hay diferencia
alguna con, y no son menos peligrosos que, las madrazas en todo Pakistán
y Afganistán que produjeron a los talibanes. En estados como Gujarat,
la policía, la administración, y los cuadros a todo nivel, han
sido penetrados sistemáticamente. Tiene un inmenso atractivo popular,
que sería una locura subestimar o no comprender. Toda la empresa tiene
una formidable base religiosa, ideológica, política, y administrativa.
Este tipo de poder, este grado de repercusión, sólo puede ser
logrado con respaldo del Estado.
Las madrazas, el equivalente musulmán de invernaderos que cultivan el
odio entre religiones, tratan de compensar con su frenesí y con el financiamiento
foráneo, lo que carecen en apoyo estatal. Proveen el perfecto complemento
para que los fanáticos comunitarios hindúes dancen su danza de
masiva paranoia y de odio. (En realidad sirven este propósito de una
manera tan perfecto, que igual podrían trabajar en tándem.)
Bajo esta incesante presión, lo más probable es que la mayoría
de la comunidad musulmana se resigne a vivir en guetos como ciudadanos de segunda
clase, en un constante temor, sin derechos cívicos y sin recurso a la
justicia. ¿Qué será la vida diaria para ellos? Cualquier pequeñez,
un altercado en la cola ante un cine o una discusión ante un semáforo,
puede resultar mortal. Así que aprenderán a estar muy callados,
a aceptar su suerte, a arrastrarse por los bordes de la sociedad en la que viven.
Su temor se transmitirá a otras minorías. Muchos, particularmente
los jóvenes, se tornarán probablemente hacia la militancia. Harán
cosas terribles. Se exhortará a la sociedad civil a condenarlos. Entonces
nos recordaremos del canon del Presidente Bush: "O estáis con nosotros
o con los terroristas."
Esas palabras están congeladas en el tiempo como carámbanos de
hielo. Durante años a venir, los carniceros y los genocidas ajustarán
sus horribles bocas a su alrededor ('sincronización labial' la llaman
los cineastas) para justificar sus matanzas.
Mr. Bal Thackeray del Shiv Sena ['Ejército de Shiva,' partido radical
hindú, N.d.T.], que últimamente se ha estado sintiendo algo eclipsado
por Mr. Modi, tiene la solución definitiva. Ha llamado a la guerra civil.
¿No es perfecto? Entonces Pakistán no necesitará bombardearnos,
podemos bombardearnos nosotros mismos. Convirtamos a toda India en Cachemira.
O Bosnia, o Palestina. o Ruanda. Suframos eternamente. Compremos costosos fusiles
y explosivos para matarnos mutuamente. Que los traficantes de armas británicos
o los fabricantes de armamentos de EE.UU. engorden con nuestra sangre derramada.
Debiéramos pedirle al grupo Carlyle –en el que las familias Bush y Ben
Laden tienen acciones– que nos den un descuento por cantidad. Tal vez si las
cosas van bien de verdad, lleguemos a ser algo como Afganistán. (Y miren
qué publicidad han logrado y logran.) Cuando todas nuestras tierras arables
estén minadas, nuestros edificios destruidos, nuestra infraestructura
reducida a escombros, nuestros niños mutilados físicamente y destruidos
mentalmente, cuando casi nos hayamos eliminado con el odio que nosotros mismos
hemos producido, tal vez podremos pedir a EE.UU. que nos ayude. ¿Quieren una
comida de línea aérea, lanzada desde aviones?
Cuán cerca hemos llegado a la autodestrucción. Otro paso y nos
encontraremos en libre caída. Y el gobierno sigue adelante. En la reunión
de Goa del ejecutivo nacional del BJP, el Primer Ministro de la India secular
y democrática, Mr. A.B. Vajpayee, hizo historia. Se convirtió
en el Primer Ministro indio que cruzó el umbral y develó públicamente
un fanatismo desmesurado contra los musulmanes, que incluso George Bush y Donald
Rumsfeld se avergonzarían de admitir. "Dondequiera que hay musulmanes,"
dijo, "no quieren vivir en paz."
¡Debiera darle vergüenza! Pero si sólo fuera él: Inmediatamente
tras el holocausto de Gujarat, confiado en el éxito de su 'experimento',
el BJP quiere una elección instantánea. "La gente más moderada,"
me dijo mi amiga de Baroda, "la gente más moderada, con la voz más
suave, dice 'Modi es nuestro héroe.'"
Algunos de nosotros mantenían la ingenua esperanza de que la magnitud
del horror de las últimas semanas haría que los partidos seculares,
por interesados que sean, se unieran por simple indignación. Por sí
solo, el BJP no tiene el mandato del pueblo de India. No tiene el mandato para
imponer el proyecto Hindutva. Esperábamos que los 27 aliados que componen
la coalición dirigida por el BJP en su centro, le retirarían su
apoyo. Pensamos, estúpidamente, que verían que no habría
mejor prueba de su fibra moral, de su compromiso con sus principios declarados
de secularismo.
Es un signo de los tiempos que ni uno solo de los aliados del BJP le ha retirado
su apoyo. En cada expresión furtiva se encuentra esa mirada ausente del
que está haciendo cálculos mentales para ver qué circunscripciones
y portafolios mantendrá y cuáles perdería si se retira.
Con la excepción de Deepak Parekh, de HDFC [gran corporación financiera
india, N.d.T.], ni un solo director general de la comunidad corporativa india
ha condenado lo que sucedió. Farooq Abdullah, Ministro Jefe de Cachemira
y el único político musulmán destacado que queda en India,
está buscando el favor del gobierno apoyando a Modi, porque abriga la
vaga esperanza de que pueda pronto llegar a ser Vicepresidente de India. Y lo
peor de todo –Mayawati, líder del BSP [Bahujan Samaj Party], la
gran esperanza de las castas bajas, está a punto de forjar una alianza
con el BJP en Uttar Pradesh.
El Congreso y los partidos de izquierda han lanzado una campaña de agitación
pública pidiendo la renuncia de Modi. ¿Renuncia? ¿Han perdido todo sentido
de las proporciones? Los criminales no tienen que renunciar. Tienen que ser
acusados, juzgados y condenados. Como debieran serlo los que quemaron el tren
en Godhra. Como debieran serlo las turbas, y aquellos miembros de la fuerza
policial y de la administración que planificaron y participaron en el
pogromo en el resto de Gujarat. La Corte Suprema tiene la opción de actuar
contra Modi y el Bajrand Dal y el VHP por iniciativa propia (cuando la Corte
presenta cargos por su propia cuenta). Hay cientos de testimonios. Hay montones
de evidencia.
Pero en India, si eres un asesino o un genocida y al mismo tiempo eres un político,
tienes todo motivo para ser optimista. Nadie espera que se enjuicie a políticos.
La exigencia de que se haga comparecer a Modi y sus secuaces y se les encierre,
haría vulnerables a otros políticos por sus sórdidos pasados
– así que en lugar de hacerlo, agitan el Parlamento, gritan mucho, los
que están en el poder establecen comisiones investigadoras cuando el
momento es oportuno, ignoran los resultados y aseguran entre ellos que el monstruo
siga resoplando.
El problema ya ha comenzado a diluirse. ¿Se deben permitir elecciones o no?
¿Debiera decidirlo la Comisión Electoral? ¿O la Corte Suprema? En todo
caso, si se realizan las elecciones o se postergan, al permitir que Modi quede
libre, al permitirle que continúe su carrera de político, los
principios fundamentales, determinantes de la democracia no sólo están
siendo subvertidos, sino saboteados deliberadamente. Esta clase de democracia
es el problema, no la solución. La fuerza más grande de nuestra
sociedad está siendo convertida en su peor enemigo. ¿Qué sentido
tiene que todos estemos hablando de 'fortalecer la democracia', si está
siendo doblada y retorcida convirtiéndola en algo irreconocible?
¿Y si el BJP gana las elecciones? (El rumor es que tramar una guerra contra
Pakistán va a ser la estrategia del BJP para inclinar los votos a su
favor.) Después de todo, George Bush logró un 80 por ciento a
su favor en las encuestas con su Guerra Contra el Terror, y Ariel Sharon tiene
un mandado similar para su bestial invasión de Palestina. ¿Significa
que esto va a arreglarlo todo? ¿Por qué no prescindir del sistema legal,
de la Constitución, de la prensa –todo el tinglado– la propia moralidad,
por qué no tirarlo a la basura y jugárselo todo por un voto? Se
pueden convertir los genocidios en un tema para las encuestas de opinión
y hacer campañas de marketing para las masacres.
La firme huella del fascismo ha aparecido en India. Marquemos la fecha: primavera
de 2002. Aunque podemos agradecerles al Presidente de EE.UU. y a su Coalición
contra el Terror por crear la atmósfera internacional adecuada para su
horrendo debut, no podemos atribuirles los años en los que ha estado
generándose en nuestras vidas públicas y privadas.
Entró tan campante después de los ensayos nucleares de Pokhran
en 1998. Desde entonces, la energía acumulada del patriotismo ávido
de sangre se convirtió abiertamente en una divisa política aceptable.
Las 'armas de la paz' atraparon a India y a Pakistán en una espiral política
suicida –amenazas y contra-amenazas, provocación y contra-provocación.
Y ahora, una guerra y cientos de muertos más tarde, más de un
millón de soldados de ambos ejércitos están concentrados
en la frontera, cara a cara, enzarzados en un enfrentamiento nuclear sin sentido.
La creciente beligerancia contra Pakistán ha rebotado en la frontera
y ha penetrado nuestra propia política, como una afilada cuchilla que
corta a través de los vestigios de armonía y tolerancia comunitaria
entre las comunidades hindú y musulmana. En poquísimo tiempo,
los fanáticos del infierno han colonizado la imaginación
pública. Y los hemos dejado entrar. Cada vez que se hace arrancar la
hostilidad entre India y Pakistán, aumenta en India la hostilidad contra
los musulmanes. Cada grito de guerra contra Pakistán, nos inflige una
herida a nosotros mismos, a nuestro modo de vida, a nuestra civilización
espectacularmente diversa y antigua, a todo lo que hace que India sea diferente
de Pakistán. El nacionalismo indio se ha convertido cada vez más
en nacionalismo hindú, que se define, no mediante el respeto o la consideración
por sí mismo, sino por el odio hacia el Otro. Y el Otro, por el momento,
no es sólo Pakistán, sino musulmán. Es preocupante ver
de qué forma hábil el nacionalismo encaja en el fascismo. Aunque
no debemos permitir que el fascismo defina lo que es la nación, o a quién
le pertenece, vale la pena recordar que el nacionalismo, con todos sus numerosos
avatares –socialista, capitalista y fascista– ha formado la base de casi todos
los genocidios del siglo veinte. Cuando se habla de nacionalismo, hay que proceder
con cuidado.
Y no habrá siempre carnicerías espectaculares sobre las cuales
informar. El fascismo también se refiere a la infiltración lenta,
permanente, de todos los instrumentos del poder del Estado. Se trata de la lenta
erosión de las libertades cívicas, de las nada espectaculares
injusticias de todos los días. Combatirlo significa combatir para recuperar
las mentes y los corazones de la gente. Combatirlo no significa solicitar que
se prohíban las shakhas [filiales] de RSS y las madrazas, significa trabajar
hacia el día en que sean abandonadas voluntariamente como malas ideas.
Significa mantener un ojo de lince sobre las instituciones públicas y
exigir responsabilidad. Significa mantenerse atento y escuchar los murmullos
de los que carecen verdaderamente de poder. Significa dar un foro a la miríada
de voces de los cientos de movimientos de resistencia en todo el país
que están hablando de cosas reales –de la esclavitud por deudas, de la
violación marital, de las preferencias sexuales, de los salarios de las
mujeres, del vertido de uranio, de la minería no sostenible, de las tribulaciones
de los tejedores, de las preocupaciones de los campesinos. Significa combatir
los desplazamientos y el desposeimiento y la implacable violencia diaria de
la abyecta pobreza. Combatir también significa no permitir que las columnas
de los periódicos, y los anuncios de la televisión a la mejor
hora, sean secuestrados por las pasiones espurias y puestas en escena preparadas
para distraer la atención de todo el resto.
Mientras la mayor parte de la gente en India ha sido horrorizada por lo que
sucedió en Gujarat, muchos miles de indoctrinados están preparándose
para viajar más profundo al corazón del horror. Si se mira alrededor
se verá en pequeñas plazas, en grandes parques, en sitios vacíos,
en terrenos comunales de las aldeas, que el RSS está marchando, elevando
su bandera color azafrán. De repente están por todas partes, hombres
adultos en shorts caqui marchando, marchando, marchando. ¿Adónde? ¿Para
qué? Su desprecio por la historia los protege de saber que el fascismo
puede desarrollarse por un momento y que luego se autodestruye por su inherente
estupidez. Pero, por desgracia, como la precipitación radioactiva después
de un ataque nuclear, tiene una media vida que estropeará a generaciones
por venir.
Esos niveles de cólera y odio no pueden ser controlados, no se puede
esperar que disminuyan, a través de la censura pública y de la
denuncia. Los himnos de hermandad y amor son una gran cosa, pero no bastan.
Históricamente, los movimientos fascistas han sido alimentados por sentimientos
de desilusión nacional. El fascismo ha llegado a India después
que los sueños que alimentaron la Lucha por la Libertad fueron dilapidados
como si fueran dinero suelto.
La independencia misma nos llegó como lo que Gandhi llamó maravillosamente
un 'pan de madera' –una libertad teórica bañada en la sangre de
los miles que murieron durante la Partición. Durante más de medio
siglo, el odio y la desconfianza mutua han sido exacerbados, los políticos
han jugado con ellos y nunca han permitido que se curen, dirigidos desde la
primera línea por la señora Indira Gandhi. Todos los partidos
políticos han cultivado la médula de nuestra democracia parlamentaria
secular, minándola para lograr ventajas electorales. Como termitas excavando
un túmulo, han construido túneles y pasajes subterráneos,
socavando el significado de 'secular', hasta que se ha convertido en una cáscara
vacía que está a punto de implosionar. Su cultivo ha debilitado
los fundamentos de la estructura que conecta a la Constitución, el Parlamento
y los tribunales de justicia– la configuración de controles y equilibrios
que forma la espina dorsal de una democracia parlamentaria. Bajo estas circunstancias,
es fútil seguir culpando a los políticos y exigiéndoles
una moralidad de la que son incapaces. Hay algo lamentable en un pueblo que
se lamenta constantemente de sus dirigentes. Si nos han desilusionado, es sólo
porque se lo hemos permitido. Se podría argumentar que la sociedad civil
no ha cumplido con sus dirigentes igual como sus dirigentes no han cumplido
con la sociedad civil. Tenemos que aceptar que hay una falla peligrosa, sistémica,
en nuestra democracia parlamentaria que es explotada por los políticos.
Y eso resulta en el tipo de conflagración que hemos visto en Gujarat.
Hay fuego bajo la superficie. Tenemos que confrontar este problema y presentar
una solución sistémica.
¿No podemos descubrir en nosotros que pertenecemos a una antigua civilización
en lugar de sólo a una nación reciente? ¿Amar un país en
lugar de sólo patrullar un territorio? La Sangh Parivar no comprende
nada de lo que significa la civilización. Busca limitar, reducir, definir,
desmembrar y profanar la memoria de lo que fuimos, nuestro entendimiento de
lo que somos, y nuestros sueños de lo que queremos ser. ¿Qué clase
de India quieren? ¿Un torso sin extremidades, sin cabeza, sin alma, un resto
sangrante bajo la cuchilla del carnicero con una bandera incrustada profundamente
en su corazón mutilado? ¿Podemos permitir que ocurra? ¿Hemos permitido
que ocurra?
El fascismo incipiente, que ha crecido sigilosamente durante los últimos
años ha sido acondicionado por nuestras instituciones 'democráticas'.
Todos han flirteado con él –el Parlamento, la prensa, la policía,
la administración, el público. Incluso los 'secularistas' se han
hecho culpables de ayudar a crear el clima adecuado. Cada vez que se defiende
el derecho de una institución, cualquier institución (incluyendo
la Corte Suprema), a ejercer poderes sin restricciones, sin responsabilidad
por sus actos, que nunca podrán ser discutidos, hay un movimiento hacia
el fascismo. Seamos justos, no todos reconocieron las primeras señales
en todo su significado.
La prensa nacional ha sido sorprendentemente valerosa en su denuncia de los
acontecimientos de las últimas semanas. Muchos de los compañeros
de ruta del BJP que lo acompañaron hasta el borde, están mirando
hacia el abismo infernal de lo que fue una vez Gujarat, y se están apartando
con una genuina consternación. Pero, ¿con qué fuerza y por cuánto
tiempo van a luchar? No va a ser algo como una campaña de publicidad
para una próxima temporada de críquet.
Pero la explotación de las divisiones comunitarias por los políticos
no es, de ninguna manera, el único motivo por el que el fascismo ha llegado
a estas tierras.
Durante los últimos cincuenta años, las modestas esperanzas del
ciudadano corriente de llegar a tener una vida digna, seguridad y alivio de
la más abyecta pobreza, han sido sistemáticamente sofocadas. Cada
institución 'democrática' de este país ha demostrado que
es irresponsable, inaccesible para el ciudadano de la calle, y o mal dispuesta
o incapaz de actuar en función de los intereses de una genuina justicia
social. Cada estrategia por un auténtico cambio social –reforma agraria,
educación, salud pública, la distribución equitativa de
los recursos naturales, la implementación de una discriminación
positiva– ha sido inteligente, astuta y consecuentemente saboteada e inutilizada
por las castas y el tipo de personas que estrangulan el proceso político.
Y ahora la globalización corporativa está siendo implacable y
arbitrariamente impuesta a una sociedad esencialmente feudal, desgarrando su
complejo, escalonado, tejido social, destruyéndolo cultural y económicamente.
Es un motivo de queja muy real. Y no fue creado por los fascistas. Pero lo han
aprovechado, lo han dado vuelta y lo han utilizado para forjar con él
un sentido de orgullo espantoso, falaz. Han movilizado a seres humanos utilizando
el común denominador más bajo –la religión. Gente que ha
perdido el control de sus vidas, gente que ha sido desarraigada de sus hogares
y sus comunidades, que ha perdido su cultura y su lenguaje, está siendo
llevada a sentirse orgullosa de alguna cosa. No de algo por lo que se han esforzado
y que hayan logrado, no de algo que puedan contar como un logro personal, sino
de algo que simplemente resulta que son. O, más exactamente, algo que
resulta que no son. Y la falsedad, el vacío de ese orgullo, está
alimentando una ira épica que entonces es dirigida hacia un objetivo
ilusorio que han enfocado.
¿De qué otra manera se puede explicar el proyecto de tratar de privar
del derecho de voto, de expulsar o exterminar a la segunda comunidad más
pobre de este país, utilizando como peones a los más pobres (dalits
y adivasis)? ¿De qué otra manera se puede explicar por qué los
dalits en Gujarat, que han sido despreciados, oprimidos y tratados durante milenios
peor que basura por las castas superiores, se han unido con sus opresores para
volcarse contra aquellos que son sólo marginalmente menos desafortunados
que ellos mismos? ¿Son simples esclavos asalariados, mercenarios alquilados?
¿Es justo tratarlos con condescendencia y absolverlos de toda responsabilidad
por sus propias acciones? ¿O estoy siendo obtusa? ¿Tal vez sea una práctica
común que los desafortunados expresen su cólera y su odio contra
los desafortunados más cercanos, porque sus verdaderos adversarios son
inaccesibles, aparentemente invencibles y completamente fuera de alcance? Porque
sus propios dirigentes han roto las ataduras y están festejando en la
gran mesa, dejándolos vagabundeando sin orientación en el páramo,
soltando paparruchas sobre el retorno al redil hindú. (El primer paso,
presumiblemente, hacia la fundación de un Imperio Hindú Global,
un objetivo tan realista como los pasados proyectos fracasados del fascismo
–la restauración de la Gloria Romana, la purificación de la raza
alemana, o el establecimiento del Sultanado Islámico.)
Ciento treinta millones de musulmanes viven en la India. Los fascistas hindúes
los consideran como una presa legítima. ¿Piensan personas como Modi y
Bal Thackeray que el mundo va a quedarse mirando mientras los liquidan en una
'guerra civil'? Los informes de la prensa dicen que la Unión Europea
y varios otros países han condenado lo que sucedió en Gujarat
y lo han comparado con el régimen nazi. La solemne respuesta del gobierno
indio es que los extranjeros no debieran utilizar los medios indios para comentar
sobre lo que es un 'asunto interno' (¿Como los escalofriantes acontecimientos
en Cachemira?). ¿Qué pasará ahora? ¿La censura? ¿Clausurar Internet?
¿Bloquear los llamados internacionales? ¿Asesinar a los 'terroristas' equivocados
y amañar las muestras de DNA? No hay terrorismo comparable con el terrorismo
de estado.
¿Pero quién va a confrontarlos? Su jerga fascista tal vez pueda ser afectada
por algún melodrama de la oposición. Hasta ahora sólo Laloo
Yadav de Bihar se ha mostrado verdaderamente apasionado. "Kaun mai ka lal kehta
hai ki yeh Hindu rashtra hai? Usko yahan bhej do, chhati phad doonga!" (¿Qué
hijo de su madre dice que ésta es una Nación Hindú? Mándenlo
acá, le desgarraré el pecho.)
Por desgracia no hay una salida fácil. El propio fascismo sólo
puede ser rechazado si todos los que se indignan muestran un compromiso con
la justicia social que iguala la intensidad de su indignación.
¿Estamos listos para dejar los bloques de partida? ¿Estamos listos, millones
de nosotros, a unirnos no sólo en las calles, sino en el trabajo, en
las escuelas y en nuestros hogares, en cada decisión que tomamos, en
cada opción que escogemos?
O todavía no...
Si no, entonces dentro de años, cuando el resto del mundo nos haya rechazado
(como debiera hacerlo), como los ciudadanos corrientes de la Alemania de Hitler,
también aprenderemos a reconocer la repugnancia en la mirada de nuestros
prójimos. Nosotros mismos no podremos mirar a los ojos de nuestros propios
niños, por vergüenza ante lo que hicimos y lo que no hicimos. De
vergüenza por lo que permitimos que sucediera.
Estos somos nosotros. En India. Quiera el cielo que pase esta noche.
Título original: Democracy –Who is she when she's at home?
Por: Arundhati Roy,Outlook India, 28 de abril de 2002
Link: http://www.zmag.org/content/SouthAsia/roy-gujarat-democracy.cfm
Traducido por Germán Leyens